s/TJ:
¿Realmente instaba la ley mosaica a los
judíos a que odiaran a sus enemigos, como pudiera sugerir (Mt 5;43)?
No, la Ley no requería que los judíos odiaran
a alguno que pareciera ser enemigo personal.
Al contrario, instaba a sus
adherentes a que le mostraran amor.
En el Sermón del Monte, dijo Jesús:
"Oyeron ustedes que se dijo: 'Tienes que amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo'" (Mt 5;43).
Sírvase notar que Jesús no dijo
que todo esto era parte de la ley de Dios dada por medio de Moisés; más bien, él
declaró: "Oyeron ustedes que se dijo".
La parte acerca de amar uno a su prójimo se
podía hallar en la Ley en (Lv 19;18), que dice: "Tienes que amar a tu
prójimo como a ti mismo". Pero la porción acerca de odiar uno a su enemigo
no provino de Dios. Posiblemente algunos de los caudillos religiosos injustificadamente deducían de la obligación de amar uno a su prójimo que se
suponía que odiaran a todo no israelita
como enemigo. Comenta la Cyclopoedia de
M'Clintock y Strong: "Los fariseos habían restringido el significado de la
palabra prójimo a los de su propia nación o a sus propios amigos, sosteniendo
que el odiar a su enemigo no era prohibido por la ley".-Tomo VI, pág. 929a.
Sin embargo, la Ley realmente mandaba a los
judíos que hicieran actos de amor aun a un semejante que, debido a ciertas
acciones faltas de amor, pudiera parecer enemigo personal (Ex 23;4,5). Y las Escrituras Hebreas aconsejan:
"Cuando caiga tu enemigo, no te regocijes; y cuando se le haga tropezar, no esté gozoso tu
corazón" (Pr 24;17). Por supuesto, el estar gozosos por la caída de los enemigos de Dios, no los
enemigos personales, era otro asunto.
(Ex 15;1-21) (Jc 5;1,31) (Sl 21;8-13).
Puede ser que en el tiempo de Jesús haya habido una expresión común que
transmitía significado a sus palabras. En The Authentic New Testament, el docto
judío Hugo Schonfield traduce (Mt 5;43): "Ustedes han oído que se declaró:
'Debes amar a tu prójimo, pero odiar a tu enemigo'". Luego enlaza la
segunda parte con una obligación que se alista
en uno de los manuscritos hallados con los Rollos del Mar Muerto. En el
Manual of Discipline no bíblico, generalmente conectado con la secta judía
llamada los esenios, a los lectores se les anima a "amar a todos los hijos
de la luz, a cada uno según su porción en el consejo de Dios y a odiar a todos
los hijos de las tinieblas".-The
Dead Sea Scrolls, por Millar Burrows,
página 371.
A pesar de la actitud que quizás haya
prevalecido entre muchos entonces, Jesús instó: "Continúen amando a sus enemigos y orando por los que
los persiguen, para que demuestren ser
hijos de su Padre que está en los
cielos" (Mt 5;44-45). Hasta respaldó esto con su parábola del buen
samaritano. Aunque el sacerdote judío y el levita pasaron por el otro lado sin
ayudar al hombre que había sido golpeado
por salteadores, un samaritano (una persona despreciada por los judíos) se detuvo y lo ayudó. Resultó ser un verdadero
prójimo. Y esto ilustra bien la actitud amorosa que recomendó Dios y que enseñó
Jesús. (Lc 10;29-37).
Hoy los testigos de Jehová cultivan este
mismo espíritu de amar al prójimo, aun si éste es perseguidor de los cristianos
verdaderos. Ellos reconocen que ellos no son los que habrán de juzgar a los
individuos, de modo que tratan de ayudar a todos a aprender el camino de la
vida. Como resultado algunos que eran perseguidores anteriormente, que actuaron
como enemigos, han sido ayudados a hacerse cristianos (Hech 9;17) (Gl 1;13) Y
los cristianos continuarán haciendo esto hasta que Dios mismo actúe para
eliminar a los enemigos de él que le odian. Así quitará el vituperio de su
nombre, y eso será causa de regocijo.
(Sl 68;1,3). ("La Atalaya" de 15.6.68, pág 383 y
384)
Análisis:
Nuevamente Cristo
cita lo que oyeron en las lecturas y explicaciones sinagogales: "Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo"
En la Ley, en efecto,
se preceptúa el amor al prójimo (Lv
19;18), pero este prójimo no es el ser
humano, sino el judío. Y si en algún pasaje se recomienda y manda también amar al
extranjero "peregrino" (ger), el contexto hace ver que este
"peregrino" no es el simple transeúnte por su tierra, sino el
advenedizo establecido habitualmente entre el pueblo judío e incorporado a él:
"Tratad al extranjero que habita en medio de vosotros como al
indígena de entre vosotros; ámale como a ti mismo, porque extranjeros
fuisteis vosotros en la tierra de
Egipto" (Lv 19;34). Las gentes de mala vida, y algunos grupos
religiosos contrarios a su fe provenientes
de otros países, no eran para ellos prójimo y por lo tanto no eran objeto del
precepto del amor al prójimo.
Teniendo en cuenta
que la Ley preceptúa positivamente el exterminio de diversos pueblos idólatras, el pueblo judio vino a
concluir, ilógica, pero prácticamente, la no obligación de amar a los
no-judíos.
A toda esta
legislación o exagerada interpretación de la Ley, Cristo da su enseñanza
propia: "Pero yo os digo:..." Y llega al colmo en la exigencia del
amor al prójimo. Este ha de ser universal, pues se extiende a "vuestros
enemigos", que, en contraposición al "prójimo", al judío, son todos los no-judíos, todos los
hombres, como claramente acusa en el
(v 47), y, al mismo tiempo, se extiende a perdonar las ofensas personales dentro
del círculo racial, ya que se manda también "orar" por "los que
os persiguen"; lo que se refiere a las ordinarias persecuciones del medio
en que se vive (v 46 y 47). Por eso S.Pablo nos dirá: "...si tu enemigo
tiene hambre, aliméntalo; si tiene sed, dale algo de beber... no te dejes
vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien" (Rm 12;17-21).
Nunca el judaísmo
llegó a esta moral. Si se leen algunos pasajes en que se recomienda el amor al
enemigo (Pr 25;21) (Ex 23;4) de ayudarle en sus necesidades, no se sale del
círculo "prójimo" judío. Nunca se llegó a la preceptiva tajante,
clara y universal del amor al enemigo.
Por lo tanto,
Jesucristo, no podía decir a la muchedumbre lo que los TJ traducen de Mateo:
"Continúen amando a sus enemigos". Pero si hemos dicho que era
doctrina común entre los judíos odiar a los enemigos, ¿cómo podía decir, "continuen
amando"?