lunes, 9 de junio de 2014

INMORTALIDAD

s/TJ:

INMORTALIDAD

El término griego (a·tha·na·sí·a) se forma con el prefijo negativo a seguido de una forma de la palabra “muerte” (thá·na·tos). En consecuencia, el significado básico es “no mortalidad”, y con él se alude a la cualidad de la vida de que se disfruta: inacabable e indestructible. (1Co 15:53, 541Ti 6:16) La voz griega a·fthar·sí·a, que significa “incorrupción”, se refiere a aquello que no se puede corromper o pudrir, que es imperecedero. (Ro 2:7; 1Co 15:42, 50, 53; Ef 6:24; 2Ti 1:10.)

Dios no está sujeto a la muerte, de modo que es inmortal

Las expresiones “inmortal” e “inmortalidad” no aparecen en las Escrituras Hebreas, que, sin embargo, muestran que Jehová Dios, la Fuente de toda vida, no está sujeto a la muerte, de modo que es inmortal. (Sl 36:7, 9; 90:1, 2; Hab 1:12.) Este hecho también lo subraya el apóstol cristiano Pablo al referirse a Dios como el “Rey de la eternidad, incorruptible”. (1Ti 1:17.)

Análisis:

La inmortalidad en el sentido de «posesión de la vida sin fin» es una noción para la cual el AT carece de un término adecuado. La razón no reside en la creencia de que el hombre fuera absorbido por la nada después de la muerte, ya que no existía duda alguna acerca de la existencia del hombre más allá de la tumba; sino que, como consecuencia de una antropología primitiva, los hebreos creían que, después de su muerte, los hombres se convertían en sombras en un lugar desesperadamente triste y tenebroso, llamado sheol (morada de los muertos). En cambio, en el pensamiento griego la inmortalidad  (en gr. athanasia) desempeñó ya desde muy temprano un papel importante. Era el privilegio exclusivo de los dioses, a los cuales por este motivo se llamaba «inmortales».

Si bien en el Antiguo Testamento se afirma que Dios es inmortal (Dt 32;40) (Dan 12;7) (Eclo 18;1), en el NT se le aplica por primera vez la noción de inmortalidad como cualidad que le pertenece de manera exclusiva (1Tim 6;16). Sinónimo de “inmortalidad” es la “incorruptibilidad”, aphtharsia, que se atribuye a Dios en (Rom 1;23) y (1Tim 1;17) (“Diccionario enciclopédico de la Biblia (HERDER), pág 767,768)

s/TJ:

El alma humana  es mortal, se encamina a la tumba y es destruida. Por lo tanto no tiene “inmortalidad” inherente

Las Escrituras Hebreas también ponen de manifiesto que el hombre no tiene inmortalidad inherente. Son numerosas las referencias a que el alma humana (heb. né·fesch) muere, se encamina a la tumba y es destruida. (Gé 17:14; Jos 10:32; Job 33:22; Sl 22:29; 78:50; Eze 18:4, 20.) En armonía con las Escrituras Hebreas, las Escrituras Griegas Cristianas también contienen referencias a la muerte del alma (gr. psy·kj). (Mt 26:38; Mr 3:4; Hech 3:23; Sant 5:20; Rev 8:9; 16:3.) Por consiguiente, las Escrituras Griegas Cristianas no contradicen o alteran la enseñanza inspirada que se halla en las Escrituras Hebreas, a saber, que el hombre, el alma humana, es mortal.

Análisis:

El autor de Génesis estaba convencido de que Dios había ofrecido al hombre, mortal por naturaleza (Gn 3;19), el acceso a la vida eterna (Gn 2;9.17)(Gn 3;22), pero que, seducido por el poder del mal, el hombre cayó en el pecado, perdiendo dicho privilegio. La misma idea se encuentra en (Sb 2;23 ss), texto que contiene una evidente alusión al relato del paraíso: por la envidia de Satán, el hombre perdió la inmortalidad, en virtud de la cual era imagen de Dios. (Sb 6;18 ss) habla de la incorruptibilidad en (Sb 3;4)(Sb 4;1)(Sb 8;13.17)(Sb 15;3) el autor emplea el vocablo "inmortalidad" y en (Sb 1;15) el adjetivo "inmortal". En (Sb 8; 13.17) la inmortalidad designa la supervivencia en la memoria de los hombres, lo mismo (pero no exclusivamente) que en (Sb 4;1). En los demás textos se trata de la supervivencia del mismo hombre otorgada gratuitamente por Dios (Sb 3;4).

