domingo, 6 de marzo de 2016

QUÉ ES LA FE Y CÓMO SE OBTIENE. LA FE NO ES POSESIÓN DE TODOS

QUÉ ES LA FE Y CÓMO SE OBTIENE. LA FE NO ES POSESIÓN DE TODOS
s/TJ:
“Jehová quiere que ejerzamos fe en  sus promesas.  Sin embargo, "la fe no es  posesión de  todos"  (2Tes  3;2).  Esta  cualidad  es  un fruto  del espíritu santo,  es decir, la fuerza  activa de Dios (Gl  5;22-23).  Por eso únicamente  los que  son guiados  por el  espíritu de  Jehová pueden ejercer fe.
 
Pero  ¿qué es  la  fe?.   El apóstol  Pablo  la  llama "la  demostración evidente de realidades aunque no se  contemplen"... la fe también es "la expectativa segura de las cosas que se esperan" (Hb 11;1) 
Para agradar a Jehová tenemos que  cifrar fe en su promesas.  Nuestra fe en las  promesas de Jehová y  nuestra gratitud por la  libertad que Dios nos ha dado deben impulsarnos a hacer lo sumo posible por ser cristianos ejemplares. Pedro dijo:"  Contribuyendo ustedes  en respuesta  todo esfuerzo  solícito, suministren  a  su   fe,  virtud;  a   su  virtud, conocimiento; a su conocimiento, autodominio; a su autodominio, aguante; a su aguante, devoción piadosa; a su devoción piadosa, cariño fraternal; a su cariño fraternal, amor" (2Pe 1;5-7) 
Pedro dijo que  la virtud, el conocimiento, el  autodominio, el aguante, la devoción piadosa, el cariño fraternal y  el amor son ...  Cada una de las  cualidades que  Pedro menciona  en  este pasaje...  tienen que  ser elementos de nuestra fe.”  ("La Atalaya" de 15.7.93, pág 13) 
Análisis:
Para  los TJ,  los dones  y virtudes  que se  nombran en (2Pe 1;3-11) están dirigidos todos  hacia la fe. En efecto, dicen: "Si a nuestra fe suministramos virtud, conocimiento, autodominio, aguante, devoción piadosa, cariño fraternal  y amor, entonces  pensaremos, hablaremos y obraremos siempre como Dios aprueba" ("La Atalaya" de 15.7.93, pág 14). Pero el  proceso descrito por el autor sagrado en los v.3-4 es precisamente al contrario: La fe y todas las virtudes están dirigidas hacia la caridad. El autor sagrado, con una construcción concatenada en forma gradual (clímax), inculca la práctica de las virtudes. De esta manera quiere significar que las virtudes nacen unas de otras y se completan mutuamente. 
Al don de la fe, que es principio de toda justificación, el cristiano ha de unir la energía moral, la fuerza y el vigor de ánimo para obrar el bien. A la energía moral ha de juntarse la ciencia práctica, que hace conocer el bien que debe hacerse y el mal que debe evitarse. Energía moral  y ciencia práctica son correlativas: ésta da las directrices y aquella las ejecuta. A la ciencia va unida la templanza, por medio de la  cual el hombre se domina a  sí mismo y a sus  pasiones. La templanza es necesaria para que la ciencia y el conocimiento no sea turbado por la pasión y los excesos. A la templanza se ha de unir la paciencia en las aflicciones, mediante la cual perseverarán en el bien a pesar de las dificultades y no sentirán desaliento en la espera de la parusía. A la paciencia ha de ir unida la piedad para con Dios, que le confiere todo el valor religioso que puede poseer la paciencia. 
