s/TJ:
Jesús fue ungido
para ser un sacerdote real semejante a
Melquisedec. Eso fue alrededor del 1 de octubre de
29 dC., el aniversario trigésimo de su nacimiento humano (Mt
3;13-17) (Lc 3; 21-23)
Al principio del
primer siglo de nuestra era
común fieles judíos esperaban al Mesías a
causa de las profecías registradas. Al profeta Daniel se le dijo que
"Debes saber y
tener la perspicacia de que desde
la salida de la palabra de restaurar y reedificar a
Jerusalén, hasta Mesías, el Caudillo, habrá siete semanas, también
sesenta y dos semanas" (NM) (Dn 9;25) (Ez 4;6) (Nm 14;34)
Primero hay que fijar
el punto de partida: la fecha en que 'salió la
palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén'. Y
luego tenemos que saber el espacio de
tiempo que transcurriría desde esa fecha, o
sea, precisamente la duración de esas 69 (7 más 62) semanas. Ninguno de esos
datos es difícil de
conseguir. Nehemías nos dice claramente
que la palabra de reedificar el muro de Jerusalén, lo
cual la hizo por fín una ciudad restaurada, salió "en el
año veinte de Artajerjes el rey" (Neh 2;1-8). Eso
significa que el punto de partida es el año 455
aC. (Hay prueba sólida en fuentes griegas, babilonias y persas que
indican que el primer año del reinado de Artajerjes fue
474 aC. Véase: "Perspicacia para comprender las
Escrituras", volumen 2, pág 652-654, 1016).
Respecto a las 69 semanas, ¿pudieran ser
semanas literales de siete días cada una? No; pues el Mesías
no se presentó poco más de un año después de 455 aC. Por eso la mayoría de los
escriturarios y numerosas traducciones concuerdan en
que estas son semanas
"de años". Este concepto de una 'semanas de
años', o un ciclo de siete años, era común para los
judíos de la antigüedad. Tal como
observaban un día sabático cada séptimo día, también
observaban un año sabático cada séptimo año (Ex 20;8-11)
(Ex 23;10-11). De modo que 69 semanas de años equivaldría
a 69 veces 7 años, o sea, 483 años. Lo
único que tenemos que hacer ahora es
contar. Si contamos 483 años a partir de 455 aC, llegamos a 29 dC.:
el año en que se bautizó Jesús y se convirtió en ¡el
Mesías!.
Puede que
algunos objeten diciendo que ésta
es meramente una forma moderna de interpretar la profecía
para que encaje con la historia. Si así es, ¿por
qué estaba la gente de los días de Jesús esperando que el
Mesías apareciera en aquel tiempo? El historiador cristiano
Lucas, los historiadores romanos Tácito y Suetonio, el
historiador judío Josefo y el filósofo judío
Filón vivieron cerca de aquella época e
informaron sobre la expectación que
había en aquél tiempo (Lc
3;15). Algunos eruditos de la actualidad insisten
en que la opresión romana hizo que los
judíos anhelaran y esperaran al Mesías en
aquellos días. Si así fuera, entonces ¿por qué esperaron
los judíos al Mesías en aquel tiempo y no durante la persecución
brutal griega siglos antes?." ("La Atalaya" de 1.10.92,
pág 11-12)
Año del bautismo de Jesús 'otoño del año
29 dC' ("La Atalaya" de 1.12.59, pág 708)
Análisis:
Analicemos la profecía
de Daniel, pero toda
la profecía, no solamente el versículo 29:
Daniel está
pensativo sobre el fin de la cautividad. El
profeta Jeremías había anunciado que la
cautividad duraría setenta años. Este lapso de tiempo
está pronto a cumplirse; por otra parte, el arcángel Gabriel le ha
dicho que lo que le anuncia es para el fin de los tiempos (Dn
8; 17-19). ¿Cómo compaginar ambos datos? De
nuevo Gabriel le aclara que la profecía de
Jeremías se cumplirá puntualmente en
los relativo a la reconstrucción de
la Ciudad Santa; pero, respecto al fin de las
calamidades, los setenta años se convertirán en semanas de años.
