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Renovación de la dominación mundial.
Dios, no obstante, deja claro que
no ha pasado la dominación del mundo a las potencias gentiles para
siempre.
La visión muestra que la restricción que Dios se impuso (representada por las ataduras de hierro y de cobre alrededor del “tocón” del árbol) continuaría hasta que ‘pasaran siete tiempos sobre él’. (Da 4:16, 23, 25.) Luego daría la dominación mundial ‘a quien él quisiera’, puesto que “el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad”. (Da 4:17.) Según muestra el libro profético de Daniel, este habría de ser el “hijo del hombre”, a quien le serían dadas “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él”. (Da 7:13, 14.) La propia profecía de Jesús, en la que aparece la referencia a “los tiempos señalados de las naciones”, tiene que ver claramente con su ejercicio de tal dominación mundial como el rey escogido de Dios, el heredero de la dinastía davídica. (Mt 24:30, 31; 25:31-34) (Lu 21:27-31, 36.) De este modo, el tocón simbólico (que representa el derecho que Dios se reserva como soberano de ejercer la dominación mundial en “el reino de la humanidad”) habría de brotar nuevamente en el reino de su Hijo. (Sl 89:27, 35-37.)
La visión muestra que la restricción que Dios se impuso (representada por las ataduras de hierro y de cobre alrededor del “tocón” del árbol) continuaría hasta que ‘pasaran siete tiempos sobre él’. (Da 4:16, 23, 25.) Luego daría la dominación mundial ‘a quien él quisiera’, puesto que “el Altísimo es Gobernante en el reino de la humanidad”. (Da 4:17.) Según muestra el libro profético de Daniel, este habría de ser el “hijo del hombre”, a quien le serían dadas “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él”. (Da 7:13, 14.) La propia profecía de Jesús, en la que aparece la referencia a “los tiempos señalados de las naciones”, tiene que ver claramente con su ejercicio de tal dominación mundial como el rey escogido de Dios, el heredero de la dinastía davídica. (Mt 24:30, 31; 25:31-34) (Lu 21:27-31, 36.) De este modo, el tocón simbólico (que representa el derecho que Dios se reserva como soberano de ejercer la dominación mundial en “el reino de la humanidad”) habría de brotar nuevamente en el reino de su Hijo. (Sl 89:27, 35-37.)
Siete tiempos simbólicos.
En la experiencia personal que
Nabucodonosor tuvo del cumplimiento de la visión, los “siete tiempos” fueron
siete años durante los cuales él enloqueció, con síntomas semejantes a los de
la licantropía, y abandonó su trono para comer vegetación como una bestia del
campo. (Da 4:31-36.)
Es significativo que la Biblia represente por tanto el ejercicio de la
dominación mundial por las potencias gentiles mediante bestias que se hallan en
oposición al pueblo santo de Dios y su “Príncipe de príncipes”. Compárese
con (Da 7:2-8, 12, 17-26; 8:3-12, 20-25)
(Rev 11:7; 13:1-11; 17:7-14.)
Los lexicógrafos dicen que la palabra “tiempos” (del arameo ʽid·dán) se usa en la profecía de Daniel con el
significado de “años”. (Véase Lexicon in Veteris TestamentiLibros, de
L. Koehler y W. Baumgartner, Leiden, 1958, pág. 1106; A Hebrew
and English Lexicon of the Old Testament,
de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 1105; Lexicon Linguae Aramaicae Veteris Testamenti, edición
de E. Vogt, Roma, 1971, pág. 124.) La duración de un año en este caso es
de 360 días, tal como en (Revelación 12:6, 14) tres
tiempos y medio equivalen a “mil doscientos sesenta días”. (Compárese también
con Rev 11:2, 3.)
Según este cálculo, “siete tiempos” equivaldrían a 2.520 días. El hecho de que
un número específico de días puede utilizarse en el registro bíblico para
representar proféticamente una cantidad igual de años, se puede observar al
leer los registros de Números 14:34 y Ezequiel
4:6. Solo aplicando la fórmula “un día por un año” a los “siete
tiempos” de esta profecía, puede tener la visión del capítulo 4
de Daniel un cumplimiento significativo que trascienda de los
tiempos ya pasados de Nabucodonosor, cumplimiento que cabe esperar según las
pruebas hasta ahora presentadas. Por lo tanto, los “siete tiempos” representan
2.520 años.
Es un hecho histórico
digno de mención el que —sobre la base de la información y
pruebas presentadas— el número de marzo de 1880 de la revista Watch Tower
identificase el año 1914 con el tiempo en que concluirían “los tiempos
señalados de las naciones” (el permiso de gobernar que Dios había
concedido a los gobernantes gentiles). Eso fue unos treinta y cuatro
años antes de que llegara dicho año y de los sucesos
trascendentales a los que dio comienzo. El periódico The World del 30
agosto de 1914, uno de los más
importantes de Nueva York en aquel entonces, comentó lo siguiente en
un artículo principal de su revista dominical: “El tremendo
estallido de guerra en Europa ha cumplido una profecía extraordinaria.
Durante el pasado cuarto de siglo, por medio de predicadores
y de la prensa, los ‘Estudiantes Internacionales de la
Biblia’ [...] han estado proclamando al mundo que el Día de la
Ira profetizado en la Biblia amanecería en 1914”.
Los sucesos que acontecieron en el otoño
del año 1914 E.C. y desde entonces, son historia que todos conocemos bien;
aquel año vio el comienzo de la gran guerra, la primera guerra mundial de
la historia de la humanidad y la primera que se peleó, no por la cuestión
de la dominación de Europa solamente, ni de África ni de Asia, sino por la
dominación del mundo. (Lu 21:7-33) (Rev 11:15-18)
(“Perspicacia”, vol 2, págs 1117-1121)