sábado, 26 de abril de 2014

AMAR AL PRÓJIMO. EL BUEN SAMARITANO

s/TJ:

En contraste con la mayoría de los que afirman ser cristianos, para quienes la religión es, convenientemente, un simple accesorio en  la vida, los TJ demuestran un amor intenso a Dios que los mueve a seguir "buscando primero el reino y la justicia de Dios". 


Esta actitud de los TJ está de  acuerdo con el primer gran mandamiento, declarado inicialmente por Moisés y repetido por Jesucristo: "Jehová nuestro Dios es un solo Jehová, y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas" (Mc 12;29-30) (Dt 6;4-5)  ("La Atalaya" de 1.1.92, pág 12-13)
  
El amor del cristiano ha de ser "amor altruista" que es amor a Jehová Dios y a los que él ha nombrado sobre nosotros.  ("La Atalaya" de 1.2.93, pág 18) 

El amor es aquella cualidad, implantada (por Dios) en nosotros que se manifiesta: 1) En nuestra  completa e indefectible unión a El y a su organización teocrática; 2) en nuestra entrega desinteresada a las otras criaturas y en nuestra activa  preocupación por su bienestar eterno. El amor es un fruto de espíritu de Dios  ("This Means Everlasting Life", pág 173)

Análisis:

Habrá observado que los TJ sitúan a Dios y a su “organización teocrática” en el  mismo plano. La razón es porque la “organización” ocupa un puesto de preferencia en la doctrina de los TJ. Los TJ designan bajo el nombre de "la mujer de Dios" a lo que ellos  llaman “organización celeste de Jehová”; es decir, a los millones de ángeles que le sirven.  Es probablemente un caso único de audacia de lenguaje en toda la historia de las  religiones judio-cristianas. Con esta curiosa imagen, los TJ pretenden explicar ciertos pasajes proféticos del AT (Gn 3;15) (Is 54;5) (Gl 4;26) (Ap 12;1-4).

Así, pues, los TJ interpretan la historia del mundo, en función de este símbolo: La "mujer" de Dios, (su organización), permaneció estéril durante muchos miles de años. Luego dió a luz al primer hijo espiritual, Jesús; a continuación a los elegidos que debían ser los miembros del Cuerpo místico de Cristo. En 1914, engendró también al “gobierno teocrático”, establecido en el cielo, y confiado al Rey Jesús; y, en 1919, a la nación teocrática, conocida hoy bajo el nombre de Sociedad del Mundo nuevo o Testigos de Jehová. El "resto" de los 144.000 que viven todavía sobre la tierra constituyen la parte visible de la organización universal de Jehová: Son los representantes visibles de la "mujer" de Dios,  los que el Rey ha establecido como "servidor fiel y prudente", para administrar los asuntos  del Reino.

El que quiera sobrevivir a Armagedón debe amar a Jehová; debe amar igualmente su organización universal y su soberanía sobre todas las cosas. Tiene que expresar además este amor, adhiriéndose a la amplia organización de los TJ. La unión doctrinal establecida entre Dios, su organización teocrática universal y la organización visible, impone a  todos un amor inquebrantable  hacia la Sociedad  Watch Tower.

"Los fariseos, oyendo que había hecho enmudecer a los saduceos, se juntaron en torno  de El, y le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole: 'Maestro, ¿cuál es el mandamiento  más grande de la Ley?'. El le dijo: 'Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento... 

Jesucristo, a la pregunta de los fariseos: ¿Cuál es el gran mandamiento de la Ley?, sitúa el precepto del amor a Dios sobre todas las cosas, en su lugar primero, absoluto y excepcional. Por esto, éste es el "mayor y primer mandamiento" (Mt  22;34-40) (Mc 12;28-34) (Lc 10;25-37)
  
(Dt 6;4,5) "Oye, Israel: Yhavé es nuestro Dios, Yhavé es único. Amarás a Yhavé, tu Dios, con  todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza" 
Este pasaje de las Escrituras, los propios israelitas solían rezarlo mañana y tarde todos los  días, y los fariseos lo llevaban escrito en sus filacterias.

AMARÁS AL PRÓJIMO COMO A TI MISMO

s/TJ:

“El amor a Dios nos impulsará a permanecer firmes de parte de sus principios justos. El amor al prójimo hará que le amonestemos acerca de los peligros latentes que lo rodean. Eso es amor cristiano -amor que se manifiesta ante todo en lealtad a Dios, y luego en buscar el bienestar duradero del prójimo de uno- (Lc 10;27)”  ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 710) 

Análisis:

Jesucristo, en su respuesta a los fariseos, termina diciendo: “El segundo (mandamiento), semejante a éste (Amarás al Señor, tu Dios), es: Amarás al prójimo como a tí mismo. De estos dos preceptos penden  toda la Ley y los Profetas" (Mt 22;34-40) (NC)

En efecto, para que quede claro cual es su pensamiento al respecto, Jesucristo, rematando el tema, acaba con el significado restringido que los judíos  daban a "prójimo", para darle el pleno significado que abarca a todos los hombres, incluido los enemigos. 