La verdadera piedad que Dios espera de nosotros es el que amemos a nuestros hermanos, (1Jn 4;7) como miembros que son de una sola familia. Pero el amor fraterno no basta, es necesario amar a todos los hombres amando primero a Dios. La caridad para con Dios y para con el prójimo es lo que realmente ha de distinguir al verdadero cristiano. Esto es lo que nos enseña el sermón de la Montaña (Mt 5; 43-48). El amor fraterno tiene su perfección en el amor del  prójimo (Jn 13;34 y ss) (Jn 15;12,17) (1Jn  2;10) (1Jn 3;14). La caridad constituye la coronación y la plenitud de todas las virtudes (Rm 13;10) y el lazo que las une entre sí (Col 3;14) (1Cor 13;1 y  ss). Por eso dice muy bien San Ignacio Mártir: "La fe es el principio, la caridad es el término de la vida cristiana". 
Otras enumeraciones de virtudes se pueden ver en: (Gl 5;22-23)(2Cor 6;4-5)(1Tim 6;11)(Ap 2;19) 
s/TJ:
“Tal vez una persona crea que no puede ser TJ porque no tiene bastante fe para hacerlo. Tal vez no se de cuenta de que la fe se edifica sobre conocimiento y  ella -esa persona-  no se ha esforzado por adquirir el conocimiento que tiene que ver con el significado y razón para el bautismo. Primero tiene que colocarse el fundamento del conocimiento, y luego al ejercer la persona ese conocimiento resultará la fe. 
Lo mismo es cierto en cuanto a  participar en la obra de dar testimonio. Algunas personas no quieren resistir los enredos de este mundo aun el tiempo que se requiere para adquirir el conocimiento que tiene que venir como fundamento necesario. Con tal conocimiento de la Palabra de Dios viene la  fe y con la  fe viene la habilidad y el deseo de predicar. "Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace  declaración pública  para  salvación. Porque la Escritura  dice: 'Ninguno que descansa su fe en él será desilusionado'...  Porque 'cualquiera que invoque el nombre de Jehová será salvo'. Sin embargo, ¿cómo invocarán a aquél en quien no han puesto su fe? ¿Cómo, en cambio, pondrán su fe en aquél de quien no han oído? ¿Cómo, en cambio, oirán sin alguien que predique? ¿Cómo, en cambio, predicarán a menos que sean enviados?" (Rm 10;10-15).  Fortalecida por su fe recién nacida, esta persona comprenderá que su predicación tiene una cualidad salvadora doble, como hizo notar Pablo: "Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan" (1Tim 4;16)”  ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 725)  
Análisis:
(Rm 10;17) resume el párrafo (Rm 10;10-15) que aducen los TJ: "Por consiguiente la fe es por la predicación, y la predicación, por la palabra de Cristo". Dice "por la predicación" no por la lectura de la Palabra de Dios. Tenemos, pues, que por la predicación de la palabra de Cristo es posible la recepción y aceptación de la misma obteniendo la base de nuestra fe. Sin predicación no es posible que la palabra de Cristo sea aceptada, es obvio. Y aún con predicación  muchas veces no es aceptada. Pero todavía, con recepción y aceptación, puede ser que no se tenga fe, incluso obrando ya de acuerdo con la  predicación recibida. ¿Por qué? Porque la FE es obra del Espíritu de Dios (1Tes 1;4 ss) (1Cor 2;4 ss); es, consiguientemente, don o gracia de Dios (Flp 1;29) (Ef 2;8 ss) (Jn 6;37,39,44,65) (Jn 8;47) (Jn  18;37) (1Jn  5;1) (1Jn 4;6) (Rm 1;16)  (Rm 3;24) (Rm 4;2-5) (Rm 5;15) (Rm 8;29). "la FE no es posesión de todos" (2Tes 3;2). La FE es dada por gracia, "pero si por gracia, ya no es por las obras, que entonces la gracia ya no sería gracia" (Rm 11;6). Por lo tanto el que recibe predicación (o estudia la Biblia) y la acepta, no recibe la FE automáticamente, como se desprende de las enseñanzas de los TJ, llegará a tener FE... SI DIOS QUIERE. Aunque lo mismo podemos decir del que no estudia la Biblia. 
s/TJ:
“La fe verdadera es la convicción firme que está basada en un conocimiento exacto de la Palabra de Dios que es la verdad. (Rm 10;17) (Jn 17;17). En consecuencia sin un conocimiento exacto de la Palabra de Dios es imposible tener la fe con la cual agradar a Dios. El que Vd continúe progresando espiritualmente o no, realmente depende de la profundidad de su aprecio a Dios. Tal aprecio aumenta en relación con el conocimiento que Vd obtenga de él.  
