lunes, 17 de febrero de 2014

SEGUNDA RESURRECCIÓN: SEGUNDA ETAPA: LOS CRISTIANOS JUSTOS MUERTOS ANTES DEL ARMAGEDÓN

s/TJ:

Los siervos fieles de Dios que  han muerto en los últimos años.  También están entre  los "justos" que  serán resucitados.  Dios se  encargará de que la  esperanza de  ellos de vivir  para siempre en  el paraíso  en la Tierra se realice, mediante el resucitarlos de entre los muertos. ("Usted puede vivir...", pág 172)

Los cristianos  justos, muertos antes del  Armagedón, quienes juntamente con sus hermanos, todavía vivos, y  que no morirán (Jn 11;26) (2Tim 3;1) que  habrán sobrevivido  al Armagedón,  cumplirán el  mandato divino  de poblar la tierra.  "Los justos mismos  poseerán la tierra y morarán para siempre  sobre ella"  (Sl 37;29).   Esto  no resultará  en población  en exceso.  Jehová le dijo originalmente al hombre que "llenara" la tierra, no  que  la sobrellenara.   Cuando  la  humanidad se  haya  multiplicado suficientemente y  haya llenado  la tierra paradisíaca  con una  raza de gente perfecta, feliz, adoradora de Jehová, entonces, Dios dirá: "Basta" y hará provisión para el dar a luz prole.  Sin duda aquél que originó la vida y  puede sustentarla  para siempre, fácilmente  puede regularizarla para que se acomode a su propósito.

Así, pues, los justos procrearán hijos  hasta que la Tierra se llene con ellos, sus descendientes y el  tercer grupo de resucitados (Lc 20;34-36) (Ap 21;1) ("Que Dios...", pág 278, 281-283)

"La  verdad concerniente  al mandato  divino  (de procrear  y llenar  la tierra)  fue revelado  en  1938.   Ahora surge  la  pregunta respecto  a aquéllos de  las otras ovejas del  Señor que mueran antes  de la batalla del Armagedón  (...) ¿Tendrán estos  parte en  llevar a cabo  el mandato divino  en el  mundo  nuevo?  Se  sugiere en  ello  como razonable  que, habiendo  mantenido Dios  esta esperanza  ante ellos,  y ellos  habiendo muerto sin culpabilidad  y fieles a él, no les  negará el privilegio del mandato divino" ("La verdad os hará libres", pág 362 y 363) 

"... evidentemente  las palabras  de Jesús -en  (Lc 20;35-36)-  donde se dice que todas las personas muertas,  cuando resuciten, no se casarán ni podrán tener prole porque serán como los  ángeles en el cielo e hijos de Dios, aplican a la resurrección  terrenal, e indican que los resucitados no  se casarán  ni  serán reunidos  en una  relación  de matrimonio  con cónyuges anteriores  (...) Los  que en este  presente sistema  inicuo de cosas se prueben dignos de obtener una resurrección, en el nuevo orden o en el venidero sistema de cosas no se casarán ni tendrán prole" ("La Atalaya" de 1968, pág 351)