LA BIBLIA ES EXACTA EN TEMAS HISTÓRICOSs/TJ:¿Por qué vale la pena investigar la Biblia?. La Biblia es un libro de historia exacta.("La Atalaya" 1/2/2015, pág 7-9)La Biblia es exacta en temas históricos. Una de las pruebas que apoyan que la Biblia es inspirada por Dios, es que “Nadie jamás ha podido demostrar que la Biblia sea inexacta en materia histórica. Sería muy difícil fiarse de una obra que tuviera inexactitudes. Imagínese que un libro de historia moderna situara la segunda guerra mundial en el siglo XIX o que llamara rey al presidente de Estados Unidos. ¿No minaría esto su credibilidad?” ("¡Despertad!" 11/7/2007, Razones para confiar en la Biblia, pág 5)Análisis:Podríamos estar de acuerdo en esta afirmación de los TJ en cuanto a la exactitud de la materia histórica que nos ofrece la Biblia. Pero no son precisamente los TJ quienes en su doctrina demuestran que creen lo que nos dicen al respecto. Así, por ejemplo, la famosa fecha de 1914 que es la base de su doctrina ya que en esta fecha, según los TJ, Jesucristo fue entronizado rey del Reino de Dios, reino que es estimado por los Testigos de Jehová como la cosa más importante de sus vidas (“Sea Dios veraz”, pág 128), no está cumpliendo las expectativas previstas, ni mucho menos. Podemos, por ello, comprender los esfuerzos que efectúan los redactores de Brooklin –los que dirigen la organización de los TJ y que tienen su sede en esta ciudad de los EEUU.- para mantener en pie la cronología que les ha llevado por medio de sus cálculos a 1914, ya que no son esfuerzos sólo para justificar esta fecha, sino para defender toda su doctrina, sus creencias, su sociedad, su organización y… su medio de vida.Y es que 1914 fue el año profetizado por Russell-primer presidente de los TJ- como el del Armagedón: “En vista de esta evidencia fuerte de la Biblia, consideramos como una verdad establecida el que el fin cabal de los reinos de este mundo y el establecimiento completo del Reino de Dios se realizará para el fin de 1914” (“Testigos”, pág. 57). Tal vez ninguna otra religión en los tiempos modernos ha puesto su confianza a tal grado en una determinada fecha y se ha hecho dependiente de la misma. Durante varias décadas, el año 1914 ha sido el centro de toda la doctrina de los TJ.Evidentemente, en 1914 no ocurrió el Armagedón profetizado. Sin embargo, el año 1914 marcó un acontecimiento histórico importante: el comienzo de la primera guerra mundial. Los TJ quisieron transformar en victoria el fracaso de Russell de 1914: “Aunque en aquellos días no entendieron completamente lo que esto significaría, estaban convencidos de que 1914 sería una fecha de viraje en la historia mundial” (“Apocalipsis”, pág 105) y tenían que aprovechar la ocasión. Así, los TJ empezaron a señalar a 1914, desde los años 1940s, como el año en el que Jesucristo, de forma invisible, es entronizado rey del Reino de Dios, empezando a tener aplicación las palabras de Jesucristo: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.También ahora el tiempo asignado para que se cumplan las cosas previamente anunciadas por Jesucristo se está estrechando y se acorta de una manera embarazosa para los TJ. Cada año que pasa contribuye a que se acentúe el malestar interior en la organización, ya que se han cumplido en 2014 los cien años de la fecha de 1914 sin que ocurra nada de lo que estaba previsto que ocurriera… y no se le encuentra una aplicación aceptable a las palabras de Jesucristo.Los TJ han anclado con tal fuerza 1914, con todo el significado que se le atribuye en su doctrina, que quitarlo de en medio supone que la justificación para su autoridad se evapora por completo. Pero habrá que tomar decisiones porque todas las fechas que los TJ han estado aireando a lo largo de décadas han