DIOS. SU MORADA
s/TJ:
En algunas culturas, a los dioses se les vincula con las fuerzas de la naturaleza. Tras examinar las pruebas científicas sobre la estructura del universo y los fundamentos de la vida en la Tierra, hay quienes han llegado a la conclusión de que debe haber una Primera Causa, pero vacilan en atribuirle una personalidad.
Con todo, ¿no indica la complejidad de la creación que esa Primera Causa debió de poseer mucha inteligencia? Para que haya inteligencia, tiene que existir una mente, y la gran mente responsable de toda la creación pertenece a la persona de Dios. En efecto, Dios tiene un cuerpo: no uno físico como el nuestro, sino espiritual. “Si hay cuerpo físico, también lo hay espiritual.” (1 Corintios 15:44) Al explicar la naturaleza de Dios, la Biblia señala claramente: “Dios es un Espíritu” (Juan 4:24) no carne (2Cor 3;17). Un espíritu es una forma de vida invisible al hombre, muy distinta a nosotros (Juan 1:18). También existen otras criaturas invisibles de naturaleza espiritual. Se trata de los ángeles, “los hijos del Dios”. (“La Atalaya” 15/5/2002, pág 4-7) ("Usted puede vivir...", pág 36 y 58)
Aunque la mayoría de gente dice que cree en Dios,
muchas personas no creen que él verdaderamente sea una
persona. ¿Es persona él? Pues bien, se puede
ver que donde hay inteligencia hay mente. Y sabemos que donde
hay mente hay un cerebro en un cuerpo de forma
precisa. Por eso la gran mente que es responsable de toda la
creación pertenece a la gran Persona, el Dios Todopoderoso. (“La Atalaya” del 1/8/2011, pág 27)
Puesto que Dios es una persona que tiene un cuerpo espiritual debe tener un
lugar donde viva. La Biblia nos dice que los “cielos” son el “lugar
establecido de la morada” de Dios (1Re 8;43) (“Usted puede vivir…”, pág
37)
Desde luego, "los cielos"
que se mencionan en estos textos bíblicos no pueden referirse a la atmósfera
que envuelve la Tierra ni al inmenso espacio sideral. ¿Por qué? Porque los
cielos físicos no pueden contener al Creador del universo (1 Reyes 8:27). La
Biblia enseña que "Dios es un
Espíritu" (Juan 4:24). Él vive en los cielos espirituales, un
ámbito aparte del universo físico (1 Corintios 15:44)” (“La Atalaya” del 1/8/2011, pág 27) invisible, asimismo, al ser
humano (“Qué enseña realmente la Biblia”, pág 87)
Y es que, dado que Dios creó todas las cosas, su
morada tuvo que existir antes de que él formara el universo material. En otras
palabras: Dios debe habitar en un ámbito fuera del mundo material. (“¡Despertad!”
de abril 2011, pág 28).
Por otra parte, diversas religiones
enseñan que Dios es omnipresente, es decir, que está en todas partes a la vez. Por ejemplo, el Diccionario Manual Teológico señala que "Dios está completamente presente en todos los lugares". Asimismo, John Wesley, fundador de la Iglesia Metodista, escribió en un sermón titulado "Sobre la omnipresencia de Dios":
"No hay un solo punto de espacio, ya sea dentro o fuera de los límites
del universo creado, donde Dios no esté". ¿Qué enseña la Biblia sobre
este asunto? ¿Es Dios omnipresente? ¿Reside
al mismo tiempo en cada rincón del
cielo y de la Tierra, e incluso en los
seres humanos? (“La Atalaya” del 1/8/2011, pág 27)
“Ustedes,
pues, tienen que orar de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos…”
(Mt 6;9-10) La Biblia también afirma que
Cristo, después de resucitar, entró "en el cielo mismo, para comparecer [...] delante de la persona de Dios" (Hebreos 9:24) … Estos versículos
muestran claramente que Jehová reside en el cielo, y no en todas partes)” (“La
Atalaya” del 1/8/2011, pág 27)
Análisis:
Resumiendo, tenemos
que la enseñanza de los Testigos de Jehová, con relación a la “morada” de Dios,
es la siguiente:
Dios Todopoderoso tiene mucha inteligencia.
En consecuencia, Dios ha de tener una gran mente.
Y si tiene mente, ha de tener un cerebro.
Y si tiene cerebro, ha de tener un cuerpo que lo
albergue,
y un cuerpo de forma precisa.
Pero un cuerpo de naturaleza espiritual, no física.
Y si tiene un cuerpo espiritual, debe tener un lugar
donde viva o more.
Lo cielos son el lugar establecido de la morada de
Dios.
Pero no los cielos físicos, sino los cielos espirituales.
Un lugar que existía antes de la creación del universo
material.
Así, pues, Dios no es omnipresente.
Aunque el
pensamiento actual de los TJ sobre este tema es el que se acaba de exponer, es
interesante conocer que, Rutherford, el que fue segundo líder de los Testigos
de Jehová, determinó el lugar preciso dónde vive Dios: "la
estrella Aleyone de la constelación de Las Pléyades, es la sede de su trono
eterno" ("Réconciliation", pág 12) Ahora bien,
si las estrellas no son eternas ya que fueron creadas (Gn 1;16), ¿cómo pueden
aquellas constituir el trono eterno de Dios? En 1953, los TJ anunciaron: "No es sabio fijar el punto de Su trono"
Y el tema quedó zanjado. Posteriormente modificaron su doctrina según el
desarrollo actual.
