s/TJ:
Lo necesario que es poder separar lo que es simbólico de lo que es literal es especialmente evidente cuando un lector de la Biblia llega al libro de Revelación (Apocalipsis). Este es un libro que está lleno de simbolismos.
Por ejemplo, en el (Ap 7) se alistan doce tribus de los hijos de Israel. La profecía predice que de cada una de estas tribus se sella a 12.000 personas para completar el número de 144.000. Se menciona a éstas en (Ap 14;1) como estando de pie con el Cordero en el monte de Sion. Después de examinar cuidadosamente lo que se dice acerca de estas tribus, viene a ser obvio que la Biblia no está hablando acerca de las doce tribus judías literales. La lista de Revelación no es igual a la lista de las tribus literales de (Nm 1;20-49). Con la tribu sacerdotal de Leví, se mencionan allí trece tribus, pero la lista en Revelación no incluye a las tribus de Efraín y Dan. Alista a la tribu de José, pero tal tribu no se menciona en Números. El Israel carnal no tuvo tribu de José. José estuvo representado por sus dos hijos: Efraín y Manasés. La lista tribal de Revelación no puede, por lo tanto, considerarse como algo que haya de aceptarse literalmente.
Lo que está escrito en el libro de Revelación es profético, señala a cosas que están muy en el futuro del día en que se escribió. Mucho de ello todavía tiene que cumplirse. Puesto que los descendientes carnales de Israel han perdido su identidad tribal, no podrían tomarse 12.000 personas de cada una de las tribus literales. Las tribus ya no existen. La lista tribal tiene que considerarse como símbolo de algo que estaría existiendo al tiempo en que la profecía se cumple. Es un simbolismo que representa a los seguidores ungidos de Cristo que componen el Israel espiritual, un "rebaño pequeño" que gobierna con él en los cielos. Por eso se habla de ellos como estando con el Cordero, Jesucristo, en el monte de Sion celestial, en (Ap 14;1). En (Ap 14;4) se dice que fueron "comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero". En otras partes de la Biblia a los seguidores ungidos de Jesús se les menciona como las primicias susodichas (Stgo 1;18)
Es el Israel espiritual, los seguidores ungidos de Cristo, y no el Israel carnal, el que está de pie con el Cordero en el monte de Sion celestial. Estos seguidores fieles del Hijo de Dios son los que tienen el nombre del Padre "escrito en sus frentes" como marca de identificación (Ap 14;1). Esta no es una marca literal, así como no están de pie en el monte de Sion literal en Jerusalén en compañía de un cordero literal. La marca representa lo que los distingue como siendo siervos de Jehová Dios (Rom 9;6-8) (GI 3;29)
El número total de 144.000 personas a quienes se sella como el Israel espiritual ha de considerarse como número literal y no como simbolismo. Esto se discierne por el hecho de que este número específico que compone al Israel espiritual se contrasta inmediatamente después de alistar a las simbólicas doce tribus, con "una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar" (Ap 7;9). (La fuerza de su contraste se pierde si 144.000 es cifra simbólica y también lo es la muchedumbre "que ningún hombre puede contar" ("iDespertad!" de 8.12.62, pág 27)) Estos están delante del cordero y no en el monte de Sion con él como están los 144.000. Esta conclusión armoniza con otra parte de la Biblia donde Jesús habló de sus seguidores ungidos y escogidos como un "rebaño pequeño" (Lc 12;32). El hecho de que números en medio de simbolismos pueden ser literales lo manifiesta (Ap 21;14) donde se menciona a los doce apóstoles del Cordero junto con simbolismos. (Así tambien, es literal, los mil años del reinado de Cristo (Ap 20;2,3,6,7)) ("iDespertad!" de 22.6.64, pág 27-28)
Dicen los TJ al hablar de la "Parusia" o "presencia" de Jesucristo: "Recuerde que el libro de Revelación se presentó "en señales" (Ap 1;1). Este pasaje: "¡Miren! Viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que lo traspasaron" (Ap 1;7) debe, pues, ser simbólico." ("La Atalaya" de 1.10.92, pág 16-17)
Análisis:
Si el Apocalipsis "se presentó en señales" y esta es una de las razones por las que debe entenderse en sentido simbólico la expresión "todo ojo", ¿por qué no aplicar el mismo razonamiento al hablar de los 144.000 elegidos?. ¿En este caso, no debe entenderse en sentido simbólico?
