domingo, 16 de febrero de 2014

APOSTASÍA. AUTORIDAD PARA OBRAR COMO RESTRICCIÓN

APOSTASÍA. AUTORIDAD PARA OBRAR COMO RESTRICCIÓN

s/TJ:

El fundador de los TJ, Charles Taze Russell, adoptó la doctrina bíblica restauracionista que sostiene que poco después de la muerte de los apóstoles la iglesia cristiana había caído en una «gran apostasía» de su fe original (Hechos 20:29, 30; 2 Tes 2:3). Russell creía que el verdadero entendimiento de las Escrituras había empezado a resurgir en sus días, cuando inició un grupo de estudio de la Biblia en Allegheny (Pensilvania).

Cuando Jesucristo fue resucitado, dio destellos de luz respecto a una obligación que recaía sobre todos sus seguidores. Lo más probable es que se dirigiera a los 500 discípulos reunidos en Galiela cuando dijo: "Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo, enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado. Y¡miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas" (Mt 28;19-20) (1Cor 15;6).


A partir de entonces, todos los seguidores de Cristo habrían de ser predicadores, y su comisión de predicar no se limitaría a "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 10;6). Tampoco efectuarían el bautismo de Juan, en símbolo de arrepentimiento para perdón de pecados, sino que bautizarían a las personas "en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo"... Hasta entonces habían sido testigos de Jehová únicamente, pero a partir de ese momento serían también testigos de Cristo (Hech 1;6-8) ("La Atalaya" de 15.5.95, pág 10-11)

Una vez Cristo partió al cielo  sus discípulos obedecieron su mandato de enseñar  y bautizar,  durante los  tres  años y  medio siguientes,  pero limitaron su obra de hacer discípulos  a los judíos, prosélitos judíos y samaritanos circuncisos.  Luego, en 36  dC, Dios mandó que se predicaran las  buenas nuevas  a Cornelio,  un hombre  incircunciso, y  a su  casa. Durante la década siguiente otros  gentiles entraron en la congregación. Sin embargo, parece ser que la mayor parte de la obra se llevo a cabo en la zona  del Mediterráneo  oriental (Hech  10;24) (Hech  10;44-48) (Hech 11;19-21)

Los mensajes que  Cristo envió a las siete congregaciones  de Asia Menor mediante la  Revelación (Apocalipsis)  que dio  al apóstol  Juan indican claramente  que, para  fines  del  S.I dC.,  las  prácticas y  actitudes religiosas   babilónicas  estaban   infiltrándose  en   la  congregación cristiana (Ap 2 y 3).  La apostasía floreció particularmente desde el S. II  hasta el  S. V  dC.  y eso  llevó  al surgimiento  de una  imitación corrupta de la religión cristiana  pura.  Doctrinas babilónicas como las de  la inmortalidad  del alma,  un infierno  ardiente y  la Trinidad  se incorporaron en las enseñanzas  del cristianismo apóstata.  Las iglesias -católica, ortodoxas y luego las protestantes- adoptaron aquellos dogmas falsos y  así se hicieron  parte de  Babilonia la Grande.,  el diabólico imperio mundial de la religión falsa.

La religión verdadera  nunca ha sido completamente  eliminada.  A través de los siglos siempre ha habido  quien ha amado la verdad; algunos pagaron con su vida  su fidelidad a Jehová  y su Palabra, la  Biblia.  Pero como muestra la  ilustración de  Jesús sobre  el trigo y  la mala  hierba, el trigo simbólico  -o los hijos  ungidos del  Reino- sería separado  de la mala hierba -o los hijos del  inicuo- sólo en la "conclusión del sistema de cosas" (Mt  13;24-30) (Mt 36;43).  A  fines del S. XIX,  cuando ya se acercaba  el  tiempo  del  fin  -el tiempo  en  que  se  efectuaría  tal separación- estudiantes sinceros  de la Biblia empezaron  a librarse del cautiverio a la religión falsa.
("La Atalaya" de 1.12.91, pág 12 y 13)

