CONDICIÓN EN QUE SE ENCUENTRAN LOS MUERTOS. RESURRECCIÓN DE LÁZARO
s/TJ:
¿En qué
condición se encuentran actualmente
los muertos que serán resucitados para vivir en la
Tierra?. Un suceso del ministerio de
Jesús nos ayuda a contestar esta pregunta.
Su amigo Lázaro había muerto. Antes de ir a resucitarlo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño" (Jn 11;11) De modo que Jesús comparó la muerte al sueño, un sueño profundo sin actividad cerebral.
("La Atalaya" de 15.11.94, pág 5-6)
Su amigo Lázaro había muerto. Antes de ir a resucitarlo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño" (Jn 11;11) De modo que Jesús comparó la muerte al sueño, un sueño profundo sin actividad cerebral.
Quizá la esperanza más clara de lo que Jesús predicó se puede adquirir por lo que él dijo
e hizo cuando murió su amigo Lázaro.
¿Cómo consideró Jesús esta muerte?
Al partir hacia el hogar de Lázaro, Jesús dijo a sus discípulos: "Nuestro
amigo Lázaro está descansando, pero yo
me voy allá para despertarlo del sueño" (Jn 11;11).
Jesús comparó la muerte al sueño. ("El
hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss)
Análisis:
Jesús
realmente dice: "Lázaro, nuestro
amigo está dormido..." ("Koimaomai"), por eso a
continuación, dice, "...pero yo me
voy allá para despertarlo del sueño" Y los TJ, concluyen: "Jesús comparó la muerte al sueño".
De hecho esta expresión, era común en las comunidades cristianas. Se emplea
eufemísticamente para designar la muerte (Mt 27;52) (Hech 7;60) (Hech 13;36)
(1Cor 7;39) (1Cor 11;30) (1Cor 15;6) (1Cor 15;18) (1Cor 15;20) (1Cor 15;51)(1Cor 20;51)(1Tes 4;13)(1Tes 4;14)(1Tes 4;15) (2Pe 3;4). Precisamente porque
creían en la resurrección, ésta expresión tiene un sentido pleno. Si hemos de
resucitar, la muerte muy bien puede compararse a un sueño.
s/TJ:
Otros textos concuerdan con
la idea de dormir en la muerte. No enseñan que los seres humanos tengan un alma inmortal que vaya a la región de los espíritus cuando mueren. La Biblia, dice: "Los muertos... no tienen
conciencia de nada en absoluto... su
amor y su odio y sus celos ya han
perecido... no hay trabajo ni formación
de proyectos ni conocimiento ni sabiduría
en el Seol
(el sepulcro), el
lugar adonde vas"
(Ecls 9;5,6,10) ("La Atalaya" de 15.11.94, pág 6)
Análisis:
(Ecl
9;5,6,10) continúa el mismo pensamiento que viene desarrollando en versículos
anteriores, esto es, las ventajas de la vida sobre el estado que, según las
creencias de Cohelet y los israelitas de su tiempo, esperaba al hombre después
de su muerte. Esta vez propone este
pensamiento bajo una forma que puede dar lugar a falsas
interpretaciones, sino se tiene en cuenta
el contexto de la frase. Cohelet contrapone sencillamente la condición de los
vivos y la condición que, según la concepción del Antiguo Testamento, esperaba
a los muertos, y es en contraste con
ésta como hay que interpretar aquella. Los vivos saben que han de morir, es
decir, viven todavía y pueden disfrutar de los bienes y felicidad que Dios les
conceda en esta vida, tan querida, por
más que esté llena de miserias, mientras que los muertos ya no saben nada, para
los sabios, el conocer, el saber, es la más noble manifestación de la vida. No
esperan salario alguno, privados como están de toda actividad y trabajo que
pudiera merecerlo; más aún, al cabo de cierto tiempo ni memoria queda de ellos
entre los vivos, de modo que ya no cuentan para nada, lo que constituye para
Cohelet gran desilusión. (Ecls 1;11) (Ecls 2;16). El autor no pone en duda o
niega la inmortalidad del alma y la retribución futura, sino que la ignora, y
compara la condición de los vivos con la de los muertos conforme a sus
concepciones respecto del Sheol.
s/TJ:
¿A dónde se había ido Lázaro
durante los cuatro días que estuvo muerto? A ningún lugar. Estaba inconsciente,
dormido en la tumba a la espera de una resurrección. Jesús lo bendijo mediante
levantarlo milagrosamente de entre los muertos. ("El
hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss)
Aunque Lázaro había estado
muerto durante cuatro días, ¡notamos que Jesús no dijo nada en el sentido de
que el alma de Lázaro estuviera en el cielo, el infierno, ni el purgatorio!
