s /TJ:
¿Qué significaría la presencia, o
parusía de Cristo, para el resto ungido? Pues que tendrían que ser portadores de luz cada vez más
activos. Estaba por comenzar una recolección sin precedente." ("La
Atalaya" de 1.5.93, pág 15)
"Sin embargo, primero tenía que
limpiarse a estos cristianos ungidos. El juicio comenzaría con "la casa de Dios" (1Pe 4;17).
"Jehová tendrá que sentarse como refinador y limpiador de plata y tendrá que limpiar a los hijos de
Levi; y tendrá que clarificarlos como oro y como plata" (Mal 3;3). Fue un
período de refinación y limpieza.
Al pasar por este juicio, que culminó en
1918, el resto de la clase del esclavo fue limpiado de la contaminación mundana y religiosa.
¿Por qué lo limpió Jehová? Porque su templo espiritual estaba implicado y Jehová quería que su
templo estuviera limpio,
de modo que cuando se introdujeran en él grandes cantidades de adoradores con
la esperanza terrestre, hallaran un lugar donde se respetara su soberanía
universal, donde su nombre divino se santificara y donde sus justas leyes se
obedecieran. De este modo, amarían a Jehová y darían a conocer sus magníficos
propósitos junto con el resto." ("La Atalaya" de 1.5.93, pág 15)
(Ap 7;1-10) dice que fuerzas angelicales están “reteniendo”
los vientos de la destrucción hasta que se haya recogido a los adoradores de
Jehová. Durante el período desde 1914, en la tierra se recoge o siega a los
últimos miembros de la Israel espiritual, que está compuesta de 144.000
personas (“La Atalaya” 1/1/1992, pág
5)
Después de la asamblea del 31 de mayo de 1935, quedó claro que en
general, la clase celestial ya había sido escogida. De hecho,
algunos que anteriormente habían participado de los emblemas de la Conmemoración dejaron de hacerlo, pues comprendieron que su esperanza era terrenal y
no celestial.
Algunos cristianos quizás hayan
concluido que tienen la llamada celestial por el gran caudal de conocimiento bíblico que han adquirido.
Sin embargo, la unción con espíritu no lleva aparejado un entendimiento extraordinario, pues
Pablo se vio en la necesidad de instruir y aconsejar a ciertos ungidos (1 Cor 3;1-3) (Heb 5;11-14).
Dios ha dispuesto un medio para proporcionar alimento espiritual a todo su pueblo (Mat
24;45-47). Por consiguiente, nadie debe pensar que por ser un cristiano ungido posee mayor
sabiduría que los que abrigan la esperanza terrenal. La unción con espíritu no
se manifiesta en la habilidad para responder preguntas bíblicas, predicar o pronunciar
discursos, pues hay cristianos con la esperanza terrenal que también son muy diestros en estos
aspectos. ("La Atalaya" de 15/6/2009)
¿Qué hay si algunos ungidos no se
mantienen íntegros? A esta hora tardía, indudablemente los desleales serán pocos. Es razonable
que cualquier reemplazo se escogería de entre los que con constancia han continuado con
Jesús, en sus pruebas durante muchos años de servicio fiel, y no de entre recién bautizados ("La Atalaya" de 1/3/92, pág
20)
El "lago que arde con fuego y
azufre" es el lugar dónde se arrojan a los cristianos que estaban en camino a ser parte de los
144.000 pero que fallan por no vencer a este mundo debido a cobardía, falta de fe y
volverse a la iniquidad (Ap 21;8) ("La Atalaya" de 1/6/65, pág 337)
No obstante, parece que no todos los
que han recibido la esperanza celestial desde los años treinta son reemplazos de ungidos que
se han vuelto infieles. Por lo visto, Jehová ha querido asegurarse de que haya cristianos
ungidos entre nosotros durante todo el período de los últimos días de este sistema de cosas, hasta
la destrucción de "Babilonia la Grande" (Ap 17;5). Y podemos estar seguros de que, en el
momento designado por Dios, se completará la cantidad de 144.000 ungidos y de que todos ellos
ocuparán finalmente su puesto en el gobierno celestial. También podemos estar seguros de que,
en armonía con la Palabra profética, la creciente "gran muchedumbre"
se mantendrá fiel como grupo. Ya pronto "saldrá" de la "gran tribulación"
que le sobrevendrá al
mundo de Satanás y entrará con gran alegría en el nuevo mundo de Dios. ("La Atalaya" de
15/1/2008, pág 2024) Por otra parte, parece ser que algunos ungidos vivirán en la
tierra cuando empiece la Gran Tribulación, porque Jesús dijo “A menos que se
acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los
escogidos aquellos días serán acortados (Mt 24;21,22) (Ap 7;1-3)
Si un hermano en la fe pregunta sobre
la llamada celestial, un anciano u otro cristiano maduro puede tratar el asunto con él; no
obstante, este es un campo en el que nadie puede decidir por otro. Quien de verdad tiene dicho
llamamiento no necesita que los demás se lo confirmen. A los ungidos "se les ha dado un nuevo
nacimiento, no de semilla corruptible, sino de semilla reproductiva incorruptible, mediante
la palabra del Dios vivo y duradero" (1 Pe 1;23). Mediante su espíritu y Palabra, Dios
implanta la "semilla" que convierte a la persona en "una nueva creación", con la esperanza
celestial (2 Cor 5;17). Y es Jehová quien hace la elección. La unción "no
depende del que desea ni del que corre, sino de Dios" (Rom 9;16).