Por otra parte, el apóstol Pablo predijo en (2 Tes 2;3) una apostasía entre los que profesaban ser cristianos. Mencionó específicamente a ciertos apóstatas, como Himeneo, Alejandro y Fileto. (1Ti 1:19, 20; 2Ti 2:16-19.) Entre las diversas causas de la apostasía expuestas en las advertencias apostólicas se encuentran las siguientes: la falta de fe (Heb 3:12), la falta de aguante ante la persecución (Heb 10:32-39), el abandono de las normas morales correctas (2Pe 2:15-22), el hacer caso de “palabras fingidas” de falsos maestros y de “expresiones inspiradas que extravían” (2Pe 2:1-3; 1Ti 4:1-3; 2Ti 2:16-19; compárese con Pr 11:9) y el tratar de “ser declarados justos por medio de ley”. (Gál 5:2-4.) Aun profesando tener fe en la Palabra de Dios, puede que los apóstatas desatiendan su servicio a Dios al considerar de poca importancia la obra de predicar y enseñar que Él encargó a los seguidores de Jesucristo. (Lu 6:46; Mt 24:14; 28:19, 20.) También puede que aleguen servir a Dios, pero rechacen a sus representantes, su organización visible, y comiencen a ‘golpear’ a los que habían sido sus compañeros de fe, con el fin de obstaculizar su obra. (Jud 8, 11; Nú 16:19-21; Mt 24:45-51.) Los apóstatas por lo general procuran que otros les sigan. (Hch 20:30; 2Pe 2:1, 3.) Los que abandonan voluntariosamente la congregación cristiana se convierten en parte integrante del “anticristo”. (1Jn 2:18, 19.) Como en el caso de los israelitas apóstatas, también se predice destrucción para los apóstatas de la congregación cristiana. (2Pe 2:1) ( Heb 6:4-8)

Durante el período de persecución que sufrió la congregación cristiana primitiva a manos del Imperio romano, a los que profesaban ser cristianos a veces se les inducía a negar su discipulado. A aquellos que accedían se les exigía que dieran prueba de su apostasía haciendo una ofrenda de incienso ante algún dios pagano o blasfemando abiertamente contra el nombre de Cristo.

Es evidente que hay una diferencia entre ‘caer’ por debilidad y ‘caer’ por haber apostatado. Este último ‘caer’ implica una retirada drástica e intencional del sendero de la rectitud. (1Jn 3:4-8; 5:16, 17.) Cualquiera que sea su base aparente, intelectual, moral o espiritual, constituye una rebelión contra Dios y un rechazo de su Palabra de verdad. (2Te 2:3, 4) (Perspicacia, vol 1, pág 158,159)

La presencia de los apóstoles sirvió de restricción para la influencia de la apostasía, e impidió el avance de las fuerzas de la adoración falsa dentro de la congregación cristiana. Es a esta “restricción” a la que se refiere el apóstol Pablo en (2 Tes 2;7): “Es verdad que el misterio de este desafuero ya está obrando; pero solo hasta que el que ahora mismo está obrando como restricción llegue a estar fuera del camino”. (Compárese con (Mt 13:24, 25) (Hch 20;29,30) Esta influencia apostólica, con la autoridad y los dones que les eran privativos, continuó hasta la muerte de Juan, alrededor del año 100 dC (1Jn 2:26) (3Jn 9, 10.) La rápida progresión de la apostasía, así como de las doctrinas y prácticas falsas, después de la muerte de los apóstoles, es prueba de que cualquier pretendido sucesor apostólico carecía por completo de la influencia restrictiva de ellos.

Análisis:

Los Mormones, Adventistas del Séptimo Día, Testigos de Jehová y varios otros grupos no católicos, declaran que después de la Ascensión de Jesús, la Iglesia Católica apostató por completo. El problema con esta teoría es que—si fuera verdad—la promesa de Jesús de que las fuerzas del mal no prevalecerían contra la Iglesia resultaría ser falsa, lo cual—si somos creyentes en Cristo—nos resulta imposible de aceptar (Mateo 16, 15-19).

