jueves, 13 de marzo de 2014

JESÚS REY NO GOBERNARÁ SOLO, SINO ACOMPAÑADO DE OTROS REYES

s/TJ:

Hace casi cuatro mil años, Jehová sentó las bases para un Día del Juicio al hacer un pacto con su fiel siervo Abrahán, pacto que al parecer entró en vigor en el año 1943 antes de nuestra era (léase Génesis 22:17, 18).


Por supuesto, Abrahán no captó del todo lo que significaría para la humanidad dicho pacto. Pero hoy nosotros comprendemos, al examinar sus términos, que la descendencia de Abrahán desempeña un papel fundamental en el cumplimiento del propósito de Dios de juzgar a la humanidad.

La parte principal de la descendencia de Abrahán resultó ser Jesús, quien en el año 29 de nuestra era fue ungido con espíritu santo y así se convirtió en el Mesías, o Cristo, prometido (Gál. 3:16). Durante los siguientes tres años y medio, Jesús se concentró en predicar las buenas nuevas del Reino a la nación judía. Después del arresto de Juan el Bautista, mostró que otras personas podían tener la esperanza de participar en el gobierno celestial cuando dijo: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor los hombres, y los que se adelantan con ardor se asen de él” (Mat. 11:12).

Justo antes de hablar de los que ‘se asirían’ del Reino de los cielos, Jesús hizo esta interesante afirmación: “En verdad les digo: Entre los nacidos de mujer no ha sido levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los cielos es mayor que él” (Mat. 11:11). ¿Por qué dijo eso? Porque la esperanza de formar parte del Reino solo se ofreció de lleno a los fieles a partir del derramamiento del espíritu santo en el Pentecostés del año 33, y para ese entonces Juan el Bautista ya había muerto (Hech. 2:1-4).

A Abrahán se le prometió que su descendencia se multiplicaría y sería “como las estrellas de los cielos” y “los granos de arena que hay en la orilla del mar” (Gén. 13:16; 22:17). Dicho de otro modo, en tiempos de Abrahán ningún ser humano tenía forma de saber exactamente cuántas personas compondrían dicha descendencia espiritual. No obstante, con el tiempo se reveló la cantidad precisa: 144.000, además de Jesús (Rev. 7:4; 14:1).

La Palabra de Dios dice: “[Abrahán] puso fe en Jehová; y él procedió a contárselo por justicia” (Gén. 15:5, 6). Es verdad que ningún ser humano es totalmente justo (Sant. 3:2). Pero como Abrahán tenía tanta fe, Jehová lo consideró justo e incluso dijo que era su amigo (Isa. 41:8). Quienes componen junto con Jesús la descendencia espiritual de Abrahán también han sido declarados justos, y esto les reporta bendiciones aún mayores que las que recibió Abrahán.

Los cristianos ungidos son declarados justos porque ejercen fe en el sacrificio redentor de Jesús (Rom. 3:24, 28). A los ojos de Jehová quedan absueltos de su pecado, por lo que pueden ser ungidos con espíritu santo para ser hijos espirituales de Dios y hermanos de Jesucristo (Juan 1:12, 13). Además, llegan a formar parte del nuevo pacto y componen una nueva nación, “el Israel de Dios” (Gál. 6:16; Luc. 22:20). ¡Qué privilegiados se sienten! Como consecuencia de todas estas cosas que Dios hace por ellos, los cristianos ungidos no tienen la esperanza de vivir para siempre en la Tierra. Sacrifican esa posibilidad por el gozo indescriptible de colaborar con Jesús durante el Día del Juicio y gobernar con él en los cielos (Rom 8;17).

En el Pentecostés del año 33, unos ciento veinte hombres y mujeres fieles recibieron la oportunidad de formar parte del grupo que gobernará con Jesús durante el Día del Juicio. Todos los discípulos reunidos en aquella ocasión fueron bautizados con espíritu santo y así se convirtieron en los primeros cristianos ungidos. Pero aquello era solo el primer paso para que obtuvieran la recompensa celestial. A partir de ese momento, Satanás los sometería a muchas pruebas, y ellos tendrían que mantenerse leales a Jehová. Solo recibirían la corona de la vida si eran fieles hasta la muerte (Rev. 2:10).