Pero hemos de seguir el tema pasando al evangelio de Lucas. Jesús, con la parábola conocida como “la parábola del buen samaritano” da a "prójimo" su verdadero significado: 

"Levantose un doctor de la Ley para tentarle (a Jesús) y le dijo: Maestro, ¿qué haré para alcanzar la vida eterna?, El le dijo: "Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?" Le contestó diciendo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo". Y le dijo: "Bien has respondido. Haz esto y vivirás". El, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es  mi prójimo?" Tomando Jesús la palabra, dijo: Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en poder de ladrones, que le desnudaron, le cargaron de azotes y se fueron, dejándole medio muerto. Por casualidad, bajó un sacerdote por el mismo camino, y, viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, pasando por aquel sitio, le vio también y  pasó adelante. Pero un samaritano, que iba de camino, llegó a él, y, viéndole, se movió a compasión, acercose, le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino; le hizo montar sobre su propia cabalgadura, le condujo al mesón y cuidó de él. A la mañana sacando dos denarios, se los dio al mesonero y le dijo: Cuida de él y lo que gastes, a la  vuelta, te lo pagaré. ¿Quien de estos tres te parece haber sido prójimo de aquel que cayó en poder de ladrones?. El contestó: El que hizo con él misericordia. Contestole Jesús: Vete y haz tú lo mismo"  (Lc 10;25-37) (NC)

Un hombre "bajaba" de Jerusalén a Jericó: unos mil metros de descenso. El hecho de  poner "un hombre", y no un judío, es elemento necesario para valorar el prójimo, ya que  para el judío sólo era prójimo otro judío. El camino, sobre todo cerca de Jericó, es abrupto  y lleno de recovecos, muy propicio al asalto. Así le pasó a este hombre. Le robaron todo. Los detalles de su desvalijamiento no tienen valor alegórico espiritual; son elementos descriptivos. Y lo dejaron medio muerto.

Pero, cercanos a él, y "viéndole" así, pasaron un "sacerdote" y un "levita". El símbolo de  la religiosidad oficial de Israel. Jericó era ciudad sacerdotal, y acaso volvían de cumplir su turno semanal en el templo. En el Deuteronomio se decía que, si el asno de tu "hermano" (judío) cae, lo ayudarás a levantarse (Dt 22;4)(Ex 23;5). Y ellos sabían bien la Ley.

Pasó luego por allí un "samaritano". Estos eran abominables para los judíos como  racialmente espúreos y cismáticos. Su odio religioso aparece reflejado en la Escritura (Jn  4;9) (Ecl 50;25-26). Sin embargo, lleno de compasión, se acercó a él, le vendó las  heridas, derramando en ellas "aceite y vino", uso oriental ordinario en la antigüedad y hasta en ciertos beduinos de nuestros días, lo cargó en su cabalgadura, lo llevó a un mesón, y tuvo con él todos los cuidados. Hasta adelantó para los primeros cuidados "dos denarios", el doble de un jornal diario, prometiendo pagar el resto de los gastos a su vuelta.

La pregunta de Cristo está hecha con especial intención. Le preguntaron que quién era el  "prójimo" para él. Y Cristo les pregunta que quien obró "como  prójimo". Y así, con la práctica hizo ver que cada hombre es "prójimo" para todos los hombres. Por lo que ha de estar "próximo" a él en todas sus necesidades. 

s/TJ:

El amor nos impulsa a compartir. No cabe duda de que su relación personal con Dios es un asunto  particular. Usted es la persona que tiene que determinar si ha dedicado su vida al Creador o no.  Usted es el que puede hacer un voto ante Dios, y es su responsabilidad personal el esforzarse por  vivir en armonía con tal obligación. Ningún otro puede hacerlo por usted. Y con el tiempo, individualmente, tenemos que someternos al escrutinio del gran Juez, pues el apóstol Pablo escribió: “Todos estaremos de pie ante el  tribunal de Dios" (Rm 14;10). Cada uno será considerado responsable por sus propios hechos. 

Sin embargo esto no significa que el cristiano puede llevar una vida apartada en su propio rincón y  disfrutar de su religión privada, porque el rasgo singular del cristianismo es su actitud extrovertida.   En seguida del amor a Dios está el amor al prójimo. ¿Y quién es su prójimo? No sólo los vecinos que viven en su calle y en su vecindad. No sólo los que asisten a los mismos servicios religiosos  que usted asiste. No sólo los de la misma clase o nación. Jesús explicó quién es su prójimo por medio de su parábola del buen samaritano. Recuerde su pregunta con relación a esa parábola:  "Quien de estos tres (el sacerdote, el levita o el samaritano) te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores?" (Lc 10;36) De modo que la pregunta realmente es: ¿De quién está usted anuente a hacerse prójimo?

