s/TJ:
Antes del Diluvio, Satanás logró apartar de la
religión verdadera a la
mayoría de la humanidad. Sin
embargo, Noé "halló favor
a los ojos de Jehová". ¿Por qué? Porque
"andaba con el Dios verdadero". En
otras palabras, practicaba la adoración verdadera. La religión verdadera no es ceremonia ni rito, sino un modo de
vivir. Abarca ejercer fe
en Jehová y servirle obedientemente, "andar con él". Noé hizo eso (Gn 6;8,9,22) (Gn
7;1) (Hb 11;6-7)
Parece que poco después del Diluvio el Diablo
utilizó a Nemrod, hombre
muy conocido por su "oposición a
Jehová", en un esfuerzo por unir a toda la humanidad en una forma de
adoración que de nuevo estaría en oposición a Jehová (Gn 10;8-9)(Gn 11;2-4) Habría
sido una religión falsa unificada de adoración al Diablo, que tendría como
centro la ciudad y la torre que sus adoradores construyeran. Jehová frustró a aquellos planes al confundir el "un solo lenguaje" que toda la humanidad
hablaba entonces (Gn 11;5-9). Por eso la ciudad llegó a conocerse como Babel, más
tarde Babilonia, nombres que significan "confusión". Aquella confusión
lingüística hizo que la humanidad se dispersara por toda la Tierra.
No obstante, tomando como base la historia de la mitología y la religión, parece que antes de que Jehová dispersara a la humanidad, Satanás había inculcado
en la mente de sus adoradores ciertos principios fundamentales de
religión falsa. Entre ellos estuvieron los conceptos
religiosos de un alma que
sobrevive a la muerte, del
temor a los muertos y de la existencia de
un mundo infernal subterráneo, además de la adoración de innumerables dioses y diosas,
algunos de los cuales eran
agrupados en
tríadas. Los diversos grupos lingüísticos llevaron
consigo aquellas creencias hasta los extremos de la
Tierra. Con el tiempo surgieron variaciones
de esos conceptos fundamentales. Pero
en general, estos forman la estructura de
la religión falsa por todo el mundo.
Aunque su intento de crear una religión falsa unida con su capital en Babilonia quedó frustrado, Satanás se conformó con tener diferentes formas de adoración falsa, que eran de inspiración babilónica y tenían el propósito
de desviar hacia él la
adoración que pertenecía a
Jehová. Babilonia siguió siendo
por siglos un centro
influyente de idolatría,
magia, hechicería y astrología... componentes
esenciales de la religión falsa. No
sorprende que en el libro de Revelación (Apocalipsis) se simbolice al imperio mundial de la religión falsa como una inmunda ramera llamada Babilonia la
Grande (Ap 17;1-5) ("La Atalaya" de 1.12.91, pág 10-11)
Análisis:
Aunque
los TJ enseñan que el fragmento del Génesis que va desde (Gn 10;2) hasta (Gn 11;10), Moisés lo escribió a partir de un libro escrito por Sem, esta narración, a partir de (Gn 11;1) parece que está fuera de lugar, ya que viene después de la dispersión de las gentes "según sus regiones y lenguas" (Gn 10;31). El estilo de la narración es antropomórfico
y folklórico, como el de los
capítulos 2 y 3, y el
empleo del nombre de Yahvé
indica que el fragmento procede del documento
yahvista. Sin
embargo, dentro de la narración parece que hay indicios de compilación. Así se reflejan duplicados: dos veces desciende Dios del cielo, una para ver la ciudad y la torre (v.5), y otra para confundir las lenguas (v.7);... se construye
una ciudad y una torre con doble finalidad: hacerse famosos y evitar la dispersión (v.4), y hay doble operación divina: confusión de las lenguas y dispersión de los pueblos. Por estas diferencias se ha concluido en la aceptación de la existencia de dualidad de fuentes: según una, los hombres intentaban edificar una ciudad para hacerse famosos, y
Dios les confunde las lenguas;
por eso se llama la ciudad Babel. Según otra, quieren construir una torre para preservar a la humanidad
de la dispersión; Yahvé impide continuar y dispersar la
humanidad.
El primer
versículo del capítulo 11 nos traslada a la época en que los hombres no se habían dividido "según sus lenguas, regiones y naciones"
(Gn 10;5,20-21). A lo menos el autor de este fragmento
aparenta desconocer esta
época. Todos unidos se encaminan hacia Oriente, donde se
desarrolla la vida
primitiva de la humanidad, y el término de la peregrinación es la tierra de Senaar, es decir, la Mesopotamia meridional. El hagiógrafo, pues, parece suponer que los salvados del diluvio y sus descendientes, bajaron de la zona montañosa de Armenia y se dirigieron hacia la llanura feracísima regada por el Tigris y el Eufrates. Es el itinerario de los sumerios,
que, procedentes de una zona montañosa, se instalaron en el sur de
Mesopotamia. A la vista de la
feracísima tierra, quieren abandonar la
vida nómada del pastoreo y
edificar una ciudad para instalarse
en plan de vida sedentaria
y cultivar la tierra. Pero, aunque unidos
en la vida ciudadana
momentáneamente, presienten el momento de
su dispersión y quieren levantar un recuerdo que les perpetúe ante las nuevas
generaciones y les haga
famosos (v.4). La expresión: "una torre que toque a los
cielos" está dentro del género hiperbólico y arrogante de las
inscripciones de los
constructores asirios y babilónicos. (Ver nota 4 en BC, I, pág 160)
A Dios no le agrada que los hombres permanezcan unidos en esa ciudad y quiere la dispersión para poblar la tierra en todos sus continentes, y por eso les va a
confundir las lenguas, de modo que se
vean obligados a tomar derroteros
diferentes. Por eso aquella ciudad fue llamada Babel, porque allí
"confundió Yahvé la
lengua de la tierra toda"
(v.9).
