sábado, 21 de junio de 2014

CONDICIÓN EN QUE SE ENCUENTRAN LOS MUERTOS. RESURRECCIÓN DE LÁZARO

CONDICIÓN EN QUE SE ENCUENTRAN LOS MUERTOS. RESURRECCIÓN DE LÁZARO
s/TJ:
¿En  qué  condición se  encuentran  actualmente  los muertos  que  serán resucitados para vivir en la Tierra?.  Un suceso del ministerio de Jesús nos  ayuda a  contestar esta  pregunta.
  
Su  amigo Lázaro  había muerto. Antes de ir  a resucitarlo, Jesús dijo a sus  discípulos: "Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño" (Jn  11;11) De  modo que  Jesús  comparó la  muerte al  sueño, un  sueño profundo sin actividad cerebral.  ("La Atalaya" de 15.11.94, pág 5-6) 
Quizá la esperanza  más clara de lo que Jesús  predicó se puede adquirir por lo que él dijo e hizo cuando murió su amigo Lázaro.  ¿Cómo consideró Jesús esta muerte?  Al partir hacia el hogar de Lázaro, Jesús dijo a sus discípulos: "Nuestro amigo Lázaro está  descansando, pero yo me voy allá para  despertarlo del  sueño" (Jn  11;11).  Jesús  comparó la  muerte al sueño.  ("El hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss) 
Análisis:
Jesús realmente dice: "Lázaro, nuestro amigo está dormido..." ("Koimaomai"), por eso a continuación, dice, "...pero yo me voy allá para despertarlo del sueño" Y los TJ, concluyen: "Jesús comparó la muerte al sueño". De hecho esta expresión, era común en las comunidades cristianas. Se emplea eufemísticamente para designar la muerte (Mt 27;52) (Hech 7;60) (Hech 13;36) (1Cor 7;39) (1Cor 11;30) (1Cor 15;6) (1Cor 15;18) (1Cor 15;20) (1Cor 15;51)(1Cor 20;51)(1Tes 4;13)(1Tes 4;14)(1Tes 4;15) (2Pe 3;4). Precisamente porque creían en la resurrección, ésta expresión tiene un sentido pleno. Si hemos de resucitar, la muerte muy bien puede compararse a un sueño.
s/TJ: 
Otros textos concuerdan con la idea  de dormir en la muerte.  No enseñan que los seres  humanos tengan un alma  inmortal que vaya a  la región de los espíritus cuando mueren.  La Biblia, dice: "Los muertos... no tienen conciencia de nada en  absoluto... su amor y su odio y  sus celos ya han perecido... no hay trabajo ni  formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría  en  el  Seol  (el  sepulcro),  el  lugar adonde  vas" (Ecls 9;5,6,10) ("La Atalaya" de 15.11.94, pág 6) 
Análisis:
(Ecl 9;5,6,10) continúa el mismo pensamiento que viene desarrollando en versículos anteriores, esto es, las ventajas de la vida sobre el estado que, según las creencias de Cohelet y los israelitas de su tiempo, esperaba al hombre después de su muerte. Esta vez propone este  pensamiento bajo una forma que puede dar lugar a falsas interpretaciones, sino se tiene en  cuenta el contexto de la frase. Cohelet contrapone sencillamente la condición de los vivos y la condición que, según la concepción del Antiguo Testamento, esperaba a los  muertos, y es en contraste con ésta como hay que interpretar aquella. Los vivos saben que han de morir, es decir, viven todavía y pueden disfrutar de los bienes y felicidad que Dios les conceda en  esta vida, tan querida, por más que esté llena de miserias, mientras que los muertos ya no saben nada, para los sabios, el conocer, el saber, es la más noble manifestación de la vida. No esperan salario alguno, privados como están de toda actividad y trabajo que pudiera merecerlo; más aún, al cabo de cierto tiempo ni memoria queda de ellos entre los vivos, de modo que ya no cuentan para nada, lo que constituye para Cohelet gran desilusión. (Ecls 1;11) (Ecls 2;16). El autor no pone en duda o niega la inmortalidad del alma y la retribución futura, sino que la ignora, y compara la condición de los vivos con la de los muertos conforme a sus concepciones respecto del Sheol. 
