EL ESPÍRITU SANTO NO ES UNA PERSONA
s/TJ:
¿Qué es el espíritu santo? Ya en sus primeros versículos, la Biblia habla del espíritu santo —también llamado “la fuerza activa de Dios”— y dice que “se movía de un lado a otro sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:2).
Por otra parte, al relatar el bautismo de Jesús, las Escrituras muestran a Dios en “los cielos” y al espíritu santo procediendo a “descender como paloma” obre el Hijo (Mateo 3:16,17). Además, Cristo se refirió al espíritu santo como “ayudante” (Juan 14:16).
Por otra parte, al relatar el bautismo de Jesús, las Escrituras muestran a Dios en “los cielos” y al espíritu santo procediendo a “descender como paloma” obre el Hijo (Mateo 3:16,17). Además, Cristo se refirió al espíritu santo como “ayudante” (Juan 14:16).
Basándose en pasajes
bíblicos como los anteriores, hay quienes llegan a la conclusión de
que el espíritu santo es una persona de naturaleza
espiritual, tal como lo son Dios, Jesús y los ángeles. Durante siglos, algunas
de las iglesias más influyentes han atribuido personalidad
al espíritu santo. Pero, a pesar del arraigo de esta
doctrina, muchos feligreses se encuentran hoy confundidos y hasta llegan a
discrepar de sus guías religiosos. Por ejemplo, en una encuesta reciente, el 61%
de los entrevistados aseguraron que
el espíritu santo “no es un ser vivo, sino un símbolo de la
presencia o el poder de Dios". Ahora bien, ¿qué enseña la Biblia?
Análisis:
"Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Co 2, 11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo. El que "habló por los profetas" nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos "desvela" a Cristo "no habla de sí mismo" (Jn 16, 13). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué "el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce", mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos (Jn 14, 17).
Más adelante, los TJ nos dirán que no es posible creer en la “Trinidad” porque este nombre no aparece en la Biblia y por lo tanto no se trata de un tema bíblico. El porqué y las razones de este nombre no son importantes… Para los TJ, lo realmente definitivo es que la Trinidad, como nombre de una santísima realidad que se descubre en la Biblia, no aparece explícitamente en la Biblia. Pero fíjense que ya al iniciar la exposición del tema del Espíritu Santo, los TJ nos hablan, más que del Espíritu, de “la fuerza activa” de Dios, título éste que no corresponde a una traducción sino a una interpretación propia de los TJ sobre la personalidad del Espíritu Santo y que lo erigirán como su título principal.
EL ESPÍRITU SANTO NO ES UNA PERSONA
s/TJ:
Todo el que haga una lectura honrada de los textos bíblicos notará que lo que estos dicen no encaja con las descripciones eclesiásticas del espíritu santo como persona. Pensemos en algunos pasajes de las Escrituras.
1. La Biblia dice que cuando María, la madre de Jesús, fue a visitar a su prima Elisabet (o Isabel), que estaba embarazada, la criatura saltó en su vientre “y Elisabet se llenó de espíritu santo” (Lucas 1:41). ¿Le parece lógico afirmar que una persona “se llenó” de otra?
2. Cuando Juan el Bautista reveló a sus discípulos que Jesús lo iba a reemplazar, dijo: “Yo, por mi parte, los bautizo con agua [...]; pero el que viene después de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias. Ese los bautizará con espíritu santo” (Mateo 3:11). Como Juan indicó que Jesús bautizaría a algunos con espíritu santo, es obvio que dicho espíritu no podía ser una persona.
3. Durante la visita que hizo a un oficial del ejército romano y su familia, el apóstol Pedro mencionó que Dios había ungido a Jesús “con espíritu santo y poder” (Hechos 10:38). Al rato, “el espíritu santo cayó sobre” los miembros de la casa de este oficial. El relato agrega que muchos se asombraron “porque la dádiva gratuita del espíritu santo también estaba siendo derramada sobre gente de las naciones” (Hechos 10:44, 45). Nuevamente, el lenguaje que se emplea no respalda la idea de que el espíritu santo sea una persona.
En muchas ocasiones, la Palabra de Dios personifica, o presenta como personas, a cosas que no lo son, como la sabiduría, el discernimiento, el pecado, la muerte y la bondad inmerecida (Proverbios 8:1–9:6; Romanos 5:14, 17, 21; 6:12). El propio Jesús dijo que “la sabiduría queda probada justa por todos sus hijos”, es decir, por los buenos resultados que produce (Lucas 7:35). Obviamente, la sabiduría no es una persona con hijos de carne y hueso. De igual modo, el espíritu santo no es un ser vivo aunque en ocasiones aparezca personificado.