Jehová les dio a los cristianos ungidos los consejos y el estímulo que necesitaban a fin de mantenerse fieles; para ello se valió de la congregación cristiana y de su Palabra. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió a sus hermanos ungidos de Tesalónica: “Como un padre hace con sus hijos, nosotros seguimos exhortando a cada uno de ustedes, y confortándolos y dándoles testimonio, a fin de que siguieran andando de una manera digna de Dios, que los llama a su reino y gloria” (1 Tes. 2:11, 12)

En las décadas que siguieron a la selección de los primeros ungidos, Jehová estimó conveniente que se hiciera un relato escrito del ministerio terrestre de Jesús. También decidió que quedara constancia de Su relación con los cristianos ungidos del siglo primero, así como de los consejos que les daba. Por eso inspiró la redacción de las Escrituras Griegas Cristianas, que se añadieron a las ya existentes Escrituras Hebreas. Estas últimas —las Escrituras Hebreas— se escribieron en principio para el Israel natural, durante el período en que este disfrutó de una relación especial con Dios. Y las Escrituras Griegas Cristianas se escribieron principalmente para “el Israel de Dios”, compuesto por los que han sido ungidos para ser hermanos de Cristo e hijos espirituales de Dios. Ahora bien, tal como los no israelitas podían beneficiarse mucho del estudio de las Escrituras Hebreas, así también los cristianos que no son ungidos obtienen beneficios incalculables al estudiar y aplicar los consejos de las Escrituras Griegas (léase 2 Timoteo 3:15-17).

A los cristianos del siglo primero se les declaró justos y se les ungió con espíritu santo a fin de que en un futuro pudieran recibir la herencia celestial; su ungimiento no los convertía en reyes mientras aún estaban en la Tierra. Pero parece que algunos de ellos no lo entendían de ese modo, pues empezaron a buscar protagonismo entre sus hermanos ungidos, a comportarse como si fueran reyes sobre ellos. Por eso Pablo les dijo: “Ustedes ya están hartos, ¿verdad? Ya son ricos, ¿verdad? Han empezado a reinar sin nosotros, ¿verdad? Y verdaderamente desearía yo que hubieran empezado a reinar, para que nosotros también reináramos con ustedes” (1 Cor. 4:8). (Biblioteca en línea Watchtower. Del artículo aparecido en “La Atalaya” de 15/1/2008, pág 20-24)

Aunque Jesucristo es el gobernante principal en el reino de Dios, no gobernará solo, sino acompañado de otros reyes. Por eso, se escogen, hasta nuestros días, personas de entre la humanidad para unirse a él en el reino celestial de su Padre  (Jn 14;2,3) (Lc  22;28-­30) (2Tim 2;12) (2Tim 4;18) (Ap 20;6) (Ap 5;10) (“La Atalaya” de 15/11/94, pág 4,5) (“Usted puede vivir…” pág 122,123)

La  Biblia predijo  que los  que  fueran al  cielo compondrían "un reino y sacerdotes para nuestro Dios" y "reinarían sobre la tierra" (Ap 5;10) ("La Atalaya" de 15.11.94, pág 4-5)