En el Nuevo Testamento la inmortalidad solo se alcanza mediante la resurrección (1Cor 15; 50.52 ss); es un bien perdido, pero recuperado en Cristo (1Cor 15;21) (Rom 5;12). La fórmula de (1Cor 15; 50.52 ss) sugiere que con la inmortalidad se participa en un atributo divino. Tal inmortalidad será la recompensa de los justos en el día del juicio (Rom 2;7)(1Pe 1;4), si bien está ya presente en principio, co­mo fruto del evangelio (2Tim 1;10), en el cristiano por haber nacido en una semilla inmortal (1Pe 1;23)

s/TJ:

Jesús es “el único que tiene inmortalidad”  o sea “vida indestructible” o “vida indisoluble”

Sin embargo, las Escrituras Griegas Cristianas contienen la revelación del propósito de Dios de conceder inmortalidad a algunos de sus siervos. El primero que la Biblia dice que fue recompensado con el don de la inmortalidad es Jesucristo. Él no poseía la inmortalidad antes de que Dios le resucitase, como indican las palabras inspiradas del apóstol en Romanos 6:9: “Cristo, ahora que ha sido levantado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no es amo sobre él”. (Compárese con Rev 1:17, 18.) Por esta razón, cuando 1 Timoteo 6:15, 16 dice que él es “el Rey de los que reinan y Señor de los que gobiernan como señores”, muestra que difiere de todos los otros reyes y señores en el sentido de que es “el único que tiene inmortalidad”. Por ser mortales, los otros reyes y señores mueren, tal como le ocurría también al sumo sacerdote de Israel. Sin embargo, el glorificado Jesús, el sumo sacerdote nombrado por Dios a la manera de Melquisedec, tiene “vida indestructible”. (Heb 7:15-17, 23-25.) …
Por lo tanto, la vida inmortal otorgada a Jesús cuando se le resucitó no es meramente una vida sin fin; más bien, se trata de una vida que no puede sufrir ningún tipo de deterioro y que está más allá de toda destrucción (1Ti 6;15,16) (Heb 7;15-17).

A los herederos del Reino se les otorga “inmortalidad”, o sea, “vida indestructible” o “vida indisoluble” 

A los cristianos ungidos llamados a reinar con Cristo en los cielos (1Pe 1;3, 4) se les promete que participarán con él en la semejanza de su resurrección. (Ro 6;5.) Así pues, como en el caso de su Señor y cabeza, los miembros ungidos de la congregación cristiana que mueren en fidelidad reciben una resurrección a vida inmortal espiritual, de manera que “esto que es mortal se [viste] de inmortalidad”. (1Co 15; 50-54.) Su inmortalidad, al igual que la de Jesús, no significa simplemente vida eterna o el hecho de no morir. El que también se les otorga el “poder de una vida indestructible” como coherederos con Cristo lo indica la relación que el apóstol Pablo establece entre la incorruptibilidad y la inmortalidad que alcanzan. (1Co 15:42-49.) Sobre ellos “la muerte segunda no tiene autoridad”. (Rev 20:6)

El que se otorgue inmortalidad a los herederos del Reino es aún más notable cuando se tiene en cuenta que incluso los ángeles de Dios son mortales, a pesar de que no poseen cuerpos carnales, sino espirituales. Está claro que los ángeles pueden morir pues se emitió un juicio de muerte contra el hijo espiritual que se convirtió en adversario de Dios, o Satanás, y contra todos los demás ángeles que siguieron ese derrotero satánico y “no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación”. (Jud 6; Mt 25:41; Rev 20:10, 14.) Por consiguiente, el que se otorgue “vida indestructible” (Heb 7:16) o “vida indisoluble” a los cristianos que obtienen el privilegio de reinar con el Hijo de Dios en el Reino celestial demuestra de manera maravillosa la confianza que Dios tiene en ellos. (Perspicacia, vol 1, pág 1229-1230)

Análisis:

Si hemos visto ya los temas de la etiqueta: “Cristianos ungidos” podemos ya tener claro que este grupo elitista de los “herederos del reino” que los TJ nos aseguran, en este caso, que obtienen “vida indestructible”, como diferenciador ante el numeroso grupo que “heredará la Tierra”, no es un grupo real dentro del esquema de la retribución que se desprende de la Biblia, más concretamente del Nuevo Testamento o “Escrituras griegas”, así como tampoco lo es el grupo que “heredará la Tierra”. Está claro que no existen dos destinos finales entre quienes son merecedores de la Vida eterna.