Antes de cualquier comentario sobre este tema deberíamos recordar a los TJ lo que ellos mismo nos dicen al hablar de otro tema que tiene que ver con el libro del Apocalipsis (o Revelación): "Recuerde que el libro de Revelación se presentó "en señales" (Ap 1;1). Este pasaje, pues, debe ser simbólico". ("La Atalaya" de 1.10.92, pág 15). Cualquier referencia, pues, en el tema que estamos tratando al Apocalipsis debe ser simbólico... ¿incluído los 144.000?.
s/TJ:
Estos 144.000 israelitas espirituales son llamados no sólo de entre los judíos naturales, sino de entre muchas naciones. como (Ap 5;9-10) indica: "Eres digno de tomar el rollo y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste personas para Dios de entre toda tribu y lengua y pueblo y nación, e hiciste que fueran un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán como reyes sobre la Tierra". Los que son reyes y sacerdotes con Cristo, los que están con él en el monte de Sion celestial, están limitados a 144.000; pero son tomados de entre todas las naciones.
Aun antes de que los registros de familia judíos fueran destruidos en 70 dC, Pablo había declarado: "No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una persona en unión con Cristo Jesús" (Gl 3;28). Si Juan estuviera identificando a los judíos literales llevados al Reino, estaría violando el principio de que no hay ni judío ni griego identificados como tales después de entrar en unión con Cristo ("¡Despertad!" de 8.12.62, pág 27)
Análisis:
Los TJ afirman que sólo 144.000 elegidos -ni uno más ni uno menos iran al cielo. Pero, Dios, invita a todos los hombres, sin distinción, al Reino de los cielos. "No hay distinción entre judío y gentil; uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan. Todo el que invoque el nombre del Señor, Será salvo" (Rom 10;12,13). Pedro declara igualmente: "Compruebo, en verdad, que Dios no tiene acepción de personas, sino que, en cualquier nación, el que le teme y practica la justicia le es grato" (Hech 10;34-35)
No se lee en ninguna parte de los Evangelios que Nuestro Seûor hubiese venido solamente para un grupo privilegiado. Al contrario, sus palabras de misericordia y sus atenciones para con los pecadores muestran claramente que vino a salvar a todos los hombres que quisieran aprovecharse de la salvación. Explícitamente dijo, hablando de El mismo: "El Hijo del hombre ha venido a buscar Y SALVAR lo que estaba perdido" (Lc 19;10). Pensemos en las parábolas de la oveja perdida y del hijo pródigo. Y, aunque El mismo consagró toda su actividad casi exclusivamente a los hijos de Israel, envió, sin embargo, a sus apóstoles a predicar por el mundo entero: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado SE SALVARA; el que no crea se condenará" (Mc 16;15,16). Ninguna distinción, ninguna restricción: "Predicad a toda criatura...el que crea....SE SALVARA". Por otra parte, S. Pablo escribe claramente a Timoteo: "Dios, nuestro Salvador.... quiere que TODOS los hombres SE SALVEN y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2;4)
Ahora bien, SALVARSE quiere decir llegar a la felicidad del cielo y a la visión de Dios obteniendo la vida eterna. El Evangelio ignora en absoluto cualquier otro género de salvación. No hay más que dos destinos para el hombre: O vida eterna o condenación eterna. Nuestro Señor mismo ha definido la vida eterna: "la vida eterna es que te conozcan a tí, como único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3). Ver también (1Jn 2;24-25). Y éste es el único premio que se destina a los discípulos de Cristo, no hay otro: Conocer a Dios y a Jesucristo de un modo vital, íntimo, amoroso, no abstracto (Jn 3;14-21) (Jn 8;55) (Jn 10;15) (Jn 14;23) (Jn 16;3) (1Jn 5;20) (1Jn 2;5) (1Jn 4;7-8). En (Mt 19;16-29) y pasajes paralelos de (Mc 10;17-21) y (Lc 18;18-22) queda claro que SALVARSE es sinónimo de obtener la Vida eterna en el "Reino de los cielos" o en el "Reino de Dios" que es lo mismo (Ap 14;1-3)(1Cor 15;40-53)(Ap 5;9-10)
"Conozco a un hombre en unión con Cristo que, hace catorce años, -si en el cuerpo no lo sé, o fuera del cuerpo no lo se; Dios lo sabe-fue arrebatado como tal hasta el tercer cielo... fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inexpresables..." (NM) (2Cor 12;1-4) Esta claró que el tercer cielo es igual al Paraíso...