"
El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la
nación de los medos, que vino a ser rey del reino de los caldeos, el
año primero de su reinado, yo, Daniel, estaba
estudiando en los libros el número de los setenta años que
había de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén, conforme al número
de años que dijo Yhavé a Jeremías, profeta. Volví mi rostro al Señor, Dios,
buscándole en oración y plegaría, en ayuno, saco y ceniza, y oré a
Yahvé, mi Dios, y le hice esta confesión..." (Dn 9;1-4a)
La datación del capítulo 9 de
Daniel, presenta una de las
anomalías históricas clásicas en el
libro de Daniel, pues se presenta
a Darío, rey de Media y de
los caldeos, como hijo de Asuero o Jerjes, que más bien
era hijo de Darío. Sin duda hemos de acudir al modo
popular de escribir del compilador del libro de
Daniel, el cual, viviendo en el S II aC. se
hacía eco de tradiciones cuya
historicidad en los detalles es muy relativa.
Siempre debemos volver a la idea de que esta antología fragmentaria
que es el libro de Daniel es de tipo
apologético-religioso, sin pretensiones de crítica histórica. Así, muchas veces
las dataciones históricas resultan anacrónicas. El carácter artificial de esta
compilación heterogénea explica todas estas anomalías críticas.
Según la
datación del libro, lo
que va a narrar tuvo lugar bastante
tiempo después de la visión del capítulo anterior, ya que ésta fue "en el año tercero del rey
Baltasar" -pero su contenido se refiere
detalladamente a la época de los Seléucidas de Siria,
opresores de Palestina en el S II- , mientras que ahora se pone la
meditación de Daniel
el primer año de Darío,
después de la conquista de
Babilonia en 538 aC. No sabemos
cuando empezó a reinar Baltasar, hijo de Nabónides, aunque propiamente nunca
llegó a la categoría plena de rey. Algunos creen
que fue asociado al reino con su padre Nabónides en 550-49 aC.
Daniel meditaba sobre
el contenido de la
famosa profecía de Jeremías de que la
cautividad duraría setenta años. (Jr 25;11) (Jr 29;10).
En estos pasajes, el profeta anuncia a los desterrados que
deben prepararse para un largo destierro. En
efecto, en el primer año de Darío estaban
para cumplirse (partiendo del 605 aC,
primer año de Nabucodonosor en que se inician
las deportaciones) los "setenta años" de
Jeremías, y el redactor del libro de Daniel presenta a su
protagonista inquieto porque la situación de la cautividad
lleva camino de alargarse. Daniel se decide a renovar sus
prácticas de penitencia para que Dios abrevie la cautividad y le
esclarezca la profecía.
El libro de Daniel, después de presentar la
oración de Daniel, prosigue: "... Todavía estaba
yo hablando... Gabriel vino y, hablando
conmigo, me dijo:"... oye, pues, la palabra y entiende la
visión: Setenta semanas están prefijadas sobre tu pueblo
y sobre tu ciudad santa para poner fin a la prevaricación
y cancelar el pecado, para expiar la iniquidad y traer la
justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y
ungir el santo de los santos. Sabe, pues, y
entiende que desde la salida del oráculo sobre el retorno
y edificación de Jerusalén hasta un ungido príncipe habrá siete semanas, y
en sesenta y dos semanas se reedificarán plaza y foso en la angustia
de los tiempos. Después de las sesenta y dos semanas,
será muerto un ungido, sin que tenga culpa. Y destruirá
la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que ha de venir, y su fin
será en una inundación, y hasta el fin de la guerra están decretadas desolaciones. Y afianzará
la alianza para muchos durante una semana y a
la mitad de la semana hará
cesar el sacrificio y la oblación y habrá en
el santuario una abominación desoladora hasta que la ruina decretada
venga sobre el devastador".(Dn 9;20-27)
Así, pues, la
profecía no habla de sesenta y nueve años, habla de setenta (Dn
9;24) repartidos en tres etapas: Una primera de siete
semanas de años (49 años) que
termina con la aparición de un
ungido príncipe (Dn 9;25), otra de sesenta y
dos semanas (434 años) durante los cuales se reedificarán
plaza y foso en la angustia de los tiempos, y
se cerrarán con la muerte de un ungido sin que tenga culpa (Dn
9;25). Con la muerte de éste se inaugura
la última semana, que se caracterizará por una encarnizada
persecución de todo lo sagrado realizado por
el pueblo de un príncipe que ha de venir. Pero,
al fin, este príncipe será aniquilado
ante la inundación de la justicia
divina, que caerá como una tromba, aunque hasta
entonces habrá desolaciones por doquier (Dn
9;27).acontecimientos de esta última semana se abren con
la muerte de un ungido inocente y se cierran con la
muerte de un príncipe perseguidor. La obra
persecutoria de este príncipe culminará en la mitad de la última
semana, cuando haga cesar el sacrificio y la oblación, produciéndose en el
santuario una abominable desolación. Esta situación durará hasta que sea
aniquilado el devastador.