Entonces, ¿cómo puede
alguien estar seguro de que tiene el llamamiento celestial?
El testimonio del espíritu de Dios
convence a los cristianos ungidos de que tienen la perspectiva celestial. "Ustedes [...] recibieron
un espíritu de adopción como hijos —escribió Pablo—, espíritu por el cual
clamamos: 'iAbba, Padrel'. El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu
de que somos hijos de Dios. Pues, si somos hijos, también somos herederos:
herederos por cierto de Dios, pero coherederos con Cristo, con tal que suframos
juntamente para que también seamos glorificados juntamente." (Rom 8;15-17.) Bajo la influencia del
espíritu santo, el espíritu —o
actitud dominante— de los ungidos los impele a aplicarse a sí mismos lo que las
Escrituras dicen
tocante a los hijos espirituales de Jehová (1 Juan 3:2). El espíritu de Dios
les comunica un
sentido de filiación respecto a Él y engendra en ellos una esperanza singular (Gál 4;6,7). La vida eterna en la Tierra como seres humanos perfectos rod
'ados de la familia y los amigos sería algo
espléndido, sí, pero esa no es la esperanza que Dios les ha otorgado. Por medio de su espíritu, él
les ha implantado una esperanza celestial tan fuerte que están dispuestos a sacrificar todo
vínculo y perspectivas terrestres (2 Cor 5;1-5, 8; 2 Pe 1;13, 14).
Los cristianos ungidos están seguros
de su esperanza celestial, de que se les ha introducido en el nuevo pacto que mencionó Jesús
cuando instituyó la Conmemoración diciendo: "Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de
mi sangre, que ha de ser derramada a favor de ustedes" (Lc 22;20). Las partes que
intervienen en el nuevo pacto son Dios y los ungidos (Jer 31;31-34; (Heb 12;22-24), con Jesús
como mediador. Validado con la sangre derramada de Cristo, el nuevo pacto sacó no solo de
entre los judíos, sino también de entre las naciones, un pueblo para el nombre de Jehová y lo
hizo parte de la "descendencia" de Abrahán (Gál 3;26-29)(Hech 15;14).
Este "pacto eterno"
prevé que todos los israelitas espirituales sean resucitados y reciban vida inmortal en el cielo (Heb 13;20).
Los ungidos no abrigan la menor duda
en cuanto a su esperanza. También se les ha introducido en otro pacto: el pacto para el Reino.
Jesús, aludiendo a la participación que tendrían con él, dijo: "Ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis
pruebas; y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto
conmigo, para un reino" (Lc 22;28-30). Dicho pacto entre Cristo y sus reyes asociados
permanecerá vigente para siempre (Ap 22;5).
Así que los que van al cielo van allí
para servir como gobernantes junto con Cristo en el gobierno celestial de Dios (GI 3;16-29) (Sant
2;5). Y puesto que han de gobernar sobre la Tierra, es obvio que los que van al cielo serán
seguidores de Cristo que habrán sido examinados y probados para ello. Esto significa que
no se llevará al cielo a infantes o niñitos quienes no habrán
sido sometidos a una
prueba completa durante años de servicio
cristiano (Mt 16;24) ("Usted puede vivir para siempre...", capítulo 14)
Análisis:
O sea, que la máxima aspiración aquí en la tierra de los que
luego irán al cielo es la de, podríamos decir,
conseguir esta plaza celeste para seguir trabajando con Jesús
participando en su obra. Nada de gozar con la presencia de Jehová,
cara a cara, ni de lo que jamás ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni haya
podido venir a la mente del hombre y que Dios tiene reservado para
los que le aman (1Cor 2;9). Si alguien va al cielo, no va a perder
el tiempo con simplezas, precisamente va a seguir trabajando al
lado de Jesús. No va porque ha sido de los bienaventurados pobres
de espíritu y ahora merecen el cielo, ni de los que
han sido mansos, o han llorado, o han sentido
hambre y sed de justicia, ni de los
misericordiosos, ni de los limpios de corazón, ni
de los pacíficos, ni de los que han padecido persecución por la
justicia y ahora se merecen el reino de los cielos y ver a
Dios. No. Si van al cielo no van a recibir ningún premio
especial con relación a Jehová. Van para seguir paso a paso, al lado de
Jesucristo, una criatura de Dios, la obra de salvación sobre la
Tierra... Quizá, si el trabajo lo permite, puedan echar una
miradita, de cuando en cuando, a la gloria de Jehová y
extasiarse -solamente por un ratito, eso sí- ante su presencia.