s/TJ:
¿A dónde se había ido Lázaro durante los cuatro días que estuvo muerto? A ningún lugar. Estaba inconsciente, dormido en la tumba a la espera de una resurrección. Jesús lo bendijo mediante levantarlo milagrosamente de entre los muertos.  ("El hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss) 
Aunque Lázaro había estado muerto durante cuatro días, ¡notamos que Jesús no dijo nada en el sentido de que el alma de Lázaro estuviera en el cielo, el infierno, ni el purgatorio! Cuando Jesús llegó a Betania y la hermana de  Lázaro, Marta, salió a su encuentro, él le dijo: "Tu hermano se levantará". ¿Cómo, contestó ella? ¿Dijo que Lázaro ya estaba en el cielo?  ("El hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss) 
Análisis:
Veamos: "El (Jesucristo) es el primogénito de los muertos, para que tenga la primacía en todas las cosas" (Col 1;18) Por lo tanto nadie podía ir al cielo antes de Jesucristo. (Jn 3;13) (1Cor 15;20-24) Si los propios TJ nos  dicen: "Por lo tanto, de acuerdo con las propias palabras de Jesús, ningún hombre había ido al cielo durante los años de la historia humana hasta los días de él (Jesucristo)  ("Usted puede vivir para siempre...", pág 121-122). Entonces, ¿por qué preguntan los TJ si Jesucristo dijo que Lázaro estaba en el cielo?. Lo importante no es saber dónde estaba Lázaro en los cuatro días que estuvo muerto, lo realmente importante es saber que "quien cree en Jesucristo, aunque muera, vivirá", y "todo el que vive y cree en Jesucristo, no morirá  para siempre". En definitiva, lo  que interesa es el final del camino, aquella  situación que será para toda la eternidad. 
s/TJ:
Pero, según lo que Juan relata, Lázaro no dijo nada de haber estado en el cielo, el infierno ni el purgatorio durante aquellos cuatro días. ¿Por qué no? Sencillamente, porque no tenía ningún alma inmortal que pudiera viajar a tales lugares.
Análisis:
Aquí los TJ plantean otro tema: el del alma.  Este se merece un  estudio aparte (Véase los temas de la etiqueta: Alma).  
s/TJ:
Por lo  tanto cuando  Jesús habló de  vida eterna se  refería a  la vida eterna  que tendría  alguien  o  en los  cielos  como espíritu  inmortal transformado que gobernaría  con Cristo en su Reino, o  a la vida eterna de alguien  como humano en  una Tierra paradisíaca bajo  esa gobernación del Reino (Lc 23;43) (Jn 17;3) Según  la promesa de Dios, el que él more figurativamente con  los humanos obedientes  en la tierra,  redundará en abundantes bendiciones para la Tierra.  ("El hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss) ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 517)  
Marta respondió: "Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día".  Eso  muestra claramente que en  aquel tiempo la esperanza  de los judíos  era la  resurrección, volver  a la  vida aquí  en la  tierra (Jn 11;23,24,38 y 39)  ("El hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss) 
Análisis:
La esperanza de los judíos fariseos -ya que los saduceos no creían en  ello- era la resurrección de los muertos. Pero en ninguna parte se precisa como hacen los TJ, porque de hecho no era así, que su esperanza era "volver a la vida aquí en la tierra".  Cuando Pablo en  (Hech  23; 1-11) se  está defendiendo delante del Sanedrín, dice: "Hermanos (¿se habrán fijado los TJ que dijo "hermanos"), yo soy fariseo e hijo de fariseos: Por nuestra esperanza en la resurrección de los  muertos, soy traído a juicio". Pablo dice "nuestra esperanza" y claramente la esperanza de Pablo era la resurrección, no para volver a la vida aquí en la Tierra, sino para estar junto a Cristo en el cielo. Por lo tanto, al decir nuestra, nos está dando una referencia de cuál podía ser la  esperanza de los judíos fariseos quienes, como se dice a continuación, creían en los ángeles  y en los espíritus. En (Hech 24;15) se dice que Pablo tiene la misma fe en la Ley y los Profetas que  tenían los  judíos  y su  misma esperanza en la resurrección de los  justos y de los malos. 