"La Biblia nos dice que -después de Jesucristo- habrían otros resucitados como personas de la región espiritual  y que, por tanto, no tendrían que volver a morir” ("Usted puede vivir...", pág 172)
"La Biblia, muestra claramente que  después,  otros hermanos, serían llevados al cielo. (1Cor 15;23) (Jn 14;1-3) (Flp 3;20-21) (Rom 6;5) (2Cor 5;1-2) (Jn 14;1-3). El apóstol Pablo -por  ejemplo-  dijo que   ésta (la "Primera resurrección") también incluiría a sus hermanos  cristianos fieles, santificados (1Cor 1;1-2) (1Cor  6;2)" ("Usted puede  vivir...",  pág  123)
"Sin embargo, ahora  Cristo ha sido levantado de entre  los muertos, las primicias de los  que se han dormido  (en la muerte). Pues  dado que la muerte  es por  medio de  un  hombre,  la resurrección  de los  muertos también es por medio de un hombre.   Porque así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su propia categoría: Cristo las  primicias, después los que pertenecen al Cristo  durante su presencia.  En seguida,  el fin, cuando entrega el reino  a su Dios y  Padre, cuando él haya reducido  a la nada todo gobierno y toda autoridad y poder" (1Cor 15;20-24) (NM) 
Análisis:
Traducción de NC del párrafo anterior (1Cor 15;20-24): "Pero no; Cristo ha resucitado  de entre los muertos como primicia de los  que mueren.   Porque como  por un  hombre vino  la muerte, también por  un hombre vino  la resurrección de los  muertos.  Así como todos mueren en Adán,  así todos resucitarán en Cristo.  Pero cada uno  a su tiempo; el  primero Cristo y luego,  los de Cristo, cuando  El venga;  Entonces será  el fin,  cuando entregue  a Dios Padre el  reino, cuando haya  reducido a la nada  todo principado, toda potestad y todo poder".
En son de triunfo y como  tratando de borrar la mala impresión que pudieran  haber dejado  las  tan  pesimistas hipótesis anteriores (v.13-19) Pablo lanza un rotundo "no" a todas ellas, como diciendo  que no  nos  preocupen,  pues de hecho "Cristo ha resucitado de entre los muertos" (v.20). A continuación, S. Pablo va a explicar esa conexión  íntima entre la resurrección de Cristo y la nuestra a que aludió en los (v.12-13).  Por lo tanto S. Pablo no habla sino de la resurrección en virtud de la unión con Cristo, y, consiguientemente, de la resurrección de los justos. Dos  veces repite  el adjetivo  "muertos" en  el (v.20),  pero con distinto significado  ya que son distintas  las palabras empleadas en el original.  El primero: "nekros".  Tiene sentido universal y físico, pues abarca a todos los muertos, creyentes y no creyentes. El segundo: "koimaomai". Tiene sentido particular, pues se refiere solamente a los fieles que han muerto e incluye también la idea especial de  muerte física en la fe y  unión con Cristo.  Por lo tanto, Cristo  no es "primicias" de todos los muertos, sino de determinados muertos. ("koimaomai" también figura en (1Cor 15;18)).
Pablo, al aplicar este  término a Cristo resucitado respecto de los que  han muerto en la  fe de Cristo, claramente  da a entender que  Cristo no  quedará solo  en su  condición gloriosa,  sino que llevará en pos  de sí la "masa"  de los otros muertos  unidos a El (v.23)  
Esta idea  de solidaridad entre Cristo  y los suyos queda  aún más acentuada  bajo otra  imagen, en  los (v.21-22)  donde se  pone en paralelismo antitético o de contraste la obra de Adán y la obra de Cristo.  Esta doctrina, S. Pablo la desarrolla ampliamente en (Rom 5;12-21) presentando  a Cristo  como nuevo tronco  o cabeza  de la humanidad regenerada, que extiende su poderoso influjo vivificador a todos los hombres unidos a El, anulando así el influjo mortífero de  la obra  del primer  hombre.  Cristo  y los  suyos forman  una especie de organismo  único (Rom 6;3-11) ( Gl 3;28)  que no admite diferencias de destino: dónde esté  la cabeza han de estar también los miembros (Ef 2;5,6) ( Col 1;18) (1Tes 4;14).
En el (v.21),  tenemos, dos veces, hombre sin  artículo, porque se trata de significar la naturaleza.
En el (v.22), conviene notar la fuerza de la preposición en Adán, en Cristo, que expresa unión activa, vital, como la  de  los sarmientos en la vid.
