viernes, 21 de febrero de 2014

ADORANDO A DIOS CON ESPÍRITU Y VERDAD

s/TJ:
Para amar y respetar a una persona,  uno tiene que conocer a esa persona tal como  realmente es. Para dar a Dios la  devoción exclusiva que él merece, usted tiene que estudiar su Palabra y 'probar  para usted mismo lo que  es la  buena y la perfecta  voluntad de  Dios (Rm  12;2) Lo importante no es cómo los hombres  quieren adorar a Dios, sino como Dios quiere que se le adore.

Las  ceremonias  religiosas  y  las "ayudas  para  la  devoción"  quizás parezcan  hermosas a  los  ojos de  los  que las  usan,  pero ¿cómo  las considera Dios?   El propio Hijo  de Dios  nos dice que  "los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad" (Jn 4;23) ¿Es el uso de  imágenes, por  ejemplo, adoración "con  espíritu y  con verdad"? ¿Agrada a Dios? 
En (Ex 20;4-5), en uno de los diez mandamientos, Dios mismo dice: "No te harás  imágenes talladas,  ni figuración  alguna...No te  postrarás ante ellas, y  no las  servirás".  Algunas personas  consideran a  una imagen religiosa sencillamente  como "ayuda" para  adorar a Dios  porque pueden ver y tocar  la imagen.  Pero Dios inspiró al  apóstol Pablo a escribir: "Andamos por fe,  no por vista" (2Cor 5;7).  Dios  habla muy francamente en cuanto a  este asunto.  Nos dice  que el uso de imágenes  no es parte alguna  de la  adoración verdadera,  sino  que tales  imágenes son  "una falsedad" (Is  44;14-20)(Sl 115;4-8)(Sl  113;12-16).  Aunque  uno quizás diga que el honor  que se da a una imagen religiosa es  menos que el que se da a Dios, Dios mismo dice  que él no compartirá ninguna de su gloria y alabanza con tales imágenes (Is 42;8)  ("La verdad que lleva a la vida eterna", pág 25-26)  
Debe condenarse el  empleo en el culto de todo  género de imágenes.  Los primitivos  cristianos  no usaron  jamás  imágenes  para representar  la divinidad  y  menos  todavía  los santos.   Los  apóstoles  se  hicieron solidarios de esta prohibición. (Hech 17;29) (1Cor 10;7-14) (1Jn 5;21)  ("Que Dios....pág 141-149"). 
Análisis:
En todos estos textos que aducen  los TJ se hace referencia o se habla de los ídolos que adoraban los paganos, no de las imágenes en cuestión 
s/TJ:
Amorosamente, el  apóstol Juan  nos advierte  "Guárdense de  los ídolos" (1Jn 5;21)  ("La verdad que lleva a la vida eterna", pág 26) 
La Iglesia comenzó a favorecer estas representaciones, signos de riqueza y de dominación, cuando logró conquistar el poder civil, a la salida de las catacumbas, en los días de esplendor.  ("Que dios..." pág 146) 
Vése este tema en  ("La Atalaya" de 15.2.92, pág 3-7) ("¡Despertad!" de 22.6.64, pág 5 y ss) ("¡Despertad!" de 8.11.63, pág 5 y ss) 
Análisis:
Hablar  de  esta  manera  es pretender  ignorar  las  maravillosas pinturas que adornan el interior de las catacumbas cristianas. En ellas se han encontrado, de los siglos III, II y aún I, representaciones  simbólicas (cordero, pez, ancla) y alegóricas (Buen Pastor, vid, vírgenes), temas del Antiguo Testamento (Noé, Daniel, Moisés, Jonás) e imágenes de Jesús, María y los Santos. Son las primeras y más antiguas manifestaciones de culto de los primeros cristianos.  
Los  pueblos primitivos  empezaron  por  adoptar ciertos  símbolos groseros para representar a sus dioses; pero, perfeccionando tales símbolos, fabricaron imágenes, y poco a poco acabaron por concebir los dioses  según las  imágenes con  que los  representaban, hasta caer en el antropomorfismo más craso. 
El precepto segundo del decálogo se ordena a imponer a los israelitas una concepción inmaterial de su Dios, camino para llegar a la sentencia del Salvador de (Jn 4;23) 
Las Sagradas Escrituras nos hablan mucho de la tendencia de Israel hacia los ídolos. Si al fin vino a prevalecer en el pueblo el precepto de no usar imágenes en el culto de Yahvéh, fue gracias a los esfuerzos de los profetas, que más de una vez ridiculizaron los usos paganos de rendir culto a los ídolos (Is 44;14-20)(Jn 10; 1 y ss)  
Los israelitas venían de Egipto donde los egipcios habían llegado al paroxismo en la adoración de los fenómenos naturales, de los astros y seres creados. La propensión de los israelitas a copiar los cultos cananeos, fenicios y asirios fue la obsesión de la predicación profética. La prohibición de Yahvéh fue muchas veces desobedecida (Ex 32)(Jc 17)(1Re 12;28)(1Re 13:34)(1Re 14;16) 