La palabra
clave para basar el cómputo matemático de la profecía
está en el v25: "desde la salida del
oráculo sobre el retorno y reconstrucción de Jerusalén" (NM traduce:
"desde la salida de la palabra de
restaurar y reedificar a Jerusalén")
¿A qué se
refiere en el contexto este "oráculo" o
"palabra"?. En el contexto parece claro que las palabras
de Gabriel se refieren al oráculo de Jeremías sobre la duración de
la cautividad que debía durar setenta años. Sobre este oráculo versaba la
meditación e inquietud de Daniel cuando se le apareció el
arcángel para explicarle su sentido. Ciertamente que éste
meditaba sobre la profecía de Jeremías expresada en (Jr 25;11) (Jr
29;10).
En (Jr
25;11) se habla de la destrucción de Babilonia después de
setenta años, lo que suponía el fin del cautiverio de los judíos. Y
esta profecía esta fechada en el año 605 aC (Jr 25;1)
En
(Jr 29;10) se anuncia no sólo la destrucción
de Babilonia , sino que expresamente se vaticina el
retorno del pueblo exiliado después de setenta años de cautiverio. Y este
oráculo fue profetizado en 596 aC. (Jr 20;1)
Por
otra parte, en las palabras de Gabriel a
Daniel se menciona expresamente el oráculo (o palabra) sobre el "retorno y
reconstrucción de Jerusalén"
que va unido al retorno de los
exiliados. En el contexto, pues, el oráculo no es
otro que la profecía de Jeremías sobre la que medita Daniel.
En consecuencia,
al hacer el cómputo de años de las semanas, hay
que partir de una de las fechas
en que Jeremías profirió su oráculo, es decir,
en 605 o en 596 aC.
Los TJ,
pensando más en el término último
de la profecía que previamente suponen referida a la
aparición del Mesías-Jesucristo, buscan un punto de partida que
cubra las 69 semanas de años. Y, si tomando como
referencia el bautismo de Jesucristo en 29 dC., calculan
los 483 años de las 69 semanas hacia atrás, llegan al año 455 aC,
en el que aseguran se dio "el mandato
de restaurar y reedificar los muros de Jerusalén",
referenciando (Nh 2;1-8)
¿A qué mandato
se refieren? Porque la autorización de Artajerjes a Nehemías
fue en el año 20 del rey Artajerjes (Nh 2;1) (Nh 1;1) y Artajerjes reinó del
464 al 424 aC. por lo que el año 20 corresponde al
445 aC. y no al 455 aC. (Por otra parte, la autorización
de Artajerjes a Esdrás fue en el año 458 aC. (Esd 7;8) (Esd 11;26)
El sistema
que usan los TJ, además de ser poco
científico es erróneo totalmente. Por
otra parte, el verdadero decreto de
retorno y edificación de la ciudad lo dio Ciro en 538 aC. (Los TJ para
avalar la fecha de 455 dan como referencia un libro
escrito por ellos mismos "Aid to Bible Understanding")
Según
esta opinión -la de los TJ- la primera
parte del período sería 7 y 62 semanas de años que se
cierran con la aparición del Mesías en
la tierra. Pero la profecía cierra este período de
62 semanas con la muerte de un ungido sin que tenga culpa. De alguna
manera bailan aquí de 1 a 3
años que corresponden a la vida pública de
Jesucristo.
Pero, además,
¿por qué la distinción de 7 y 62 semanas para significar 69?