"Todos mueren". Esta frase no tiene  restricción ninguna, porque todos están  unidos con Adán. El presente indica una ley que se está cumpliendo.  sucesivamente. 
s/TJ:
"Este reino celestial de Dios garantizará el  que se haga en la Tierra la voluntad de Dios, tal  como se declara en la oración  que Jesús enseñó a sus seguidores (Mt 6;10) El rey  designado Jesucristo cuidará de que los súbditos terrenales del Reino sean bendecidos con paz...  Efectivamente, ¡el reino de  Dios es la única  esperanza de la humanidad para  la paz y felicidad  duraderas!   Fue  con  buen motivo  entonces  que  Jesucristo exhortó: "Sigan, pues, primero el reino" (Mt 6;33)
"Luego  se  seleccionaría a  otras  personas  de  la humanidad  para  que gobernaran  con él.   La  Biblia predijo  que los  que  fueran al  cielo compondrían "un reino y sacerdotes para nuestro Dios" y "reinarían sobre la tierra" (Ap 5;10) ("La Atalaya" de 15.11.94, pág 4-5)
"Pero enseguida veremos  que los que van al cielo  participarán con Jesús en Su  trabajo u obra.   Precisamente para  esto van al  cielo." ("Usted puede vivir para siempre...", pág 122-123)
Análisis:
O sea, que la máxima aspiración aquí en la tierra de los que luego irán  al cielo  es la  de, podríamos  decir, conseguir  esta plaza celeste para seguir trabajando con  Jesús participando en su obra. Nada de gozar  con la presencia de  Jehová, cara a cara,  ni de lo que jamás ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni haya podido venir a la mente del hombre  y que Dios tiene reservado para  los que le aman (1Cor 2;9).  Si alguien va al cielo,  no va a perder el tiempo con simplezas, precisamente va  a seguir trabajando al  lado de Jesús. No va porque  ha sido de los bienaventurados pobres  de espíritu y ahora  merecen el  cielo, ni  de los  que han  sido mansos,  o han llorado, o han sentido  hambre  y sed  de  justicia,  ni de  los misericordiosos,  ni  de  los  limpios  de  corazón,  ni  de  los pacíficos, ni de los que  han padecido persecución por la justicia y ahora se merecen  el reino de los cielos y ver  a Dios.  No.  Si van al cielo no van a  recibir ningún premio especial con relación a Jehová.  Van para seguir paso a paso, al lado de Jesucristo, una criatura de Dios, la obra  de salvación sobre la Tierra...  Quizá, si el trabajo lo permite, puedan  echar una miradita, de cuando en cuando,  a la  gloria de  Jehová  y extasiarse  -solamente por  un ratito, eso sí- ante su presencia.
s/TJ:
"Una  capacidad   exaltada,  pues  tienen  el   privilegio  de  compartir estrechamente con Jesús  la obra asignada por su Padre.   Al describir a los que  son incluidos  en el pacto  "para un reino"  y que  prueban ser fieles,  la Biblia  dice:  "Serán sacerdotes  de Dios  y  del Cristo,  y gobernarán como reyes con él por los mil años" (Ap 20;6) Sí, los que han sido  llevados al  cielo gobiernan  junto con  Jesucristo.  Sirven  como reyes y sacerdotes  con él (Ap 3;21) (2Tim 2;11-12)" ("Usted puede vivir para siempre...", pág 126)
"Mucho antes de que Jesús viniera a la Tierra, el libro bíblico de Daniel predijo que  al "hijo del hombre"  se le "daría gobernación".   Y Daniel pasó  a  decir:  "Su  gobernación  es  una  gobernación  indefinidamente duradera que no pasará..." (Dn 7;13-14).  Sin embargo, es importante que notemos aquí  en el libro de  Daniel que el  "hijo del hombre" no  ha de gobernar solo.  La  Biblia dice: "Y el reino y  la gobernación... fueron dados al pueblo que  son lo santos del Supremo.  Su  reino (es decir: el reino de ellos) es un  reino indefinidamente duradero" (Dn 7;27).  Estas expresiones "el pueblo" y "su reino"  nos dan a saber que otras personas gobernarán con  Cristo en el gobierno  de Dios("Usted puede  vivir para siempre...", pág 123 y 160)
Análisis:
(Dn 7;14) habla de un "dominio eterno que no acabará nunca" (NC) y (Dn 7;27) de un "reino eterno" (NC), expresiones  que los  TJ quieren  suavizar traduciendo "gobernación indefinidamente duradera". Este esfuerzo literario por parte de los TJ es muy importante porque el reino que enseñan los TJ termina a los mil años de gobernación, cuando dicho reino es entregado a Jehová quien "lo gobierna directamente como Rey"  ("Usted puede vivir... pág 182), lo  que no se ajusta a su propia  expresión "indefinidamente duradero"  ni mucho  menos a la  rotunda "dominio eterno que no acabará nunca" (Dn 7;14) (NC).
