s/TJ:
Hace casi cuatro mil
años, Jehová sentó las bases para un Día del Juicio al hacer un pacto con
su fiel siervo Abrahán, pacto que al parecer entró en vigor en el año 1943
antes de nuestra era (léase Génesis 22:17, 18).
Por supuesto, Abrahán no
captó del todo lo que significaría para la humanidad dicho pacto. Pero hoy
nosotros comprendemos, al examinar sus términos, que la descendencia de Abrahán
desempeña un papel fundamental en el cumplimiento del propósito de
Dios de juzgar a la humanidad.
La parte principal de la descendencia de Abrahán resultó ser Jesús, quien
en el año 29 de nuestra era fue ungido con espíritu santo y así se convirtió en
el Mesías, o Cristo, prometido (Gál. 3:16). Durante los siguientes
tres años y medio, Jesús se concentró en predicar las buenas
nuevas del Reino a la nación judía. Después del arresto de Juan el
Bautista, mostró que otras personas podían tener la esperanza de participar en
el gobierno celestial cuando dijo: “Desde los días de Juan el Bautista hasta
ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor
los hombres, y los que se adelantan con ardor se asen de él” (Mat. 11:12).
Justo antes de hablar de los que ‘se asirían’ del Reino de los cielos,
Jesús hizo esta interesante afirmación: “En
verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor
que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos
es mayor que él” (Mat. 11:11). ¿Por qué dijo eso?
Porque la esperanza de formar parte del Reino solo se ofreció de lleno a los
fieles a partir del derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés del año
33, y para ese entonces Juan el Bautista ya había muerto (Hech. 2:1-4).
A Abrahán se le prometió que su descendencia se multiplicaría y sería “como las estrellas de los cielos” y “los
granos de arena que hay en la orilla del mar” (Gén. 13:16; 22:17). Dicho de otro modo,
en tiempos de Abrahán ningún ser humano tenía forma de saber exactamente
cuántas personas compondrían dicha descendencia espiritual. No obstante,
con el tiempo se reveló la cantidad precisa: 144.000, además de Jesús (Rev. 7:4; 14:1).
La Palabra de Dios dice: “[Abrahán]
puso fe en Jehová; y él procedió a contárselo por justicia” (Gén. 15:5, 6). Es verdad que
ningún ser humano es totalmente justo (Sant. 3:2). Pero como Abrahán
tenía tanta fe, Jehová lo consideró justo e incluso dijo que era su amigo (Isa. 41:8). Quienes componen
junto con Jesús la descendencia espiritual de Abrahán también han sido
declarados justos, y esto les reporta bendiciones aún mayores que las que
recibió Abrahán.
Los cristianos ungidos son declarados justos porque ejercen fe en el
sacrificio redentor de Jesús (Rom. 3:24, 28). A los ojos de
Jehová quedan absueltos de su pecado, por lo que pueden ser
ungidos con espíritu santo para ser hijos espirituales de Dios y hermanos de
Jesucristo (Juan 1:12, 13). Además, llegan a formar parte del nuevo pacto y componen una
nueva nación, “el Israel de Dios” (Gál. 6:16; Luc. 22:20). ¡Qué privilegiados
se sienten! Como consecuencia de todas estas cosas que Dios hace por ellos, los
cristianos ungidos no tienen la esperanza de vivir para siempre en la
Tierra. Sacrifican esa posibilidad por el gozo indescriptible de colaborar con
Jesús durante el Día del Juicio y gobernar con él en los cielos (Rom 8;17).
En el Pentecostés del año 33, unos ciento veinte hombres y mujeres
fieles recibieron la oportunidad de formar parte del grupo que gobernará con
Jesús durante el Día del Juicio. Todos los discípulos reunidos en
aquella ocasión fueron bautizados con espíritu santo y así se convirtieron en
los primeros cristianos ungidos. Pero aquello era solo el primer paso para que
obtuvieran la recompensa celestial. A partir de ese momento, Satanás los
sometería a muchas pruebas, y ellos tendrían que mantenerse leales a Jehová.