s/TJ:
Por lo tanto, antes de morir ellos y
disfrutar de la "resurrección de vida" el juez tiene que probar el hecho de que son de "los
que hicieron cosas buenas". Puesto que en la resurrección estos 144.000 coherederos experimentan una instantánea perfección de la vida como criaturas espíritus en el cielo, tienen que probarse hacedores de lo bueno en esta
era, en la carne. Esto se tiene que hacer antes de que sean revestidos
instantáneamente de inmortalidad y de
incorruptibilidad en el cielo ("La Atalaya" de 1/6/65,
pág 340)
Antes de juzgar al mundo en general,
Cristo inspeccionaría a su propia congregación y resucitaría a los cristianos ungidos que
hubieran muerto en fidelidad (1Cor 15;21-23) (1Tes 2;19) (1Tes 3;13) (1Tes 4;13-17) (2Tes
2;1) ("La Atalaya" de 1/12/84, pág 15)
"El que cree en él, no es juzgado;
el que no cree, ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de
Dios" (Jn 3;18). "En verdad, en verdad os digo que el que escucha mi palabra y cree en el que me envió,
tiene la vida eterna y no es juzgado, porque pasó de la muerte a la vida" (Jn 5;24)
Observe la cosa notable acerca de los
que así tienen vida eterna debido a que escuchan las palabras de Jesús con fe y obediencia y luego creen en el Padre
que lo envió... Hay un sentido espiritual
especial en el cual tal oyente y creyente pasa de la muerte a la vida ahora durante este tiempo actual de creer.
Observemos aquí que Jesús coloca la
palabra "juicio" como opuesta a que uno haya "pasado de la muerte a la vida". En vista
de este hecho es evidente que la palabra "juicio" como se usó aquí por Jesús significa un juicio
adverso, un juicio condenatorio, el sentenciar a una persona a la muerte interminable.
Hace mil novecientos años cuando
Jesucristo dijo estas palabras significativas, estaba hablando en particular a la
congregación de creyentes de quienes Dios, el Padre celestial, habría de escoger de entre los hombres
para llegar a ser jueces asociados con Jesucristo en los cielos ("La
Atalaya" de 1/6/65, pág 331).
En (Jn 5;29) encontramos el único
lugar en la Biblia donde aparece la expresión "resurrección de vida". Jesús dijo que los que
disfrutan de ella son "los que hicieron cosas buenas"
¿A quiénes se incluye en tales
hacedores de cosas buenas? La Biblia contesta: A todos los resucitados que alcanzan la vida
eterna en el venidero justo nuevo orden de cosas de Dios bajo su Mesías, prescindiendo que esa vida
sea vida inmortal en el cielo como coherederos y jueces asociados de Jesucristo o vida en
perfección humana en la Tierra bajo el reino de Dios por su Mesías. ("La
Atalaya" de 1/6/65, pág 339)
En Apocalipsis se habla de "Primera
resurrección", lo que distingue a esta resurrección de la del resto de la humanidad. Es primera no
sólo en cuanto a importancia sino también en cuanto a tiempo (Ap 20;6) Sin
embargo, la mismísima expresión "primera resurrección" muestra que ésta será seguida por otra. La que sigue
es la resurrección, a la vida en la Tierra paradisíaca, tanto de personas "justas"
como de "injustas". Esta acontecerá después del Armagedón.
Por eso los que siguen en orden para
ser resucitados después de la resurrección de Cristo, son los 144.000. Ellos
tienen parte en la "primera resurrección", o "la resurrección
más temprana" (Flp 3;11) ("Usted puede vivir...", pág 172 y 173)
Durante su presencia (1Cor 15;20-24)
Indudablemente los apóstoles y otros
cristianos primitivos ya han sido levantados a la vida celestial (2Tim 4;8) ("Usted puede
vivir... ", pág 121, 173)
Los 144.000 llegan a ser parte de la "descendencia"
de Abrahan herederos
con respecto a una promesa (GI 3;16)
(GI 3;29) (St 2;5) ("Usted puede vivir... ", pág 124)
Pero entre estos 144.000, no se
encuentran David, Job, Juan el Bautista, etc, (Hech 2;29-34) (Job 14;13-15) (Jn 3;13) (Mt 11;11) ("Usted puede vivir...", pág 121)
Por ejemplo (Hech 2;2934) nos explica que
David ni subió ni subirá al cielo. Poco después de la resurrección de Jesús, el apóstol Pedro dijo a una muchedumbre de judíos: "El cabeza de familia David...