Y, finalmente, según
esta hipótesis, la última
semana de la profecía -se habla de 70, no de 69 semanas-
sería el tiempo que va desde la muerte (?) de Cristo -hacia
el año 30 dC- hasta la destrucción de
Jerusalén por Tito -70 dC- en que se cumpliría la
abominación de la desolación de que habla (Dn 9;27)
En
este supuesto, ¿cómo se ha de encajar en una
semana de años -siete años- el tiempo que va
desde el año 30 al 70 dC? Los que patrocinan esta opinión
dan un valor matemáticamente exacto al cómputo de setenta
semanas y entonces deben dar razón
de la distribución matemática de los distintos números.
Por otra parte,
¿cómo explicar la división de la última semana en dos mitades?
Pero aquí lo que
nos interesa es que los TJ basan sus cálculos en
una profecía que 1º) dicen que habla de 69 años,
cuando en realidad habla de 70 años; 2º) Inician sus
cálculos en un año que históricamente no es cierto, el 455 aC en vez
del 445 aC; y, 3º) concluyen los cálculos en
un año que tampoco puede considerarse correcto, el 29 dC
en vez del 23 ó 24 dC.
Analicemos,
ahora, la fecha de comienzo del reinado de Artajerjes. Dicen los
TJ: "Mientras que la mayor parte de las obras
seglares establecen la fecha del comienzo de su reinado en 465 ó 464aC, hay
razón sólida para
fijarla antes". Y más
adelante escriben: El libro de Ester se refiere al año
duodécimo del reinado de Jerjes (Est 3;7) e indica
que su gobernación probablemente se extendió hasta llegar
a su año decimotercero (474 aC)"... "A pesar de que por lo general los
historiadores modernos extienden el reinado de Jerjes hasta un total
de veintiún años, y aunque algunas tablillas de arcilla
que se refieren a los años decimosexto, vigésimo
y vigésimo primero han sido consideradas de su reinado
por ciertos doctos, hay fuerte testimonio en prueba de
que la gobernación de Jerjes concluyó en 474 aC y que
entonces fue sucedido por su hijo Artajerjes Longimano." (De unas
copias facilitadas por los TJ, pág 147). Los TJ
empiezan reconociendo que prácticamente se han
quedado solos defendiendo
esta razón sólida... y este fuerte
testimonio...
Pero veamos cual
es esa razón sólida y este fuerte testimonio: "La clave de
la cuestión -s/TJ- está relacionada con la huída
del general ateniense Temístocles a la capital persa, debido a
haber sido acusado de traición en su propia tierra. El historiador
ateniense Tucídides vivió durante el reinado de Artajerjes, y él registra que Temístocles
huyó a Persia cuando Artajerjes 'acababa de llegar al trono'. (Véase Tucídides,
Libro I, cap. 137).
Nepote,
un historiador romano del primer siglo antes
de la era común, apoya esta declaración al decir: 'Sé que
la mayor parte de los historiadores han mencionado que Temístocles
fue a Asia en el reinado de Jerjes, pero doy crédito a
Tucídides en preferencia a otros, porque él, de
todos los que han dejado registros de ese
período, vivió más próximo al tiempo de Temístocles y
era de la misma ciudad. Tucídides
dice que él (Temístocles) fue a ver a
Artajerjes' (Nepote, "Temístocles",
cap. 9). De manera similar, el biógrafo griego
Plutarco, del primer siglo de la era común, dice:
'Tucídides y Charon de Lampsacus dicen que Jerjes estaba
muerto y que Temístocles tuvo una entrevista con su hijo
Artajerjes, pero Eforo, Dinón, Clitarco, Heráclides y muchos otros
escriben que vino a ver
a Jerjes. Las tablas cronológicas
concuerdan mejor con el relato de
Tucídides'. (Temístocles, cap. 27)... Por lo tanto el peso de
la evidencia histórica indica que la huída de Temístocles
ocurrió durante el reinado de Artajerjes, no durante el de
Jerjes". (De unas copias facilitadas por los Tj, pág 147).
O sea, que sin
entrar en más consideraciones y sólo acogiéndonos a las propias palabras de los
TJ, el peso de la evidencia, la razón sólida y el fuerte testimonio,
se basan en:
Manifestaciones
a favor:
a) La del
historiador ateniense Tucídides
b) La de Nepote,
historiador romano, que apoya la de Tucídides
c) La de
Plutarco, biógrafo griego, que apoya la de Tucídides y la de Charon
de Lampsacus.