Ciertamente usted no puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo, a menos que hable con él. Y especialmente usted se interesará en averiguar si conoce a Dios, porque si no lo conoce, entonces la acción como buen prójimo es familiarizarlo con Dios y con sus propósitos amorosos. De modo que hay necesidad de aprovecharse de toda oportunidad para compartir su fe  con otros, para que ellos también reciban las bendiciones de Dios. Bajo inspiración el apóstol Pablo escribió para explicar que la voluntad de Dios es "que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad" (1Tim 2;4) Ese debería ser su deseo también. Ciertamente  debemos estar aunentes a compartir con nuestros semejantes cualquier conocimiento de religión que poseamos.  ("¡Despertad! de 22.2.68, pág 6)

Son "los de afuera", "los que  no son parte de la congregación cristiana verdadera"  ("La Atalaya" de 1.7.93, pág 4 y 18)

La predicación de los TJ está impulsada  por su amor al prójimo - o sea, por "los  de afuera"-  ya que  desean que la  mayor cantidad  posible de personas se salve (1Tim 4;16)  ("La Atalaya" de 1.7.93, pág 17) 

Análisis:

Una vez analizado el pasaje  de la "parábola del buen samaritano", veamos que los TJ nos dicen que hemos de seleccionar las personas con las que de alguna manera vamos a ser su prójimo. "¿De quién está usted anuente a hacerse prójimo?", -nos dicen que  hemos de preguntarnos-, o dicho de una manera más clara, ¿Con quien consiente usted  a hacerse prójimo?. Esto quiere decir que con algunos mejor no ser su prójimo (?). Por otra parte nos enseñan: "Ciertamente usted no puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo, a  menos que hable con él..." O sea, que si no lo conoce tampoco puede hacerse su prójimo (?). Y, finalmente, una vez ha decidido consentir en ser el prójimo de alguien lo será para compartir con él sus conocimientos de religión. De hecho en ("La Atalaya" de 15.5.68, pág 293) los TJ ponen en primer lugar el predicar su palabra,  dando una relativa importancia a si se lleva o no una vida limpia y moral.

Creo, sinceramente, que la enseñanza de los TJ con relación a este tema no tiene nada que ver con lo que Cristo nos enseñó por medio de esta parábola y que ya ha quedado explicado más arriba. Sin duda alguna debemos colocar en primera fila los  bienes espirituales que podamos aportar al prójimo. Pero, ¿acaso el buen samaritano entró en consideraciones intelectuales o discriminatorias cuando vió al "hombre"  malherido en el suelo, preguntándose si sería judío, o samaritano, o un sacerdote, o rico, o pobre, si lo conocía o no lo conocía?; NO, sino que "viéndole, se movió a  compasión". Incluso decidió ayudarlo estando a una cierta distancia, porque el Evangelio  dice a continuación: "acercose". ¿Esperó entonces el buen  samaritano a hablar con él para ver si realmente reconocería la ayuda que se le iba a prestar o a preguntarle si creía en Jehová o en Cristo, o alguna otra cosa por el estilo. NO. El Evangelio sigue: “le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino, le hizo montar en su propia cabalgadura, le condujo al mesón, etc". Queda también claro que el buen samaritano no se dedicó a hacer una exposición de sus creencias a fin de compartirlas con el herido.

El buen samaritano, como buen prójimo ("próximo") del "hombre" herido, satisfizo como buenamente pudo sus necesidades más perentorias. Seguramente que si hubiese tenido sed, le hubiese dado agua, si hambre, comida, si hubiese estado desnudo, le hubiese dado ropa... también le hubiese hablado del Reino de Dios si este fuera el caso... Pero, ¿no nos juzgará Cristo por todo esto, antes de concedernos la vida eterna? ¿No nos preguntará si hemos sido buenos samaritanos a lo largo de nuestra vida?. El doctor de la Ley, ¿no le había preguntado...,  qué haré para alcanzar la vida eterna?. Creo que la  respuesta es todo un programa para nuestra vida de cristianos: "Vete y haz tú lo mismo"

Para los TJ, amar a Dios significa, en primer lugar, dar a conocer a Jehová. Amar al prójimo, para los TJ, será algo semejante: consistirá en ayudar, mediante la palabra, a los que se encuentran en la ruta de ministros de Dios. Practicar el amor será proclamar públicamente sus esperanzas, incitar a los otros en las reuniones al amor y al trabajo de la propaganda. Se prueba el amor a Dios y a sus semejantes, predicando de puerta en puerta, en las casas, en la calle, en las plazas públicas. Todo esto debe hacerse con tacto y bondad, para atraer a todos aquellos, cuyo corazón no ha sido tocado aún por la organización.

Se ve claramente por lo que acabamos de decir, que la práctica del amor al prójimo se centra, sobre todo, en esta única cosa: atraer a  los hombres a la  organización de los TJ.  De esta manera se manifiesta, al mismo tiempo, el amor a Dios y al amor al prójimo.