perdido su sentido.Y 1914 fue fijado por los TJ a partir de la fecha de 607 aC que los TJ dedujeron erróneamente de la Biblia como año de la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Y no es que la Biblia facilite información errónea. Lo que ocurre es que ha de saber utilizarse. Y para este año, como para tantos otros, es la ciencia extrabíblica la que facilita la información precisa que nos permite fijar correctamente las fechas. Así 586 es la que nos da la ciencia unánimemente para dicho evento. Pero los TJ mantienen artificiosamente su cronología, convirtiendo a 1914 en una quimera y todo el reino y la sociedad del Nuevo Mundo en un gran fraude.Por lo tanto, con estos razonamientos no demostramos que la Biblia sea inexacta al tratar temas históricos, pero sí que la mala y tendenciosa utilización de sus datos, son los que hacen que se adopten resoluciones erróneas y falsas que la propia historia se cuidará de corregir.En el capítulo 10 del libro “Crisis de conciencia” escrito por Raymond Franz (ex miembro del Cuerpo gobernante de los TJ) se puede leer a lo largo de más de veinte páginas las luchas intestinas de los TJ para mantener el año 1914.s/TJ:En las últimas dos centurias la historia antigua ha sido iluminada en grado notable por la excavaciones arqueológicas.Las tumbas de los faraones en Egipto, los magníficos palacios de los reyes de Asiria, Babilonia y Persia, así como las ruínas de centenares de ciudades y pueblos, han suministrado literalmente toneladas de material. ¿Qué ha revelado esto en cuanto a la historia bíblica?. Vez tras vez se ha hallado que los lugares geográficos mencionados enla Biblia son exactos. Probablemente, por esta razón, el Dr Ze'ev Shremer, jefe de una expedición geológica en la península del Sinaí, declaró: "Tenemos nuestros propios mapas y planos para examen geodésico, por supuesto, pero donde la Biblia y los mapas están en conflicto, optamos por El Libro" ("The sun")Nombres de personas que anteriormente sólo se hallaban en la Biblia también han aparecido en inscripciones antiguas que han sido desenterradas. Cerca de la puerta de Istar en Babilonia se hallaron varias tablillas cuneiformes que contenían listas de raciones de alimento para trabajadores y cautivos. Algunas de estas revelaron el nombre de "Yaukin, rey de la tierra de Yahud", la forma babilónica de "Joaquín, rey de Judá". El relato bíblico que se da en (2Re 25;27-30) describe el cautiverio babilónico de Joaquín y el hecho de que se le dio una porción designada diaria de alimento. Otros reyes de Judá e Israel, tales como Acaz, Manasés, Omri, Jehú, Menahén y Oseas, aparecen en registros cuneiformes de antiguos emperadores asirios.Además de estos reyes hebreos, muchos otros nombres históricos que la Biblia menciona pero que anteriormente no se encontraban en historias no bíblicas han salido a la luz. Por siglos sólo la Biblia hacía mención del emperador asirio Sargón (Is 20;1). Entonces en 1843 se descubrieron las inmensas ruínas de su palacio cerca de Khorsabad. Hoy Sargón II es uno de los reyes asirios de cuya existencia hay más completa documentación. ("¿Es la Biblia realmente la palabra de Dios?" pág 45-46)La exactitud histórica de la Biblia es prueba adicional de que es la dádiva de Dios a la humanidad. ("La Atalaya" de 15.5.92, pág 6)Otro hecho: En el Museo británico un visitante puede ver la Crónica de Nabonides. En ella hay una descripción de la caída de la antigua Babilonia, como la que da la Biblia misma (Dn 5;30-31). Pero la Biblia dice que Belsasar era entonces rey de Babilonia. Sin embargo, la crónica de Nabonides ni siquiera nombra a Belsasar. De hecho, hubo un tiempo en que todos los escritos antiguos conocidos decían que Nabonides era el último rey de Babilonia. Por eso, alguno de los que dicen que la Biblia no es verídica alegaban que Belsasar nunca había existido y que la Biblia estaba equivocada.