Manifestaciones
en contra:
a) La mayor
parte de las obras seglares, según los propios TJ
b) Los
historiadores modernos, en general, según los propios TJ
c) Tablillas de
arcilla consideradas por ciertos doctos como referentes a la época de Jerjes, según los propios TJ
¿Puede
considerarse el resumen de estas manifestaciones, que nos
encontramos ante el peso de la evidencia, la
razón sólida y el fuerte testimonio de que tienen
razón los del primer grupo y no los del segundo?
Pero
veamos con más detalle que es lo que
realmente ocurrió, no vayan a quedar por falsos: Tucídides, Nepote y
Plutarco.
Primero: En (Est 3;7) no hay
ninguna indicación de que la gobernación
de Jerjes probablemente se extendió hasta llegar sólo a
su año decimotercero (474 aC) (Añado y subrayo
la palabra sólo porque parece que es lo que nos quieren hacer creer
los TJ)
Segundo:
Temístocles en 471 aC, fue condenado al ostracismo. Por
ello se retiró a Argos, dónde actuó contra Esparta. En 468,
Temístocles fue puesto fuera de la ley y, después de un
desventurado viaje a través de Corcira, Epiro y Macedonia, "huyó a
Persia" -y ahí interviene Tucídides- refugiándose
en la corte de Artajerjes "cuando acababa de llegar al
trono"... Pero nos encontramos en
el año 465 aC después del asesinato de Jerjes.
Así, pues, realmente Temístocles marchó de Grecia, pero
antes de "huir a Persia", pasó muchas
aventuras que la historia nos
detalla. En 465 aC, Artajerjes le confía el gobierno de
Magnesia de Meandro y en 460 aC Temístocles
muere de enfermedad según Tucídides. (La leyenda dice que
se suicidó para sustraerse a la promesa hecha al rey
de someterle Grecia). Se han encontrado monedas
acuñadas con su efigie en Magnesia que datan de aquella
época. Resumiendo: Tucídides, Nepote y Plutarco
tienen razón, pero no la que le quieren
dar los TJ para que quede cumplida su interpretación
de la profecía de (Dn 9;24-27).
¿Qué interpretación podemos hacer de la profecía de (Dn
9;24-27)? Creo que la hipótesis más
razonable, se basa en la distribución que
leemos en el texto hebreo (la que hacen los TJ, en parte, está
basada en la llamada bipartita, (7+62)+(1), seguida por
la Vulgata y los LXX. Y digo, en parte, porque
los TJ se olvidan de la segunda parte,
de la última semana) y que es la llamada la
interpretación tripartita. O sea, (7+62+1).
Esta interpretación, por otra parte, no da un valor excesivamente
matemático a las cifras, sino que supone como base el valor
simbólico del número setenta, tanto en la
profecía de Jeremías como en la explicación de Gabriel a
Daniel. Según esta opinión, el punto de partida
(desde la salida del oráculo) es la profecía de Jeremías de que
la cautividad durará setenta años. Sobre este número
simbólico, con significación de una amplia generación, el
autor del libro de Daniel distribuye sus cálculos, preocupándose,
sobre todo, de la última semana, que le obsesiona.
Distingue,
pues, esta hipótesis, tres períodos:
el primero duró siete semanas de años, a partir del oráculo de
Jeremías proferido en 605 y en 596 aC. Computando, a partir
de cualquiera de esas fechas, cuarenta y nueve años grosso modo,
nos lleva hacia el 538
aC, en que hace su aparición
un ungido príncipe, Ciro, el
libertador de los judíos, que por su obra en favor de los judíos es
saludado, en (Is 45;1) como "ungido de Yahvé", y en (Is 45;13) se
dice de él que "edificará mi ciudad". La primera parte, pues, se
cierra con la aparición de este gran bienhechor del pueblo
israelita.