No puede afirmarse, sin embargo, que las obras corporales y materiales de caridad estén totalmente ausentes en los TJ. Pero lo primero de todo son las obras espirituales, es  decir, la predicación. Luego vendrá, en la medida de lo posible, la ayuda a los ministros  de la palabra de Dios, para que se consagren más enteramente a su  tarea espiritual. Los TJ recomiendan también todas las obras de misericordia para con los hermanos necesitados: visita a los enfermos, ayuda material pública o privada, individual u organizada. 

Observamos que se trata siempre de una caridad en relación con los demás Testigos o con aquellos con quienes existe una posibilidad de "conversión". Podrían citarse algunos  casos  aislados de caridad organizada a lo largo de su corta historia. Pero, como regla general, no se cuidan de las organizaciones de caridad. No se encuentra  la práctica de  una verdadera caridad, que se pueda llamar espontánea. Al contrario, suelen atacar a las asociaciones religiosas, que tratan de ayudar a los necesitados, tachándolas de fariseísmo. ¡Una cortina de humo, con la que intentan cubrir su inercia en este dominio!.  Todo lo que su situación desahogada les permite dar, lo envían en forma de contribución  voluntaria, a su propia organización para colaborar en la difusión de la Palabra de Dios. Periódicamente la  Organización recuerda  la necesidad  de esta contribución.

A veces, para justificar su negativa de socorro a los que no forman parte de su organización, se cubren con los propios textos evangélicos: "Deja que los muertos entierren a sus muertos" (Lc 9;60), dicen. Es una alusión evidente al hecho de que los que rehúsen adherirse a su organización no sobrevivirán a Armagedón; por tanto, son como muertos espirituales ante sus ojos. Como es ya frecuente en ellos, han falseado el sentido del texto sagrado, dando una significación a las palabras de Nuestro Señor que, en el contexto, en modo alguno pueden tener.

s/TJ:

"¿Qué posición tiene Vd. ante Dios ahora mismo?. ¿Ha hecho usted algo que merezca su aprobación, algo más, es decir, de lo que ha hecho la gente de las religiones paganas? Sí, usted probablemente ha sido caritativo y ha tratado de obrar justamente para con sus semejantes. Pero, ¿no han hecho eso mismo personas de naciones llamadas 'paganas'?".  ("La Atalaya" de 15.6.68, pág 363)

Análisis:

Pero, ¿no dice el Evangelio todo lo contrario? (Mt 5; 43-48) 

Los TJ en "La Atalaya 15.6.68, pág 363", nos vienen a decir que en vez de perder el tiempo siendo caritativos y obrando  justamente con nuestros semejantes –tal como hizo el buen samaritano-  nos dediquemos a estudiar la Biblia la cual nos hará ver que hemos de enseñar a otros que a su vez estudien la Biblia para que enseñen a otros que a su vez... Y mientras tanto, yo me pregunto ¿quién dará de comer al hambriento?, ¿quién vestirá al desnudo?, ¿quién aplacará la sed del sediento?, ¿quién...?, ¿quién...?
   
Si al menos los TJ nos dijeran  que además de obrar caritativamente y con justicia tratemos de encontrar en la Palabra de Dios la profunda razón de nuestro actuar, ¿no  estarían más cerca de la doctrina de Jesucristo que nos dice que hemos de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos? Porque si no, ¿qué  finalidad  tiene el  estudio de la Biblia? ¿Dejar de ser caritativos y de obrar con  justicia? ¿Es que cuándo nos juzgue Jesucristo nos va a pasar cuentas de las horas que hemos estado  estudiando la Biblia y va a dejar a un lado nuestra vida falta de caridad y de justicia para  con nuestros semejantes?

Por otro lado los TJ nos dicen: "Por supuesto, el amor cristiano no ha de manifestarse solo por palabras; es más importante manifestarlo por hechos"... "¡Qué diferente sería este mundo si toda persona en realidad practicara esa clase de amor!" ("El hombre en busca  de Dios", pág 242, 247 y 244) ¿Por qué esta diferencia de criterios? Pues, sencillamente,  porque en ("La Atalaya" de 15.6.68) que hemos visto más arriba, los TJ tratan de inculcarnos que lo que debemos hacer es ocupar el tiempo predicando y que por lo tanto dejémonos de perder el tiempo amando a la gente en las cosas de cada día: mientras amamos de esta manera no vendemos sus publicaciones y esto no está bien. En cambio en el libro "El  hombre en  busca de Dios" tratan de inculcarnos el odio a las Iglesias cristianas -y principalmente a la Iglesia Católica- y claro, lo mejor es demostrar lo poco que se ama en estas iglesias. También en otra ("La Atalaya" de... pág 376) los TJ,  escriben: "De modo que se trata de hacernos prójimo de todos nuestros semejantes, todos los cuales necesitan nuestro socorro en una forma u otra". Creo que los TJ en este tema, como en casi todos, deberían  clarificar exactamente su  posición. No tiene nada que ver lo que nos han dicho en ("¡Despertad!" de 22.2.68, pág 6): "Ciertamente usted no puede hacerse prójimo de alguien a menos que llegue a conocerlo", con lo que nos dicen ahora en ("La Atalaya" de... pág  376): "De modo que se trata de hacernos prójimo  de todos  nuestros semejantes, todos  los cuales necesitan nuestro socorro en una forma u otra" 