De varios hombres fieles de antes de Cristo: "Eran extraños y residentes temporales en la Tierra... pero ahora están haciendo esfuerzos para obtener un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo... por lo tanto Dios... les tiene lista una ciudad" (NM) (Hb 11;14-16)
A pesar de todo esto, los TJ nos dicen: "Cuando Jesucristo habló de vida eterna se refería a la vida eterna que tendría alguien o en los cielos como espíritu inmortal que gobernaría con Cristo, o a la vida eterna de alguien como humano en una tierra paradisíaca bajo esa gobernación del Reino (Jn 11;11)" ("El hombre en busca de Dios", pág 248)
s/TJ:
La Biblia también se refiere a esta congregación de 144.000 miembros mediante términos como "la novia", "la esposa del cordero", "el cuerpo de Cristo", "el templo de Dios", "el Israel de Dios" y "la nueva Jerusalén" (Ap 21;9) (Ef 4;12) (1Cor 3;17) (Gl 6;16) (Ap 21;2) ("Usted puede vivir para siempre...",pág 126)
"Los que pertenecen al Cristo" son los 144.000 discípulos fieles a quienes se escoge para que gobiernen con él en el Reino (A,172). Sobre la resurrección celestial de estos, la Biblia dice: "Feliz y santo es cualquiera que tiene parte en la primera resurrección; sobre éstos no tiene autoridad la muerte segunda, sino que serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años" (Ap 20;6)(Ap 14;1) (Ap 14;3). Por eso los que siguen en orden para ser resucitados después de la resurrección de Cristo, son los 144.000. Ellos tienen parte en la "primera resurrección", o "la resurrección más temprana" (Flp 3;11) ("Usted puede vivir...", pág 172 y 173)
Entre estos 144.000, se encuentran los apóstoles y otros cristianos primitivos (2Tim 4;8) (Mt 19;27,28) (1Cor 1;1-2) (1Cor 6;2) (Jn 14;1-3) ("Usted puede vivir...", pág 123).
Los 144.000 llegan a ser parte de la "descendencia" de Abrahan herederos con respecto a una promesa (Gl 3;16) (Gl 3;29) (St 2;5)
("Usted puede vivir...", pág 124)
Pero entre estos 144.000, no se encuentran David, Job, Juan el Bautista, etc, (Hech 2;29-34) (Job 14;13-15) (Jn 3;13) (Mt 11;11) ("Usted puede vivir...", pág 121) Por ejemplo (Hech 2;29-34) nos explica que David ni subió ni subirá al cielo. Poco después de la resurrección de Jesús, el apóstol Pedro dijo a una muchedumbre de judíos: "El cabeza de familia David... falleció y también fue sepultado y su tumba está entre nosotros hasta este día... De hecho David no ascendió al cielo. (Hech 2;29-34) Así que David, quien fue un hombre bueno, no fue al cielo... De hecho todos los hombres y mujeres fieles que murieron antes de la muerte de Jesús tenían la esperanza de vivir de nuevo en la Tierra, no en el cielo. Serán resucitados para que estén entre los súbditos terrestres del reino de Dios. (Sl 72;7-8) (Hech 17;31) ("Usted puede vivir..." , pág 123).