Pero en esta
doctrina de los TJ, todo resulta muy antropomórfico: Dios tiene un cerebro, Dios
tiene un cuerpo de forma precisa que alberga a este cerebro, y este cuerpo aun
siendo espiritual necesita un lugar para residir, para vivir…
Mi opinión,
es que Dios –por su infinidad e inmensidad- está presente en todas las
cosas y lugares. Y que Dios es infinito e inmenso, está reiteradamente expuesto
en las Sagradas Escrituras. He aquí algunos textos impresionantes, que podrían multiplicarse con abundancia:
«¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adónde
huir de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú. Si bajare a los
abismos, allí estás presente”. (Sl 139;7-12).
«¿Soy yo, por ventura, Dios sólo de cerca? ¿No lo soy también de
lejos? Por mucho que uno se oculte en escondrijos, ¿no le veré yo? ¿No lleno yo los cielos y la tierra?» (Jer 23;23-24).
«¿Crees
tú poder sondear a Dios, llegar al fondo de su omnipotencia? Es más alto que los cielos. ¿Qué harás? Es
más profundo que el abismo. ¿Qué entenderás? Es más extenso que la
tierra, más ancho que el mar» (Job 11;7-9).
«Los cielos y los cielos de los cielos no son capaces de contenerte» (1Re 8;27)
(2Par 2;6) (2Par 6;18)
«El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, ése,
siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en
templos hechos por mano del hombre... No está lejos de nosotros, porque en El
vivimos y nos movemos y existimos» (Hech
17;24 y 27-28).
“El Señor
afirma: Lejos o cerca yo soy Dios ¿Quién podrá esconderse de mi vista? Con mi
presencia lleno el cielo y la tierra. Yo el Señor lo afirmo” (Am 9;2).
Esta claro que
Dios, como espíritu, está en todas partes, y por eso no necesita desplazarse. No
está fijo en un lugar de manera que para saber lo que ocurre a su derecha o a
su izquierda, a su frente o a su espalda, moviliza a su espíritu que puede
llegar a cualquier parte. Dios mismo está presente en todas partes fija su
mirada en todo el universo creado y dándole vida de continuo.
Dios
no es sólo eterno (Rm 16;26) (1Tim 1;17), sin principio ni fin,
trascendente al tiempo e invisible (Jn 1;18) (1Tim 6;16), sino
que también es, explícitamente, espíritu, "es el Gran
Espíritu, aquél cuya existencia es eterna" (Jn 4;24) (Sl 90;1-2) , por lo
cual no está atado al tiempo y al espacio.
Claro que
los TJ -como se puede leer en “La Atalaya” del 1 de agosto de 2011, pág 27- consideran
que no es Dios directamente quien nos observa a pesar de las palabras de la
Biblia tan contundentes que contradicen una tras otra esta interpretación. Los
TJ -a quienes hay que animar a que además de su traducción del Nuevo Mundo se
atrevan a manejar otras traducciones- enseñan que Dios está quieto en su morada
ocupando un determinado espacio y que para saber lo que pasa lejos de esta
ubicación, tiene que echar mano de sus ángeles y de su espíritu como una fuerza
teledirigida. Pero la Biblia nos dice que “Si
-yo- subiera a los cielos, allí estás tú. Si bajare a los abismos, allí estás
presente” (Sl 139;7-12). No es que Dios llegue a través de su espíritu y
entonces me vea en el cielo o en el abismo, sino que Dios ya “está allí”. Y
es que “Dios no está lejos de nosotros, porque en El vivimos y
nos movemos y existimos» (Hech 17;24 y 27-28) y “Con mi presencia
lleno el cielo y la tierra. Yo el Señor lo afirmo” (Am 9;2) y «Los cielos y los cielos de los cielos no son
capaces de contenerte» (1Re 8;27) (2Par 2;6) (2Par 6;18) “¿Adónde
huir de tu presencia?” (Sl 139;7-12) Claramente Dios,
como espíritu, está en todas partes.
Antes
de Jesucristo, y aun en su tiempo, el espacio encima del
firmamento se consideraba la morada de Dios (Gn 11;1-10) (Gn
11;28) (Eclo 5;1) (Sl 2;4) (Sl 11;5) (Sl 14;2) (Jb 22;12)
(Mt 5;15,45) (Ef 6;9) etc... El firmamento se llama entonces trono de
Dios, como la tierra es el escabel de sus pies (Is 66;1). De la
forma gramatical de la palabra (dual en hebreo), dedujo la
literatura posterior la existencia de dos cielos, y fundada en el giro
"el cielo y los cielos de los cielos" (1Re 8;27),
hasta de tres cielos, de los que el más alto, el tercero,
sería la morada de Yahvéh. Así vemos que de conformidad
con la ciencia astronómica de entonces, que distinguía el cielo
atmosférico, el de los astros y el superior o empíreo, Pablo nos
explica que fue arrebatado hasta el tercer cielo (2Cor 12;2).
Por otra
parte, si Dios debe tener una morada para poder vivir y esta morada – según los
TJ- es los “cielos espirituales”, entonces esta morada ha de ser tan eterna
como el propio Dios, lo que no deja de ser un problema para los TJ que no
aceptan que el Hijo sea eterno como el Padre ya que si es el Hijo debe ser
después del Padre y por lo tanto creado…
También los cielos espirituales serían después del Padre y por lo tanto
creados. Pero si es así, el Hijo deja de ser la primera “cosa” creada….
Y, finalmente,
¿dónde se habla en la Biblia de “cielos espirituales”?