Dios es  el "santo" por excelencia  (Is 6;3) y de  esta "santidad" participan según se  repite frecuentemente en el  AT, aquellos que se acercan a El o le están especialmente consagrados (Ex 19;6) (Lv 11; 44-45) (Lv  19;2) (Lv 20;26) (Lv 21;6-8) (Ex  12;16) (Lv 23;2) (Num 28;25).
Parece  que  la idea  primera  del  término  "santidad" es  la  de separación o trascendencia  sobre todo lo común y  profano, a esta idea va unida la de pureza o ausencia de todo pecado.
En el  libro de  los Macabeos  se hace mención  al "pueblo  de los santos" que se refiere al pueblo judío.  (1Mac 1;49)
En el fragmento (Dn 7;23-28) se  concreta bien la cuarta bestia en sus luchas  contra el reino  de los  santos, el pueblo  judío.  La pretensión de  mudar los tiempos y  la Ley es una  clara alusión a las  tentativas de  los reyes  seléucidas, sobre  todo Antíoco  IV Epífanes, para suprimir la religión judía en lo referente al culto y a la Ley  en general.  El opresor se adueñará  de los santos por "un tiempo, tiempos y medio tiempo"  (v25) es decir, por tres años y  medio,  que  es  lo  que duró  la  expoliación  del  templo  de Jerusalén, desde mediados del 168 aC, al 25 de diciembre (Quisleu) del 164 aC, en que fue purificado de nuevo el templo.
Será la máxima  prueba de los fieles  judíos , pero al  fin se les hará  justicia, ya  que el  tribunal, o  consejo judicial  divino, arrebatará el dominio  al perseguidor y lo dará a  los santos, que lo retendrán  por los siglos  de los  siglos (v27) El  desquite de estos  será  total.  Antíoco  vencido,  es  considerado por  la tradición cristiana como tipo del anticristo, derrotado al fin del mundo.
La  frase "un  tiempo, tiempos  y medio  tiempo" reaparece  en (Dn 12:7).  En (Dn 12;12) se habla  de mil trescientos treinta y cinco días . En  (Dn 8;14) se habla  de mil ciento cincuenta  días, y en (Dn 12;11)  de mil  doscientos noventa días  , que  vienen, grosso modo, a equivaler a tres años y medio, que duró la profanación del templo.
S. Pedro en  (1Pe 1;15-16) dice que la santificación  es una labor ardua que exige  que el espíritu esté libre  de las preocupaciones terrenas  y preparado  para  emprender el  largo  camino hacia  el cielo.  Con este mismo fin no  han de preocuparse de los intereses y  placeres de  este mundo,  sino poner  toda su  esperanza en  la gracia que ha  traído la revelación de Jesucristo.   Un motivo que ha de impulsar a  los cristianos a la santidad es  el hecho de ser Dios santo.  Los cristianos han de  imitar la santidad de Dios (Mt 5;48) porque tal es su voluntad (1Tes 4;3)
A los cristianos se  impone, más todavía que a  los israelitas, la máxima  del levítico:  "Sed  santos, porque  santo  soy yo,  Yavé, vuestro Dios"  (Lv 19;2) (Lv  11;44) (Lv 20;7-8).  S.  Pedro había insistido ya en varias ocasiones en proclamar a Jesús "el Santo de Dios" (Jn 6;69), "el santo y  justo Siervo del Señor", del que nos habla Isaías (Hech 3;14) (Hech 4;27-30) (Is 52;13) (Is 53;12)
Con mucha razón, pues, es  aplicado este término a los cristianos, nuevo "pueblo  santo" que  sustituye al  antiguo Israel  (1Pe 2;9) sobre  los  que visiblemente  desciende  el  Espíritu Santo (Hech 2;17-23) (Hech 4;31) (Hech 8,15) quedando separados  del resto de los hombres  y pasando  por medio  del bautismo  a una  especie de consagración a Dios, libres de su pasado profano y culpable.
Por eso en la Iglesia primitiva era muy corriente denominar con el apelativo "santos" a los cristianos en general. (Hech 9;13) (Hech 9;32-41) (Hech  26;10) (Rm  1;7) (Rm 12;13)  (Rm 15;26)  (Rm 16;2) (1Cor 1;2) (1Cor 16;1) (2Cor 8;4) (Flp 4;21) (Col 1;4) (1Pe 1;16).
"Y el reino y la gobernación...  fueron dados al pueblo que son los santos del Supremo.  Su reino (es  decir: el reino de ellos) es un reino indefinidamente duradero"  (Dn 7;27) (NM).  A  pesar de todo lo dicho, para los TJ "los santos del supremo" son, únicamente, un grupo  escogido  que, como  luego  veremos,  no puede  exceder  la  ridícula cifra de 144.000.
s/TJ:
"Todas las ilustraciones que dio Jesús del reino de los cielos tienen que ver con  personas que serán con  él herederos del reino  celestial.  Por consiguiente los peces "excelentes" que  se recogen en receptáculos para uso provechoso  representan a los de  entre la humanidad que  se prueban apropiados para  reinar con  Jesucristo en  el reino  de los  cielos (Ap 7;1-8) (Ap 14;1-5)"
La "red barredera" simbólica está en las manos de los ángeles como grupo de trabajadores que  cooperan.  Pero para que la  "red barredera" recoja peces  simbólicos  de toda  clase,  las  personas  que pertenecen  a  la organización  de la  "red barredera"  tienen que  trabajar.  Tienen  que hacer  una  obra  de  recogimiento  en   la  Tierra  en  el  nombre  del cristianismo.  Los  ángeles celestiales  sólo hacen una  obra invisible, pero  los miembros  organizados  de  la "red  barredera"  hacen la  obra directa visible.  Sólo el número más  pequeño de esta organización de la "red  barredera" realmente  pesca según  las instrucciones  de Dios  por medio de Cristo  y según los principios bíblicos. Como resultado, sólo esos  trabajadores recogerán verdaderos "peces"  cristianos, apropiados para el  reino celestial.   Este hecho lo  hacen manifiesto  los ángeles celestiales bajo  Cristo en la "conclusión  del sistema de cosas"  en la cual nos  encontramos desde  el fin  de los Tiempos  de los  Gentiles en 1914." ("La Atalaya de 15.5.68), pág 305 y ss)
Análisis:
Resumen de estas páginas de "La Atalaya"
Peces simbólicos,  pescados y sacados y  colocados en receptáculos en la conclusión del sistema de  cosas, en la cual nos encontramos ahora = Resto de los herederos del Reino, quienes hoy día componen la clase del "esclavo fiel y discreto" en la Tierra (Mt 24;45-47)
Peces simbólicos  "inapropiados" que son lanzados  en el simbólico horno  ardiente  para ser  destruidos  =  cristianos que  resultan infieles a  la llamada celestial,  llegando así a ser  "inicuos" y quienes merecen ser destruidos.
Los que efectúan  la pesca y sacan  la red barredera a  la playa y entonces  separan los  pescados unos  de otros  = Los  ángeles que acompañan a  Jesucristo glorificado  cuando él  entra en  su reino celestial al fin de los Tiempos  de los Gentiles son quienes hacen esta obra de separación bajo  la dirección de Cristo (Mt 13;40-41) (Mt 24;30-31) (Mt 25;31-32)
Red  barredera   =  Organización  terrestre  que   afirma  ser  la Congregación de Dios que está en el nuevo pacto con Dios por medio del  Mediador  Jesucristo.   Incluye  a los  que  hacen  profesión verdadera y a los que hacen profesión falsa o infiel.
s/TJ:
"Respecto a los que  servirán en el cielo con Cristo  Jesús, es un alivio saber que  "Dios ha colocado  a los miembros en  el cuerpo, cada  uno de ellos, así como le agradó" (1Cor 12;18) El factor determinante no es el deseo personal  ni la ambición de  un puesto en el  Reino (Mt 20;20-23). Dios ha fijado normas específicas de fe y conducta con el fin de excluir a los que no son dignos.  (Jn 6;44)(Ef 5;5) Las palabras de apertura del Sermón del  Monte de Jesús  muestran que  los que gobernarán  con Cristo deben ser  de inclinación espiritual,  de genio apacible, amantes  de la justicia, misericordiosos, puros  de corazón y pacíficos  (Mt 5;3-9) (Ap 2;10)" (¡Despertad! de 8.1.95, pág 27)
La Biblia nos dice que Cristo es la cabeza de la congregación de Dios, y que los miembros de ésta están  sujetos a Jesús (Ef 5;23-24).  Cuando la Biblia habla de "la congregación del  Dios vivo" se está refiriendo a un grupo particular  de los seguidores de  Cristo (1Tim 3;15).  A  estos se les  llama también  "la congregación  de los  primogénitos que  han sido matriculados  en   los  cielos"   (Hb  12;23).    De  manera   que  esta "congregación de Dios" está compuesta de todos los cristianos que hay en la Tierra  que tienen la  esperanza de vivir  en los cielos.   En total, sólo  144.000 personas  finalmente componen  la "congregación  de Dios". ("Usted puede vivir para siempre...", pág 125).
"Este Rey -Jesús- será también un  Juez perfecto.  No juzgará por la mera apariencia de  las cosas a sus  ojos, ni censurará simplemente  según lo que oigan sus oídos...  El lee los corazones.  Nada le pasa inadvertido. La  justicia templada  por el  amor y  la misericordia,  no estará  a la venta. Siempre triunfará (Is 11;3-5)