Solo recibirían la corona de la vida si eran fieles hasta la muerte (Rev. 2:10).
Jehová les dio a los cristianos ungidos los consejos y el estímulo que
necesitaban a fin de mantenerse fieles; para ello se valió de la congregación
cristiana y de su Palabra. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió a sus
hermanos ungidos de Tesalónica: “Como un padre hace con sus hijos, nosotros
seguimos exhortando a cada uno de ustedes, y confortándolos y dándoles
testimonio, a fin de que siguieran andando de una manera digna de Dios, que los
llama a su reino y gloria” (1 Tes. 2:11, 12)
En las décadas que siguieron a la selección de los primeros ungidos, Jehová
estimó conveniente que se hiciera un relato escrito del ministerio terrestre de
Jesús. También decidió que quedara constancia de Su relación con los cristianos
ungidos del siglo primero, así como de los consejos que les daba. Por eso
inspiró la redacción de las Escrituras Griegas Cristianas, que se añadieron a
las ya existentes Escrituras Hebreas. Estas últimas —las Escrituras Hebreas— se
escribieron en principio para el Israel natural, durante el período en que este
disfrutó de una relación especial con Dios. Y las Escrituras Griegas
Cristianas se escribieron principalmente para “el Israel de Dios”, compuesto
por los que han sido ungidos para ser hermanos de Cristo e hijos espirituales
de Dios. Ahora bien, tal como los no israelitas podían beneficiarse mucho
del estudio de las Escrituras Hebreas, así también los cristianos que
no son ungidos obtienen beneficios incalculables al estudiar y aplicar los
consejos de las Escrituras Griegas (léase 2 Timoteo 3:15-17).
A los cristianos del siglo primero se les declaró justos y se les ungió con
espíritu santo a fin de que en un futuro pudieran recibir la herencia
celestial; su ungimiento no los convertía en reyes mientras aún estaban en
la Tierra. Pero parece que algunos de ellos no lo entendían de ese modo,
pues empezaron a buscar protagonismo entre sus hermanos ungidos, a comportarse
como si fueran reyes sobre ellos. Por eso Pablo les dijo: “Ustedes ya están hartos, ¿verdad? Ya son ricos, ¿verdad? Han empezado
a reinar sin nosotros, ¿verdad? Y verdaderamente desearía yo que hubieran
empezado a reinar, para que nosotros también reináramos con ustedes” (1 Cor. 4:8).
(Biblioteca en línea Watchtower. Del artículo aparecido en “La Atalaya” de 15/1/2008, pág
20-24)
Aunque Jesucristo es el gobernante principal en el
reino de Dios, no gobernará solo, sino acompañado de otros reyes. Por eso, se
escogen, hasta nuestros días, personas de entre la humanidad para unirse a él
en el reino celestial de su Padre (Jn 14;2,3) (Lc 22;28-30) (2Tim 2;12) (2Tim 4;18) (Ap 20;6)
(Ap 5;10) (“La Atalaya” de 15/11/94, pág 4,5) (“Usted
puede vivir…” pág 122,123)
La Biblia predijo que los
que fueran al cielo compondrían "un reino y sacerdotes para nuestro Dios" y "reinarían sobre la
tierra" (Ap 5;10) ("La
Atalaya" de 15.11.94, pág 4-5)
"La Biblia nos dice que -después de Jesucristo- habrían otros resucitados como personas de la región espiritual y que, por tanto, no tendrían que volver a morir” ("Usted puede vivir...", pág 172)
"La Biblia, muestra claramente que después, otros hermanos, serían llevados al cielo. (1Cor 15;23) (Jn 14;1-3) (Flp 3;20-21) (Rom 6;5) (2Cor 5;1-2) (Jn 14;1-3). El apóstol Pablo -por ejemplo- dijo que ésta (la "Primera resurrección") también incluiría a sus hermanos cristianos fieles, santificados (1Cor 1;1-2) (1Cor 6;2)" ("Usted puede vivir...", pág 123)
"Sin embargo, ahora Cristo ha sido levantado de entre los muertos, las primicias de los que se han dormido (en la muerte). Pues dado que la muerte es por medio de un hombre, la resurrección de los muertos también es por medio de un hombre. Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen al Cristo durante su presencia. En seguida, el fin, cuando entrega el reino a su Dios y Padre, cuando él haya reducido a la nada todo gobierno y toda autoridad y poder" (1Cor 15;20-24) (NM)
Análisis:
Traducción de NC del párrafo anterior (1Cor 15;20-24): "Pero no; Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicia de los que mueren. Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Así como todos mueren en Adán, así todos resucitarán en Cristo. Pero cada uno a su tiempo; el primero Cristo y luego, los de Cristo, cuando El venga; Entonces será el fin, cuando entregue a Dios Padre el reino, cuando haya reducido a la nada todo principado, toda potestad y todo poder".
