domingo, 16 de marzo de 2014

DIOS PERMITE LA INIQUIDAD HASTA NUESTROS DÍAS

s/TJ:

Con relación a la primera rebelión del hombre, hay varias  razones, pero  para entender bien  esas razones  tenemos que examinar las cuestiones que surgieron  cuando  ocurrió este grave acontecimiento. 

Probablemente usted ha leído el relato de esto en la Biblia, en  el tercer capítulo de Génesis. Consideremos,  pues, el  verdadero significado de estos acontecimientos. 

Brevemente, esto es lo que ocurrió: Jehová le dijo al hombre que su vida dependía de obedecer a su Creador,  y que la desobediencia resultaría en muerte  (Gn 2;17). El  adversario de Dios, Satanás, contradijo  esta franca y precisa declaración.  Le dijo a la esposa de Adán que la pareja humana podía desobedecer y todavía: " Positivamente no morirán".  Alegó además que tal desobediencia mejoraría la situación de ellos, pues haría que sus ojos se abrieran, y que ellos llegarían a "ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo" (Gn 3;4,5) Pues bien, ¿qué estuvo envuelto en esta acción rebelde de Satanás?. 

Surgieron varias  cuestiones o  preguntas de gran  importancia: Primero, Satanás puso en tela de juicio la veracidad de Dios. En realidad, llamó a Dios mentiroso, y eso con  respecto a  un asunto  de vida  y muerte. Segundo, puso en tela de juicio el  hecho de que el hombre dependa de su Creador para  vida y felicidad  continuadas.  Alegó  que ni la  vida del hombre ni el que él pudiera  gobernar sus asuntos con éxito dependían de la obediencia a Jehová. Afirmó que el  hombre podía actuar independientemente de  su Creador y ser como Dios, decidiendo para sí mismo lo que es correcto o incorrecto, bueno o malo. Tercero, al argüir contra la ley  declarada de  Dios, en realidad  alegó que el modo de gobernar de Dios es malo y no es para el bien de sus criaturas de esta manera hasta desafió el derecho de Dios a gobernar.

Pero la acción de Satanás hizo surgir otra cuestión según se muestra más tarde en la  Biblia en los capítulos 1  y 2 del libro de  Job.  Allí, en cuanto a un  hombre llamado Job, se manifiesta que  Satanás puso en tela de juicio  la fidelidad  y la  lealtad de todas  las criaturas  a Jehová Dios.  Sin ambages, Satanás alegó que los  que sirven a Dios no lo hacen porque aman a Dios y su regir justo, sino sólo  por razones egoístas, tales como las  bendiciones materiales que Dios les da. Afirmó, que si se quitaran estas razones, entonces hasta un hombre como Job se apartaría de Dios (Jb 1;6-11) (Jb 2;4-5). Sí, la rebelión de Satanás en Edén puso en tela de juicio la lealtad de todas las criaturas de Dios en el cielo y en la Tierra. Si se les ponía a prueba, ¿probarían su amor a su Padre celestial y demostrarían que  preferían su manera de regir a la de cualquier otro? 

Note, por favor, que Satanás no hizo surgir ninguna cuestión en cuanto a la  fuerza de  Dios.  El  no desafió  a Jehová  a usar su poderío  para destruirlo como opositor. Pero sí desafío el derecho de Dios a gobernar y lo justo de su manera de gobernar. Además, puso en tela de juicio la lealtad de  las criaturas de Dios. De modo que era  una cuestión moral lo que tenía que resolverse. 

