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La Biblia asegura que los muertos “no tienen conciencia de nada en
absoluto”. No están sufriendo tormento en el infierno ni esperando en
el limbo, sino que sencillamente han vuelto al polvo.
Por consiguiente, la Palabra de Dios aconseja a los vivos: “Todo lo que tu mano
halle que hacer, hazlo con tu mismo poder, porque no hay trabajo
ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en
el Seol, el lugar adonde vas” (Ecles 9;5) (Ecles 9;10) (Gn 3;19). El término hebreo Seol es poco familiar para
la mayoría de la gente, y su origen es incierto. Muchas religiones enseñan que
los muertos siguen con vida, pero como indica la Palabra inspirada de Dios,
quienes se hallan en el Seol —la sepultura común de la humanidad— están
muertos, inconscientes.
La primera vez que aparece la palabra Seol en la Biblia es
en (Gn 37;35). El patriarca Jacob creía que había perdido a su
amado hijo José en la muerte y no se dejó consolar; de ahí que exclamara:
“¡En duelo bajaré a donde mi hijo, al Seol!”. Jacob deseaba morir y estar
junto a su hijo en el Seol. Más adelante, nueve de los hijos del patriarca
quisieron llevarse a Egipto a su hermano menor, Benjamín, para buscar
provisiones a fin de combatir el hambre. Sin embargo, Jacob se negó, diciendo:
“No bajará mi hijo con ustedes, porque su hermano está muerto y él ha
quedado solo. Si le acaeciera un accidente mortal por el camino en que fueran,
entonces ciertamente harían descender mis canas con desconsuelo al Seol”
(Gn 42;36) (Gn 42;38). Estos dos pasajes relacionan el Seol con la muerte,
no con la vida en el más allá. (Biblioteca en línea Watchtower: ¿Quiénes
resucitarán?)
En sus idiomas originales, la Biblia usa más de setenta veces el término
hebreo sche’óhl y su equivalente griego háides, los
cuales tienen relación con la muerte. En algunas Biblias se traducen
“sepulcro”, “infierno”, “hoyo” y así por el estilo. Sin embargo, la mayoría de
los idiomas no disponen de nombres que den a entender exactamente lo mismo
que la palabra hebrea o la griega. Por eso, la Traducción del Nuevo
Mundo adapta las dos al español: “Seol” y “Hades”. Ahora bien, ¿qué
significado tienen? Veamos cómo se emplean en varios pasajes bíblicos.
(Ecles 9;10) explica: “No hay trabajo ni formación de
proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol, el lugar adonde
vas”. ¿Quiere decir esto que el Seol es cada tumba en la que enterramos a un
ser querido? No. Cuando la Biblia habla de sepulturas individuales, no usa
ni sche’óhl ni háides, sino otras palabras
del hebreo y el griego (Gn 23;7-9) (Mt 28;1). Tampoco aplica el
nombre “Seol” a una tumba donde se pone juntas a varias personas, como un
panteón familiar o una fosa común (Gn 49;30-31).
Entonces, cuando la Palabra de Dios habla del “Seol” o “Hades”, ¿a qué se
refiere? A un lugar mucho mayor que una enorme fosa común. Por
ejemplo, (Is 5;14) señala que el Seol es una región “espaciosa” que
“ha abierto ancha su boca, más allá del límite”. Por así decirlo, el Seol ha
devorado a un sinfín de muertos, y siempre quiere más (Pr
30;15-16). A diferencia de los cementerios, que solo admiten cierta
cantidad de cadáveres, ‘el Seol no se satisface’ (Pr 27;20). En efecto,
el Seol, o Hades, nunca se llena ni tiene límites. No se trata, por
lo tanto, de un sitio literal que se encuentre en un punto determinado. Más
bien, se refiere a la sepultura colectiva a la que van los difuntos o, lo que
es lo mismo, al lugar simbólico
donde la mayoría de la humanidad duerme el sueño de la muerte.
Cuando aprendemos lo que enseña la Biblia acerca de la resurrección,
entendemos mejor qué es el Seol o Hades. La Palabra de Dios relaciona este
lugar con la muerte de la que se puede resucitar (Jb 14;13) (Hech 2;31) (Ap 20;13). También indica que allí están
tanto los que sirvieron a Jehová como muchos que no lo hicieron (Gn
37;35) (Sl 55;15). Por eso asegura que habrá “resurrección así de justos
como de injustos” (Hech 24;15). (¿Qué enseña realmente la Bblia? pág
212,213)
Análisis:
En la mente judía de los tiempos bíblicos
el Sheol o Hades significaba: lugar subterráneo profundo e invisible donde van
las almas de todos los que mueren, buenos y malos. Este concepto
aparece plenamente
confirmado por el erudito y famoso
historiador judío Flavio Josefo, en su libro : "Discurso a los
griegos acerca del Hades".
Es interesante observar al
respecto, el lenguaje de la Biblia en (Jb 33;24) (Sl 30;9) (
Am 9;2) ( Is 14;9-15) (Ez 32;21-31) (Num 16; 28-34)
(Mt 12;40) (Lc 16;23) (Hech 2;27,31) (Ef 4;9,10),
etc. En todos estos pasajes las palabras "Sheol" o
"Hades" son empleadas en términos que dan a entender una
región, un lugar, una residencia de los espíritus, no un estado de
inconsciencia. La parábola de (Lc 16;19-31) prosigue la evolución que
había tomado la idea del Gehena o infierno en la literatura bíblica posterior,
en la que se fue marcando, cada vez con más precisión, la diferencia existente
en el más allá entre justos y pecadores.
"Porque no dejarás mi
alma en el Seol" (NM) (Sl 16;10) Y no
la dejó, porque resucitó.