En son de triunfo y como tratando de borrar la mala impresión que pudieran haber dejado las tan pesimistas hipótesis anteriores (v.13-19) Pablo lanza un rotundo "no" a todas ellas, como diciendo que no nos preocupen, pues de hecho "Cristo ha resucitado de entre los muertos" (v.20). A continuación, S. Pablo va a explicar esa conexión íntima entre la resurrección de Cristo y la nuestra a que aludió en los (v.12-13). Por lo tanto S. Pablo no habla sino de la resurrección en virtud de la unión con Cristo, y, consiguientemente, de la resurrección de los justos. Dos veces repite el adjetivo "muertos" en el (v.20), pero con distinto significado ya que son distintas las palabras empleadas en el original. El primero: "nekros". Tiene sentido universal y físico, pues abarca a todos los muertos, creyentes y no creyentes. El segundo: "koimaomai". Tiene sentido particular, pues se refiere solamente a los fieles que han muerto e incluye también la idea especial de muerte física en la fe y unión con Cristo. Por lo tanto, Cristo no es "primicias" de todos los muertos, sino de determinados muertos. ("koimaomai" también figura en (1Cor 15;18)).
Pablo, al aplicar este término a Cristo resucitado respecto de los que han muerto en la fe de Cristo, claramente da a entender que Cristo no quedará solo en su condición gloriosa, sino que llevará en pos de sí la "masa" de los otros muertos unidos a El (v.23)
Esta idea de solidaridad entre Cristo y los suyos queda aún más acentuada bajo otra imagen, en los (v.21-22) donde se pone en paralelismo antitético o de contraste la obra de Adán y la obra de Cristo. Esta doctrina, S. Pablo la desarrolla ampliamente en (Rom 5;12-21) presentando a Cristo como nuevo tronco o cabeza de la humanidad regenerada, que extiende su poderoso influjo vivificador a todos los hombres unidos a El, anulando así el influjo mortífero de la obra del primer hombre. Cristo y los suyos forman una especie de organismo único (Rom 6;3-11) ( Gl 3;28) que no admite diferencias de destino: dónde esté la cabeza han de estar también los miembros (Ef 2;5,6) ( Col 1;18) (1Tes 4;14).
En el (v.21), tenemos, dos veces, hombre sin artículo, porque se trata de significar la naturaleza.
En el (v.22), conviene notar la fuerza de la preposición en Adán, en Cristo, que expresa unión activa, vital, como la de los sarmientos en la vid.
"Todos mueren". Esta frase no tiene restricción ninguna, porque todos están unidos con Adán. El presente indica una ley que se está cumpliendo. sucesivamente.