En ninguna parte del NT, pueden los TJ mostrarnos un pasaje que se diga que los judíos creían en que resucitarían para volver a la vida aquí en la Tierra. 
Según el Talmud de Jerusalén, el alma permanecía tres días sobre el cadáver,  y lo abandonaba  al  cuarto, en que comenzaba la descomposición. Se pensaba que la muerte era definitiva a partir del tercer día, cuando la descomposición empezaba a borrar los rasgos del difunto. Quizá, por esta  creencia de los judíos, Jesucristo esperó al cuarto día a fin de dar más énfasis al milagro que iba a realizar. 
La doctrina de la resurrección de la que no aparecen ni vestigios en los primeros libros inspirados, y que hasta podría parecer negada simplemente en otros, pues el Sheol se describe  como un abismo del que es imposible ya todo retorno (Jb 7;9-10) (Sl 40;9) (Am 8;14), se va abriendo paso también con revelación progresiva. 
Job, en medio de sus tribulaciones y congojas, lanza el grito de esperanza: "Yo sé que mi  libertador vive y que al final se levantará; y vestido nuevamente de mi piel me pondré yo en pie y en mi carne veré a Dios" (Jb 19;25-26); con tono solemne que indica algo trascendente espera volver a su carne y a su piel. Es la resurrección. Aunque se trate de un caso aislado no es menos significativo. 
Esta idea, afirmada en Job y algunos Salmos (Sl 15;10) (Hech 2;31) (Hech 13;35) (Sl 29;3), se  presenta sin más con dramatismo y grandeza simbólica en la "Visión de los  huesos" de  Ezequiel; y tiene ya en Daniel la aserción explícita: "Y muchos que duermen en el polvo  se levantarán, unos para  vida y otros para  confusión e ignominia sempiterna" (Dn 12;2) 
Los libros deuterocanónicos, finalmente, nos reservan las últimas luces, acentuando la noción de  la inmortalidad y de las concepciones relativas a la recompensa de los justos, al mismo tiempo que se explayan sobre el castigo de los pecadores. Pero no deja de llamar la atención que la descripción de la felicidad en el más allá haya alcanzado mayor desarrollo y sea  más explícita que  la que trata sobre los castigos. En cierta medida, estos últimos han sido considerados sólo indirectamente y ante todo como consecuencia del posible rechazo de la felicidad prometida a los elegidos. Así se explica que el primer castigo sea la privación de la vida con Dios. Y son los siete hermanos Macabeos que, a una con su madre, ante el rey Antíoco afirman su convicción profunda  de resucitar un día (2Mc 7;9-14) (Hb 11;35). También aquí, como en Daniel, hay resurrección para  los justos a la vida, y también para el perseguidor, pero no para la vida (2Mc 7;14). El pasaje de Judas Macabeo que ofrece un sacrificio en expiación de las culpas de los difuntos pensando en  la resurrección, con el comentario del escritor sagrado, no dejan lugar a ningún subterfugio. Al mismo tiempo nos hablan de un lugar de purificación más allá de la tumba (2Mc 12;43-44) 
s/TJ:
Jesús respondió: "Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir, y todo  el que vive y ejerce fe en mí no morirá jamás. ¿Crees tú esto?" (Jn 11;25,26) Para probar lo que decía, Jesús fue a la cueva dónde se había puesto a Lázaro y lo llamó a la vida a la vista de sus hermanas María y Marta y unos  vecinos. El relato continúa así: "Por eso, muchos de los judíos que habían venido a María y que contemplaron lo que él había hecho pusieron fe en él....  En efecto, la muchedumbre que estaba con él cuando él llamó a Lázaro de la tumba conmemorativa y lo levantó de entre los muertos siguió dando testimonio"  (Jn  11;45)  (Jn  12;17).("El hombre en busca de Dios..." pág 248 y ss) 