En la época de Cristo, la Ley era estrictamente observada, de tal forma que los escritores romanos acusaban a los judíos "ateos" por su repugnancia a plasmar en imágenes sus ideas religiosas. (Tácito.  Hist. V5). 
El precepto de (Ex 20;4) tiene su razón principal de ser en la rudeza del pueblo -como tantos otros preceptos-. Cuando, mediante la revelación evangélica, haya desaparecido esa rudeza, la Iglesia hará  uso de las imágenes, no sólo para representar al Verbo encarnado, sino al mismo Padre eterno. Los que  alegan este precepto en contra de la práctica de la Iglesia, nos suponen, o se suponen a sí  mismos, con la misma mentalidad de los antiguos hebreos o gentiles. Semejante precepto está destinado a ser suprimido y sustituido por otro cuando las circunstancias cambian.  
Los T.J. admiten que la Iglesia no recomienda la adoración directa de las imágenes, sino más bien lo que ellas  representan. Sin embargo llaman a esto "adoración relativa". 
s/TJ:
Toda idolatría, completa o relativa, debe ser rechazada, pues esta teoría puede ser aceptable para hombres instruidos, pero no para gentes de pueblo. Por otra parte, añaden, son numerosos los casos en que se ofrecen flores y se encienden velas ante estatuas e imágenes. Incluso se las erige en los lugares de cataclismos, para evitar el peligro. Lo que prueba que los cristianos no sólo tienen confianza en lo que las imágenes representan, sino también en las imágenes mismas (Hech 10;25-26) (Hech 14;10-18) (Ap 19; 10) (Ap 22; 8-9) (Jn 14;13) (Jn 15;16) (Rom 8; 24-25) (2Cor 4;18) (2 Cor 5;7)  ("Que Dios...", pág 142-150)  
Análisis:
No aparece en todos estos versículos ninguna prohibición relativa a las imágenes ni a la oración que se  dirige a Dios por intercesión de sus servidores. El hagiógrafo declara en estos pasajes que es necesario  adorar al único Dios, que la oración hecha en nombre de Jesús es siempre escuchada y que nosotros vivimos hora en la fe, no en la visión clara. Aún en estos casos -de  gente de pueblo, como dicen los  T.J.-, no es difícil de comprender que se apela a la intercesión de aquellos que representan las imágenes, no a la materia de la que están hechas. 
No se atribuye ningún valor real a la estatua o imagen como tal. A Dios no le importa que se hagan imágenes ni que las tengamos en nuestro poder bien sean para adorno, bien sean para venerarlas por lo que representan. Si así no fuera, Dios mismo se contradiría. Véase (Ex 25;18-20) (1 Re 6; 23-29) (1 Re  7; 25-44) (Num 21; 4-9). Es muy interesante el pasaje bíblico (Num 21; 4-9) y la exégesis que del mismo hace el autor del libro de la Sabiduría en (Sab 16; 5-8). Resumiendo podemos decir que Yhavé manda a Moisés que erija una imagen para que quien la mire quede curado de su dolencia. El libro de la Sabiduría nos dice que quien la miraba no era curado por lo que veía sino por Dios. Exactamente lo que la Iglesia viene predicando con relación a las imágenes... aunque a veces no es fácil vencer la sensiblería de muchas personas. 
Los protestantes nos dicen que la veneración que prestamos a las imágenes es una superstición  intolerable una verdadera idolatría, prohibido expresamente por la Biblia. Y muchos católicos  no comprenden, e  incluso critican, el  uso de las imágenes. 
La  Iglesia  ha hablado  varias  veces  acerca  del culto de  las imágenes, con ocasión, sobre todo, de los  iconoclastas o destructores y de los ataques de los protestantes. Los dos documentos fundamentales son  el del Concilio II de Nicea (787) y el de la sesión 25ª del Concilio de Trento (1563), apoyados ambos históricamente en las costumbres recibidas desde los primeros tiempos del cristianismo y en los santos  padres. Véanse las palabras del Concilio de Trento: "Se han de tener y conservar, sobre todo en los templos, las imágenes de Cristo, de la Virgen madre de Dios y de los demás santos, y se les ha de tributar el debido honor y veneración, no por creerse que resida en ellas la divinidad o una virtud, por la que se les haya de rendir culto o por que se les haya de pedir algo, o por que se haya de depositar en las imágenes la confianza como antiguamente hacían los paganos, que depositaban su esperanza en los  ídolos, sino por que el honor que se les da se dirige a los prototipos que ellos representan; de modo que por las imágenes a las cuales besamos y ante las cuales nos descubrimos la cabeza y  nos prosternamos, adoramos a Cristo y veneramos a los santos cuya semejanza ostentan ellas". 