Las acusaciones falsas de Satanás  contra Dios se pueden ilustrar, hasta cierto grado,  con lo  humano.  Supóngase  que un  hombre que  tiene una familia grande es acusado por uno  de sus vecinos de muchas cosas falsas acerca de  la manera en  que él gobierna su familia. Supóngase que el vecino también dice que los miembros  de la familia no le tienen verdadero amor a su padre, sino que sólo se quedan  con él para obtener el alimento y las cosas materiales que él les da.  Pues, ¿cómo podría el padre de la familia responder a tales acusaciones? Si sencillamente usara  violencia contra el acusador, esto no  sería  respuesta a las acusaciones.  En vez de eso, pudiera sugerir que eran verdaderas.  ¡Pero qué excelente respuesta  sería el que él permitiera que los miembros de su propia familia fueran sus testigos y mostraran que  su padre verdaderamente era un  cabeza de familia justo y amoroso  y que ellos se sentían felices de vivir con él porque lo amaban!. Así sería completamente vindicado (Pr 27;11)(Is 43;10) 

Esto  ilustra en  cierto  modo lo  que  Dios ha  hecho.   Además, él  ha permitido suficiente tiempo -ya casi 6.000 años- para que se resuelva la cuestión más allá de toda duda. Ha permitido este tiempo, no sólo para permitir a sus  criaturas fieles dar prueba  de su devoción a él  y a su modo de regir,  sino también para demostrar que cualquier otra clase de régimen resulta sólo en  lo malo. (Pr 1;30-33)  (Is 59;4,8). 

Al rebelarse  contra Jehová  Dios, Satanás  se estableció  a sí  mismo como gobernante rival. Y, al adoptar  el proceder que recomendó Satanás, la primera  pareja humana  se declaró  independiente de  la gobernación  de Jehová y llegó  a estar bajo el  control de Satanás (Gn  3;6) (Rm 6;16). Al dejar Dios que tanto Satanás como el hombre siguieran hasta el límite en sus esfuerzos por actuar y regir independientemente de su Creador, el fracaso total de ellos en cuanto a producir buen  gobierno,  con verdaderos beneficios para toda la  humanidad, se haría manifiesto hasta estar más  allá de toda  negación futura.  Mientras tanto,  Jehová haría que  los  que  lo amaban en  la  Tierra proclamaran  su nombre  y  sus propósitos para la iluminación de todos los  que aman y buscan lo que es correcto.  Véase una actuación similar de Dios en (Ex 9;15-16). ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 65-71) 

Lo que  el Diablo  alegó fue  que los  humanos pueden  arreglárselas sin Dios.  Sostuvo que la gente se puede  gobernar a sí mismo con éxito, sin la ayuda de Dios.   El Diablo también alegó que podía  apartar de Dios a todos los que serían prole de Adán y Eva.  

Por supuesto, Dios pudo haber  destruido a Satanás inmediatamente.  Pero eso no hubiera contestado las  preguntas que Satanás había hecho surgir, preguntas que pudieran permanecer en la mente de los ángeles que estaban observando.  Por  eso Dios permitió tiempo para que Satanás  tratara de probar sus afirmaciones.  ¿Con qué resultado? ("Usted puede vivir...", pág 20) 

La clara comprensión  de  las cuestiones  que surgieron  en  Edén y  el conocimiento de los  atributos  de  Jehová nos  ayudan  a conciliar  la existencia del mal con los atributos divinos de poder y de amor. Aunque es cierto  que Jehová posee un  poder ilimitado y es  la personificación del amor, también  es sabio y justo. Manifiesta estos cuatro atributos en perfecto equilibrio. Por ello, no empleó su poder irresistible para destruir a los tres rebeldes de inmediato. Esa acción  hubiera sido justa, pero no necesariamente sabia ni amorosa.  Por otra parte, tampoco perdonó y olvidó, para algunos la acción más amorosa, si bien no hubiera sido ni sabia ni justa.

