sábado, 15 de febrero de 2014

JESUCRISTO RESUCITÓ PRIMERO DE ENTRE LOS MUERTOS

s/TJ: 

Cuando Jesús estuvo en la Tierra, lo  cual fue más de 4.000 años después de la rebelión de Adán y Eva, dijo: "Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el  Hijo del hombre" (Jn 3;13).  Por lo tanto, de acuerdo con las propias palabras de Jesús, ningún hombre había ido al  cielo durante todos  aquellos 4.000  años de la  historia humana hasta los días de él  ("Usted puede vivir...", pág 121).

"¿Quién  bajará al  abismo?.   Esto es,  para hacer  subir  a Cristo  de entre los muertos" (NC)(NM) (Rm 10;7)

A Jesucristo  se le  llama "el  primero en ser  resucitado de  entre los muertos".  Esto significa  que fue el primero que fue  resucitado de los que no tendrían  que volver a morir; el primero  que fue resucitado como persona de  la región espiritual.   Pero la  Biblia nos dice  que habría otros : "Cada uno en su  propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen  al Cristo durante su presencia". (Hech 26;23) (1Pe 3;18) (1Cor 15;  20-23) (Flp 3;20-21) (Rm 6;5) (2Cor 5;1-2) (Jn 14;1-3)  ("Usted puede vivir...", pág 172).

"Sin embargo, ahora  Cristo ha sido levantado de entre  los muertos, las primicias de los  que se han dormido  (en la muerte).  Pues  dado que la muerte  es por  medio de  un  hombre,  la resurrección  de los muertos también es por medio de un hombre.   Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el  Cristo todos serán vivificados.  Pero cada uno  en su  propia  categoría: Cristo las  primicias, después los  que pertenecen al Cristo  durante su presencia.  En seguida,  el fin, cuando entrega el reino  a su Dios y  Padre, cuando él haya reducido  a la nada todo gobierno y toda autoridad y poder" (1Cor 15;20-24) (NM)

Análisis: 

La primera expresión que Pablo  aplica a Cristo en este relacionar su resurrección con la nuestra, es la de "primicias" (1Cor 15;20).  Era éste un término  muy usado  entre los  judíos, con  el que designaban los primeros frutos de la cosecha, consagrados a Dios, y en los que se consideraba incluido, en  cierto modo, todo el  resto, que quedaba con  ello  bendecido y santificado (Ex 23;16) (Lv 23;10) (Rom 11;16). Las  "primicias" , pues, suponen otros frutos en retaguardia, de la misma naturaleza que esos que constituyen las primicias.
   
Los TJ enseñan  que Cristo resucitó en espíritu y  que en espíritu subió al cielo, para volver en espíritu. Veamos como la Biblia dice, precisamente,  lo contrario: que Cristo subió al cielo en carne, tal como había resucitado,  y así, igualmente, volverá y se le  verá (Lc  24;36-42)(Hb  10;20) (1Tim  2;5)  (Mt 24;30-31)  (Mt 24;32-34) (Lc 17;26-30) (1Tes 4;15-17) (2Tes 2;8).

Siguiendo con (1Cor 15;20-24), en son de triunfo y como tratando de borrar la mala impresión que pudieran haber dejado las tan pesimistas hipótesis anteriores (v.13-19) S. Pablo lanza un rotundo "no" a todas ellas, como diciendo que no nos preocupen, pues de hecho "Cristo ha resucitado de entre los muertos" (v.20). A continuación, S. Pablo va a explicar esa conexión  íntima entre la resurrección de Cristo y la nuestra a que aludió en los (v.12-13). Por lo tanto S. Pablo no habla sino de la resurrección en virtud de la unión con Cristo, y, consiguientemente, de la resurrección de los justos.

Dos veces repite el adjetivo "muertos" en el (v.20), pero con distinto significado ya que son distintas las palabras empleadas en el original. El primero: "nekros". Tiene sentido universal y físico, pues abarca a todos los muertos, creyentes y no creyentes. El segundo: "koimaomai". Tiene sentido particular, pues  se refiere solamente a los fieles que han muerto e incluye también la idea especial de muerte física en la fe y unión con Cristo. Por lo tanto, Cristo no es "primicias" de todos los muertos, sino de determinados muertos. ("koimaomai" también figura en (1Cor 15;18))

Pablo, al aplicar este  término a Cristo resucitado respecto de los que  han muerto en la  fe de Cristo, claramente  da a entender que Cristo no  quedará solo en su condición gloriosa, sino que llevará en pos de sí la "masa" de los otros muertos unidos a El (v.23) 

Esta idea  de solidaridad entre Cristo  y los suyos queda  aún más acentuada bajo otra imagen, en  los (v.21-22)  donde se  pone en paralelismo antitético o de contraste la obra de Adán y la obra de Cristo.  Esta doctrina, S. Pablo la desarrolla ampliamente en (Rom 5;12-21) presentando  a Cristo como nuevo tronco  o cabeza  de la humanidad regenerada, que extiende su poderoso influjo vivificador a todos los hombres unidos a El, anulando así el influjo mortífero de  la obra  del primer  hombre.  Cristo  y los  suyos forman  una especie de organismo único (Rom 6;3-11) ( Gl 3;28)  que no admite diferencias de destino: dónde esté  la cabeza han de estar también los miembros (Ef 2;5,6) ( Col 1;18) (1Tes 4;14).

En el (v.21), tenemos, dos veces, hombre sin artículo, porque se trata de significar la naturaleza.

En el (v.22), conviene notar la  fuerza de la preposición en Adán, en Cristo, que expresa unión activa, vital, como la de los sarmientos en la vid. 

"Todos mueren". Esta frase no tiene restricción ninguna, porque todos están unidos con Adán. El presente indica una ley que se está cumpliendo.

"Todos resucitarán".  Esta frase no se aplica a toda la humanidad, sino a todos "los de Cristo", que son los que de hecho están en Cristo. El futuro se contrapone al pasado de la resurrección de Cristo.

Sin embargo, por lo que toca a la resurrección, en Cristo se ha realizado ya, (Hech 26;23) como primicias (1Cor 15;20); después, al fin de los tiempos, se realizará en los cristianos (Rom 8;11) (1Tes 4;14-17)

Con esto Pablo entra en la descripción de los últimos momentos del drama escatológico, cuando, vencidos todos sus enemigos, llegado a su fin el mundo actual Cristo entregue el reino al Padre. 
Una vez vencidas las potencias hostiles que se oponen al reino de Dios (1Cor 2;6)  (Ef 6;12) (Col 2;15), puestos ya en seguro todos los redimidos,  como general victorioso  que vuelve de la campaña encomendada por el  Padre (Jn 17;4) Cristo le entrega el reino (v24).

Ni esto ni  los versículos siguientes se oponen a  la divinidad de Jesucristo ya que Pablo habla aquí  siempre del Hijo como Mesías y en su obra de Mesías.