s/TJ:
"Este reino celestial de Dios garantizará el que se haga en la Tierra la voluntad de Dios, tal como se declara en la oración que Jesús enseñó a sus seguidores (Mt 6;10) El rey designado Jesucristo cuidará de que los súbditos terrenales del Reino sean bendecidos con paz... Efectivamente, ¡el reino de Dios es la única esperanza de la humanidad para la paz y felicidad duraderas! Fue con buen motivo entonces que Jesucristo exhortó: "Sigan, pues, primero el reino" (Mt 6;33)
"Luego se seleccionaría a otras personas de la humanidad para que gobernaran con él. La Biblia predijo que los que fueran al cielo compondrían "un reino y sacerdotes para nuestro Dios" y "reinarían sobre la tierra" (Ap 5;10) ("La Atalaya" de 15.11.94, pág 4-5)
"Pero enseguida veremos que los que van al cielo participarán con Jesús en Su trabajo u obra. Precisamente para esto van al cielo." ("Usted puede vivir para siempre...", pág 122-123)
Análisis:
O sea, que la máxima aspiración aquí en la tierra de los que luego irán al cielo es la de, podríamos decir, conseguir esta plaza celeste para seguir trabajando con Jesús participando en su obra. Nada de gozar con la presencia de Jehová, cara a cara, ni de lo que jamás ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni haya podido venir a la mente del hombre y que Dios tiene reservado para los que le aman (1Cor 2;9). Si alguien va al cielo, no va a perder el tiempo con simplezas, precisamente va a seguir trabajando al lado de Jesús. No va porque ha sido de los bienaventurados pobres de espíritu y ahora merecen el cielo, ni de los que han sido mansos, o han llorado, o han sentido hambre y sed de justicia, ni de los misericordiosos, ni de los limpios de corazón, ni de los pacíficos, ni de los que han padecido persecución por la justicia y ahora se merecen el reino de los cielos y ver a Dios. No. Si van al cielo no van a recibir ningún premio especial con relación a Jehová. Van para seguir paso a paso, al lado de Jesucristo, una criatura de Dios, la obra de salvación sobre la Tierra... Quizá, si el trabajo lo permite, puedan echar una miradita, de cuando en cuando, a la gloria de Jehová y extasiarse -solamente por un ratito, eso sí- ante su presencia.
s/TJ:
"Una capacidad exaltada, pues tienen el privilegio de compartir estrechamente con Jesús la obra asignada por su Padre. Al describir a los que son incluidos en el pacto "para un reino" y que prueban ser fieles, la Biblia dice: "Serán sacerdotes de Dios y del Cristo, y gobernarán como reyes con él por los mil años" (Ap 20;6) Sí, los que han sido llevados al cielo gobiernan junto con Jesucristo. Sirven como reyes y sacerdotes con él (Ap 3;21) (2Tim 2;11-12)" ("Usted puede vivir para siempre...", pág 126)
"Mucho antes de que Jesús viniera a la Tierra, el libro bíblico de Daniel predijo que al "hijo del hombre" se le "daría gobernación". Y Daniel pasó a decir: "Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará..." (Dn 7;13-14). Sin embargo, es importante que notemos aquí en el libro de Daniel que el "hijo del hombre" no ha de gobernar solo. La Biblia dice: "Y el reino y la gobernación... fueron dados al pueblo que son lo santos del Supremo. Su reino (es decir: el reino de ellos) es un reino indefinidamente duradero" (Dn 7;27). Estas expresiones "el pueblo" y "su reino" nos dan a saber que otras personas gobernarán con Cristo en el gobierno de Dios " ("Usted puede vivir para siempre...", pág 123 y 160)
Análisis:
(Dn 7;14) habla de un "dominio eterno que no acabará nunca" (NC) y (Dn 7;27) de un "reino eterno" (NC), expresiones que los TJ quieren suavizar traduciendo "gobernación indefinidamente duradera". Este esfuerzo literario por parte de los TJ es muy importante porque el reino que enseñan los TJ termina a los mil años de gobernación, cuando dicho reino es entregado a Jehová quien "lo gobierna directamente como Rey" ("Usted puede vivir... pág 182), lo que no se ajusta a su propia expresión "indefinidamente duradero" ni mucho menos a la rotunda "dominio eterno que no acabará nunca" (Dn 7;14) (NC).
Dios es el "santo" por excelencia (Is 6;3) y de esta "santidad" participan según se repite frecuentemente en el AT, aquellos que se acercan a El o le están especialmente consagrados (Ex 19;6) (Lv 11; 44-45) (Lv 19;2) (Lv 20;26) (Lv 21;6-8) (Ex 12;16) (Lv 23;2) (Num 28;25).