Cuando Jesús llegó a Betania y la hermana de
Lázaro, Marta, salió a su encuentro, él le dijo: "Tu hermano se levantará". ¿Cómo,
contestó ella? ¿Dijo que Lázaro ya estaba en el cielo? ("El
hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss)
Análisis:
Veamos:
"El (Jesucristo) es el primogénito
de los muertos, para que tenga la primacía en todas las cosas" (Col
1;18) Por lo tanto nadie podía ir al cielo antes de Jesucristo. (Jn 3;13) (1Cor
15;20-24) Si los propios TJ nos dicen: "Por lo tanto, de acuerdo con las
propias palabras de Jesús, ningún hombre había ido al cielo durante los años de
la historia humana hasta los días de él (Jesucristo) ("Usted puede vivir para siempre...",
pág 121-122). Entonces, ¿por qué preguntan los TJ si Jesucristo dijo que Lázaro
estaba en el cielo?. Lo importante no es saber dónde estaba Lázaro en los
cuatro días que estuvo muerto, lo realmente importante es saber que "quien cree en Jesucristo, aunque muera,
vivirá", y "todo el que
vive y cree en Jesucristo, no morirá
para siempre". En definitiva, lo que interesa es el final del camino,
aquella situación que será para toda la
eternidad.
s/TJ:
Pero, según lo que Juan
relata, Lázaro no dijo nada de haber estado en el cielo, el infierno ni el
purgatorio durante aquellos cuatro días. ¿Por qué no? Sencillamente, porque no
tenía ningún alma inmortal que pudiera viajar a tales lugares.
Análisis:
Aquí los TJ plantean otro tema: el del alma. Este se merece un estudio aparte (Véase los temas de la etiqueta: Alma).
s/TJ:
Por lo tanto cuando
Jesús habló de vida eterna
se refería a la vida eterna que tendría
alguien o en los
cielos como espíritu inmortal transformado que gobernaría con Cristo en su Reino, o a la vida eterna de alguien como humano en una Tierra paradisíaca bajo esa gobernación del Reino (Lc 23;43) (Jn
17;3) Según la promesa de Dios, el que
él more figurativamente con los humanos
obedientes en la tierra, redundará en abundantes bendiciones para la
Tierra. ("El hombre en busca de Dios..." pág
248 y ss) ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 517)
Marta respondió: "Yo sé que se levantará en la resurrección en
el último día". Eso muestra claramente que en aquel tiempo la esperanza de los judíos
era la resurrección, volver a la
vida aquí en la tierra (Jn 11;23,24,38 y 39) ("El
hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss)
Análisis:
La
esperanza de los judíos fariseos -ya que los saduceos no creían en ello- era la resurrección de los muertos.
Pero en ninguna parte se precisa como hacen los TJ, porque de hecho no era así,
que su esperanza era "volver a la
vida aquí en la tierra". Cuando
Pablo en (Hech 23; 1-11) se
está defendiendo delante del Sanedrín, dice: "Hermanos (¿se habrán fijado los TJ que dijo "hermanos"),
yo soy fariseo e hijo de fariseos: Por nuestra esperanza en la resurrección de
los muertos, soy traído a juicio".
Pablo dice "nuestra esperanza"
y claramente la esperanza de Pablo era la resurrección, no para volver a la
vida aquí en la Tierra, sino para estar junto a Cristo en el cielo. Por lo
tanto, al decir nuestra, nos está dando una referencia de cuál podía ser
la esperanza de los judíos fariseos
quienes, como se dice a continuación, creían en los ángeles y en los espíritus. En (Hech 24;15) se dice
que Pablo tiene la misma fe en la Ley y los Profetas que tenían los
judíos y su misma esperanza en la resurrección de
los justos y de los malos.