Primero tiene que haber fe, y ésta proviene de un estudio de la Palabra confiada de Dios”   ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 528)  
Procediendo a un estudia regular y diligente de la Palabra de Dios "fuente de la fe" y "almacén de conocimiento que edifica la fe", asociándose con el pueblo que lleva el nombra de Dios (Col 1;10) y aceptando la ayuda que los TJ ofrecen sin motivos egoístas sino más bien por amor genuino que "no busca sus propios intereses" (1Cor 13;4-5), se va adquiriendo cada vez más conocimiento exacto y entendimiento de la Palabra de Dios que es verdad (Rm 10;17) (Jn 17;17) y vida. Se va conociendo cada vez más a Dios, sus propósitos y su voluntad.  
Ahora bien, si el conocimiento que adquirimos de Dios no es exacto, no obtendremos fe, "La fe no es posesión de todos" (Col 1;9-10) (2Tes 3;2). Sólo puede haber una fe que se basa en las enseñanzas del Dios verdadero y de su Hijo Jesucristo: Tal fidelidad no adulterada la posee una organización dirigida por Jehová Dios, a saber, la sociedad del Nuevo Mundo de Testigos de Jehová.”  (Resumen de "Programas de estudio" del 15.3.70, pág 165-168 y 190-191)  
 “Para familiarizarnos con Jehová Dios tenemos que permitirle que nos hable, no oralmente, por supuesto, sino por medio de las páginas escritas de la Biblia. Esta es la única fuente de información básica por medio de la cual podemos conocer a Jehová”.   ('La Atalaya" de 1.11.67, pág 653)  
Por la tanto, ¿por qué no hacer una investigación imparcial de la Biblia?... y, ¿por qué aceptar la palabra de otra persona en afirmación o negación?. ¿Por qué no examinar los hechos usted mismo?... lo instamos con urgencia a examinar la evidencia. Determine para usted mismo si la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios.   ("¿Es la Biblia realmente la Palabra de Dios?" , pág 10)  
Análisis:
Pero estas palabras son engañosas, porque a pesar de "instarle" a que investigue por sí mismo el contenido de la Palabra de Dios, también le dicen que vaya con cuidado de no entenderla de manera distinta a la manera como la entienden los TJ, ya que entonces "no obtendría fe". No es correcto, pues, que nos animen a leer la Biblia llevándonos a ello con engaño. Sería más coherente que se nos diga claramente que los TJ son los únicos que han recibido de Dios el don del conocimiento (a pesar de que según los propios TJ ya no existen éste ni otros dones del Espíritu) y que por lo tanto sólo a su lado podremos llegar a un entendimiento claro y verdadero del contenido de los Libros Sagrados. Nuestra obligación será entonces convencernos previamente, de que realmente los TJ son los representantes de Dios en la Tierra, o como ellos dicen "los representantes del gobierno teocrático de Dios" ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 723) para realmente dejarnos llevar de sus interpretaciones.  