¿Puede encontrarse en todo esto, algo de reprobable?. Las imágenes excitan en el pueblo el recuerdo de los grandes méritos y heroicas virtudes que en la Virgen y en los santos resplandecieron, incitándole a la  imitación y fomentando su piedad. A las imágenes, en cuanto cosas, no se les tributa ningún culto, ni       siquiera veneración alguna. 
A las imágenes, en cuanto imágenes de alguien sí se les rinde culto; pero, nótese, puramente relativo a  las personas representadas. Culto no "a las imágenes", sino "a través de las imágenes". En sí mismas, en  cuanto representación de una persona santa, adquieren además cierta categoría sagrada al estilo de las cosas que usó aquel santo o de los evangelios, que son imagen gráfica de la palabra de Dios; pero aún ésta veneración que se dirige a la misma imagen en cuanto tal considerada sagrada en cierto modo por su destino de representar a alguien sagrado, se refiere, en último término, a la persona representada; si prescindimos de la persona, la imagen pierde toda su categoría religiosa, aunque tuviese una gran  categoría artística, o al menos, universal. Se las corona, se las enciende lámparas, se las venera; pero el  significado terminal, encerrado en estas manifestaciones no se detiene en la imagen; pasa al santo, que es a quien va dirigido. En el Evangelio no hallamos prescripciones ni prohibiciones expresas, ni implícitas, respecto al culto de las imágenes tal cual lo entiende la Iglesia Católica. 
Dicen los TJ que Dios prohíbe en la Biblia la adoración de las imágenes y que por lo tanto la iglesia  Católica hace mal permitiéndolas. Ya hemos dicho que la Iglesia no permite la adoración, sino la veneración por lo que la imagen representa. Veamos ahora la Biblia: Dice el Exodo (Ex 20;4 y ss): "No te harás imágenes talladas ni figuración alguna de lo que  hay en lo alto de los cielos ni de lo que hay en las aguas... No te postrarás ante ellas y no las adorarás...". Si Dios impuso este precepto al pueblo de Israel  fue por el peligro especial de Idolatría en que se encontraba. Estaba rodeado de gentes idólatras por  todas partes y él era ya de suyo inclinado a ello, como lo manifestó repetidas veces en su Historia. Esta idea en la prohibición de Dios se ve clara en el versículo anterior: (Ex 20;3) "No tendrás otro Dios que a Mí". Esta es la idea, el sentido del mandamiento. A Dios no le importa que se hagan imágenes ni que las tengamos en nuestro poder bien sean más para adorno, bien sean otras para venerarlas por lo que representan. Si así no fuera, Dios mismo se contradiría. Véase (Ex 25;18-20) (1Re 6;23-29) (1Re 7;25-44) (Num 21;4-9).  (Idolatría: (Ex.c. 32) (Is. c. 44)). 
Es muy interesante el pasaje bíblico (Num 21;4-9) y la exégesis que del mismo hace el autor del libro de  la Sabiduría en (Sab 16;5-8): 
(Num 21;4-9): "Partiéronse del monte Ors en dirección al mar Rojo rodeando la tierra de Edom; y el pueblo murmuraba impaciente, por el camino contra Dios y contra Moisés diciendo: "¿Por qué nos habéis sacado de Egipto a morir en este desierto?.No hay pan ni agua y estamos ya cansados de un tan ligero manjar como éste". Mandó entonces Yhavé contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían y murió mucha gente de Israel. El pueblo fue entonces a Moisés y le dijo: "Hemos pecado murmurando contra Yhavé y contra tí; pide a Yahvé que aleje de nosotros las serpientes". Moisés intercedió por el  pueblo, y Yhavé dijo a Moisés: "Hazte una serpiente de bronce y ponla sobre un asta; y  cuantos mordidos la miren, sanarán". Hizo, pues, Moisés una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y se curaba". 
(Sab 16;5-8): "Mas cuando sobre estos vino la terrible furia de las bestias, y perecían por las mordeduras de las tortuosas serpientes, tu cólera no duró hasta el fin; para su corrección fueron por un poco turbados;  tuvieron una señal de salud para traerles a la memoria los preceptos de la Ley. Pues el que se volvía a mirarla no era curado por lo que  veía, sino  por ti, Salvador de todos". 
En los tiempos de Juliano el Apóstata (361-363), ya acusaba este emperador, a los cristianos de que adoraban imágenes y cruces. S.Cirilo (376-444), que es el que nos transmite la noticia, añade en su escrito la justificación de esta práctica cristiana, y no es otra que la del Concilio Tridentino ya citada: "aunque hacemos imágenes a los piadosos varones -dice- no lo hacemos para adorarlas como a dioses, sino  para que mirándoles, nos sintamos movidos a la emulación de los mismos". 
