s/TJ:
De seguro usted desea vivir en la Tierra paradisíaca que será como el jardín en el cual fue creado el primer hombre, Adán.
¡Imagínese!... no habrá más guerra, delito ni violencia. Usted podrá caminar por cualquier lugar a cualquier hora del día o de la noche sin temor de que alguien le cause daño. Los inicuos sencillamente no existirán ya (en 2;8) (Lc 23;43) (SI 37;35-38) (SI 145;16) ("Usted puede vivir...", pág 159)
¡Imagínese!... no habrá más guerra, delito ni violencia. Usted podrá caminar por cualquier lugar a cualquier hora del día o de la noche sin temor de que alguien le cause daño. Los inicuos sencillamente no existirán ya (en 2;8) (Lc 23;43) (SI 37;35-38) (SI 145;16) ("Usted puede vivir...", pág 159)
Análisis
Pero, ¿cómo puede ser que digan los TJ que no existirán los inicuos en la tierra paradisíaca, si cuando se juzgue en el Día del Juicio de 1.000 años, se juzgará por las "cosas buenas" y por las "cosas malas y viles" que precisamente los resucitados a la Tierra paradisíaca habrán practicado a lo largo de los mil años que durará dicho Juicio? Y cuando finalmente se suelte a Satanás, ¿no dicen los TJ que "la Biblia muestra que Satanás logra apartar de Jehová a tantas personas como "la arena del mar" ('Usted puede vivir...", pág 175, 180 y 183)
Desde luego en este panorama no se ven inicuos por ninguna parte. Entonces, podríamos preguntarnos, ¿qué harán y dónde están en este panorama paradisíaco las personas a las que se les ha juzgado dignas de "una resurrección de juicio" porque van a practicar “cosas malas y viles" durante el Día del Juicio?. Los propios TJ reconocen en otro lugar que será tal el desafuero de algunas personas que incluso será necesario eliminarlas antes de que acabe el Día del Juicio. ("Usted puede vivir...", pág 180). Y es lógico que el desafuero de estos sea en detrimento, muchísimas veces, de la felicidad de otros.
En cuanto a los textos que invocan los TJ para describir esta nueva tierra, son de dos clases: del AT y del Ap. Los primeros son pasajes proféticos referentes a la nueva Jerusalén, sea de la Jerusalén de los tiempos mesiánicos, sea simplemente de la Jerusalén de los hebreos, reconstruida después del destierro de Babilonia. Los profetas describen la felicidad que Dios promete a los judíos del destierro a la vuelta de su país. Al anunciarles los tiempos mesiánicos, se valen de imágenes poéticas de la paz y la alegría que les traerá el Mesías. Emplean igualmente las imágenes de la prosperidad material para anunciar a su pueblo, todavía en la infancia, la alegría y paz interior, que procurará la revelación de Cristo y del Nuevo Testamento. No se trata, pues, de una felicidad terrena, de esa felicidad que se promete Únicamente a los yonadabs del siglo XX.
Otros textos relativos a la nueva Tierra son sacados del Apocalipsis, donde se trata expresamente de 'un cielo nuevo y una tierra nueva' (Ap 21;1). La expresión proviene de (Is 65;17) S.Juan habla aquí de una tierra transformada, que formará parte de la alegría de los elegidos después de la resurrección y del último juicio. Pero leyendo el contexto, se ve que él no ha querido indicar ninguna oposición entre el cielo y la tierra, como si dos grupos diferentes debieran habitar el uno y la otra.
Al contrario, aparece claramente que se trata de una sociedad completa y única de todos los que serán salvados: "Y la Ciudad Santa, la Jerusalén nueva, la vi bajar del cielo, de junto a Dios preparada como una novia adornada para su esposo. Y oí una voz potente salida del trono que decía; “Esta es la morada de Dios entre los hombres. Y pondrá su morada entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios estará con ellos” (Ap 21;2-3) Esta ciudad es, evidentemente, la sociedad de todos los elegidos unidos entre ellos como piedras de un edificio.