s/TJ:
Si no permitimos que "la inquietud de este sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas" estorben nuestro progreso espiritual (Mt 13;22) (Mt 6;30) y si oramos diciendo "danos más fe" (Lc 17;5), iremos progresando en el aprecio a Dios y en la madurez espiritual, ya que en el estudio progresivo de la Biblia se desarrolla un amor intenso a la Biblia y a su Autor, así como a su Hijo Jesucristo (Ef 4;4-6)   (Resumen de "Programas de estudio" del 15.3.70, pág 165-168 y 190-191)  
Análisis:
Pero si como los TJ dicen en ("La Atalaya" de 1.11.67, pág 653, punto p15) que la fe no es un don, sino, más bien, una cualidad que tiene que cultivarse, ¿por qué nos dicen al final de la página que "debemos ser del estado de ánimo que expresaron los discípulos de Cristo en (Lc 17;5): "Danos más fe” 
s/TJ:
Entonces, la acción del espíritu santo, es decir, la fuerza activa de Dios, (81 5;22-23) que nos guía, hará que adquiramos y acrecentemos nuestra fe en Dios (1Tim 4;6) que es "la expectativa segura de cosas esperadas, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen" (Hb 11;1), así como en sus promesas. También llegaremos a ejercer fe en Jesucristo y en el sacrificio de rescate que Dios ha provisto mediante él (Rm 5;8) (Gl 2;15-16)  
Pero realmente no hay grado de fe, como cincuenta por ciento, sesenta por ciento, ni siquiera noventa y cinco por cientos ya que no hay concesión para nada salvo fidelidad del cien por cien a fin de conseguir la aprobación de Dios (Hb 11). Para evaluar nuestra fe, para ver si es débil o fuerte, si está basada en un fundamento verdadero y firme, tenemos que usar la vara de medir de la fe, la Palabra de Dios, la Biblia. El obrar de acuerdo con las normas de Dios y el obedecerlas son cosas esenciales.  (Resumen de "Programas de estudio" del 15.3.70,  pág 165-168 y 190-191)  
Como dijo Jesús, lo que cuenta es hacer la voluntad de Dios, sobre la que hemos obtenido conocimiento, en toda actividad de la vida. "La fe sin obras está muerta” (Sant 2;26) (Lc 6;46-49) (Mt 7;20). Las obras demuestran la sinceridad de nuestra fe (Sant 2;17).  
Así, pues, hemos de tomar la decisión por nuestra parte de hacer la voluntad de Dios, haciéndoselo saber a Dios mediante oración de gratitud (Hb 10;9) y demostrar a otros que hemos optado por Jehová, sometiéndonos al Bautismo en agua (Mt 3;13-17). De esta manera, llegaremos a ser siervos activos de Dios. Con lo cual agradamos a Dios (Hb 11;6) por cuya poder nos salvará (Rm 1;14-17)  
La expectativa segura del cumplimiento de las promesas de Dios en cuanto a un nuevo orden de justicia llegará a ser nuestra expectativa. Dentro de nosotros se irá cultivando la esperanza de vivir en ese tiempo para disfrutar de sus bendiciones (2Pe 3;13) (Ap 21;3-4). Y muy naturalmente sentiremos el impulso de hablar a otros acerca de nuestra esperanza basada en la Biblia (Mt 12;34) (Rm 10;10) (1Tim 2;4) y estaremos deseosos de declarar las buenas nuevas (Rm 1;14-17).  (Resumen de "Programas de estudio" del 15.3.70, pág 163-168 y 190-191)  
Así como la enseñanza de Jesús no atrajo a los que insinceramente se apegaban a costumbres y enseñanzas falsas, tampoco atrajo a los que eran indiferentes o perezosos. Tenían que desear la verdad para adquirirla. "De consiguiente les digo a ustedes" aconsejó Jesús, "sigan pidiendo y se les dará y sigan buscando y hallarán; sigan llamando y se les abrirá". Tiene que ser fuerte el deseo que tengamos de entender la Biblia, de modo que sigamos estudiando y preguntando y buscando hasta entenderla bien (Lc 11;9).  ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 710)  
Por medio de escoger así a sus apóstoles él demostró que la aceptación por Dios es un asunto individual basado en la fe y en las obras compatibles con esa fe, no sobre el puesto o sobre una falsa “estirpe” de antepasados religiosos. ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 719)  