De todos modos existen ridiculeces y exageraciones cometidas por las gentes sencillas. Personas que pasan por delante del Sagrario o del Santo Cristo sin saludarlos siquiera para irse a postrar ante la imagen de S. Antonio, por ejemplo.  Personas que discuten porque para unos es la Virgen del  Carmen la mejor y para otros lo es la de los Dolores. Hay abusos, repito, grotescas actitudes, indiscreciones que la Iglesia Católica está muy lejos de aprobar. ¿Qué hacer? ¿Suprimir el culto? Esto sería suprimir los alimentos porque pueden provocar una mala digestión. 
Yo creo, por otra parte, que a Dios no le deben ofender mucho esas injurias, ¡todas fueran como ellas!. A las gentes que las hacen les salva su simplicidad, su buena intención... Lo único que se puede hacer,  ante este problema, en buena lógica es: tratar de educar a las gentes: "La Religión sin cultura pronto se convierte en superstición". 
Según la razón, el hombre no es puro espíritu; vive en la materia y es, en gran parte, materia y, todo él,  animal, al mismo tiempo que racional; su espíritu se expresa a través de la materia y a través de ella conoce. Es tan ineludiblemente humano esto, que el mismo protestantismo, que critica la introducción del uso de imágenes, se ve forzado a llenar esta soledad, en la que se siente incómoda la sicología de sus fieles. La música religiosa del gran Bach, vendrá a tratar de llenar este vacío. Protestantes y católicos buscan una misma cosa, aquellos con la música, estos con la música, pintura, escultura y los elementos secundarios de flores, incienso, fuego, luz tamizada: recoger y dirigir la imaginación y los sentidos, ambientar para la oración y el culto que han de realizar el corazón y el espíritu. Los psicólogos dan más eficacia a los medios visuales que utiliza preferentemente la Iglesia Católica. Ya decía la sabiduría antigua: "Llega más al alma lo que entra por los ojos que por los oídos”. 
Quien besa una foto de su madre o de su mujer no besa unos centímetros cuadrados de papel; en éste  se deposita el beso material, la presión, el calor, el chasquido; pero todo aquello se dirige al ser amado; a él es a quien se quisiera besar; ya que no es posible se besa al menos su imagen. Lo cual no suprime que a la foto misma, no en cuanto papel, sino en cuanto imagen se le tribute también cierto cariño, y no se perdonaría a quien la escupiese, porque, sicológicamente, la imagen y lo imaginado se identifican; pero aún este cariño al retrato en sí mismo es relativo, dirigido en último término a la persona representada. 
No es obligatorio rendir veneración a las imágenes o culto a través de las imágenes; puede haber sicologías que prefieren una religiosidad más abstracta y directa. Sólo hay la obligación negativa de no despreciar las  imágenes, pues sería  despreciar a quien representan. 
Pero, humanamente, las imágenes son una ayuda insustituible de la religión o, al menos, de la religiosidad. Enraízan en la más profunda sicología humana. A esta raíz sicológica humanísima apelaba  ya, para defender el culto similar de las reliquias, Leoncio de Neápolis (Chipre): "Dime, tú que piensas que no hay que venerar lo que está hecho por manos de hombres y absolutamente nada de lo creado, dime, ¿no es verdad que muchas veces, al ver en tu casa un vestido o un adorno de tu mujer o de tus hijos muertos, los has cogido, besado y bañado con tus lágrimas sin que nadie te reprochase por  ello?  Tú no  has adorado a los vestidos como si fueran Dios, sino que, besándolos,  has mostrado tu afecto hacia aquel que un tiempo los llevó". 
¿Por qué está prohibido el mirar figuras obscenas?. 
Porque su visión llama a la lujuria, excitando en el hombre el apetito carnal. Precisamente porque el hombre necesita de cosas externas y materiales que lo exciten, la Iglesia permite culto de los santos que  lo llaman a la perfección y prohibe el mirar grabados pornográficos porque lo llaman al pecado. 
¿Qué otras cosas hacen los pueblos con sus héroes nacionales?. 
Martí tiene un busto, por lo menos en cada pueblo de Cuba. Igual cosa ocurre en Norteamérica con Washington y Suramérica con Bolivar. 
Los católicos, en fin, veneran  a sus grandes figuras "nacionales" que son los santos y santas, pero no los adoran.