Es  comprensible  que la  gobernación  del  Mesías ejerza  una  profunda influencia en sus súbditos, que cambie  a la gente.  (Is 11;6-9) muestra lo  profundo que  son esos  cambios.  En  esta profecía  se presenta  de manera  conmovedora a  animales peligrosos,  depredadores -osos,  lobos, leopardos,   leones,  cobras-   en  compañía   de  animales   domésticos inofensivos  e incluso  de  niños.  ¡Pero  los  depredadores no  suponen ningún peligro!.  ¿Por qué?.  El  versículo 9 contesta: "No harán ningún daño  ni causarán  ninguna ruína  en toda  mi santa  montaña; porque  la tierra  ciertamente estará  llena del  conocimiento de  Jehová como  las aguas cubren el mismísimo mar". 
Por supuesto, el  "conocimiento de Jehová" no puede  tener ningún efecto en los  animales literales; por  ello, esos versículos deben  aplicar en primer lugar  a seres humanos.   La gobernación del Mesías  patrocina un programa de educación mundial, en el que  se enseña a la gente acerca de Jehová y de sus  caminos, y a tratar a sus  semejantes con amor, respeto y dignidad.  En el venidero Paraíso,  el Mesías elevará milagrosamente a la humanidad  a la perfección  moral y física.  Habrán  desaparecido las tendencias animales,  depredadoras, de la naturaleza  humana imperfecta. Y, por fin, la humanidad llegará a estar en paz con los animales también en sentido literal (Gn 1;28)" ("La Atalaya" de 1.10.92, pág 19)
"En la última noche que Jesús pasó  con sus 11 apóstoles fieles él mostró que ellos  serían gobernantes  con él  en el reino  de Dios.   Les dijo: "Ustedes  son los  que  con  constancia han  continuado  conmigo en  mis pruebas; y yo hago  un pacto con ustedes, así como mi  Padre ha hecho un pacto conmigo, para  un reino, para que  coman y beban en mi  mesa en mi reino,  y se  sienten sobre  tronos  para juzgar  a las  doce tribus  de Israel" (Lc  22;28-30).  Más  tarde, el apóstol  Pablo y  Timoteo fueron incluidos en este pacto, o acuerdo, para un reino.  Por esta razón Pablo escribió a Timoteo: "Si seguimos aguantando, también gobernaremos juntos como reyes" (2Tim 2;12).  Además, el apóstol Juan escribió acerca de los que han  de "gobernar como reyes  sobre la tierra" junto  con Jesucristo (Ap 5;9-10) (Ap 20;6)" ("Usted puede vivir para siempre...", pág 123)
Análisis:
Los TJ en ("La Atalaya" de  1.6.1965, pág 329) dicen: "'Dios es el  Juez  de todos'  (Hb  12;23)  Dios, por  tanto,  tiene derecho  de nombrar a otros jueces, y el  nombró a su Hijo Jesucristo para ser el  futuro  juez de  toda  la  humanidad  porque él  había  muerto sacrificatoriamente para ella...' porque el Padre no juzga a nadie,  sino  que ha  encargado todo  el juicio  al Hijo,  para que  todos  honren al  Hijo así como honran  al Padre' (Jn 5;19-24)".  Los TJ nos vienen a  decir que serán tantas las personas  a las que habrá   que juzgar que como si se  tratara de un juicio humano, presuponen que Jesucristo solo no podrá con tan ingente tarea y por ello debe rodearse de un instruido grupo de jueces humanos que colaboren con  él.
s/TJ:
"¿Cómo podría  juzgarse de un modo  apropiado a todos los  resucitados en una  día  de  veinticuatro  horas, aun  haciéndolo  los  144.000  jueces asociados junto con su juez  superior, Jesucristo?. El DIA DEL JUICIO durará mil años. (1Cor 15;23)" ("La Atalaya" de 1.6.65, pág 337)
"El texto  que habla  del "Nuevo  pacto" es  (Jr 31;31):  "¡Mira!  Vienen días!, es la expresión de Jehová y "yo ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto".
Análisis:
Los TJ,  primero creyeron  y pregonaron (año  1923) que  el "nuevo pacto" se  haría con  los judíos  naturales después  del Armagedón ("La Atalaya" de  1966, pág 437/9).  Hoy (desde  1932) enseñan que no, que  aplica a los  144.000, ese grupito  de TJ que  tienen la exclusiva para ir al cielo  ("La Atalaya" de 1966, pág 439/16-18). Cuando  los TJ  enseñaban que  el pacto  se haría  con los  judíos naturales,  aseguraban se  lo había  revelado  Dios y  que era  la verdad pura  de Dios  y de  la Biblia.   Al equivocarse,  sólo nos prueban ser falsos profetas y grandes blasfemos contra el Espíritu Santo.  ("Los falsos manejos de los TJ", pág 52-53)