Parece que la idea primera del término "santidad" es la de separación o trascendencia sobre todo lo común y profano, a esta idea va unida la de pureza o ausencia de todo pecado.
En el libro de los Macabeos se hace mención al "pueblo de los santos" que se refiere al pueblo judío. (1Mac 1;49)
En el fragmento (Dn 7;23-28) se concreta bien la cuarta bestia en sus luchas contra el reino de los santos, el pueblo judío. La pretensión de mudar los tiempos y la Ley es una clara alusión a las tentativas de los reyes seléucidas, sobre todo Antíoco IV Epífanes, para suprimir la religión judía en lo referente al culto y a la Ley en general. El opresor se adueñará de los santos por "un tiempo, tiempos y medio tiempo" (v25) es decir, por tres años y medio, que es lo que duró la expoliación del templo de Jerusalén, desde mediados del 168 aC, al 25 de diciembre (Quisleu) del 164 aC, en que fue purificado de nuevo el templo.
Será la máxima prueba de los fieles judíos , pero al fin se les hará justicia, ya que el tribunal, o consejo judicial divino, arrebatará el dominio al perseguidor y lo dará a los santos, que lo retendrán por los siglos de los siglos (v27) El desquite de estos será total. Antíoco vencido, es considerado por la tradición cristiana como tipo del anticristo, derrotado al fin del mundo.
La frase "un tiempo, tiempos y medio tiempo" reaparece en (Dn 12:7). En (Dn 12;12) se habla de mil trescientos treinta y cinco días . En (Dn 8;14) se habla de mil ciento cincuenta días, y en (Dn 12;11) de mil doscientos noventa días , que vienen, grosso modo, a equivaler a tres años y medio, que duró la profanación del templo.
S. Pedro en (1Pe 1;15-16) dice que la santificación es una labor ardua que exige que el espíritu esté libre de las preocupaciones terrenas y preparado para emprender el largo camino hacia el cielo. Con este mismo fin no han de preocuparse de los intereses y placeres de este mundo, sino poner toda su esperanza en la gracia que ha traído la revelación de Jesucristo. Un motivo que ha de impulsar a los cristianos a la santidad es el hecho de ser Dios santo. Los cristianos han de imitar la santidad de Dios (Mt 5;48) porque tal es su voluntad (1Tes 4;3)
A los cristianos se impone, más todavía que a los israelitas, la máxima del levítico: "Sed santos, porque santo soy yo, Yavé, vuestro Dios" (Lv 19;2) (Lv 11;44) (Lv 20;7-8). S. Pedro había insistido ya en varias ocasiones en proclamar a Jesús "el Santo de Dios" (Jn 6;69), "el santo y justo Siervo del Señor", del que nos habla Isaías (Hech 3;14) (Hech 4;27-30) (Is 52;13) (Is 53;12)
Con mucha razón, pues, es aplicado este término a los cristianos, nuevo "pueblo santo" que sustituye al antiguo Israel (1Pe 2;9) sobre los que visiblemente desciende el Espíritu Santo (Hech 2;17-23) (Hech 4;31) (Hech 8,15) quedando separados del resto de los hombres y pasando por medio del bautismo a una especie de consagración a Dios, libres de su pasado profano y culpable.
Por eso en la Iglesia primitiva era muy corriente denominar con el apelativo "santos" a los cristianos en general. (Hech 9;13) (Hech 9;32-41) (Hech 26;10) (Rm 1;7) (Rm 12;13) (Rm 15;26) (Rm 16;2) (1Cor 1;2) (1Cor 16;1) (2Cor 8;4) (Flp 4;21) (Col 1;4) (1Pe 1;16).
