s/TJ:
Nos encontramos en el año
31 de nuestra era. Jesús ha interrumpido brevemente su gira de predicación por
Galilea para ir a Jerusalén a celebrar la Pascua (Juan 5:1). Ya de vuelta en
Galilea, pasa toda la noche pidiéndole a Dios su guía para escoger a los doce
apóstoles. Al día siguiente, una
multitud lo busca y él cura a los enfermos. Entonces se va a la ladera de una
montaña y, allí sentado, empieza a enseñar a sus discípulos y a la gente (Mt
4;23–5;2) (Lc 6;12-19). (La Atalaya 15/2/2009 pág 6-10)
El Evangelio de Mateo dice: “Cuando [Jesús] vio las muchedumbres, subió a la montaña; y después que se sentó, vinieron a él sus discípulos; y él, abriendo la boca, se puso a enseñarles, diciendo… (La Atalaya 1/11/2004, pág 8-13)
El Evangelio de Mateo dice: “Cuando [Jesús] vio las muchedumbres, subió a la montaña; y después que se sentó, vinieron a él sus discípulos; y él, abriendo la boca, se puso a enseñarles, diciendo… (La Atalaya 1/11/2004, pág 8-13)
En este famoso Sermón del Monte, Jesús indica qué hace falta para ser
feliz al decir que “felices son” quienes 1) tienen conciencia de su necesidad
espiritual, 2) se lamentan, 3) son de genio apacible, 4) tienen hambre y sed de
justicia, 5) son misericordiosos, 6) son de corazón puro, 7) son pacíficos, 8)
son perseguidos por causa de la justicia, y 9) sufren vituperio y persecución
por causa de Cristo (Mateo 5:3-11) (La Atalaya 1/9/2004, pág 4-7)
Análisis:
En conversaciones con los TJ, estos me dicen que Jesús
en este sermón se dirige claramente sólo a los 144.000 "cristianos ungidos”. Todo lo que
se dice en este sermón sólo atañe a este grupo de elegidos, ya que por obra y
gracia de los “teólogos” de la Watchtower, todos los que seguían entonces
a Jesús sólo pertenecían a esta clase de cristianos, ya que la otra clase, la
de los “cristianos terrestres”, todavía no se había revelado.
Debemos tener en cuenta que al final del cap. 4 de
Mateo (Mt 4;25) y al principio del cap. 5 (Mt 5;1) se puede leer: “Grandes muchedumbres le
seguían (a Jesús) de Galilea y de la Decápolis, y de Jerusalén y de Judea, y
del otro lado del Jordán. Viendo a la muchedumbre (Jesús), subió a un monte, y
cuando se hubo sentado, se le acercaron los discípulos; y abriendo Él su boca,
los enseñaba, diciendo:…”. Es interesante el matiz de Lucas porque precisa
que Jesús “levantando su ojos sobre los discípulos, decía:…” Y es
que los apóstoles deberían estar muy cerca de Él y de alguna manera le
estorbaban la visión de las muchedumbres (Lc 6;20).
Supongo que Jesús cuando se sentó no fue para
descansar sino para dirigirse a todas aquellas muchedumbres que le seguían. De
una manera correcta, cuando Él ya se había sentado, sus apóstoles se le
acercaron para lógicamente estar a su lado y como vulgarmente se dice, a
primera fila. Las muchedumbres debieron estar muy atentas a las palabras de
Jesús porque Mateo nos dice que “Cuando acabó Jesús estos discursos, se
maravillaban las muchedumbres de su doctrina, porque les enseñaba como quien
tiene poder, y no como sus doctores” (Mt 7; 28-29). Claramente el
sermón del monte está dirigido a las muchedumbres que le siguen y que,
lógicamente y en primer lugar engloban a sus apóstoles.