Análisis:
Interpretaciones similares hacen con relación a Job y a Juan "el Bautizante". De hecho la cita escriturística que efectúa Pedro en (Hech 2;29-34) es la del (Sl 110;1), que aplica a la gloriosa exaltación de Cristo hasta el trono del Padre (Hech 2;34-35). Es un salmo directamente mesiánico, que había sido citado también por Jesucristo para hacer ver a los judíos que el Mesías debía ser algo más que hijo de David (Mt 22;41-46). S.Pablo lo cita también varias veces (1Cor 15;25) (Ef 1;20) (Hb 1;13). El razonamiento de Pedro es, en parte, análogo al de Jesús, haciendo ver a los judíos que esas palabras no pueden decirse de David, que está muerto y sepultado, sino que hay que aplicarlas al que resucitó y salió glorioso de la tumba, es decir a Jesús de Nazaret, a quien ellos crucificaron. La conclusión, pues, como muy bien deduce S.Pedro (v36), se impone: Jesús de Nazaret con el milagro de su gloriosa resurrección, ha demostrado que él, y no David, es el "Señor" a que alude el (Sl 110), y el "Cristo" (hebr. Mesías) a que se refiere el (Sl 16)
Cuando S. Pablo en (Hech 23; 1-11) se está defendiendo delante del Sanedrín, dice: "Hermanos (¿se habrán fijado los TJ que dijo "hermanos"), yo soy fariseo e hijo de fariseos: Por nuestra esperanza en la resurrección de los muertos, soy traído a juicio". S.Pablo dice "nuestra esperanza" y claramente la esperanza de S.Pablo era la resurrección, no para volver a la vida aquí en la Tierra, sino para estar junto a Cristo en el cielo. Por lo tanto, al decir nuestra, nos está dando una referencia de cuál podía ser la esperanza de los judíos fariseos quienes, como se dice a continuación, creían en los ángeles y en los espíritus. En (Hech 24;15) se dice que S.Pablo tiene la misma fe en la Ley y los Profetas que tenían los judíos y su misma esperanza en la resurrección de los justos y de los malos.
¿Pero quiénes son los 144.000 que se citan en (Ap 7;4). Esos 144.000 son 12.000 de cada tribu de Israel (Ap 7;4-8). Podría referirse a los fieles convertidos del judaismo. El vidente de Patmos coloca la tribu de Judá en primer lugar, por ser la tribu de la cual había salido el Mesías, Jesucristo. La tribu de Dan no es nombrada, tal vez porque una tradición judía la consideraba como maldita, por suponer que de ella había de salir el anticristo. Pero con el fin de que subsista el número 12 -número sagrado de las tribus de Israel- el hagiógrafo nombra a la tribu de Leví y desdobla la tribu de José en las de Efraim (en lugar de Efraim es nombrado José) y de Manasés. Claro es que los números no tienen más que valor simbólico. Tal vez este cuadro provenga de (Ez 48;1 y ss).
Según los TJ, la agrupación de los 144.000 comenzó en Pentecostés en el primer siglo y continuó hasta 1935, cuando se completó el grupo y se cerró la puerta. Los nuevos creyentes desde el año 1935 no son parte de la congregación de 144.000 sino que forman una clase secundaria llamada la "grande muchedumbre" de "otras ovejas".
(Ap 7;4) dice que los 144.000 son "de los hijos de Israel", pero los TJ enseñan que la Congregación cristiana se representa simbólicamente como el "Israel espiritual" y que por eso se extraen los 144.000 de todas las naciones. Sólo tenemos que leer los pocos versículos que siguen para desacreditar su interpretación: "De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu... etc, etc." (Ap 7;5-8) ¿Cómo se podría hablar con más claridad de Israel que haciendo una lista de las doce tribus que componen esta nación?. Los TJ insisten en que la referencia a los 12.000 de cada tribu es simbólica, así como las mismas doce tribus. Pero entonces tendríamos que, lógicamente, la multiplicación de los doce mil simbólicos de las 12 tribus simbólicas debiera dar un número total de 144.000 simbólico también. No obstante, los TJ creen y enseñan que 144.000 es un número con un valor exacto. O sea, la multiplicación de dos números simbólicos dan como producto un número literal (?). La interpretación de los TJ lleva a una flagrante contradicción.