En
ninguna parte del NT, pueden los TJ mostrarnos un pasaje que se diga que los
judíos creían en que resucitarían para volver a la vida aquí en la Tierra.
Según
el Talmud de Jerusalén, el alma permanecía tres días sobre el cadáver, y lo abandonaba al
cuarto, en que comenzaba la descomposición. Se pensaba que la muerte era
definitiva a partir del tercer día, cuando la descomposición empezaba a borrar
los rasgos del difunto. Quizá, por esta
creencia de los judíos, Jesucristo esperó al cuarto día a fin de dar más
énfasis al milagro que iba a realizar.
La
doctrina de la resurrección de la que no aparecen ni vestigios en los primeros
libros inspirados, y que hasta podría parecer negada simplemente en otros, pues
el Sheol se describe como un abismo del
que es imposible ya todo retorno (Jb 7;9-10) (Sl 40;9) (Am 8;14), se va
abriendo paso también con revelación progresiva.
Job,
en medio de sus tribulaciones y congojas, lanza el grito de esperanza: "Yo sé que mi
libertador vive y que al final se levantará; y vestido nuevamente de mi
piel me pondré yo en pie y en mi carne veré a Dios" (Jb 19;25-26); con
tono solemne que indica algo trascendente espera volver a su carne y a su piel.
Es la resurrección. Aunque se trate de un caso aislado no es menos
significativo.
Esta
idea, afirmada en Job y algunos Salmos (Sl 15;10) (Hech 2;31) (Hech 13;35) (Sl 29;3),
se presenta sin más con dramatismo y
grandeza simbólica en la "Visión de
los huesos" de Ezequiel; y tiene ya en Daniel la aserción
explícita: "Y muchos que duermen en
el polvo se levantarán, unos para vida y otros para confusión e ignominia sempiterna" (Dn
12;2)
Los
libros deuterocanónicos, finalmente, nos reservan las últimas luces, acentuando
la noción de la inmortalidad y de las
concepciones relativas a la recompensa de los justos, al mismo tiempo que se
explayan sobre el castigo de los pecadores. Pero no deja de llamar la atención
que la descripción de la felicidad en el más allá haya alcanzado mayor
desarrollo y sea más explícita que la que trata sobre los castigos. En cierta
medida, estos últimos han sido considerados sólo indirectamente y ante todo
como consecuencia del posible rechazo de la felicidad prometida a los elegidos.
Así se explica que el primer castigo sea la privación de la vida con Dios. Y
son los siete hermanos Macabeos que, a una con su madre, ante el rey Antíoco
afirman su convicción profunda de
resucitar un día (2Mc 7;9-14) (Hb 11;35). También aquí, como en Daniel, hay
resurrección para los justos a la vida,
y también para el perseguidor, pero no para la vida (2Mc 7;14). El pasaje de
Judas Macabeo que ofrece un sacrificio en expiación de las culpas de los
difuntos pensando en la resurrección,
con el comentario del escritor sagrado, no dejan lugar a ningún subterfugio. Al
mismo tiempo nos hablan de un lugar de purificación más allá de la tumba (2Mc
12;43-44)
s/TJ:
Jesús respondió: "Yo
soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a
vivir, y todo el que vive y ejerce fe en
mí no morirá jamás. ¿Crees tú esto?" (Jn 11;25,26) Para probar
lo que decía, Jesús fue a la cueva dónde se había puesto a Lázaro y lo llamó a
la vida a la vista de sus hermanas María y Marta y unos vecinos. El relato continúa así: "Por
eso, muchos de los judíos que habían venido a María y que contemplaron lo que
él había hecho pusieron fe en él.... En
efecto, la muchedumbre que estaba con él cuando él llamó a Lázaro de la tumba
conmemorativa y lo levantó de entre los muertos siguió dando testimonio" (Jn
11;45) (Jn 12;17).("El hombre en busca de
Dios..." pág 248 y ss)
Cuando llegaron a la tumba
conmemorativa, que era una cueva con una piedra recostada a la entrada, Jesús
mandó: "Quiten la piedra..." ("La
Atalaya" de 1.9.68, pág 516)
Análisis:
El evangelista en (Jn 11;38-39) describe la tumba de Lázaro diciendo que
era una "caverna" (spélaion)
que tenía, para cerrarla, una piedra "sobrepuesta"
(epekéito) o "encima de ella". Esto hace ver que el tipo de sepulcro
no era de los excavados en el fondo horizontal de la roca y cerrada su abertura
de entrada por la piedra giratoria (golel), sino que estaba, conforme al otro
tipo de tumbas judías, excavada en el suelo, y a cuyo fondo se bajaba por una
pequeña escalera desde la
abertura hecha en la superficie del suelo y cerrada por una gran piedra. Así
Cristo da orden de "quitar"
no "rodar", como se dice
por ejemplo del sepulcro de Cristo, la piedra que lo cerraba.