Pero es que aún hay más interpretaciones de estos pasajes por parte de los TJ que  yo creo siguen confundiendo a quienes les escuchan. Veamos lo que nos dicen ahora comentando la parábola del samaritano: 

s/TJ:

Ante eso, su interlocutor le preguntó: "¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?". En vez de contestarle directamente, Jesús le refirió, a modo de ilustración, la historia de un judío al que asaltaron, golpearon y dejaron medio muerto. Por su lado pasaron dos judíos: primero  un sacerdote y después un levita. Ambos repararon en la condición de su paisano, mas no hicieron nada para ayudarlo. Luego, pasó un samaritano. Movido por la compasión, vendó las heridas del judío, lo llevó  a una posada y pagó para que lo cuidaran. Jesús preguntó al hombre con quien hablaba: "Quién  de estos tres te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores?" Obviamente fue el samaritano compasivo. De este modo mostró que el verdadero amor al prójimo trasciende las barreras étnicas (Lc 10;29-37).  ("La Atalaya" de 15.9.93, pág 3) 

Análisis:

Pero ¿no nos han dicho los TJ en varias ocasiones que en la Biblia no debemos leer más  de lo que dice? Pues la Biblia no dice que el hombre asaltado, golpeado y medio muerto, fuera judío. Dice literalmente "un hombre": "Cierto hombre bajaba de Jerusalén..." (NM) (Lc 10;30). Siendo esto así ya no tiene sentido todo lo que los TJ interpretan de esta  maravillosa parábola del Señor. Y fijémonos que, basándose en esta interpretación, los   TJ desarrollan todo un artículo de "La Atalaya" que se titula: "¿Por qué amar al prójimo?, asegurando que “la ilustración de Jesucristo del samaritano reveló el verdadero  significado  del  amor  al prójimo" ("La Atalaya" de 15.9.93, pág 4)  Y aún otra interpretación: 

s/TJ:

Sí, debemos  vivir en  conformidad con  los principios  bíblicos. Estos pueden resumirse en los dos mandamientos que enunció Jesucristo en respuesta a la pregunta sobre cuál era el mayor  mandamiento del código de Moisés: "Tiene  que amar a Jehová  tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente...  Tienes que amar a tu prójimo como a tí mismo" (Mt 22;36-40).  Para aclarar lo que implica el segundo de estos mandamientos, Jesús dijo, según (Mt 7;12): "Por lo  tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera  tienen que  hacerlas a  ellos; esto, de  hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas".   ("La Atalaya" de 1.2.93, pág 15) 

El cristiano no puede ser egoísta y a la vez obedecer las palabras de Jesucristo en (Mt 22;36-40)...  El apóstol Pablo comprendía esta ley del amor. Escribió: "Mediante él ofrezcamos siempre a Dios  sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que hacen declaración pública de su nombre.   Además, no olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque dichos sacrificios le son  de mucho agrado a Dios" (Hb 13;15-16)... Los cristianos ofrecemos nuestro sacrificio de alabanza mediante Cristo Jesús. Y demostramos nuestro amor a Dios principalmente por medio de ese  sacrificio de alabanza, es decir, la declaración pública de su nombre. Sobre todo, nuestro espíritu altruista basado en el amor nos incita a predicar las buenas nuevas con celo y a estar siempre dispuestos a ofrecer el fruto de nuestros labios a Dios. De este modo manifestamos amor a nuestro semejante también. ("La Atalaya" de 1.6.93, pág 8 y ss) 

"...Jesús siguió con su sermón y  proclamó que 'Dios mostraba amor a los inicuos.  Hacía que el sol brillara  y la lluvia cayera sobre ellos.  No hay nada extraordinario  en amar a los que nos  aman.  Los inicuos hacen eso.  No  hay razón para  recibir un  galardón por eso.   Demuestren ser hijos de Dios.  Imítenlo.  Háganse prójimo de todos y amen a su prójimo. Y así  sean  "perfectos,  como  su  Padre  celestial  es  perfecto"  (Mt 5;45-48)...   Una  ley  superior  de  amor exige  un  amor  piadoso  sin límites   ("La Atalaya" de 1.10.90, pág 15)

"La obra de dar  testimonio a las naciones tiene  que verse respaldada por  otra responsabilidad cristiana según dice (Pr  3;27-28): 'No retengas el bien de  aquellos a quienes se les debe,  cuando sucede que  está en el poder  de tu mano  hacerlo.  No digas a  tu semejante: 'Anda  y vuelve, y  mañana daré' cuando  hay algo contigo'.  Dado que mucha gente del mundo está atrapada en las garras de la pobreza  y el hambre, ha  sido necesario ayudar en  casos urgentes al semejante..."  ("La Atalaya" de 1.10.90, pág 15)

Análisis:

Creo  que cualquier  cristiano  puede estar  de  acuerdo con estas palabras...  pero...  ya no puede  estarlo cuando todas estas bonitas palabras, los TJ las quieren hacer realidad solamente en una de las expresiones del amor al prójimo: la predicación oral de la Palabra de Dios y en la ayuda prácticamente exclusiva a los "hermanos espirituales". Con ello, los TJ, demuestran que se quedan, lastimosamente, a medio camino. Jesucristo,  después de enseñarnos las bienaventuranzas y de decirnos que nuestras obras han de brillar entre los hombres para que glorifiquen al Padre que está en los cielos, dice que "el que practicare y enseñare, éste será grande en  el reino de los cielos". El que practicare  y enseñare, no sólo el que enseñare... y el que practicare ha de hacerlo entre los hombres,  no solamente entre los "hermanos espirituales" (Mt 5;1-20).

Y ¿dónde queda en la doctrina del amor al prójimo de los TJ, lo que se nos dice en (Mt 5;38-42)? En efecto, el discípulo de Cristo deberá estar tan henchido del espíritu de caridad, que no deberá regatear nada por el prójimo. Los propios TJ han escrito: "Los judíos reincidentes de los días de Isaías se deleitaban en su ayunar, afligirse el alma, inclinar la cabeza y sentarse en saco y cenizas. Pero Jehová quería que libraran a los oprimidos, alimentaran a los hambrientos, alojaran a los que no tenían hogar y vistieran a los desnudos (Is 58;3-7)" ("La Atalaya" de 1.10.90, pág 17) y aún si son nuestros enemigos hemos de tener el mismo comportamiento: "... si tu enemigo tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber... no te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien" (Rm 12;17-21) ("La Atalaya" de 1.7.93, pág 21).

JESUCRISTO FUE EJEMPLO DE BUEN SAMARITANO 

s/TJ:

Tal como Jehová proveyó alimento para  todo ser vivo en la Tierra, Jesús también dio alimento a sus seguidores.  No pasó por alto sus necesidades fundamentales.  Los milagros que realizó al dar de comer a 5.000 varones y después a  otros 4.000 prueban  que se interesaba  en ellos y  que era responsable.  (Mc 6;35-44) (Mc 8;1-9)  ("La Atalaya" de 1.9.93, pág 11)

Análisis:

El comportamiento más importante de Jesucristo, como buen samaritano, fue,  lógicamente, dar su propia vida para salvar a todo el mundo, sin excepción. Pero el  comportamiento de Jesucristo a lo largo de su vida, fue, también, como la de un buen samaritano. Jesucristo, al ver a unas personas con problemas, no preguntó si realmente todos y cada uno de los 5.000 varones creían en él, no atendió sólo a los que conocía de  entre los 5.000 varones, no diferenció entre judíos y no judíos de los 5.000 varones...  sencillamente, vio que allí habían hombres y mujeres que tenían necesidades fundamentales, se interesó por ellos y los amó, y los ayudó dándoles de comer... después, sencillamente, y de una forma totalmente desinteresada, "los despidió" (Mc 6;45).

Los Testigos de Jehová nos dicen que hemos de interesarnos de verdad en los demás.  (Lc 10;29-37) ("La Atalaya" de 1.8.93, pág 19). Por otra parte, nos dan la definición de "amor cristiano":  "Amor que se manifiesta ante todo en lealtad a Dios y luego en buscar el bienestar duradero del prójimo de uno" (Lc 10;27) ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 710).

Pero, estas buenas intenciones se diluyen cuando empiezan a darle vueltas para concretar quien es el "prójimo" al que deben ayudar, para saber quién  es "el  semejante",  y casi siempre  suelen  terminar con la coletilla... "en casos urgentes... hay que ayudar sobre todo a nuestros hermanos espirituales" (“La Atalaya” de 1.10.98, pág 15) ("La Atalaya" de 15.12.93, pág 20) ("La Atalaya" de 1.12.93, pág 10 y ss). Y aquí se acaba el tema. Y así van por la vida, ciegos ante el que tiene hambre, ciegos ante el que  tiene sed, ante el desnudo, ante el enfermo, etc, etc. Su "compasión" sólo aflora cuando  el hambriento, el sediento, el desnudo, el enfermo es... "hermano espiritual". Si antes de tener necesidad de su ayuda no los has escuchado, no los has aceptado, no te has metido  en la cabeza de que Dios tiene un nombre y quiere que le llames por este nombre antes que llamarle Padre, no te has convencido de que Jesús era un hombre como tú y que anteriormente había sido creado como un hijo de Dios,... no tienes derecho a que se compadezcan de tí y te amen, y a pesar de (Pr 3;27-28) que tan rimbombantemente citan, los TJ te dirán: "Anda y vuelve, y mañana te daré"... o te dirán: "¡Ves en paz, mantente caliente y bien alimentado!  (Stgo 2;15-17) 

s/TJ:

Jesús es bien conocido por los milagros que ejecutó. Se compadecía de la gente que sufría, y con gusto usaba los poderes que Dios le había dado para ayudarla... Por compasión, Jesús ayudó a los enfermos y a los hambrientos... (Mc 1;40-42) (Mt 15;30-31). El hecho de que Jesús realmente se interesaba en estas personas que sufrían y verdaderamente quería ayudarlas se puede ver por  lo que después dijo a sus discípulos: "me compadezco de la muchedumbre..." (Mt 15; 32-38). En otra ocasión, ante un hijo muerto, el unigénito de su madre... "se enterneció por ella" (Lc 7;11-17). Sin embargo, los milagros que Jesús ejecutó fueron sólo de beneficio temporal... Pero los milagros de  Jesús probaron que él había sido enviado de Dios, que realmente era el Hijo de Dios. Y probaron que, con el poder de Dios, todos los problemas humanos pueden ser resueltos. Sí, mostraron en escala pequeña lo que acontecerá en la Tierra bajo el reino de Dios. ¡En este tiempo se alimentará  a los hambrientos, se sanará a los enfermos y hasta se levantará a la vida a los muertos!.  (Ap 21;3-4) (Mt 11;4-5).  ("Usted puede vivir..." pág 64-66) 

Análisis:

Jesucristo ayuda a mucha gente materialmente sin que esta gente sean discípulos suyos.  Después se harán o no discípulos suyos, pero cuando les ayuda no lo son. 

Los milagros de Jesús mostraron que era Hijo de Dios, ¡sí!. Pero la Biblia dice que los  ejecutó "porque se compadeció de los necesitados", porque "se enterneció de ellos". ¿No nos estaba enseñando cuales deben ser nuestros sentimientos hacia los enfermos, los  hambrientos, los necesitados en general? Pero ¿no vemos que se nos va a juzgar precisamente  por  cual haya  sido nuestra actitud hacia ellos? 

s/TJ:

Jesús  mostró  cómo  su  manifestación de  amor  debe  afectar  nuestras relaciones  con otros  humanos.  Después  de servir  humildemente a  sus apóstoles mediante lavarles  los pies, Jesús dijo: "Yo les  he puesto el modelo,  que,  así como  yo  hice  con  ustedes, ustedes  también  deben hacerlo".  Añadió:  "Les doy un  nuevo mandamiento:  que se amen  unos a otros; así como yo los he amado,  que ustedes también se amen los unos a los otros"  (Jn 13;15,34).  Sus  discípulos aprendieron, y  se sintieron impulsados a  tratar de  hacer como  él hizo.  "En  esto hemos  venido a conocer el amor -escribió el apóstol Juan-, porque aquél entregó su alma por nosotros; y nosotros estamos obligados a entregar nuestras almas por nuestros hermanos" (1Jn 3;16). 

Sin embargo no  estaríamos cumpliendo con el propósito de  la vida y del ministerio de  Jesús si su  ejemplo nos  moviera a sencillamente  amar y hacer el  bien a los  demás humanos.  El amor  de Jesús a  nosotros, ¿no debería llevarnos  también a amarlo  a él  en cambio, y  especialmente a amar a  su Padre, quien  le enseñó todo lo  que Jesús sabe?   (Ef 5;1-2) (1Pe 1;8-9) 

¡Qué vigorosa fuerza de obligación en  nuestra vida debe ser el amor que Jesús nos tiene! "El amor que el Cristo tiene nos obliga a no vivir ya para nosotros mismos, sino para el que murió por nosotros y fue levantado" (2Cor 5;14-15). "Si ustedes me aman, observarán mis mandamientos",  dijo Jesús. (Jn 14;15-21) (1Jn 2;3-5). Durante la transfiguración de Jesús, Dios mismo dio este  mandato respecto a su Hijo: "Escúchenle" (Mt 17;5). No obstante, hay que recalcar que el escuchar a Jesús significa más que  simplemente oír lo que dice.  Quiere decir obedecer sus instrucciones, sí, imitarlo haciendo lo que él hizo y tal como lo hizo. 

¿Y qué es lo que Jesús quiere que hagamos?. Jesús recibió la comisión divina de predicar acerca  del Reino de su Padre, y enseñó a sus seguidores a efectuar la misma obra...  Es obvio que Jesús  quería que sus seguidores fueran predicadores y maestros. (Mc 1;38) (Lc 4;43) (Mt 10;7) (Lc 10;9).   "El que ejerce fe en mí, ese también hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que éstas" (Jn 14;12). En efecto, las obras de sus seguidores, serían mayores que las de él porque en su ministerio alcanzarían a muchas personas más en un territorio más extenso y por más tiempo. Con todo, después que se dió muerte a Jesús el temor paralizó a sus discípulos. Se escondieron y no efectuaron la obra para la cual él los había adiestrado. Algunos hasta regresaron al negocio de la pesca. 