Con el
decreto de libertad de los judíos y la protección que les
dio en la reconstrucción de su ciudad y templo, se abre
la nueva etapa del vaticinio que dura sesenta
y dos semanas de años, es decir 434
años. Durante este tiempo se reedificará la plaza y el
foso en la angustia de los tiempos. En estas palabras quedan reflejadas las
angustias y estrecheces con que se cumplió la reconstrucción de
la Ciudad Santa, tal como lo conocemos por los libros de Esdrás y de
Nehemías (Esd 4;1 y ss) (Neh 6;1 y ss) (Neh
9;37). Se nos dice en estos libros que los
que reconstruían la ciudad tenían que tener en
una mano la azada y en la otra la
espada, para defenderse contra las incursiones
de samaritanos y amonitas.
Esta segunda
etapa del oráculo de Daniel se cierra con la muerte de un
ungido, que parece ser, por el contexto siguiente, el sumo
sacerdote Onías III, que fue asesinado en Antioquía
en 171 aC (2Mac 4;7 y ss). Con la muerte de éste,
la profecía entra en su tercera etapa, que
dura una semana, dividida
en dos partes. Durante esta última semana
de años ocurren las grandes desgracias a que se alude en
los v 26b y 27. (El texto hebreo no dice
"el ungido", con artículo, sino que está indeterminado, lo
que indica que no es el mismo que el "ungido príncipe",
cuya aparición cerraba las siete semanas de años
primeras). Por otra parte, nada insinúa en el contexto
que ese nuevo ungido sea
el Mesías. Los Padres griegos
y latinos así lo entendieron, y no aplicaron este texto a
Jesucristo.
Pero los TJ
que quieren que toda la profecía
se refiera a Jesucristo. Escriben:
s/TJ:
"Además, las
profecías mostraron claramente que el Mesías
tenía que morir. Por ejemplo, la misma profecía que predijo
cuando llegaría el Mesías también predijo en el versículo siguiente:
"Después de las sesenta y dos semanas (que
siguieron a las siete semanas) Mesías será cortado". (Dn 9;26). La palabra
"ka.ráth" que se utiliza aquí para
"cortado" es la misma palabra que se usó para la pena de muerte
impuesta bajo la Ley de Moisés. No hay duda de
que el Mesías tenía que morir. ¿Por qué? El versículo (Dn
9;24) nos da la respuesta: "Para acabar con el
pecado, y para hacer expiación por el error, y
para introducir la justicia para tiempos indefinidos." ("La
Atalaya" de 1.10.92, pág 13)
Análisis:
Sabemos por
la historia de los Macabeos que Antíoco IV Epífanes,
después de su expedición a Egipto, expolió el templo de Jerusalén
(1Mac 1;21) (2Mac 5;11) -"un pueblo con un jefe
destruirá la ciudad y el santuario"- e
inició una labor de captación entre los judíos para
ganarlos a su causa de helenización y de abandono de las
leyes patrias (1Mac 1;31) (1Mac 1;45) (1Mac 1;55) (2Mac 4;12), culminando su
obra disolvente en la prohibición de la ofrenda y el
sacrificio (1Mac 1;47) y la erección,
en el 15 de Quisleu
(diciembre) de 168 aC, del ídolo abominable (abominación
desoladora o abominación de la desolación) (1Mac 1;57), justamente a la mitad
de la semana de años, que se inicia en el 171 aC con la muerte del ungido del
Señor, Onías III. La cesación del
sacrificio, más o menos, duró media semana de años
(tres años y medio), pues en el 25 de Quisleu (diciembre) del 165 aC
tuvo lugar la purificación y la nueva dedicación del templo (1Mac 4;52)
Por fin,
esta semana de años angustiosa termina
con la muerte desastrosa del devastador Antíoco
IV, que muere en el 164 aC, desesperado y despreciado
de todos.(1Mac 6;16) (2Mac 9;9) (2Mac
9;28). Tenemos, pues, que desde el 171 aC
(muerte de Onías III) hasta el 164 aC (muerte del perseguidor
Antíoco IV) hay justamente siete años (una semana de años) Si se estudian
los capítulos 11 y 12 de Daniel pueden verse mas particularidades,
que se cumplen al detalle en estos turbulentos días de persecución
del tiempo de los Macabeos.