"Y el reino y la gobernación... fueron dados al pueblo que son los santos del Supremo. Su reino (es decir: el reino de ellos) es un reino indefinidamente duradero" (Dn 7;27) (NM). A pesar de todo lo dicho, para los TJ "los santos del supremo" son, únicamente, un grupo escogido que, como luego veremos, no puede exceder la ridícula cifra de 144.000.
s/TJ:
"Todas las ilustraciones que dio Jesús del reino de los cielos tienen que ver con personas que serán con él herederos del reino celestial. Por consiguiente los peces "excelentes" que se recogen en receptáculos para uso provechoso representan a los de entre la humanidad que se prueban apropiados para reinar con Jesucristo en el reino de los cielos (Ap 7;1-8) (Ap 14;1-5) "
La "red barredera" simbólica está en las manos de los ángeles como grupo de trabajadores que cooperan. Pero para que la "red barredera" recoja peces simbólicos de toda clase, las personas que pertenecen a la organización de la "red barredera" tienen que trabajar. Tienen que hacer una obra de recogimiento en la Tierra en el nombre del cristianismo. Los ángeles celestiales sólo hacen una obra invisible, pero los miembros organizados de la "red barredera" hacen la obra directa visible. Sólo el número más pequeño de esta organización de la "red barredera" realmente pesca según las instrucciones de Dios por medio de Cristo y según los principios bíblicos. Como resultado, sólo esos trabajadores recogerán verdaderos "peces" cristianos, apropiados para el reino celestial. Este hecho lo hacen manifiesto los ángeles celestiales bajo Cristo en la "conclusión del sistema de cosas" en la cual nos encontramos desde el fin de los Tiempos de los Gentiles en 1914." ("La Atalaya de 15.5.68), pág 305 y ss)
Análisis:
Resumen de estas páginas de "La Atalaya"
Peces simbólicos, pescados y sacados y colocados en receptáculos en la conclusión del sistema de cosas, en la cual nos encontramos ahora = Resto de los herederos del Reino, quienes hoy día componen la clase del "esclavo fiel y discreto" en la Tierra (Mt 24;45-47)
Peces simbólicos "inapropiados" que son lanzados en el simbólico horno ardiente para ser destruidos = cristianos que resultan infieles a la llamada celestial, llegando así a ser "inicuos" y quienes merecen ser destruidos.
Los que efectúan la pesca y sacan la red barredera a la playa y entonces separan los pescados unos de otros = Los ángeles que acompañan a Jesucristo glorificado cuando él entra en su reino celestial al fin de los Tiempos de los Gentiles son quienes hacen esta obra de separación bajo la dirección de Cristo (Mt 13;40-41) (Mt 24;30-31) (Mt 25;31-32)
Red barredera = Organización terrestre que afirma ser la Congregación de Dios que está en el nuevo pacto con Dios por medio del Mediador Jesucristo. Incluye a los que hacen profesión verdadera y a los que hacen profesión falsa o infiel.
s/TJ:
"Respecto a los que servirán en el cielo con Cristo Jesús, es un alivio saber que "Dios ha colocado a los miembros en el cuerpo, cada uno de ellos, así como le agradó" (1Cor 12;18) El factor determinante no es el deseo personal ni la ambición de un puesto en el Reino (Mt 20;20-23). Dios ha fijado normas específicas de fe y conducta con el fin de excluir a los que no son dignos. (Jn 6;44)(Ef 5;5) Las palabras de apertura del Sermón del Monte de Jesús muestran que los que gobernarán con Cristo deben ser de inclinación espiritual, de genio apacible, amantes de la justicia, misericordiosos, puros de corazón y pacíficos (Mt 5;3-9) (Ap 2;10)" (¡Despertad! de 8.1.95, pág 27)
La Biblia nos dice que Cristo es la cabeza de la congregación de Dios, y que los miembros de ésta están sujetos a Jesús (Ef 5;23-24). Cuando la Biblia habla de "la congregación del Dios vivo" se está refiriendo a un grupo particular de los seguidores de Cristo (1Tim 3;15). A estos se les llama también "la congregación de los primogénitos que han sido matriculados en los cielos" (Hb 12;23). De manera que esta "congregación de Dios" está compuesta de todos los cristianos que hay en la Tierra que tienen la esperanza de vivir en los cielos. En total, sólo 144.000 personas finalmente componen la "congregación de Dios". ("Usted puede vivir para siempre...", pág 125).