La etimología
es popular, jugando con el verbo hebreo "balal", que significa
"mezclar, confundir". En realidad, Babilonia viene de "Bâb-ilâni" (puerta
de los dioses), que es,
a su vez, traducción del
sumerio "Ka-dingir-ra-ki". Por ley
natural, la división de los
pueblos nace de la
necesidad de medios de vida que ha hecho que a la búsqueda de su
satisfacción se hayan ido dispersando. Así
como la diferenciación de las razas es efecto de los diversos climas, los cuales
imponen a la vez diferentes géneros de vida. De todo ello, proviene luego la
diferenciación de las lenguas. Pero
tanto la de las razas como la de las lenguas procede con gran lentitud, como
nos lo demuestra la historia. Los tipos negros que nos han dejado representados los
egipcios, no se diferencian de los actuales, y las lenguas
neo-latinas conservan una
semejanza muy grande, a pesar de los siglos, con la lengua madre. Supuesta la unidad de la especie humana y la existencia de una lengua primitiva, una y otra diferenciación -la de las razas y la de las lenguas- ha debido exigir muchos siglos. La ciencia ha demostrado la reducción a cierta unidad de
lenguas aparentemente muy
distanciadas, de donde se infiere la posibilidad de acercarlas todas a un tipo
primitivo.
Este fenómeno
de la diferenciación de idiomas ha suscitado siempre la curiosidad de los
pueblos (Is 33;19). Para los antiguos, esta diversidad de
lenguas era un misterio, suponiendo que la humanidad tuviera un mismo origen. Por eso no tiene nada de particular que hayan surgido explicaciones populares más o menos legendarias. Babilonia era el centro comercial del
Oriente, en el cual venían a darse
cita muchas naciones y lenguas. No
menos debía impresionar, máxime a
los nómadas, la vista de la gran
ciudad con sus murallas y torres,
de las que se podía decir mejor
que de las murallas de Canaán que llegaban al cielo (Dt 1;28). Una mayor admiración tenía que producir la ciclópea construcción del "zigurrat", llamado enfáticamente
"fundamento del cielo y de la tierra", que se erigía en forma de torres escalonada de 90 metros de altura, con tres terrazas que se comunicaban
por una rampa de nueve metros de
ancha. Aún queda la parte inferior de 30 metros de altura, sepultada entre la arena. En torno a la construcción de ésta, sin duda que surgieron
explicaciones folklóricas, relacionadas con el
fenómeno de la diversidad de lenguas reinante en el emporio comercial babilónico. A esta leyenda, la tradición hebrea habría dado un alcance religioso y
espiritual, viendo en la dispersión de los
pueblos y la confusión de las lenguas el castigo divino del orgullo humano... es en la persona de Abraham en la que la humanidad dispersada
encontrará su unidad; tal perspectiva basta para justificar el relato de la
torre de Babel en la historia de los orígenes... Además se deduce la lección
moral sobre la vanidad del esfuerzo humano fuera del reconocimiento del
soberano dominio de Dios.
Resumiendo: Los
israelitas... y los TJ, pensaban y piensan que la diversidad de idiomas había
sido causa de la diversidad de pueblos. Nosotros sabemos hoy por la ciencia que
lo que ocurrió es precisamente lo contrario. La lenta formación de los pueblos
ha dado lugar a la formación de las lenguas. Así, pues, el autor sagrado recoge
la explicación popular relativa al origen de la diversidad de lenguas y la
corrige, informándola de la doctrina monoteísta. Los profetas nos hablan de la
soberbia de la gran ciudad de Babilonia. Precisamente es este el vicio que Dios
menos puede soportar (Is 33;19) (Is 47;1) (Jr 50;31-35) (Jr 51;7) Y así, el
autor sagrado, nos presenta el hecho de la diferenciación de lenguas, que
divide los pueblos y quebranta sus fuerzas, corno el castigo divino de su
orgullo.
El plural
"Bajemos... y confundamos",
no es vestigio de politeísmo, sino un plural deliberativo o intensivo. Aunque
aquí, los TJ para ser coherentes, deben decir que el Padre está hablando con el
Hijo, como nos enseñan que ocurre en (Gn 1;26).
Dentro de la
doctrina de los TJ, tomando al pie de la letra el contenido de este capítulo 11
de Génesis, ¿cuántas personas entre hombres y mujeres, niños, adultos y
ancianos, descendientes de Noé, hablando una sola lengua, deberían llegar a la
llanura en la tierra de Senaar para acometer la edificación de la ciudad y la
torre de Babel?. ¿Dos, tres generaciones?. ¿Treinta personas?, ¿cuarenta?,
¿cien?. Era de todo punto
imposible la obra. Ni con doscientos, ni con trescientos...
Según el texto masorético, desde el
diluvio hasta Abraam, pasaron 292 años, según el texto de los LXX pasaron 1.070
años y según el texto samaritano 940
años. Pero todas estas cifras son insuficientes para cubrir
el lapso de tiempo que los documentos y monumentos del Antiguo Oriente elevan a
varios milenios. Sabemos hoy en día que la lenta formación de los pueblos ha
dado lugar a la formación de las lenguas. No como los israelitas pensaban, y
enseñan los TJ, que la diversidad de idiomas había sido causa de la diversidad
de pueblos. (Véase B.C.I, pág 161 ).