"El Espíritu Santo no es persona. Se debe a una mala traducción. Literalmente es soplo o viento. Puede admitirse como poder, energía o influencia, pero no una persona." (Espíritu santo: Biblioteca en línea Watchtower)
Por otra parte, para los TJ el Espíritu Santo no puede ser una persona porque se le "utiliza en asociación con otras cosas impersonales, como el agua y el fuego (Mt. 3;11) (Mc 1;8)" (“Ayuda para entender la Biblia”, pág 550)
Análisis:
Empecemos por el final. Se puede juzgar la consistencia de este argumento comparando la asociación que se hace del Espíritu Santo con el agua y el fuego a la asociación que hace la Biblia de estos mismos elementos con otros seres personales:
- “Porque nuestro Dios es también un fuego consumidor” (Hb. 12;29)
- También, con respecto a los ángeles dice: "Y hace a sus ángeles espíritus, y a sus siervos públicos una llama de fuego." (Hb 1;7)
- “Ahora bien, no quiero que ignoren, hermanos, que nuestros antepasados todos estuvieron bajo la nube y todos pasaron por el mar y todos fueron bautizados en Moisés por medio de la nube y del mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual. Porque bebían de la masa de roca espiritual que los seguía, y esa masa de roca significó el Cristo” (1Cor 10;1-4, comparar con (Ex 17;6) y (Nm. 20;11)
Es evidente a la luz de las Escrituras, que no sólo al Espíritu Santo se le asocia con el agua y el fuego, sino también a Dios y a los ángeles. Por lo tanto este argumento no tiene ninguna coherencia bíblica.
Pasemos ahora a (Hech 2;1-4) donde se narra una escena de enorme trascendencia en la historia de la Iglesia. A ella como a algo extraordinario se refería Jesucristo cuando, poco antes de la Ascención, avisaba a los apóstoles de que no se ausentasen de Jerusalén hasta que llegara este día: “Y comiendo (Jesucristo) con ellos, les mandó no apartarse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre, que de mí habéis escuchado, porque Juan bautizó en agua, pero vosotros, pasados no muchos días, seréis bautizados en el Espíritu Santo” (Hech 1;4-5).
Es ahora, precisamente, cuando puede decirse que va a comenzar la historia de la Iglesia pues es ahora cuando el Espíritu Santo desciende visiblemente sobre ella para darle vida y ponerla en movimiento. Los apóstoles antes tímidos (Mt 25;56) (Jn 20;19) se transforman en intrépidos propagadores de la doctrina de Cristo (Hech 2;14) (Hech 4;13,19) (Hech 5;29)
Jesucristo llama al Espíritu Santo “promesa del Padre” pues repetidas veces había sido prometido en el Antiguo Testamento para los tiempos mesiánicos (Is 44;3) (Ez 36;26-27) (Jl 2;28-32) como luego hará notar S. Pedro en su discurso del día de Pentecostés, dando razón del hecho (Hech 2;14-16). También Jesús lo había prometido repetidas veces a lo largo de su vida pública para después de que él se marchara (Lc 24;49) (Jn 14;16) (Jn 16;7). Jesús haciendo referencia a una frase del Bautista (Lc 3;16)(Mt 3;11)(Mc 1;8) dice que, “serán bautizados” en el Espíritu Santo, es decir, como sumergidos en el torrente de sus gracias y de sus dones. Evidentemente, Jesús alude con ello a la gran efusión de Pentecostés.
Los TJ niegan tanto la deidad como la personalidad del Espíritu Santo, afirmando que es sólo una "fuerza activa" impersonal; pero en (Jn 16;13) Jesucristo promete a sus apóstoles la venida del Espíritu Santo, del Abogado, y claramente se refiere a Él con el pronombre personal "él" -o "aquél" según otras traducciones- y describe a continuación al Espíritu con actividades de naturaleza personal como guiar, hablar, oír y hacer saber.
El Espíritu Santo puede hablar (Hech 13;2), dar testimonio (Jn 15;26), oír (Jn 16;13), interceder por nosotros (Rm 8;26-27) y sentir (Is 63;10).
En (Hech 5;3-4) se puede leer: "Y dijo Pedro: 'Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo?¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No has mentido a los hombres sino a Dios."
¿A quién mintió Ananías?. Pedro lo menciona dos veces:
1- mintió al Espíritu Santo
2- mintió a Dios
Esto revela que el Espíritu Santo es una persona -¿cómo podría alguien mentir a una fuerza, por muy "fuerza activa de Jehová" que sea?- y que esta persona es Dios ya que sustituye al Espíritu Santo por Dios, en la conclusión final del incidente
Podemos leer más adelante: “El Espíritu Santo y nosotros mismos (los apóstoles) hemos decidido no imponerles ninguna carga más que las indispensables” (Hech15;28) ¿Cómo puede decidir una fuerza? Está claro que el Espíritu Santo ha de ser un ente personal capaz de razonar y decidir.
Por último, veamos (2Cor 3;17). La mayoría de las traducciones dicen: "El Señor es el Espíritu". La Traducción del NM, dice: "Jehová es el Espíritu" (sic con mayúscula). Está claro, pues, que las Escrituras enseñan que el Espíritu Santo es una persona divina, nada menos que Dios mismo.
Por otra parte, en "La Atalaya" 1/8/2006, pág 31, se puede leer acerca de la Sabiduría (Prov 8; 1,22): "Esta Sabiduría habla y actúa por lo que tiene que tratarse de una persona". Ante este comentario, yo les diría a los TJ que podrían aplicar el mismo razonamiento al Espíritu Santo, porque este también habla, actúa y muchas cosas más como hemos visto, y concluir en que, como la Sabiduría "tiene que tratarse de una persona".
Por otra parte, en "La Atalaya" 1/8/2006, pág 31, se puede leer acerca de la Sabiduría (Prov 8; 1,22): "Esta Sabiduría habla y actúa por lo que tiene que tratarse de una persona". Ante este comentario, yo les diría a los TJ que podrían aplicar el mismo razonamiento al Espíritu Santo, porque este también habla, actúa y muchas cosas más como hemos visto, y concluir en que, como la Sabiduría "tiene que tratarse de una persona".