También hemos de recordar que cuando los TJ dicen que los apóstoles "juzgarán" -entendido literalmente- conjuntamente con Jesús, juzgarán a todo el mundo, pero en (Mt 19;27-29) (Lc 22;28-30) que aportan como prueba, dice que juzgarán "a las doce tribus de Israel". Por lo tanto, o lo cogemos todo literal o todo simbólico.
En el Apocalipsis, S.Juan utiliza con profusión el simbolismo de los números: 12 significa en nuestro texto, la perfección, y 1.000 una multitud considerable pero indeterminada. El número 144.000 es el producto de multiplicar 12 * 12 * 1.000. En manera alguna puede designar el número exacto, matemáticamente limitado, de los que llegarán a ser únicamente "creaturas espirituales" como quieren los TJ.
Los TJ nos siguen enseñando que tampoco ha de entenderse Israel, del mismo párrafo, de forma literal ya que se refiere a la Israel espiritual, a la Iglesia de Cristo.
Los TJ cuando tratan de (1Cor 3;11) ("La Atalaya" de 15.11.63, pág 679) hacen un razonamiento al hablar del purgatorio que si lo aplicamos aquí han de aceptar -con toda lógica- que los 144.000 son simbólicos, porque también lo son los 12.000.
¿Cuál es el razonamiento que hacen los TJ analizando (1Cor 3;11) Dicen: "Se afirma que la enseñanza del purgatorio tiene apoyo en las Escrituras... Entre los principales textos que se usan para probar esto se halla (1Cor 3;11-15). ¿Puede usarse este texto para probar que haya un purgatorio? No, no puede usarse así. En primer lugar, dado que las obras del cristiano no son literalmente oro y plata, heno o paja, tampoco sería literal el fuego..." Exactamente el mismo razonamiento que presentábamos más arriba: Dado que las doce tribus y los 12.000 de cada tribu no son literales, tampoco es literal la cifra de 144.000... Pero ya sabemos que los TJ tienen salida para todo...
¿Y quien conforma el otro grupo de 144.000 que se cita en (Ap 14;1-5)?. En oposición al dragón y a sus auxiliares, en (Ap 14;1-5), nos presenta el profeta al Cordero en el monte de Sion, símbolo del templo y de la ciudad santa, rodeado de otros 144.000 escogidos, que no son los de antes (Ap 7;4), sino los fieles de Cristo, que no han querido adorar a la Bestia, son llamdos "vírgenes" en el sentido de que no se han manchado con el culto de los ídolos paganos, principalmente con el culto de la Bestia o culto imperial. Roma era la Gran Prostituta (Ap 19;2); en cambio el Cordero de Dios era inmaculado.
Tanto el Cordero como los 144.000 vírgenes estaban sobre el monte Sion. En el AT, el monte Sion era el símbolo de la fuerza y de la seguridad para Israel, porque Dios habitaba en él y lo protegía contra todo enemigo. (Sl 2;6) (Sl 48;1 y ss) (Sl 53;7). De igual modo, Sión significa en nuestro pasaje del Apocalipsis un sitio seguro de refugio en el que el Cordero reúne a sus pacíficos ejércitos. Mientras que el Dragón y la Bestia estaban apostados sobre la arena movediza de la playa y las olas del mar, el Cordero está sobre el monte Sión, símbolo de seguridad y estabilidad.
El Cordero, a quien siguen los elegidos, es al mismo tiempo su pastor. Jesús les precede y ellos caminan en pos de él. Rescatados de entre los hombres cautivos del pecado por el precio de la sangre del Cordero, constituyen las primicias de la masa de los redimidos ofrendadas a Dios y al Cordero. La Ley de Moisés prescribía la ofrenda de las primicias de los frutos de la tierra. Estas primicias, por ser los primeros frutos, eran naturalmente, considerados como lo más excelente, y por eso eran ofrecidos a Dios. Pues tales son los que forman esa multitud de almas escogidas de entre la masa de los seres humanos.