"Este Rey -Jesús- será también un Juez perfecto. No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos... El lee los corazones. Nada le pasa inadvertido. La justicia templada por el amor y la misericordia, no estará a la venta. Siempre triunfará (Is 11;3-5)
Es comprensible que la gobernación del Mesías ejerza una profunda influencia en sus súbditos, que cambie a la gente. (Is 11;6-9) muestra lo profundo que son esos cambios. En esta profecía se presenta de manera conmovedora a animales peligrosos, depredadores -osos, lobos, leopardos, leones, cobras- en compañía de animales domésticos inofensivos e incluso de niños. ¡Pero los depredadores no suponen ningún peligro!. ¿Por qué?. El versículo 9 contesta: "No harán ningún daño ni causarán ninguna ruína en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar".
Por supuesto, el "conocimiento de Jehová" no puede tener ningún efecto en los animales literales; por ello, esos versículos deben aplicar en primer lugar a seres humanos. La gobernación del Mesías patrocina un programa de educación mundial, en el que se enseña a la gente acerca de Jehová y de sus caminos, y a tratar a sus semejantes con amor, respeto y dignidad. En el venidero Paraíso, el Mesías elevará milagrosamente a la humanidad a la perfección moral y física. Habrán desaparecido las tendencias animales, depredadoras, de la naturaleza humana imperfecta. Y, por fin, la humanidad llegará a estar en paz con los animales también en sentido literal (Gn 1;28)" ("La Atalaya" de 1.10.92, pág 19)
"En la última noche que Jesús pasó con sus 11 apóstoles fieles él mostró que ellos serían gobernantes con él en el reino de Dios. Les dijo: "Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino, para que coman y beban en mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel" (Lc 22;28-30). Más tarde, el apóstol Pablo y Timoteo fueron incluidos en este pacto, o acuerdo, para un reino. Por esta razón Pablo escribió a Timoteo: "Si seguimos aguantando, también gobernaremos juntos como reyes" (2Tim 2;12). Además, el apóstol Juan escribió acerca de los que han de "gobernar como reyes sobre la tierra" junto con Jesucristo (Ap 5;9-10) (Ap 20;6)" ("Usted puede vivir para siempre...", pág 123)
Análisis:
Los TJ en ("La Atalaya" de 1.6.1965, pág 329) dicen: "'Dios es el Juez de todos' (Hb 12;23) Dios, por tanto, tiene derecho de nombrar a otros jueces, y el nombró a su Hijo Jesucristo para ser el futuro juez de toda la humanidad porque él había muerto sacrificatoriamente para ella...' porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha encargado todo el juicio al Hijo, para que todos honren al Hijo así como honran al Padre' (Jn 5;19-24)". Los TJ nos vienen a decir que serán tantas las personas a las que habrá que juzgar que como si se tratara de un juicio humano, presuponen que Jesucristo solo no podrá con tan ingente tarea y por ello debe rodearse de un instruido grupo de jueces humanos que colaboren con él.
s/TJ:
"¿Cómo podría juzgarse de un modo apropiado a todos los resucitados en una día de veinticuatro horas, aun haciéndolo los 144.000 jueces asociados junto con su juez superior, Jesucristo?. El DIA DEL JUICIO durará mil años. (1Cor 15;23)" ("La Atalaya" de 1.6.65, pág 337)
"El texto que habla del "Nuevo pacto" es (Jr 31;31): "¡Mira! Vienen días!, es la expresión de Jehová y "yo ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto".