Como
se verá, esta interpretación, más conforme al
contexto y a las exigencias
del texto mismo, supone
que sólo el v 24 es netamente
mesiánico, pues en él se anuncia después de las setenta semanas de
años la implantación de un reinado de justicia, con la desaparición
del pecado. Lo que se dice en los v 25-27 cae fuera de la
perspectiva mesiánica, y más bien refleja hechos históricos
contemporáneos de hagiógrafos anteriores, expresados en forma
profética, conforme al modo de escribir de los apocalípticos.
Se suele
objetar contra esta interpretación la declaración de
Cristo en el sermón escatológico: "Cuando viereis la abominación de la
desolación predicha por el profeta Daniel..." (Mt 24;15) Sin duda
que el Señor, con estas palabras, se refería a los
hechos trágicos que iban a suceder en Jerusalén con el asedio de
Tito en el año 70 dC. La expresión "abominación de la
desolación" aparece tres veces en el
libro de Daniel (Dn 9;27)
(Dn 11;31) y (Dn 12;11). En cualquiera de
estos textos parece que la "abominación de la
desolación" se refiere a la
profanación del templo por Antíoco IV Epífanes. Cristo
pudo tomar el texto de Daniel sobre la profanación del templo en la
época de los Macabeos como tipo de la otra gran profanación que
tendría lugar en el año 70 dC con ocasión de la destrucción de Jerusalén por el
ejército romano.
Ahora queda la
dificultad general: si en esta profecía se anuncia la
inauguración de los tiempos mesiánicos, como se dice
en el v 24, después de la época macabea (supuesta nuestra
interpretación), ¿cómo puede conciliarse este
vaticinio con el hecho de que el Mesías haya
aparecido realmente 164 años después? Esta dificultad debe
resolverse, lo mismo que la profecía de Emmanuel de
Isaías, teniendo en cuenta que los profetas carecen de perspectiva
histórica del tiempo y, por tanto, superponen los planos históricos muchas
veces en el horizonte profético. Es decir, el profeta vive
preocupado por los problemas de
su tiempo, y su misión en tiempo de angustia y de crisis
de la conciencia nacional es reavivar la esperanza de salvación
en virtud de las tradicionales promesas mesiánicas.
Los
profetas son hombres de su tiempo y de la era
mesiánica, en cuanto que todas sus esperanzas se centran en torno a
los tiempos gloriosos de la aparición del Mesías. Tienen
muchas veces revelaciones especiales sobre el hecho mesiánico,
aunque se les oculte las circunstancias del mismo. Para ellos
el espacio de tiempo que hay entre su época y la mesiánica no tiene
importancia, y, por otra parte, en sus ansias de reavivar las
esperanzas en el pueblo, anuncian la era mesiánica como próxima, aunque en
realidad no saben cuando vendrá.
En
el caso concreto de nuestra profecía del libro
de Daniel, el hagiógrafo, que vive las
angustias de la persecución religiosa contra su
pueblo en tiempo de los Macabeos, anuncia como próxima la
inauguración de los tiempos mesiánicos. Para
excitar más la curiosidad de sus lectores,
ha estructurado la historia de su
pueblo tomando como base el número setenta
de la profecía de Jeremías y distinguiendo
etapas históricas, que se han cumplido, para entrar ya en
la zona del misterioso futuro que se abre al
cerrarse la época macabeica.
Pero
los TJ, siguen aportando pruebas
a favor de su interpretación:
s/TJ:
(Si su interpretación no es
correcta)... ¿por qué estaba la gente de los días de
Jesús esperando que el Mesías apareciera en aquel tiempo?
(Lc 3;15). Algunos eruditos de la actualidad insisten
en que la opresión romana hizo que los judíos
anhelaran y esperaran al Mesías en aquellos
días. Si así fuera, entones ¿por qué
esperaron los judíos al Mesías en aquel tiempo y
no durante la persecución brutal griega siglos antes? ("La
Atalaya" de 1.10.1992, pág 11)
Análisis:
Ya hemos contestado a estas preguntas en nuestro análisis
anterior. Los judíos esperaban al Mesías, en cualquier
momento después de la época de los Macabeos.
Claro está, la opresión romana era una buena ocasión para que la expectación se
reavivase. Y esto es lo que aconteció, y más con la intervención de
Juan Bautista que de alguna manera hizo creer a muchos que él era el Mesías
esperado.