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El ministerio de
Jesús en la Tierra se acercaba a su fin, y los discípulos estaban ansiosos por
saber qué les depararía el futuro. Así que, pocos días antes de la muerte de su
Maestro, cuatro de los apóstoles le preguntaron: “¿Cuándo serán estas
cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de
cosas?” (Mat. 24:3; Mar. 13:3).
Él les contestó con la extensa profecía que se halla en los capítulos 24 y 25 de Mateo. En ella predijo numerosos sucesos de gran interés. Sus palabras
encierran un profundo significado para nosotros, pues también nos intriga lo
que traerá el mañana.
A lo largo de los años, los siervos de Jehová han
estudiado la profecía de Jesús sobre los últimos días con mucho
cuidado y pidiendo siempre la guía divina. ¿Con qué objetivo?
Comprender mejor en qué momento de la historia se cumplirían los
sucesos predichos. Analicemos, por ejemplo, las siguientes tres preguntas:
¿Cuándo comienza la “gran tribulación”? ¿Cuándo juzga
Jesús a “las ovejas” y “las cabras”? ¿Cuándo llega, o viene, Jesús?
(Mat. 24:21; 25:31-33.)
Durante algunos años pensamos que la “gran tribulación”
había empezado en 1914 con la Primera Guerra Mundial. Y creíamos
que Jehová había hecho que “se acortaran aquellos días” en 1918, cuando
terminó el conflicto, para que el resto ungido pudiera dar a conocer las buenas
nuevas a todas las naciones (Mat. 24:21, 22). Al completarse esta obra de predicación, el imperio de Satanás
sería destruido. En resumen, pensábamos que la gran tribulación constaría
de estas tres fases: un comienzo (de 1914 a 1918), un período de
interrupción (de 1918 en adelante) y un final (en Armagedón)
Tiempo después, tras examinar más a fondo la
profecía de Jesús sobre los últimos días, entendimos que parte de ella tiene
dos cumplimientos (Mat. 24:4-22).
El primero tuvo lugar en Judea en el primer siglo, y el segundo ocurriría
a escala mundial en nuestros días. Comprender este hecho arrojó luz
sobre otros aspectos de la profecía.
También comprendimos que la primera fase
de la gran tribulación no se inició en 1914. ¿Por
qué llegamos a esa conclusión? Porque la Biblia revela que comenzaría
con un ataque a la religión
falsa, no con una guerra entre naciones. Por lo tanto, los acontecimientos
que se desencadenaron a partir de 1914 no dieron comienzo
a la gran tribulación, sino que fueron un “principio de dolores de
angustia” (Mat. 24:8). Estos “dolores de angustia” tuvieron un primer
cumplimiento en Jerusalén y Judea entre los años 33 y 66 de nuestra
era.
Entonces, ¿qué suceso marcará el comienzo
de la gran tribulación? Jesús predijo: “Cuando alcancen a ver la cosa
repugnante que causa desolación, como se habló de ella por medio de Daniel el
profeta, de pie en un lugar santo (use discernimiento el lector),
entonces los que estén en Judea echen a huir a las montañas” (Mat. 24:15, 16). Estas palabras se cumplieron por primera vez en el año 66: el ejército romano
(“la cosa repugnante”) estuvo “de pie en un lugar santo” cuando
atacó Jerusalén y su templo (considerado santo por los judíos). En el
segundo cumplimiento, la Organización de las Naciones Unidas (“la cosa repugnante”
de la actualidad) estará “de pie en un lugar santo” cuando
ataque a la cristiandad (santa para los supuestos cristianos)
y al resto de Babilonia la Grande.
Este suceso, descrito en Revelación
17:16-18, dará comienzo a la gran tribulación
Jesús también profetizó: “Aquellos días serán
acortados”. Estas palabras tuvieron un cumplimiento inicial en el año 66,
cuando los
romanos acortaron su ataque. Los cristianos ungidos de Jerusalén y Judea
aprovecharon la ocasión para huir, y así se pudo salvar su “carne”, o
vida (lea Mateo 24:22; Mal. 3:17). Y en el futuro, ¿qué podemos esperar que
ocurra? Durante la gran tribulación, Jehová acortará el ataque
de las Naciones Unidas contra la religión falsa para evitar que,
junto con ella, sea destruida también la religión verdadera. Esto
permitirá que el pueblo de Dios se salve.
¿Qué sucederá tras la primera fase
de la gran tribulación? Las palabras de Jesús indican que pasará
algún tiempo antes del inicio del Armagedón. Pero ¿qué ocurrirá en ese
intervalo? Hallamos la respuesta en Ezequiel
38:14-16 y Mateo
24:29-31 (léalo). Después vendrá el Armagedón, que se corresponde
con la destrucción de Jerusalén en el año 70 (Mal. 4:1). Alcanzando su punto culminante
en la batalla del Armagedón, la gran tribulación será
una experiencia única, “como la cual no ha sucedido una desde el
principio del mundo” (Mat. 24:21). Y cuando haya pasado, comenzará el Reinado de
Mil Años de Cristo
Esta profecía acerca
de la gran tribulación nos fortalece. ¿Por qué? Porque nos
garantiza que, sin importar las dificultades que tengamos que afrontar, el
pueblo de Dios como grupo sobrevivirá
a la gran tribulación (Rev. 7:9, 14). Pero ante
todo, nos llena de alegría saber que, en el Armagedón, Jehová reivindicará su
soberanía y limpiará su santo nombre (Sal. 83:18; Ezeq. 38:23) (La Atalaya 15/7/2013, pág 3-8)
Análisis:
Los propios TJ nos explican su doctrina y la evolución que ha sufrido la misma a lo largo de los últimos años.