Cualquiera que desee tener fe tiene que examinar la Biblia y probarse él mismo que es veraz. Para tener fe, uno tiene que creer que Dios existe, que su palabra es veraz y hacer un esfuerzo por mantener viva esa fe con alimentación y protección (Hb 11;6). Para desarrollar fe uno tiene que conseguir conocimiento. Para mantener viva esa fe una tiene que seguir estudiando la Palabra de Dios (1Tes 2;13). Al crecer la fe por el estudio, crecerá también el amor de cada uno y el de cada una para con el otro (2Tes 1;3). Primero tiene que haber fe y ésta proviene de un estudio de la Palabra confiable de Dios. ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 527-528)  
Si las personas que tienen educación limitada se esfuerzan, pronto pueden conseguir conocimiento de la Biblia y, una vez que hayan adquirido fe hasta cierto grado, pueden mantenerla viva y hacer que crezca poco a poco mientras mejoran su capacidad de estudio. ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 529)  
Análisis:
Los TJ, dedican las primeras páginas de su artículo "La Palabra de Dios, mantiene viva su fe”, publicado en ("La Atalaya" de 1.9.68) y del que hemos hecho un resumen en los dos textos anteriores, a explicarnos que la fe sólo se obtiene si se estudia la Palabra de Dios, y que ésta se contiene en la Biblia y sólo en la Biblia. Pero en estas ideas se contienen dos errores fundamentales 
Primero: La Palabra de Dios sólo se contiene en la Biblia  
Más adelante en otro apartado de este estudio examinaremos la eficacia de la tradición -no sólo de la Biblia- en cuanto vehículo de transmisión de la Palabra de Dios 
Segundo: La fe no es posible obtenerla sin un estudio previo de la Palabra de Dios 
Sí, es verdad: "sin la fe es imposible agradar a Dios" (Hb 11;6). Luego sin la fe nadie puede salvarse. Pero los TJ nos enseñan que "la fe proviene de un estudio de la "Palabra confiable de Dios" (quieren decir de un estudio de la Biblia). No, no es verdad. La fe no proviene del estudio de la Biblia. Sí es verdad, en cambio, que debe preceder a todo ello una reflexión de lo que Dios nos ha querido revelar -y no digo la Biblia, ni quiero decir la Palabra de Dios-. 
Si cae en nuestras manos una Biblia y la leemos, y por la inteligencia llegamos a comprender todo lo que en ella se contiene, estamos quizá en las puertas de la fe, pero no hemos adquirido ni desarrollado fe. Falta el paso más importante: Normalmente, la voluntad interviene y de manera decisiva en el acto de fe. Porque tratándose de verdades cuya evidencia intrínseca se nos escapa (aunque tengamos de ellas certeza firmísima, en cuanto reveladas por Dios, que no puede engañarse ni engañarnos) es preciso que la voluntad ordene al entendimiento que crea a pesar de la falta de visíón. 
Pero si mirando el cielo estrellado ello nos empuja a pensar en la existencia de un ser creador de todo lo existente, estamos, asimismo en las puertas de la fe. 
El grado de firmeza en el asentimiento de fe depende -además- de la gracia, que ilumina el entendimiento y mueve a la voluntad. La voluntad, pues, movida y actuada por la divina gracia, es esencial en la fe. Y así vemos que la fe de los santos era más firma e inquebrantable que la de los "simples" creyentes, por su mayor grado de fervor bajo el influjo de la divina gracia. En una palabra, podemos tener mucha inteligencia y mucho conocimiento de la Palabra de Dios pero, en cambio, tener poca voluntad en hacer el acto personal de fe: Dios posiblemente no estará con nosotros. Podemos, por otro lado, poseer muy poca inteligencia y escasos o nulos conocimientos de la voluntad de Dios y en cambio una gran voluntad en dar el paso que nos lleve a la fe: seguramente Dios nos ayudará a obtenerla. 