s/TJ:

"No obstante, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren". (Jn 4;23) (TNM)


Análisis:

Gran parte de la actividad de predicación de los TJ sigue el esquema de la negación de la deidad de Cristo, mientras enseñan que sólo el Padre (Jehová) debe ser adorado. Para establecer esta doc­trina, llevan a sus estudiantes nuevos en una gira a través de la Biblia, evitando con cuidado pasajes tales como (Is 9:6) (Mat 28;9) (Jn 1;1) (8;58, 59) (20;28) (Col 2;9) (Heb 1;6) todos los cuales revelan la deidad de Cristo y la adoración debida a Él.

Los traductores de la Sociedad Atalaya, al preparar su Traducción del Nuevo Mundo, tuvieron cuidado de traducir la palabra griega "proskuneo" (adoración, reverencia, rendir homenaje a) de modo selectivo. Cuando la palabra se refiere al Padre, la traducen "adorar", pero cuando se refiere al Hijo la traducen "rendir homenaje a".

De todas maneras, si le pregunta al TJ si él respeta los deseos del Padre en otros aspectos, como es natural, le responderá que sí. Luego diríjalo en su Biblia a (Jn 5:23), donde dice que el Padre requiere "que todos honren al Hijo así como honran al Pa­dre…" Si el Testigo no le da la honra de adoración al Hijo, entonces su adoración del Padre es vana, porque el mismo versículo dice: "El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió."

Véase: (Gn 18;1, 2) (Ex 3;14) (Sl 110;1) (Is 9;6) (Dn 10;13,21) (Hb 1;6).