s/TJ:
"Entonces,  tomando Pedro la palabra,  le dijo: Pues nosotros  lo hemos dejado todo  y te  hemos seguido,  ¿qué tendremos?  Jesús les  dijo: En verdad  os  digo  que  vosotros,  los  que  me  habéis  seguido,  en  la regeneración, cuando el  Hijo del Hombre se siente sobre  el trono de su gloria, os  sentaréis también vosotros  sobre doce tronos para  juzgar a las doce tribus de Israel.  Y todo  el que dejare hermanos o hermanas, o padre o  madre o hijos o  campos , por amor  de mi nombre ,  recibirá el céntuplo y  heredará la vida  eterna." (NC) (Mt 19;27-29)  (Mc 10;28-31) (Lc 18;28-30)
"Fue  respecto a  la congregación  de jueces  asociados (congregación  de creyentes a quienes  Dios el Padre celestial habría de  escoger de entre los hombres  para llegar a  ser jueces  asociados con Jesucristo  en los cielos) que Jesús dijo a sus apóstoles las palabras de (Mt 19;27-29)"
"Por supuesto  habrá más de  doce jueces  asociados con Jesucristo  en su reino celestial.  La  entera congregación de asociados  juzgará a muchos más que  las doce  tribus literales  de Israel.   Bajo el  Juez Superior Jesucristo  ellos juzgarán  a toda  la humanidad,  a los  vivos y  a los muertos.  Sobre este punto el apóstol Pablo escribió a la congregación.: "¿O no saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?  Y si el mundo ha de ser juzgado por ustedes, ¿son  ustedes incapaces de juzgar asuntos de ínfima importancia"  ahora?  (1 Cor  6;2) Por eso, los  jueces asociados serán muchos." ("La Atalaya" de 1.6.65, pág 331)
Análisis:
Jesucristo promete a los apóstoles que se "sentarán en doce tronos para gobernar  las doce tribus  de Israel".  ¿Cuándo?. Cuando el  Hijo  del  hombre  se  siente  en  su  trono  de  gloria,  en  la  regeneración.
La literatura judía era bastante oscura sobre la renovación del mundo. Se confundían a veces las perspectivas escatológicas  -mesiánica y final- y se hacía  en una o en otra, o confusa y mixtificadamente, una "renovación" o "regeneración" del mundo.  Pero  en  el  texto  evangélico,  esta  "renovación"  o "regeneración" (palingenesia) que dice Mt queda bien precisada por los lugares  paralelos de  Mc-Lc al  contraponer lo  que recibirán "ahora" (Mc) que es, "en este siglo" (Lc), los que dejen las cosas del mundo por El, y lo que  recibirán "en el otro mundo" (Mc), que es "el siglo venidero" (Lc) en el que reciben "la Vida eterna".
Por eso, esta  "regeneración", en que todo se  renovará (2Pe 3;13) (Ap 21;1-5)  (Rm 8;17),  es la  hora de la  "Vida eterna",  y este juicio de Cristo glorioso es su juicio final.  La literatura judía reservaba este trono de gloria a Dios.  El Hijo del hombre aparece aquí, como en otros pasajes, situándose es una esfera trascendente.  En esa  hora  triunfal, los  apóstoles, por  haber dejado todas sus cosas por El,  cuando el Hijo del hombre venga en su trono  de gloria, también  ellos "se sentarán en  doce tronos". Conforme al estilo apocalíptico,  indica su glorificación.  Cuando Cristo, en su  juicio final, juzgue a la  humanidad, también ellos "juzgarán a las  doce tribus  de Israel".   De hecho  el lenguaje específico judío podía hacer creer que el pensamiento de Cristo se dirige sólo  a las "doce tribus".   Pero parece, más bien  que las "doce tribus"  representan todo el  mundo; pero el  Salvador puede ser que  se atenga  a la  perspectiva del momento;  El no  ha sido enviado más que a ellas (Mt  15;24); es también un índice precioso de  autenticidad.  También  puede ser  que, en  el pensamiento  de Cristo, en ellas se incluyese todo el "Israel de Dios" (Gl 6;16)
El  término  griego  que  se  traduce  por "regeneración"  (nuevo nacimiento) no aparece en la Biblia griega más que en (Mt 19;28) y (Tito 3;5).  Etimológicamente, la palabra  usada, indica o bien el retorno  a la  vida, la  resurrección,  o bien  la renovación  que supone el renacer a una vida superior. 
Los TJ  nos enseñan que se  juzgará a toda la  humanidad..., a los vivos  y a  los muertos...,  al  mundo...  ¿También,  pues, a  los inicuos?.  ¿O es  que estos no forman parte de  la humanidad?, ¿no estarán  entre los  vivos y  los  muertos?, ¿no forman parte  del mundo?