Posteriormente...  (Jn 21;1-17), Jesús se apareció materializado en un cuerpo humano junto al mar  de Galilea... Jesús, después de servirles desayuno, y probablemente mirando hacia la gran cantidad  de peces (que milagrosamente habían pescado), preguntó a Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que a estos?. Parece que Jesús quiso decir: ¿Estás más apegado al negocio de la pesca que a la obra de predicar para la cual te he  preparado?... "Apacienta mis corderos"... "Pastorea mis  ovejitas"... "Apacienta mis ovejitas". ¿Hay duda alguna de lo que Jesús quería que Pedro y sus compañeros hicieran? ¡Cuán vigorosamente grabó en ellos -como en todos los que serían sus  discípulos hoy- que, si lo aman a él, también van a participar en la obra de hacer discípulos!

Unos días después de aquella conversación en la playa, Jesús se apareció en una montaña de Galilea y dio la siguiente instrucción a una asamblea feliz de unos 500 seguidores: "Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones... enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado" (Mt 28;19-20) (1Cor 15;6) ¡Imagínese! Todos -hombres, mujeres y  niños- recibieron aquella misma comisión. Posteriormente, poco antes de ascender al cielo Jesús dijo a sus discípulos: "Serán testigos de mí... hasta la parte más distante de la tierra" (Hech 1;8).   No cabe duda de cómo debemos responder al amor de Jesús. Cómo dijo a sus apóstoles: "Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor... Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando" (Jn 15;10-14)  ("La Atalaya" de 15.2.92, pág 15 y 16) 

Análisis:

En estos párrafos hay un sin fin de despropósitos.  Desgranémoslos uno a uno: 

1) Los TJ, nos enseñan que "no estaríamos cumpliendo con el propósito de la vida y del ministerio de Jesús si su ejemplo nos moviera a sencillamente amar y hacer el bien a los demás humanos. El amor de Jesús a nosotros, ¿no debería llevarnos también a amarlo a él en cambio, y especialmente a amar a su Padre, quien le enseñó todo lo que Jesús sabe?" (Ef 5;1-2) (1Pe 1;8-9). Pero ¿no nos dice Jesús que para obtener la vida eterna hemos de amar a Dios y a nuestro prójimo, precisamente por amor a Dios? ¡Pues si hacemos sencillamente eso no necesitamos nada más!. Otra cosa es la peculiar manera  de entender el amor al prójimo que tienen los TJ y que les lleva a creer que únicamente se está cumpliendo de una manera plena con este mandamiento si en vez de dar de comer al hambriento, de enseñar al que no sabe, de visitar a los enfermos, etc, etc, se dedica el máximo de tiempo a exclusivamente predicar un Reino de Dios en el que milagrosamente todo esto no será necesario porque no habrán necesitados, ni  hambrientos, ni enfermos, etc, etc. O sea, que el esfuerzo que Cristo nos pide no es que mostremos nuestro amor hacia los desvalidos y necesitados, sacrificándonos por ellos en   un intento de solucionar sus problemas, de manera que este amor hacia ellos les haga comprender el amor que Dios sintió hacia el hombre cuando por su desobediencia perdió  toda posibilidad de redimirse por sí mismo, sino que egoístamente dejes que cada uno soporte resignadamente su problema y que únicamente le animes haciéndole creer que si acepta la doctrina de la Watch Tower muy pronto su vida cambiará en un Nuevo Mundo de felicidad. 

2) (Jn 21;15) Los TJ nos enseñan que "Jesús... preguntó a Pedro: "Simón, hijo de Juan ¿me amas más que a estos? Parece que Jesús quiso decir: ¿Estás más apegado al  negocio de la pesca que a la obra de predicar para la cual te he preparado?". Ni la traducción del Nuevo Mundo (año 1967) presenta esta  traducción. En efecto, dice: "¿me amas más que estos?" Sobra todo comentario. 

3) Los TJ concluyen su interpretación a tal traducción: "¿Hay duda alguna de lo que  Jesús quería que Pedro y sus compañeros hicieran?" ¿Pero no hablaba sólo a Pedro, incluso en la falsa traducción de los TJ? y desde luego, si Cristo hace una distinción como  realmente la hace entre Pedro y los demás apóstoles ¿Qué habrá querido decir con los mandatos que le da a él sólo? Los TJ quiere rehuir esta respuesta y para ello falsean la traducción. 

4) (Mt 28;19-20) (1Cor 15;6) Los TJ nos enseñan que "Unos días después de aquella conversación en la playa, Jesús se apareció en una montaña de Galilea y dio la siguiente  instrucción a una asamblea feliz de unos 500 seguidores: 'Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones... enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado' ¡Imagínese! Todos -hombres, mujeres y niños- recibieron aquella misma comisión". No hay ninguna razón para aceptar que la asamblea de 500 seguidores de que habla (1Cor 15;6) deba ser la  reunión que celebró Jesucristo con sus once  apóstoles en un monte de Galilea (Mt 28;19-20). Mateo sólo habla de los once y en ningún  caso deja entrever que otros discípulos estuvieran con ellos. Por lo tanto la orden de: "Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de gente de todas las naciones,... enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado" sólo la recibieron los once apóstoles.