¡Pero en los últimos años se han hallado escritos antiguos que han identificado a Belsasar como hijo de Nabonides y corregente de su padre en Babilonia en aquel tiempo! Sí, la Biblia realmente es verdadera, como lo prueban muchísimos ejemplos. ("Usted puede vivir... pág 54 y 55)Análisis:El libro de Daniel es famoso por sus inexactitudes históricas, pues se dice, entre otras anomalías, que Baltasar era hijo de Nabucodonosor, cuando en realidad fue hijo de Nabónides (Dn 5;2), el cual no era descendiente directo de Nabucodonosor. Por otra parte, aparece un misterioso personaje, llamado "Darío el Medo", gobernador de Babilonia antes de Ciro (Dn 6;1) (Dn 9;1). Además, en (9;1) se le llama hijo de Asuero (Jerjes). Así, pues, de un lado, el autor supone un gobernante medo, sucesor del rey babilonio y antecesor al persa, Ciro, y del otro aparece como hijo de un rey persa muy posterior a Ciro. Pero también aquí hemos de pensar más en la finalidad teológica del relato que en las contradicciones históricas, que para el hagiógrafo no tienen importancia. En los capítulos anteriores ha querido patentizar como la sabiduría y poder de Dios están sobre todos los reyes, aun los más poderosos. Ahora quiere mostrar que el castigo de Dios llega a quienes se han permitido sacrilegios con las cosas más santas, reservadas a Dios. La escena de este capítulo tiene lugar no en tiempos de Nabucodonosor (605-563), sino en tiempos del "rey Baltasar", hijo de Nabónides, el último monarca de la dinastía babilónica, suplantada por la persa. El hagiógrafo da el título de rey a Baltasar, aunque propiamente nunca reinó, pero tuvo temporalmente potestades delegadas de su padre. Se dice de él que era hijo de Nabucodonosor, cuando en realidad lo era de Nabónides. La dificultad puede explicarse fácilmente pensando que el hagiógrafo no pretende dar precisiones históricas, sino que habla de un modo popular, suponiendo que Baltasar, por el hecho de ser sucesor de Nabucodonosor, sea su hijo, aunque en realidad no sea ni nieto.Pero este razonamiento de poca rigurosidad histórica -por otra parte presente en todo el AT- no puede ser aceptable para los TJ para quienes siendo Dios quien directamente dicta, en este caso, el libro de Daniel, no puede dictar imprecisiones ni errores históricos. ¿Cual es, pues, la solución?El nombre asisiro de Baltasar es: Bel-shar-usur ("Bel protege al rey") y aparece como hijo de Nabónides en la llamada "Crónica de Nabónides", aunque en la misma crónica al explicar la caída de Babilonia nada se dice de Baltasar. Nabónides (556-539), por su parte, era usurpador descendiente de una familia noble de estirpe aramea de Jarán y, por lo tanto, no descendía por la sangre, de Nabucodonosor. Nabónides probablemente para reprimir revueltas, trasladó su residencia al oasis de Teima, en el desierto de Arabia, al sudeste de Edom. Allí permaneció durante unos diez años, dejando los negocios de Babilonia en manos de su hijo, Baltasar.Aunque Nabónides regresó a Babilonia aclamado -según el propio Nabónides- por el pueblo, parece que sus medidas religiosas siguieron provocando disensines. Babilonia estaba dividida interiormente desde tiempo atrás y mal preparada para hacer frente a una emergencia nacional. En octubre del 539 aC, el general Gobrías, babilonio que se había pasado a Ciro, tomó Babilonia sin lucha. Nabónides fue hecho prisionero y unas semanas más tarde Ciro entraba triunfalmente en Babilonia. La crónica de Nabónides fue descubierta en 1879, y sí nombra -como hemos dicho- a Baltasar como hijo de Nabónides, aunque no lo relaciona en la toma de Babilonia por Ciro. A Baltasar ya se le conocía