Análisis:
Los TJ, primero creyeron y pregonaron (año 1923) que el "nuevo pacto" se haría con los judíos naturales después del Armagedón ("La Atalaya" de 1966, pág 437/9). Hoy (desde 1932) enseñan que no, que aplica a los 144.000, ese grupito de TJ que tienen la exclusiva para ir al cielo ("La Atalaya" de 1966, pág 439/16-18). Cuando los TJ enseñaban que el pacto se haría con los judíos naturales, aseguraban se lo había revelado Dios y que era la verdad pura de Dios y de la Biblia. Al equivocarse, sólo nos prueban ser falsos profetas y grandes blasfemos contra el Espíritu Santo. ("Los falsos manejos de los TJ", pág 52-53)
s/TJ:
"Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué tendremos? Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros, los que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente sobre el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que dejare hermanos o hermanas, o padre o madre o hijos o campos , por amor de mi nombre , recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna." (NC) (Mt 19;27-29) (Mc 10;28-31) (Lc 18;28-30)
"Fue respecto a la congregación de jueces asociados (congregación de creyentes a quienes Dios el Padre celestial habría de escoger de entre los hombres para llegar a ser jueces asociados con Jesucristo en los cielos) que Jesús dijo a sus apóstoles las palabras de (Mt 19;27-29)"
"Por supuesto habrá más de doce jueces asociados con Jesucristo en su reino celestial. La entera congregación de asociados juzgará a muchos más que las doce tribus literales de Israel. Bajo el Juez Superior Jesucristo ellos juzgarán a toda la humanidad, a los vivos y a los muertos. Sobre este punto el apóstol Pablo escribió a la congregación.: "¿O no saben ustedes que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por ustedes, ¿son ustedes incapaces de juzgar asuntos de ínfima importancia" ahora? (1 Cor 6;2) Por eso, los jueces asociados serán muchos." ("La Atalaya" de 1.6.65, pág 331)
Análisis:
Jesucristo promete a los apóstoles que se "sentarán en doce tronos para gobernar las doce tribus de Israel". ¿Cuándo?. Cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, en la regeneración.
La literatura judía era bastante oscura sobre la renovación del mundo. Se confundían a veces las perspectivas escatológicas -mesiánica y final- y se hacía en una o en otra, o confusa y mixtificadamente, una "renovación" o "regeneración" del mundo. Pero en el texto evangélico, esta "renovación" o "regeneración" (palingenesia) que dice Mt queda bien precisada por los lugares paralelos de Mc-Lc al contraponer lo que recibirán "ahora" (Mc) que es, "en este siglo" (Lc), los que dejen las cosas del mundo por El, y lo que recibirán "en el otro mundo" (Mc), que es "el siglo venidero" (Lc) en el que reciben "la Vida eterna".
Por eso, esta "regeneración", en que todo se renovará (2Pe 3;13) (Ap 21;1-5) (Rm 8;17), es la hora de la "Vida eterna", y este juicio de Cristo glorioso es su juicio final. La literatura judía reservaba este trono de gloria a Dios. El Hijo del hombre aparece aquí, como en otros pasajes, situándose es una esfera trascendente. En esa hora triunfal, los apóstoles, por haber dejado todas sus cosas por El, cuando el Hijo del hombre venga en su trono de gloria, también ellos "se sentarán en doce tronos". Conforme al estilo apocalíptico, indica su glorificación. Cuando Cristo, en su juicio final, juzgue a la humanidad, también ellos "juzgarán a las doce tribus de Israel". De hecho el lenguaje específico judío podía hacer creer que el pensamiento de Cristo se dirige sólo a las "doce tribus". Pero parece, más bien que las "doce tribus" representan todo el mundo; pero el Salvador puede ser que se atenga a la perspectiva del momento; El no ha sido enviado más que a ellas (Mt 15;24); es también un índice precioso de autenticidad. También puede ser que, en el pensamiento de Cristo, en ellas se incluyese todo el "Israel de Dios" (Gl 6;16)
El término griego que se traduce por "regeneración" (nuevo nacimiento) no aparece en la Biblia griega más que en (Mt 19;28) y (Tito 3;5). Etimológicamente, la palabra usada, indica o bien el retorno a la vida, la resurrección, o bien la renovación que supone el renacer a una vida superior.
Los TJ nos enseñan que se juzgará a toda la humanidad..., a los vivos y a los muertos..., al mundo... ¿También, pues, a los inicuos?. ¿O es que estos no forman parte de la humanidad?, ¿no estarán entre los vivos y los muertos?, ¿no forman parte del mundo?