Dicen los TJ que "Si las personas que tienen educación limitada se esfuerzan, pronto pueden conseguir conocimiento de la Biblia y, una vez que hayan adquirido fe hasta cierto grado, pueden mantenerla viva y hacer que crezca poco a poco mientras mejoran su capacidad de estudio". ("La Atalaya" de 1.9.681 pág 529)... ¡Como si la fe fuera una cuestión de cantidad!... "Dijeron los apóstoles al Señor: Acrecienta nuestra fe. Dijo el Señor: Si tuvierais fe tanta como un grano de mostaza, diríais a esa morera: desarráigate y trasplántate en el mar, y él os obedecería" (Lc 17;5-6). ¿Les dice Cristo que para acrecentar su fe deben leer más y más los Libros sagrados?. No. Cristo les da a entender que hablando de fe no se puede hablar de cantidad, tener más o tener menos fe. No se trata de cantidad sino de calidad. Si vuestra fe -les contesta el Señor- nada más fuera en cantidad como un grano de mostaza, pero fuera verdadera fe, o sea, confianza total en Dios y en su Hijo Jesucristo y en su pleno poder, podríais conseguir hasta aquello que parece imposible. No se trata, pues, de acrecentar la fe, sino de hacer que vuestra fe sea de calidad, sea verdadera. 
(También puede verse (Mt 17;19) (Mt 21;21) (Mc 11;22-23) como en distintas ocasiones Jesucristo les dice exactamente lo mismo) ¿Y cómo podemos obtener fe verdadera?. Creo que no hay mejor manera que la oración y la práctica de la caridad. 
Y ya que los TJ aducen pasajes de las cartas de S.Pablo a los tesalonicenses para su argumentación podemos también analizarlos para extraer nuestras propias conclusiones: S.Pablo les dice a los tesalonicenses que serán salvos mediante "la santificación del Espíritu y la fe en la verdad". (2Tes 2;13) Está señalando los dos medios principales para conseguirlo: uno de parte de Dios: es la gracia santificadora del Espíritu (Rm 15;16) (1Cor 6,11) (1Tes 4;8); otro, de parte de los hombres: es la fe prestada a la Palabra de Dios, que es la verdad. 
Es muy de notar el consejo que da a los tesalonicenses de que "guarden las tradiciones en que han sido adoctrinados, ya de palabra, ya por carta" (2Tes 2;15). Se refiere evidentemente al mensaje evangélico, e indica dos cauces para conocerlo: la viva voz o catequesis oral y la carta o documento escrito. Ambos cauces son apostólicos y tienen el mismo valor. Claro es que, si hay "tradiciones" apostólicas que hay que admitir, (1Cor 11;2) (1Cor 11;23), hay también "tradiciones” humanas engañosas, que es necesario rechazar (Col 2;8) 
s/TJ:
"Sin embargo, ¿cómo invocarán a aquél en quien no han puesto fe?, ¿cómo, a su vez, pondrán fe en aquél de quien no han oído?, ¿cómo, a su vez, oirán sin alguien que les predique?" (Rm 10;14)   ("La Atalaya" de 1.9.68, pág 527-528)  
Análisis:
Ya que citan este pasaje de la Biblia, haciéndolo a medias, vamos a concluirlo:... ¿Y cómo predicarán si no son enviados?. Para ser mensajero autorizado y no engañoso (2Cor 11;13) (Tit 1;11), es necesario haber recibido el legítimo mandato: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuese bautizado se salvará; mas el que no creyere se condenará" (Mc 16;15-16). Así, pues, los mensajeros del Evangelio son los que hacen llegar hasta nosotros la palabra de Cristo y ponen la base a nuestra fe. (Lc 10;1) (Mt 10;1) (Lc 10;16). Si seguimos leyendo este pasaje de la carta a los Romanos, veremos que el pueblo judío, a pesar de haber oído la predicación del Evangelio, sigue sin tener fe. (Lo que demuestra que no es verdad que el estudio de la Palabra de Dios nos da la fe, como aseguran los TJ, y que profundizando en el estudio crecerá nuestra fe). También vemos como los gentiles, mucho menos preparados religiosamente que los judíos, ha aceptado la predicación evangélica y han dado el paso personal que les ha llevado a la fe.