Cuando llegaron a la tumba conmemorativa, que era una cueva con una piedra recostada a la entrada, Jesús mandó: "Quiten la piedra..."  ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 516) 
Análisis:
El evangelista en (Jn 11;38-39) describe la tumba de Lázaro diciendo que era una "caverna"  (spélaion) que tenía, para cerrarla, una piedra "sobrepuesta" (epekéito) o "encima de ella". Esto hace ver que el tipo de sepulcro no era de los excavados en el fondo horizontal de la roca y cerrada su abertura de entrada por la piedra giratoria (golel), sino que estaba, conforme al otro tipo de tumbas judías, excavada en el suelo, y a cuyo fondo se bajaba  por una  pequeña escalera  desde la abertura hecha en la superficie del suelo y cerrada por una gran piedra. Así Cristo da orden de "quitar" no "rodar", como se dice por ejemplo del sepulcro de Cristo, la piedra que lo cerraba. 
Los sepulcros afectaban dos formas: 
a) Cámara con un banco excavado en la piedra para colocar el cadáver, precedida de una antecámara.  La puerta exterior de ésta se solía dejar abierta y cerrarse la interior de la cámara con una piedra, que giraba sobre una ranura. Esta fue la forma del sepulcro de Jesús. 
b) Especie de pozo con escaleras, sobre el cual se ponía una gran piedra. Así debió ser el de Lázaro. Había "sobre" el una piedra. 
La precisión dada por (Jn 11;38), que el sepulcro era una cueva, recuerda el sepulcro de los patriarcas, la cueva de Macpela, donde fueron sepultados Abrahán, Isaac y Jacob (Gn 49;29-32) (Gn 50;13). La cueva-sepulcro está ligada a los orígenes del pueblo. En oposición al sepulcro  nuevo de Jesús, donde nadie había sido puesto todavía (Jn 19;41), el de Lázaro es el antiguo, el sepulcro de Israel, donde todos han sido puestos. Lázaro ha sido enterrado a la manera y según la concepción judía, para "reunirse con sus padres" (Gn 15;15); "con los suyos" (Gn 35;28); "con su pueblo" (Gn 49;33). 
Los TJ no parece que sigan lo que por la arqueología se conoce en cuanto a  los sepulcros, según acabamos  de ver, ya que  hablan de una "piedra recostada a la  entrada", tal como presentan, por otra parte, en el dibujo de la página 251 de  su libro "El  hombre en busca de Dios...". Por cierto  que en este dibujo hay una irregularidad más grave y que resulta imperdonable para los TJ que tan al pie de la letra dicen seguir lo que está escrito en la Biblia, y es que a Lázaro lo pintan en el momento de salir de la tumba, andando tranquilamente y sacándose él mismo las vendas y el sudario que le envolvían. Pero no dice (Jn 11;44): "Salió el muerto, ligados con fajas pies y  manos y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Soltadle y dejarle ir". Palabras que suponen, y es la aceptación general -menos la de los TJ, claro-, que Jesucristo completó su milagro haciendo que Lázaro en esta situación, ligado de pies y manos, saliera de su tumba.  

Para rematar el tema de en qué condición se encuentran los muertos, podemos recordar que el alma sobrevive la muerte: (Ap 6;9-11) (Mt 10;28), que el espíritu tiene voluntad (Mc 14;38), que el pobre lázaro muerto es consolado (Lc 16;22-25), que para Pablo, morir es estar con Cristo ((Filp 1;23), que el espíritu puede estar ausente del cuerpo (2Cor 5;8), etc.