sábado, 2 de septiembre de 2023

REFLEXIÓN AL TEMA 56: "Contribuya a la unidad de la congregación" ¡DISFRUTE DE LA VIDA PARA SIEMPRE!

 LA IGLESIA ES UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA

IGLESIA UNA

La Iglesia es una debido a su Fundador, pues el Hijo de Dios, encarnado, por su sacrificio en la cruz reconcilió a todos los hombres con Dios, restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo. El Espíritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable comunión de fieles.

Nuestro Salvador, después de su resurrección, entregó su Iglesia a Pedro para que la pastoreara. Le encargó a él y a los demás apóstoles que la extendieran y la gobernaran. Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él.

De hecho, en esta una y única Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el apóstol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones más amplias y comunidades no pequeñas se separaron de la comunión plena con la Iglesia católica y, a veces, no sin culpa de los hombres de ambas partes. Tales rupturas que lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo (se distingue la herejía, la apostasía y el cisma) no se producen sin el pecado de los hombres. Pero donde hay virtud, allí hay unión, de donde resulta que todos los creyentes tienen un solo corazón y una sola alma.

Aquella unidad que Cristo concedió desde el principio a la Iglesia subsiste indefectible en la Iglesia católica hasta la consumación de los tiempos. Cristo da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo quiere para ella. Por eso Cristo mismo rogó en la hora de su Pasión, y no cesa de rogar al Padre por la unidad de sus discípulos: "Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17; 21).

IGLESIA SANTA

La fe confiesa que la Iglesia no puede dejar de ser santa. En efecto, Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y con el Espíritu se proclama "el solo santo", amó a su Iglesia como a su esposa. Él se entregó por ella para santificarla, la unió a sí mismo como su propio cuerpo y la llenó del don del Espíritu Santo para gloria de Dios. La Iglesia es, pues, "el Pueblo santo de Dios”, y sus miembros son llamados "santos" (Hech 9;13) (1Cor 6;1) (1Cor 16;1).

Todas las obras de la Iglesia se esfuerzan en conseguir la santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios. En la Iglesia es en donde está depositada la plenitud total de los medios de salvación. Es en ella donde conseguimos la santidad por la gracia de Dios.

La Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta. En sus miembros, la santidad perfecta está todavía por alcanzar: Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre.

IGLESIA CATÓLICA

Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano (Mt 28;19)

Todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y único, ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos, para que así se cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una única naturaleza humana y decidió reunir a sus hijos dispersos. Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en la unidad de su Espíritu. Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legítimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores.

IGLESIA APOSTÓLICA

La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un triple sentido:

— Fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los Apóstoles" (Ef 2; 20) (Hech 21;14), testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo (Mt 28;16-20) (Hech 1;8) (1Cor 9;1) (1Cor 15;7-8) (Gl 1; l) etc. …

— Guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza (Hech 2;42), el buen depósito, las sanas palabras oídas a los Apóstoles (2Tim 1;13-14).

— Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos, al que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia.

La Iglesia es una, santa, católica y apostólica en su identidad profunda y última, porque en ella existe ya y será consumado al fin de los tiempos "el Reino de los cielos", "el Reino de Dios" (Ap 19;6), que ha venido en la persona de Cristo y que crece misteriosamente en el corazón de los que le son incorporados hasta su plena manifestación escatológica. Entonces todos los hombres rescatados por él, hechos en él "santos e inmaculados en presencia de Dios en el Amor" (Ef 1; 4), serán reunidos como el único Pueblo de Dios, "la Esposa del Cordero" (Ap 21; 9), "la Ciudad Santa que baja del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios" (Ap 21;10-11); y "la muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce Apóstoles del Cordero" (Ap 21;14).