Se necesitaba  tiempo para  zanjar las  cuestiones que  Satanás suscitó. Haría falta  tiempo para  probar si los  humanos podían  gobernarse bien independientemente de Dios  o no.   Al permitir  que los  tres rebeldes siguieran viviendo,  Jehová también hizo  posible que los  seres humanos participaran en probar la falsedad de la alegación de Satanás, sirviendo a Dios fielmente en circunstancias difíciles. ("La Atalaya" de 1.2.94, pág 5)

La fuente  de las  dificultades por  las que  atraviesa la  Tierra desde entonces es  peligrosa, insidiosa y absolutamente  invisible: el Diablo. La Biblia  al describir  el Diablo dice  que se llama  "el dios  de este sistema de  cosas" y "el gobernante  de este mundo" de  quien Jesús dijo que no tenía dominio sobre él (Jn  14;30) y que sería echado fuera (2Cor 4;4) ( Jn 12;31) (Ap 12;9) 

La desobediencia de  nuestros primeros padres fue un  desafío lanzado al rostro de Dios.  Dios había  estado perfectamente dentro de sus derechos al  hacer que  la vida  continua en  el Paraíso  para nuestros primeros padres dependiera  de la obediencia.   Sólo de tal manera  podrían haber demostrado su  aprecio por  lo que  Dios había hecho  por ellos.   El no mostrar aprecio los identificaría como  no mereciendo las bendiciones de que disfrutaban (Gn 2;17)

Por su desobediencia nuestros primeros padres dejaron ver que no apreciaban lo que Dios había hecho por ellos y por eso justamente fueron condenados a muerte y echados del paraíso (Gn 3;1-24) 

Entonces Satanás el Diablo, quien había instigado a Eva a desobedecer, en primer lugar, usó la desobediencia de ellos para lanzar un vituperio, un desafío, una bravata, de que podía apartar de Dios a todos los hombres. Para permitir a Satanás que tratara de demostrar su desafío, Dios le permitió a él así como a la raza humana imperfecta el continuar existiendo. (Ex 9;16) (Pr 27;11). Esto no es teoría fantástica, sino una verdad clave que se nos da a saber por el relato bíblico de Job.
  
Pudiéramos asemejar la condición de la humanidad a la de la prole de un marido y su mujer que se hubieran hecho traidores, pero que en vez de ser ejecutados hubieran sido enviados a una isla inhospitalaria. Mientras están en esta isla tienen hijos y estos hijos quizás quieran maldecir al gobierno debido a su condición. Pero fue una misericordia el que sus padres no fueran ejecutados inmediatamente, y así pudieran tener hijos. Si esos hijos fueran sabios sacarían el mejor partido de su condición y demostrarían ser ciudadanos leales, esperando el que algún día se les permitiera salir de la isla y regresar a la patria de sus padres.  Esto es exactamente lo que la Biblia muestra que tendrá lugar al debido tiempo de Dios.
  
Como veremos más adelante, hoy en día la humanidad vive en un inicuo sistema de cosas, en una isla penal, por decirlo así, debido a los  pecados de nuestros primeros padres. Dios, siendo amor, ha hecho provisión para permitir que la prole de aquellos primeros padres, es decir, los que de ella sean sumisos a la justicia y muestren que merecen la oportunidad, regresen a la patria de sus primeros padres, el  Paraíso terrestre (Jn 5;28-29) (Ap 21;4) (¡Despertad! de 22.9.64, pág 27-28) 

El transcurso del tiempo ha probado que los humanos no pueden gobernarse bien a sí mismos sin la ayuda de Dios. Sus intentos de hacerlo han fracasado por completo. La gente ha sufrido terriblemente bajo los gobiernos de hombres, que, como muestran las Escrituras, han sido controlados entre bastidores por el Diablo. Además, el que Dios haya permitido tiempo ha mostrado claramente que Satanás no ha podido apartar a todas las personas de adorar a Dios. Siempre ha habido algunas que han permanecido fieles a la gobernación de Dios. Por ejemplo, usted puede leer en la Biblia que Satanás trató de lograr que Job dejara de servir a Dios, pero no tuvo éxito en ello (Jb 1;6-12)
  
Así se ha probado la falsedad de las alegaciones del Diablo. Él muy ciertamente merece destrucción por haber dado comienzo a una inicua rebelión contra Dios. ("Usted puede vivir ... , pág 21 )
  
La Biblia muestra que Satanás ha usado el tiempo para edificar en el cielo y en la Tierra una organización sobre la cual él rige. El grado de su control de la Tierra lo indica el hecho de que pudo ofrecer a Jesús todos los reinos del mundo a cambio de la adoración de Jesús (Mt 4;8-9). Por eso es que a Satanás se le llama "el gobernante de este mundo" (Jn 16;11). ¿Qué ha significado esto para la humanidad, y cuál ha sido el resultado del derrotero del   hombre de actuar independientemente de Dios y de su régimen? 

