Análisis:
Los TJ al decir que la Palabra era una creación de Dios, lógicamente han de seguir, en la misma línea, diciéndonos que:
s/TJ:
"..la Palabra estaba en compañía de Dios" ("La Atalaya" de 15.3.63, pág 182)
Por un espacio de tiempo que no se revela, Dios había disfrutado de asociación personal
con su Hijo unigénito -el
"Hijo de su
amor"- en la región celestial. Durante
todo ese tiempo el amor y
el cariño entre el Padre y el Hijo se habían desarrollado tanto que no ha
llegado a existir ningún otro amor mutuo como el de ellos (Col 1;13) ("La
Atalaya" de 15.1.92, pág 9)
Dios lo había creado antes de crear todas las demás cosas (Col 1;15) Así, por edades
incontables, antes que ni siquiera se creara el universo físico, Jesús disfrutó
de compañerismo íntimo en
el cielo con su Padre, Jehová Dios, el Magnífico Creador (Pr 8;22) (Pr 8;27-31)
(Ecls 12;1) Sin embargo,
note que una vez más el contexto nos da la base para entender con exactitud el
pensamiento. Observe que se
dice: "La Palabra estaba con Dios". El que está "con" otro no
puede ser ese otro. ("Debería usted creer en la
trinidad")
Ciertamente el
apóstol Juan no sería tan irrazonable que dijera que alguien ("el Verbo") estaba
con algún otro individuo ("Dios") y al mismo tiempo
era ese otro individuo
("Dios"). Juan prueba que la Palabra que estaba con Dios
"fue hecho carne" y llegó a ser Jesucristo y que Jesucristo era
el "Hijo de Dios". Por
lo tanto sería propio decir que la Palabra era el Hijo de Dios. ("La
Atalaya" de 15.3.63, pág 182)
Análisis:
Claro que
era el Hijo de Dios, y
por eso mismo de su propia naturaleza. Era Hijo de Dios
y por esto se puede decir,
con toda razón, que era "reflejo" e "imagen" de Dios. Y como tal "reflejo" e
"imagen" de
Dios, era engendrado - no creado- y eterno como Dios, ya que este reflejo y esta imagen son engendrados en el principio, en lo más profundo de
la eternidad. Y este
pensamiento no es contrario a
lo que el apóstol Juan
prueba por lo demás de sus
escritos" (Jn 1;9) (Jn 1;13) (Jn 5;18) (Jn 5;19-21) ( Jn 5;26) (Jn 8;58)
(Jn 10;14,15) (Jn 10;38,39)
(Jn 14;7-11) (Jn 16;13-15)
(Jn 17;10,11) (Jn 17;24) (Jn 19;7) (Jn
20;28) (Jn 20;30,31) (1 Jn 5;20) (Ap 1;18) (Ap 2;8) (Ap 17;14) (Ap 19;11-16)
(Ap 22;13)
Cuando los católicos decimos que
"el Verbo estaba en Dios" estamos intentando traducir, mucho
mejor que los TJ, la palabra que el original griego emplea
"pros" y que es
muchísimo más compleja que el simple "con" que los TJ traducen con el sentido elemental
de "estar junto a". Sólo hay que ver como en la traducción
interlineal al inglés del Texto Griego de Westcott y Hort se emplea la expresión inglesa
"toward" y en
cambio en la "New World Traslation" se cambia por
"with" (?) Los
católicos no decimos que el Verbo estaba en compañía "de algún otro individuo" –expresión de los
TJ- sino que "el verbo
estaba en...dentro de...en
el seno de Dios"
Aunque también se encuentra la traducción "con" en algunas ediciones católicas, siempre ha de entenderse con el significado profundo del
original. Ya que para los TJ, Dios y la Palabra son dos
seres completamente diferenciados, tanto como para enseñar que Dios es el creador y la Palabra la criatura, traducen -por su interés- el "pros"
griego como si tuviera el mismo significado que el "para".
"Pros" es una preposición que tiene categoría de relación, se trata de una preposición de movimiento en una frase sustantiva porque está el verbo ser. Y la idea que expresa está completada en la cláusula
siguiente, cuyo sentido es que "el Verbo comunicaba en la naturaleza divina". No tiene el sentido de "al lado de" o "junto
a" sino de "estar
cara a cara" y
sugiere el compañerismo más
íntimo como iguales, indicando simultaneidad, coigualdad entre el Verbo y Dios. Incluso según algunos exégetas la idea literal del griego es que el
Verbo estaba "dentro
de Dios" o más bien que estaba "habitando en Dios". Juan vuelve a emplear este matiz en (Jn 1;18): "en el
seno", y otra vez en
(1Jn 1;2); "Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y
testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se
nos manifestó"
Los escritores eclesiásticos ortodoxos,
entre los que descolló Atanasio, encontraron en los pensamientos de Aristóteles la solución a esta expresión de la Biblia, al distinguir entre la acción
"transeúnte" y la acción "inmanente". Es decir, la
generación corporal de un hombre es una acción
transeúnte, o sea, lo engendrado "pasa" al exterior dejando de estar en el claustro materno. En cambio, la
generación espiritual del intelecto pensante, al producir un "concepto",
no lo expulsa de su seno: el concepto permanece en el seno de la mente, actuándola
y perfeccionándola como facultad pensante, por lo que, mientras la mente
piensa, engendra su concepto (su "verbo"), éste está perfectamente alumbrado desde el momento
de su concepción y durante todo el tiempo en que la mente lo sigue pensando.
Pero hay una diferencia notable entre el concepto humano y el Verbo Divino, y es que nuestro intelecto es una potencia actuada por el pensar,
que produce el concepto
como un efecto (accidente) de nuestra
facultad intelectiva, mientras
que la mente divina siempre está en acto, por ser Dios, el Acto Purísimo sin mezcla de potencialidad
pasiva actuable, es decir,
el Ser sin fronteras ni
limitaciones del no-ser. Con
lo que el Verbo de Dios ni activa el pensar del Dios siempre en Acto, ni es un concepto accidental de la mente
divina, sino el producto (entendiendo "producir" como correlativo de
"proceder") sustantivo, personal, divino que connota el término generativo
(filial) del principio generador que es el Padre. Conclusión: El Verbo,
Dios-Hijo, procede del
Padre por vía de generación intelectual, sin
posterioridad (no se puede concebir al Padre sin implicar al Hijo (Jn 2;23), sin subordinación, sin causalidad.