jueves, 6 de marzo de 2014

EL ESPÍRITU SANTO ES LA FUERZA ACTIVA DE DIOS

EL ESPÍRITU SANTO ES LA FUERZA ACTIVA DE DIOS
s/TJ:
En la Biblia se identifica al espíritu santo como el poder de Dios en acción. Por ello, una traducción fiel del texto hebreo de las Escrituras se refiere a dicho espíritu como “la fuerza activa de Dios” (Génesis 1:2).

Este concepto encuentra amplio apoyo en toda la Biblia (Miqueas 3:8; Lucas 1:35; Hechos 10:38).
En contra de la opinión generalizada, Dios no está presente al mismo tiempo en todos los lugares. Más bien, vive en el mundo espiritual, en “el lugar establecido de [su] morada” (1 Reyes 8:39; 2 Crónicas 6:39). Las Escrituras también dicen que reside y tiene su “trono” en un lugar concreto (1 Reyes 22:19; Isaías 6:1; Daniel 7:9; Revelación [Apocalipsis] 4:1-3). No obstante, desde ese “lugar establecido de [su] morada” emplea su fuerza activa para llegar hasta el último rincón del mundo físico y del espiritual (Salmo 139:7).
En 1879, el biblista Charles L. Ives ilustró con maestría la capacidad que Dios tiene de ejercer su poder desde el lugar que ocupa. Escribió: “Por ejemplo, nosotros decimos: ‘Abre las contraventanas para que entre el sol en la habitación’. No nos referimos al cuerpo celeste, el Sol, sino a la radiación solar, los rayos procedentes del Sol”. Así mismo, Dios no tiene que viajar a cada sitio donde va a usar su fuerza activa. Sencillamente se vale de su espíritu santo, con el que puede alcanzar hasta los puntos más lejanos de su creación. En fin, ver al espíritu santo como lo que es —la poderosa fuerza activa de Dios— nos llena de confianza en que Jehová cumplirá sus promesas. (Espíritu Santo: Biblioteca en línea Watchtower)
Como ayuda para que entendamos esto, considere los efectos de gran alcance de una central de  energía eléctrica.  Una central de  energía eléctrica se halla en  cierto lugar dentro  de una ciudad o  cerca de ella.   Pero su fuerza eléctrica se distribuye por toda aquella área, y suministra luz y energía.   Con relación  a Dios  sucede algo  similar.  Él  está en  los cielos.   Sin  embargo, su  espíritu  santo,  que  es su  fuerza  activa invisible, puede  tener efecto  en todas partes,  por todo  el universo. 
Mediante  su espíritu  santo  Dios creó  los cielos, la Tierra y toda cosa viviente.  Para crear estas cosas, Dios no tuvo que hallarse  presente corporalmente donde están  éstas.  Aunque se halle lejos, él  puede enviar su espíritu, su fuerza  activa, para hacer lo que desea (Jr 10;12)(Dn 4;35) ("Usted puede vivir..." pág 37).
No hay circunstancia  que tengamos que afrontar ni lugar  al que podamos ir que esté  oculto de la vista de  Jehová o más allá del  alcance de su espíritu, de modo que este no pueda ayudarnos. ("La Atalaya" de 1.10.93, pág 13)
“Las palabras proféticas del (Sl  139;7-12), y  que dicen:  "...¿Adónde huir  de tu  presencia?  Si  subiere a  los cielos,  allí estas  tú; si bajare a  los abismos, allí  estás presente.  Si... quisiera  habitar el extremo del mar, también allí me cogería tu mano..." (NC), no significan que Dios sea  omnipresente, que esté en persona en todos los lugares en todo  momento.  Las  escrituras muestran  con  claridad que  no es  así: "mira desde tu  santa morada, desde los cielos..." (Dt  26;15) y "Cristo no  entró en  un santuario  hecho por  mano de  hombre, ...  sino en  el mismo  cielo, para  comparecer ahora  en la  presencia de  Dios a  favor nuestro" (Hb 9;24)” ("La Atalaya" de 1.10.93, pág 13)
“Del mismo modo, Jehová no tiene que hallarse en todas partes —es decir, ser omnipresente— para estar al tanto de lo que sucede en cualquier punto del universo. La Palabra de Dios declara: "No hay creación que no esté manifiesta a la vista de él" (Hebreos 4:13). La poderosa fuerza activa de Jehová, su espíritu santo, puede llegar a cualquier sitio. De ese modo, Dios ve todas las cosas y cumple su propósito desde una ubicación fija: su "santa morada" en los cielos (Deuteronomio 26:15)” (“La Atalaya” del 1/8/2011, pág 27)(¡Despertad! abril 2011, pág 28)
En la Biblia, el uso de la  expresión "espíritu santo" indica que es una fuerza controlada que Jehová Dios usa para llevar a cabo diversos propósitos.
En las Sagradas Escrituras se deja claro que el espíritu santo es la fuerza que Dios emplea para llevar a cabo su voluntad. Tomemos por caso lo que dijo el ángel Gabriel cuando le anunció a María que tendría un hijo siendo virgen: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, también, lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios” (Lucas 1:35). Sus palabras indican que existe una relación entre el espíritu santo y el “poder del Altísimo”.
Análisis:
Aunque a veces se usan indistintamente las palabras inmensidad y ubicuidad, no significan exactamente lo mismo.
INMENSIDAD, en el sentido teológico que aquí nos interesa, significa la aptitud del ser divino para existir en todas las cosas y en todos los lugares.