No parece que Jesús en la exposición de su doctrina a la muchedumbre que le seguía tuviese la intención de dirigirla solo a quienes años después constituirán un grupo minoritario de selectos frente al grueso de sus seguidores, porque en este caso ¿cómo se diferencia la Palabra de Dios que va dirigida a unos u a otros, si es que puede considerarse que alguna parte de esta Palabra va dirigida a quienes no son cristianos ungidos?, ¿por qué los Testigos de Jehová van por las casas enseñando las escrituras griegas si su contenido -según ellos cuentan- no va dirigido a la gente en general? ¿Cómo pueden decir los TJ que Jesús se interesó por la felicidad humana al introducir el Sermón del Monte (La Atalaya 1/3/2001, pág 4-7), si nos dicen que estas maravillosas palabras de Jesús iban dirigidas a los cristianos ungidos? Y si esto es así, ¿cómo puede ser que Jesús diga que serán "bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra"? ¿Pero no explican los TJ que todos los cristianos ungidos, van al cielo?
Y es que Jesucristo no apuesta en ningún momento por la tierra como lugar definitivo para la felicidad de los hombres. En demasiados lugares de las escrituras griegas y apuntado ya en las hebreas, queda claro que nuestro premio definitivo (el de todos) se encuentra en el cielo: "¿A quién tengo yo en los cielos?, fuera de ti, nada deseo sobre la tierra" (Sl 73;25) No alleguéis tesoros en la tierra... atesorad tesoros en el cielo. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón" (Mt 619-23).
No parece que Jesús en la exposición de su doctrina a la muchedumbre que le seguía tuviese la intención de dirigirla solo a quienes años después constituirán un grupo minoritario de selectos frente al grueso de sus seguidores, porque en este caso ¿cómo se diferencia la Palabra de Dios que va dirigida a unos u a otros, si es que puede considerarse que alguna parte de esta Palabra va dirigida a quienes no son cristianos ungidos?, ¿por qué los Testigos de Jehová van por las casas enseñando las escrituras griegas si su contenido -según ellos cuentan- no va dirigido a la gente en general? ¿Cómo pueden decir los TJ que Jesús se interesó por la felicidad humana al introducir el Sermón del Monte (La Atalaya 1/3/2001, pág 4-7), si nos dicen que estas maravillosas palabras de Jesús iban dirigidas a los cristianos ungidos? Y si esto es así, ¿cómo puede ser que Jesús diga que serán "bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra"? ¿Pero no explican los TJ que todos los cristianos ungidos, van al cielo?
Y es que Jesucristo no apuesta en ningún momento por la tierra como lugar definitivo para la felicidad de los hombres. En demasiados lugares de las escrituras griegas y apuntado ya en las hebreas, queda claro que nuestro premio definitivo (el de todos) se encuentra en el cielo: "¿A quién tengo yo en los cielos?, fuera de ti, nada deseo sobre la tierra" (Sl 73;25) No alleguéis tesoros en la tierra... atesorad tesoros en el cielo. Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón" (Mt 619-23).
El sermón del monte o de la montaña, es un resumen y a
modo de programa de la predicación de Jesús. Las bienaventuranzas señalan las
condiciones que han de tener los discípulos de Jesús para entrar en el Reino de
Dios, el cual como dice San Pablo, no consiste en cosas terrenas (comida,
bebida), sino en la justicia, en la paz y en el gozo del Espíritu Santo (Rom
14;17)
Quienes quieran seguirlo
ya saben a qué atenerse, pero al final les promete un premio que siempre
es el mismo aunque expresado en diversas formas, se trata siempre del Reino del
cielo y de la gracia de Jesucristo en la vida presente: Reino de los cielos
(Mat 5;3,10, 11-12) (Lc 6;20,23), la Tierra (máximo premio en el Antiguo
Testamento como puede verse en el Salmo 37) (Mat 5;4), ver a Dios (Mt 5;8), ser
llamados hijos de Dios (Mt 5;9), consuelo, misericordia, justicia…