falleció y también fue sepultado y su tumba
está entre nosotros hasta este día... De hecho David no ascendió al cielo. Así que
David, quien fue un hombre bueno, no fue al cielo... De hecho todos los hombres
y mujeres fieles que murieron antes de la muerte de Jesús tenían la esperanza
de vivir de nuevo en la Tierra, no en el cielo. Serán resucitados para que estén entre los súbditos terrestres del reino de
Dios. (SI 72;7-8) (Hech 17;31) ("Usted puede
vivir...", pág 123). Por otro lado, en efecto, los de la gran "nube de testigos" no
esperaban ir al cielo sino que esperaban vivir de nuevo aquí en la Tierra (Hb 11;17-19) (Job
14;13-15) (Is 25;8) (Lc 20;37-38) ("Usted puede vivir para
siempre..." pág 122)
Análisis:
Interpretaciones
similares hacen con relación a Job y a Juan "el
Bautizante". De hecho la cita escriturística que efectúa Pedro
en (Hech 2;29-34) es la del (Sl 110;1), que aplica
a la gloriosa exaltación de Cristo hasta el trono del Padre (Hech
2;34-35). Es un salmo directamente mesiánico, que había sido citado
también por Jesucristo para hacer ver a los judíos que el
Mesías debía ser algo más que hijo de David (Mt 22;41-46). Pablo lo
cita también varias veces (1Cor 15;25) (Ef 1;20) (Hb 1;13). El
razonamiento de Pedro es, en parte, análogo al de Jesús, haciendo ver a los
judíos que esas palabras no pueden decirse de David, que está
muerto y sepultado, sino que hay que aplicarlas al que
resucitó y salió glorioso de la tumba, es decir a Jesús de
Nazaret, a quien ellos crucificaron. La conclusión, pues, como
muy bien deduce Pedro (v36), se impone: Jesús de Nazaret con el
milagro de su gloriosa resurrección, ha demostrado que él, y
no David, es el "Señor" a que alude el (Sl 110),
y el "Cristo" (hebr. Mesías) a que se refiere el (Sl
16)
Cuando S. Pablo en (Hech
23; 1-11) se está defendiendo delante del Sanedrín, dice:
"Hermanos (¿se habrán fijado los TJ que dijo
"hermanos"), yo soy fariseo e hijo de
fariseos: Por nuestra esperanza en la resurrección de los muertos,
soy traído a juicio". Pablo dice "nuestra esperanza"
y claramente la esperanza de Pablo era la resurrección, no
para volver a la vida aquí en la Tierra, sino para estar junto a Cristo
en el cielo. Por lo tanto, al decir nuestra, nos está dando una
referencia de cuál podía ser la esperanza de los judíos
fariseos quienes, como se dice a continuación, creían en los ángeles y en los
espíritus. En (Hech 24;15) se dice que Pablo tiene la misma
fe en la Ley y los Profetas que tenían los judíos y su misma
esperanza en la resurrección de los justos y de los malos.
s/TJ:
La Biblia, por otra parte, muestra
claramente que después, otros hermanos, serían llevados al cielo. (1Cor 15;23) (in 14;1-3)
(Flp 3;20-21) (Rom 6;5) (2Cor 5;1-2) (Jn 14;1-3). El apóstol Pablo -por ejemplo- dijo que ésta
(la "Primera resurrección") también incluiría a sus hermanos cristianos fieles,
santificados (1Cor 1;1-2) (1Cor 6;2) ("Usted puede vivir... ",
pág 123)
La Biblia dice que ellos -los miembros de
la congregación de Dios- son llevados al "reino del Hijo del amor de Dios", porque éste es un
reino sobre sólo las 144.000 personas que tienen la esperanza de adquirir vida celestial, y
que han de regir con él en el cielo. A través de los siglos solamente ellos han sido sus súbditos.
Por esto, esta gobernación, o "reino del Hijo del amor de Dios" terminará cuando el
último de estos súbditos que tienen esperanza celestial muera y se una a Cristo en el cielo.
Entonces ya no serán súbditos de Cristo, sino que se convertirán en reyes con él en el
gobierno del Reino que se prometió desde tanto tiempo atrás y por el cual Jesús enseñó a sus
seguidores a orar. (Col 1;13) (Mt 6; 9-10). ("Usted puede vivir...
", pág 124)
Análisis
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