UBICUIDAD, en cambio, significa la presencia actual de Dios en todas las cosas y lugares. Supone la creación y existencia de las cosas. Es, sencillamente, la omnipresencia actual de Dios en todo cuanto existe. Así, en el orden natural y filosófico cabe distinguir una triple manera de estar presente en una cosa o lugar:
a)      POR PRESENCIA, VISIÓN O CONOCIMIENTO, cuando las cosas están presentes ante nuestra mirada o conocimiento. En este sentido se dice que los alumnos de una clase están presentes a la mirada de su profesor, que los está viendo a todos desde su tarima.
b)      POR POTENCIA, INFLUJO O PODER, cuando se deja sentir el poder o influjo de una persona en algún lugar aunque no esté materialmente presente en él Y así, por ejemplo, el poder del rey se extiende a todos los lugares de su reino aunque no esté personalmente presente en todos ellos.
c)       POR ESENCIA O SUBSTANCIA, cuando una cosa está realmente presente en el lugar que ocupa.
Dios –por su infinidad  e inmensidad- está presente en todas las cosas y lugares por esencia, presencia y potencia. Y que Dios es infinito e inmenso, está reiteradamente expuesto en las Sagradas Escrituras. He aquí algunos textos impresionantes, que podrían multiplicarse con abundancia:
«¿Dónde podría alejarme de tu espíritu? ¿Adónde huir de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú. Si bajare a los abismos, allí estás presente. Si, robando las plumas a la aurora, quisiera habitar al extremo del mar, también allí me cogería tu mano y me tendería tu diestra. Si dijere: «Las tinieblas me ocultarán, será la noche mi luz en torno mío», tampoco las tinieblas son densas para ti, y la noche luciría como el día, pues tinieblas y luz son iguales para ti» (Sl 139;7-12).
«¿Soy yo, por ventura, Dios sólo de cerca? Palabra de Yavé. ¿No lo soy también de lejos? Por mucho que uno se oculte en escondrijos, ¿no le veré yo? Palabra de Yavé. ¿No lleno yo los cielos y la tierra? Palabra de Yavé»  (Jer  23;23-24)
«¿Crees tú poder sondear a Dios, llegar al fondo de su omnipotencia? Es más alto que los cielos. ¿Qué harás?  Es más profundo que el abismo. ¿Qué entenderás? Es más extenso que la tierra, más ancho que el mar» (Job 11;7-9) «Los cielos y los cielos de los cielos no son capaces de contenerte» (1Re 8;27) (2Par 2;6)(2Par 6;18) «El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él, ése, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por mano del hombre... No está lejos de nosotros, porque en El vivimos y nos movemos y existimos» (Hech 17;24 y 27-28).
Y es que Dios, como espíritu, está en todas partes.  
Dios no  es sólo eterno (Rm  16;26) (1Tim 1;17), sin  principio ni fin, trascendente al tiempo e invisible (Jn 1;18) (1Tim 6;16), sino que también es, explícitamente, espíritu, "es el Gran Espíritu, aquél  cuya  existencia es eterna" (Jn 4;24) (Sl 90;1-2) , por lo cual no está atado al tiempo y al espacio.
Antes de  Jesucristo, y aun  en su  tiempo, el espacio  encima del firmamento  se consideraba  la  morada de  Dios  (Gn 11;1-10)  (Gn 11;28) (Eclo  5;1) (Sl  2;4) (Sl  11;5) (Sl  14;2) (Jb  22;12) (Mt 5;15,45) (Ef 6;9) etc...  El firmamento se llama entonces trono de Dios, como la tierra  es el escabel de sus pies  (Is 66;1).  De la forma  gramatical  de  la  palabra (dual  en  hebreo),  dedujo  la literatura posterior la existencia de  dos cielos, y fundada en el giro "el cielo  y los más altos cielos" (1Re  8;27), hasta de tres cielos , de  los que el más  alto, el tercero, sería  la morada de Yahvéh.  Así vemos  que de conformidad con  la ciencia astronómica de entonces, que distinguía el cielo atmosférico, el de los astros y  el superior  o empíreo,  Pablo nos  explica que  fue arrebatado hasta el tercer cielo (2Cor 12;2)
¿Pero no se dice en la Biblia:  "...los cielos y los cielos de los cielos no son  capaces de contenerte" (1Re 8;27)  (2Cr 2;6) (2Cr 6;18);  "...¿Adónde  huir de  tu  presencia? (Sl  139;7-12).  Ver también: (Jr 23;23-24) (Jb 11;7-9) (Hech 17;24) (Hech 17;  27-28)  Claramente Dios, como espíritu, está en todas partes?
¿Cómo explican los  TJ los versículos en los que  se dice que Dios baja personalmente a la Tierra  para cumplir algún cometido?.  Por ejemplo (Gn 3;8) en el que  se presenta a Yahvé Dios "paseando por el jardín al fresco  del día", o (Gn 11; 5) en el  que se dice que "bajó Yahvé  a ver la ciudad  y la torre que  estaban haciendo los hijos de los hombres", o en (Gn 18;20) en dónde hablando de Sodoma y Gomorra, Dios dice: "Voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al  clamor que ha llegado hasta mí...", etc, etc.  En todos estos casos, ¿Dios abandonaba su morada en los cielos  y  bajaba, en  persona,  a  la  Tierra?   ¿Es que con su  espíritu santo en acción y sus millones de ángeles no tenía bastante?