antes de descubrirse la crónica de Nabónides. En una "Historia Universal", editada en 1877, en su pág 49, concretamente se dice: "Reinaba Nabonahid (555-538) cuando fue tomada por Ciro, Babilonia, mal defendida por Balthasar, hijo de aquel monarca"s/TJ:En oración a Dios, Jesucristo, dijo: "Tu palabra es la verdad" (Jn 17;17) Pero, ¿apoyan esta declaración los hechos? Estudiantes de historia que han estudiado la Biblia suelen quedar sorprendidos por su exactitud. La Biblia contiene nombres y detalles específicos que pueden ser confirmados. Considere algunos ejemplos: La victoria que logró hace casi 3.000 años el faraón Sisac sobre le reino de Judá, durante la gobernación de Roboam, hijo de Salomón (1Re 14;25-26). La rebelión del rey Mesa de Moab contra Israel. (2Re 1;1) (2Re 3;4-27). El rey Ezequías manda construir el túnel de la piscina de Siloé (2Re 20;20) (2Cr 32;2-4).Sucesos mencionados en la Biblia, además de costumbres, títulos y otros detalles, frecuentemente han sido ilustrados o sus paralelos han sido mostrados por inscripciones y otros objetos desenterrados. Esto es cierto de los capítulos 39 a 50 de Génesis, que describen la vida de José en Egipto, temprano en el segundo milenio aC. Monumentos, inscripciones y pinturas egipcias ilustran una cantidad notable de los rasgos de este relato. Los nombres egipcios, la cárcel, los títulos "jefe de los coperos" y "jefe de los panaderos", el requisito de afeitarse cuando se estaba para comparecer delante de Faraón, el puesto de primer ministro y administrador de alimentos, la fuerte influencia de los magos en la corte egipcia, las prácticas de entierro egipcias... todas estas cosas tienen un claro paralelo en las cosas que se han descubierto. El relato bíblico lleva todas las señales características de la historia genuina basada en testimonio de testigos oculares. ("¿Es la Biblia realmente la palabra de Dios?", pág 46)¿Quiere decir esto que ahora hay armonía absoluta entre la Biblia y toda otra historia antigua? Definidamente no. Tampoco deberíamos pensar que todas las interpretaciones que dan a sus hallazgos los arqueólogos concuerdan en todo respecto con la Biblia. Pues bien, ¿debería esto cambiar nuestro punto de vista acerca de la Biblia y de que sea genuinamente histórica? De ninguna manera.Para comenzar, en la Biblia hay muchos pasajes que se remontan hasta tiempos más lejanos que los que abarcan cualesquiera otras historias antiguas aceptadas. Además, la mayoría de los historiadores modernos reconocen que los registros antiguos de Egipto y Mesopotamia dejan de ser de valor a cierto punto en el pasado. Para ilustrarlo, lo que se conoce como "La lista sumeria de reyes" procedente de babilonia, comienza así:"Cuando la gobernación real fue bajada del cielo, la gobernación real fue (primero) en Eridu. (En) Eridu, A-lulim (llegó a ser rey) rey y rigió por 28.800 años. Alalgar rigió por 36.000 años. Dos reyes (así) le rigieron por 64.800 años" ("Ancient Near Eastern Texts", pág 265)Finalmente, después de alistar ocho reyes como reyes que gobernaron por una suma total de 241.000 años, habla del 'diluvio barriendo sobre la Tierra', ¿Habría algún fin en tratar de armonizar el relato que da la Biblia de los tiempos prediluvianos con este relato babilónico? ¿A qué grado, pues, podemos esperar armonía entre la Biblia y la historia antigua? ("¿Es la Biblia realmente la palabra de Dios?", pág 47-48)Análisis:No creo que los TJ expongan como razón para no tratar de armonizar estos dos textos el hecho de que en el relato babilónico se habla de personas que vivieron 28.800 años. Si los TJ creen que hubo personas que vivieron cerca de mil años, ¿por qué no va a ser posible que los hubiera que alcanzaron los 28.000 años? La única respuesta será, porque