La historia testifica el hecho de que esto no ha producido paz, contentamiento ni vida eterna para la humanidad. Ha traído lo contrario: miles de años de dolor, sufrimiento y muerte. El registro de la historia y la terrible situación del mundo hoy día son prueba de que el hombre no ha tenido buen éxito al gobernar sin Dios. Verdaderamente, como dice (Ecl 8;9), "el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo" (SI 127;1) (Jr 10;23-24) 

Satanás, realmente ha demostrado que no merece ser el gobernante de nada. En  vista de eso,  Jehová está plenamente justificado ahora para destruir a ese rebelde degradado junto con todos los que han participado en sus actos inicuos (Rrn 16;20) ("La verdad que lleva a vida eterna", pág 65-71)  

Jehová había dicho claramente a Adán y Eva que morirían si comían del fruto prohibido. Y así fue, aunque Satanás le había asegurado a Eva los contrario. Satanás también está bajo sentencia de muerte; entretanto sigue extraviando a la humanidad. Por ello, la Biblia dice: “El mundo entero yace en el poder del inicuo” (1Jn 5;19) (Gn 2;16-17) (Gn 3;4) ( Gn 5;5) (“La Atalaya” de 1.2.94, pág 5)

Análisis:

Nada en el libro de Job indica que la escena de Dios y Satán se desarrolló tal cual la pintan los TJ. El hagiógrafo nos cuenta un coloquio que sobrepasa los lindes de la verosimilitud y que tiene lugar en la corte celestial a la que asisten los hijos de Dios o ángeles y un misterioso personaje llamado Satán, que significa "enemigo", y que por el contexto se deduce que es como el fiscal que tiene Dios para probar la virtud de los suyos. (Véase una escena similar en (1Re 22;19-22)). Está claro que en ambos textos se trata de escenificaciones literarias que no han de tomarse al pie de la letra. (Satán también aparece en (Zac 3;1-2). 

En el   texto que comentamos, Satán no es todavía abiertamente el “espíritu del mal", enemigo del reino de Dios, el "diablo", que trajo la muerte y el pecado aI mundo. Aquí es el "adversario" jurídico, el “acusador" que tiene por finalidad aquilatar la virtud de los servidores de Dios, enviando calamidades para que renieguen de él y castigando a los hombres.

Esta concepción teológica tiene su razón de ser en el deseo de salvaguardar la trascendencia divina, pues el Ser bueno por excelencia no debía tener contacto directo con los males que sufren los hombres, y así se crea un intermediario encargado de enviar calamidades a la humanidad para probarla. Este carácter de adversario de los derechos divinos se acentuará en la tradición israelita, terminando por ser el enemigo declarado de los intereses de Dios, el instigador al mal (1Cr 21;1).

Los "hijos de Dios", al contrario, parecen ser seres angélicos que tienen por finalidad glorificar y acompañar a Dios, colaborando con El en el gobierno del mundo. Según (SI 89;7) habitan en los cielos y constituyen el "ejército celeste" (1Re 22;19 y ss). 

La  escenificación   adquiere  su  punto   álgido en el diálogo antropomórfico de Dios con Satán. (Zac 1;11) como también aparecen unos caballeros -instrumentos de la Providencia- que van de inspectores por los cuatro ángulos de la tierra).
  
De ninguna parte de este diálogo podernos concluir que Satanás desafía a Dios alegando que ningún hombre sería íntegro a El bajo prueba y menos que Dios le permita seguir viviendo -unos seis mil años- para que precisamente demuestre su bravata. Sólo y únicamente se habla de Job y de la prueba a que Satán, con la autorización de Dios, le somete.