martes, 25 de marzo de 2014

EL PARAÍSO: JESÚS CONFIRMÓ DE MANERA CONTUNDENTE CUÁL ES LA ESPERANZA DE LA HUMANIDAD

s/TJ:
Incluso mientras estaba agonizando en el madero, Jesús confirmó de manera contundente cuál es la esperanza de la humanidad. Cuando el delincuente que estaba a su lado le dijo: “Acuérdate de mí cuando entres en tu reino”, él le prometió: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso” (Luc. 23:42, 43).

Puesto que este hombre seguramente era judío, no necesitaba que le explicaran qué era el Paraíso. Él ya conocía la esperanza de la vida eterna en un nuevo mundo en la Tierra. (“La Atalaya” 15/8/2009, pág 7-11)
Análisis:
Jesús le dice al delincuente que  estará con  Él en  el “paraíso”?   ¿Y dónde  entonces se  creía estaba el “paraíso”?.  Veamos (2Cor 12;1-4).  ¿No dice Pablo que fue arrebatado  al  tercer  cielo  (morada de  Dios  y  de  Jesucristo glorificado), al paraíso? La expresión “el tercer cielo”,  para designar el lugar donde mora Dios, está tomada del lenguaje que le era familiar, en conformidad con la ciencia astronómica de entonces, que distinguía el cielo atmosférico, el de los astros y el superior o empíreo. Este tercero, se corresponde con la otra expresión “paraíso” que es de sabor más judío y es empleada por Jesucristo   para designar el lugar donde van las almas de los justos después de la muerte (Lc 23;43). Allí en este “paraíso” o “tercer cielo”, Pablo oyó palabras “inexpresables” (NM) que el hombre no puede decir. Pablo se considera impotente para expresar lo que allí contempló. Todo hace suponer que el apóstol Pablo llegó, en su visión o revelación, hasta el máximo que puede alcanzar un hombre en la vida, acercándose a la directa contemplación de Dios. Sencillamente, Jesús le dijo al ladrón que estaría con Él en el cielo.
Porque, fijémonos: En (Lc 23) Jesús no dice que al final Él estará con aquel hombre, sino que aquel hombre estará con Él, ¿dónde?, en el Paraíso.  Por lo tanto, si al final Jesús estará en el cielo como rey del Reino de Dios, aquel hombre estará con Jesús en el cielo, según su promesa, sea cual sea la interpretación que queramos dar a “Paraíso”. No es lo mismo estar “con” Jesús en el Reino de los cielos, como  así dicen los TJ que están los 144.000 cristianos ungidos, que estar en la tierra “como súbdito” de este reino.

s/TJ:

En cambio, lo que sí hacía falta explicar era la esperanza celestial. Cuando Jesús les dijo a sus discípulos que iría al cielo y les prepararía un lugar, ellos no le entendieron (léase Juan 14:2-5). “Tengo muchas cosas que decirles todavía —señaló más tarde—, pero no las pueden soportar ahora. Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad.” (Juan 16:12, 13.) Los discípulos no lograron entender que sus tronos estarían en el cielo sino hasta después del Pentecostés del año 33, cuando fueron ungidos por espíritu santo para llegar a ser reyes (1 Cor. 15:49; Col. 1:5; 1 Ped. 1:3, 4). La esperanza de la herencia celestial, que fue toda una revelación, se convirtió en el tema principal de las cartas de las Escrituras Griegas Cristianas. Ahora bien, ¿refuerzan dichas cartas la esperanza de que la humanidad vivirá para siempre en la Tierra?
En su carta a los Hebreos, el apóstol Pablo llamó a sus compañeros cristianos “hermanos santos, participantes del llamamiento celestial”. Sin embargo, también indicó que Dios ha puesto “la tierra habitada por venir” bajo la autoridad de Jesús (Heb. 2:3, 5; 3:1). En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra original que se traduce “tierra habitada” siempre se refiere al planeta habitado por seres humanos. Por tanto, “la tierra habitada por venir” es el sistema de cosas que en el futuro habrá en la Tierra bajo la autoridad de Cristo. Será entonces cuando Jesús hará que se cumpla esta promesa de Dios: “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella” (Sal. 37:29). (“La Atalaya” 15/8/2009, pág 7-11)
Análisis:
Son frecuentes  en la literatura judía y en las escuelas rabínicas las expresiones “siglo presente” y “siglo futuro” o “venidero” para designar los períodos inmediatos anterior y posterior al Mesías, en los que el “siglo futuro” es, lógicamente, la denominada “época mesiánica”, época que se inicia después de la vida de Jesús. Ej: “… no sólo en este siglo, sino también en el venidero…” (Ef 1;21); “… para librarnos del presente siglo malo…” (Gl 1;4); “... que no fue a los ángeles a quienes sometió el mundo venidero de que hablamos…”. Y también: (Hb 6;5)(9;11)(10:1)(13;14)