la Biblia no registra estas edades. Y así, se cierra toda posible discrepancia... pero no se demuestra que la Biblia tenga razón, y máxime cuando la ciencia habla de un promedio de vida de 40 años.s/TJ:Considere la historia posdiluviana que da la Biblia. Muestra a la humanidad extendiéndose sobre la Tierra desde un punto central durante la última parte del tercer milenio aC. Ese punto central fue el de las llanuras de Sinar. La Biblia declara que allí los hombres actuaron en oposición a la voluntad de Dios al proceder a edificar una ciudad llamada Babel y tratar de construir una gran torre con su "cúspide en los cielos". Dios confundió el lenguaje común que tenían, y "los dispersó Jehová de allí sobre toda la superficie de la tierra" (Gn 11;1-9) ¿Deberíamos confirmar que la historia o la arqueologia confirmaran este relato?. En tal caso, ¿hasta que grado?El lugar es conocido. Los arqueólogos han ubicado el lugar antiguo de la ciudad de Babel o Babilonia en Mesopotamia. Pero los historiadores y los arqueólogos hoy reconocen que no pueden probar ni refutar el resto del relato. Considere el asunto del origen de los diferentes lenguajes dentro de la raza humana ("Es la Biblia realmente la Palabra de Dios", pág 48)Análisis:En la Biblia no existen historias críticas como las modernas con todo el aparato científico de citas, notas, etc. Pero no vamos a pensar que esta clase de historia es la única objetiva. Las historias bíblicas están escritas con sencillez y sobriedad, sin dejarse llevar de la fantasía, por autores que, en general, vivieron cerca de los sucesos, quizás fueron testigos de vista o dispusieron de documentos, y, en todo caso, podían recoger la tenacísima tradición oral característica de los orientales, que transmitía a la letra largas narraciones de generación en generación.Característica común a todas las historias bíblicas es su fin religioso. La Biblia no busca la historia por la historia. Por eso prescinde de muchos datos, que al moderno, cuyo ideal es reconstruir todo el pasado, le interesan sumamente. Su fin es mostrar a la Providencia dirigiendo los acontecimientos del mundo.¿Pueden existir en la Biblia libros más o menos novelescos? No hay ninguna dificultad en que Dios utilice narraciones de cosas irreales para enseñar verdades religiosas; pero en este caso aparecerán , para quienes sepan captar el género literario en que están escritas, como no históricas. El libro de Job se presenta claramente como no histórico; solamente parecen reales los datos esenciales sobre los que está tejida la ficción poética. Hay quien opina que los libros de Tobías, Judit y Esther son más o menos novelescos. Más bien parecen verdaderas historias contadas con algún libre artificio... como si se tratara de las célebres películas que llamamos de romanos que explican hechos bíblicos o históricos de los primeros siglos del cristianismo... De otros libros tenidos por históricos, no hay fundamento para dudar que lo sean.Los once primeros capítulos del Génesis constituyen una historia de género completamente singular que no podemos encasillar en ninguna de nuestras categorías clásicas. A todos los Evangelios es común el fragmentarismo. Ninguno pretendía narrar toda la vida del Señor. Y los fragmentos que narran los unen de modo bastante desconcertante para nosotros, pues con un sencillo "y he aquí que..." (Mt 8;1-2), que da la impresión de que sigue algo sucedido inmediatamente después, introducen un nuevo suceso separado quizá por meses. Pero es que a los evangelistas no les interesaba una reconstrucción cronológica de la vida de Cristo, como le interesa a cualquier moderno. No se puede traspasar a los autores sagrados nuestra mentalidad moderna.Con frecuencia, el orden en que se narran los hechos es