s/TJ:
Sólo puede haber una fe que se basa en las enseñanzas del Dios verdadero y de su Hijo Jesucristo. Tal fidelidad no adulterada la posee una organización dirigida por Jehová dios, a saber, la sociedad del nuevo mundo de Testigos de Jehová.”   ("La Atalaya" de 1.11.67, pág 651  
En muchas ocasiones un ministro de los TJ , cuando participa en el ministerio del campo, visitando a la gente a sus puertas, encuentra a un amo de casa que comenta: "Oh, usted habla igual que el último TJ que pasó por aquí". Quizás más tarde oiga un comentario semejante: "Ustedes, los TJ, todos hablan igual" Nos da gusto que así sean las cosas; ésta es una buena señal. De otra manera no podríamos ser una organización que posee espíritu de Jehová, que resulta en unicidad en el modo de pensar, en propósito y en función como se recomienda tan bien en (1Cor 1;10). Obviamente, entonces, con completa unidad en el modo de pensar y de expresión, prevalecerá una sola fe.   ("La Atalaya" de 1.11.67, pág 651) 
Análisis:
S.Pablo, en (Ef 2;8-10), recalca por activa y por pasiva, que a Dios únicamente debemos nuestra salvación. Ya lo había indicado antes, hablando de la "bondad" de Dios (v.7) y de que "hemos sido salvados de gracia" (v.5); pero ahora se detiene a desarrollar de modo principal y directo esa idea. Dice que incluso la fe, que es lo que se exige de parte nuestra, es también "don de Dios" (v.8) (Rm 1;16) (Rm 30;21-26) (Rm 40;1-5). Por si alguna duda quedara de que esa salud por la fe es puro don de Dios, añade, repitiendo la misma idea en forma negativa, que "no nos viene de las obras, para que nadie se gloríe" (Rm 3;27) (1Cor 1;29). Y aun lo vuelve a recalcar, diciendo que en nuestro ser de cristianos somos "hechura" de Dios, quien al justificarnos realiza una segunda "creación", como lo fue la de nuestra entrada en la vida natural (v.10) (2Cor 5;17) (Gl 6;15). 
Ciertamente que una vez justificados, podemos hacer "obras buenas" meritorias del cielo; pero la raíz última de nuestra salud ha de buscarse en el favor divino, de modo que, incluso las obras buenas que hacemos, cooperando libremente con la gracia, nos han sido "preparadas de antemano" por Dios (v.10). 
Nuestra fe no se perfecciona mediante profundizar en el estudio de la Biblia (1Pe 3-9): Las pruebas y tentaciones de la vida presente servirán para perfeccionar nuestra fe; porque saliendo nuestra fe victoriosa de la lucha, será purificada y aparecerá incomparablemente más preciosa que el oro perecedero que ha pasado por el crisol. (Sl 66;10) (Pr 17;3) (1Cor 3;13) (Ap 3;18) Una tal fe purificada y perfeccionada por el sufrimiento será nuestro título de gloria en el día de la manifestación del Señor.(Mt 25;21) (Mt 25;34) (1Cor 4;5). 
Es falso, pues, decir que la Biblia no habla de una enseñanza oral confiada a un grupo de hombres determinados, los apóstoles. Y ellos debían elegir sucesores, a los que Nuestro Señor hacía las mismas promesas, ya que les había dicho: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos" (Mt 28;20). Bien lo habían comprendido los apóstoles, ya que se les ve escoger sucesores, como Tito y Timoteo, a los que se aconseja en el modo de gobernar las Iglesias, de vigilar la doctrina, de corregir los errores...