Otro problema que se nos presenta es que los Padres de la Iglesia temprana entienden la doctrina en forma verdaderamente uniforme. Si las enseñanzas de ellos son falsas ¿dónde están las enseñanzas de aquellos que permanecieron firmes en la fe de los apóstoles y disputaron las supuestamente falsas doctrinas? No existen tales obras o escritos.

De hecho en el cristianismo primitivo hay un registro claro y uniforme a favor de todas las doctrinas que los anticatólicos disputan—bautismo de infantes, la presencia real de Cristo en la Eucaristía, el culto en día domingo, importancia de María en la salvación, etc.—La Iglesia que Cristo fundó ha guardado y practicado estas doctrinas por más de mil años sin que nadie las pusiera en tela de juicio. Es inconcebible aceptar que los cristianos primitivos que recibieron tales doctrinas de boca de los mismísimos apóstoles, hayan socavado la fe por medio de desarrollar una doctrina distinta.

La historia muestra que la fe de los primeros cristianos era absoluta e inquebrantable. Antes que comprometer la pureza de su adoración a Dios por medio de ofrecer un puñadito de incienso a los dioses romanos, prefirieron sufrir el martirio por su fe. Es difícil imaginarse una actitud más resueltamente fiel a la verdad que la que esos santos hombres y mujeres dieron muestra aun a costa de sus vidas. “Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí”  (Hech 20;29-30)

Muchos usan el anterior versículo para justificar la "gran apostasía" de la Iglesia Católica temprana. Sin embargo este pasaje no predice para nada la apostasía de la Iglesia entera o de la comunidad cristiana en su totalidad. Se dice aquí que los "lobos" se introducirán "entre" los creyentes. Para que esta profecía sea válida tiene que haber creyentes fieles entre los cuales los "lobos" deben entrar. De hecho esta profecía se cumplió cuando dos clérigos católicos dejaron las enseñanzas de la Iglesia Católica para convertirse en los más grandes heresiarcas de la historia—Arrio y Lutero, cuyo origen los sitúa "entre" los fieles pues ambos eran clérigos antes de su apostasía—El resto de los cismáticos de la historia comparten cualidades similares: Marción, Calvino, Lefebvre, etc. “Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y por causa de ellos, el camino de la verdad será difamado” (2Pe 2;1-2). Ver también (Mt 24:10-11).

En forma similar al anterior pasaje citado, este no puede estar refiriéndose a una apostasía de toda la Iglesia, ya que los "falsos maestros" serán hallados "entre vosotros", es decir, entre la auténtica comunidad de los creyentes. De eso claramente se deduce que los maestros son falsos y no la comunidad de creyentes. Marción, Arrio y Lutero califican perfectamente para cumplir esta profecía, ya que los tres estaban definitivamente "entre los fieles" como miembros del clero católico antes de convertirse en cismáticos.


Jesús se acercó a los once discípulos (no a 500 discípulos como dicen los TJ en "La Atalaya" de 15.5.95, pág 10-11 haciendo que este encuentro de (Mt 28;16-20)(Mc 16;14-18)(Lc 24;36-49)(Jn 20;19-31) se corresponda -sin ningún apoyo bíblico- con el que indica S.Pablo en 1Cor 15;6) y les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." (Mt 28;16-20) Jesús prometió estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos tal como estuvo con sus discípulos en la tierra al tiempo de su venida. La presencia de Cristo en la Iglesia no significa que ésta es hecha perfecta en todo sentido. Tal como Cristo no interfirió con el libre albedrío de los discípulos que caminaron con El en Palestina, tampoco interfiere con el libre albedrío de sus fieles hoy. Sin embargo la presencia de Cristo, caminando con su Iglesia en el camino de la historia, asegura a los fieles que la Iglesia cumplirá el cometido final para el cual Cristo mismo la creó.