distinto. En Lc cuando se relata la última cena, se pone el anuncio del traidor (Lc 22;21-26) después de la institución de la Eucaristía (Lc 22;19-20). En (Mt 26;21-25) (Mt 26;29) y (Mc 14;18-21) (Mc 14;22-28) se pone antes. La explicación más probable es que Lucas tiene el método de reunir las cosas semejantes, aunque invierta el orden cronológico. En este caso, al hablar de los cálices de la cena pascual (Lc 22;15-18), habla también de la Eucaristía con su cáliz, y reúne el anuncio del traidor con las otras advertencias del Señor en la cena (Lc 22;24 y ss). Es un caso entre muchos.s/TJ:Sin embargo, cuando consideramos el origen del judaísmo... no empezamos con un mito, sino con hechos históricos acerca de Abraham, sus antepasados y sus descendientes... ("El hombre en busca de Dios", pág 236)Análisis:Si se admite que la historia sólo puede ser escrita con seguridad a base de documentos contemporáneos, es fácil ver la dificultad que se nos presenta al querer analizar los orígenes del pueblo de Israel basándose en la descripción que de los mimos nos hace la Biblia, ya que las narraciones patriarcales no son precisamente documentos históricos contemporáneos de los sucesos que narran. Aun cuando muchos puedan tener el sentimiento de que la inspiración divina asegura su precisión histórica, despachar el problema mediante un recurso al dogma no sería prudente.Debe admitirse la imposibilidad de escribir, en el sentido propio de la palabra, una historia de los orígenes de Israel, y esto a causa de las limitaciones de las pruebas tanto arqueológicas como bíblicas. Ni siquiera aceptando la narración bíblica tal como suena es imposible reconstruir la historia de los orígenes de Israel. Quedan demasiadas cosas oscuras. La narración del Génesis está pintada en claro-oscuro, sobre un simple cañamazo sin perspectiva de fondo. Describe algunos individuos y sus familias que se mueven en su mundo casi como si fueran los únicos habitantes de él. Si se mencionan los grandes imperios de entonces, o los pequeños pueblos de Canaán, apenas no son más que voces entre bastidores. Si se concede una modesta importancia a los faraones de Egipto, no se les menciona por su nombre: no sabemos quienes fueron. En toda la narración del Génesis no se nombra ni una sola figura histórica que pueda de alguna manera ser identificada. No se menciona a ningún antepasado hebreo que pueda ser controlado por alguna inscripción contemporánea. Y dado que eran nómadas de escasa importancia , no es probable que puedan serlo alguna vez. Como conclusión es imposible decir en qué siglos vivieron de hecho Abraham, Isaac y Jacob. Ya sólo esto bastaría para impedir una narración histórica satisfactoria.Tampoco podemos aportar pruebas arqueológicas. Nunca se acentuará demasiado que, a pesar de toda la luz que se ha arrojado sobre la edad patriarcal, a pesar de todo lo que se ha hecho para justificar la antigüedad y autenticidad de la tradición, no está arqueológicamente comprobado que las narraciones patriarcales sucedieran exactamente tal como la Biblia las narra. Al mismo tiempo -y esto debe afirmarse con igual énfasis- no ha habido ninguna prueba que haya puesto en evidencia contradicción alguna con los sucesos de la tradición. El testimonio de la arqueología es indirecto. Ha prestado el cuadro de los orígenes de Israel, tal como está diseñado en el Génesis, un aire de probabilidad y ha proporcionado la perspectiva para entenderlo, pero no ha demostrado al detalle la verdad de las narraciones. No sabemos nada de la vida de Abraham, Isaac y Jacob fuera de lo que nos dice la Biblia, quedando los detalles fuera de control de los datos arqueológicos.
Análisis de la doctrina de los Testigos de Jehová según sus libros y revistas Atalaya y Despertad.