Los
sepulcros afectaban dos formas:
a)
Cámara con un banco excavado en la piedra para colocar el cadáver, precedida de
una antecámara. La puerta exterior de
ésta se solía dejar abierta y cerrarse la interior de la cámara con una piedra,
que giraba sobre una ranura. Esta fue la forma del sepulcro de Jesús.
b)
Especie de pozo con escaleras, sobre el cual se ponía una gran piedra. Así
debió ser el de Lázaro. Había "sobre" el una piedra.
La
precisión dada por (Jn 11;38), que el sepulcro era una cueva, recuerda el
sepulcro de los patriarcas, la cueva de Macpela, donde fueron sepultados
Abrahán, Isaac y Jacob (Gn 49;29-32) (Gn 50;13). La cueva-sepulcro está ligada
a los orígenes del pueblo. En oposición al sepulcro nuevo de Jesús, donde nadie había sido puesto
todavía (Jn 19;41), el de Lázaro es el antiguo, el sepulcro de Israel, donde
todos han sido puestos. Lázaro ha sido enterrado a la manera y según la
concepción judía, para "reunirse con
sus padres" (Gn 15;15); "con
los suyos" (Gn 35;28); "con
su pueblo" (Gn 49;33).
Los
TJ no parece que sigan lo que por la arqueología se conoce en cuanto a los sepulcros, según acabamos de ver, ya que hablan de una "piedra recostada a la entrada",
tal como presentan, por otra parte, en el dibujo de la página 251 de su libro "El hombre en busca de
Dios...". Por cierto que en
este dibujo hay una irregularidad más grave y que resulta imperdonable para los
TJ que tan al pie de la letra dicen seguir lo que está escrito en la Biblia, y
es que a Lázaro lo pintan en el momento de salir de la tumba, andando
tranquilamente y sacándose él mismo las vendas y el sudario que le envolvían.
Pero no dice (Jn 11;44): "Salió el
muerto, ligados con fajas pies y manos y
el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Soltadle y dejarle ir".
Palabras que suponen, y es la aceptación general -menos la de los TJ, claro-,
que Jesucristo completó su milagro haciendo que Lázaro en esta situación,
ligado de pies y manos, saliera de su tumba.
Para rematar el tema de en qué condición se encuentran los muertos, podemos recordar que el alma sobrevive la muerte: (Ap 6;9-11) (Mt 10;28), que el espíritu tiene voluntad (Mc 14;38), que el pobre lázaro muerto es consolado (Lc 16;22-25), que para Pablo, morir es estar con Cristo ((Filp 1;23), que el espíritu puede estar ausente del cuerpo (2Cor 5;8), etc.
Para rematar el tema de en qué condición se encuentran los muertos, podemos recordar que el alma sobrevive la muerte: (Ap 6;9-11) (Mt 10;28), que el espíritu tiene voluntad (Mc 14;38), que el pobre lázaro muerto es consolado (Lc 16;22-25), que para Pablo, morir es estar con Cristo ((Filp 1;23), que el espíritu puede estar ausente del cuerpo (2Cor 5;8), etc.