s/TJ:
Jesús entregó su vida a fin
de que pudiéramos vivir para siempre
Jehová tomó medidas para que pudiéramos librarnos de los efectos del pecado
y del castigo de muerte eterna. ¿Qué hizo? Envió a su querido Hijo a la Tierra
para que naciera como un hombre perfecto igual a Adán. La diferencia fue
que Jesús “no cometió pecado” (1Pe 2;22). Por eso nunca fue condenado a muerte y podría haber vivido para siempre.
No obstante, Jehová permitió que su Hijo fuera asesinado por sus
enemigos y tres días más tarde le devolvió la vida. Jesús resucitó como un ser
espiritual y poco después regresó al cielo. Allí presentó delante de su Padre
el valor de su vida humana perfecta para recuperar lo que Adán había perdido
tanto para él como para sus descendientes. Jehová aceptó el sacrificio de su
Hijo y eso ha abierto la puerta para que todo aquel que ponga fe en Jesús pueda
recibir vida eterna (Rom 3;23-24) (1Jn 2;2).
Así es, Jesús compró con su vida lo que Adán había perdido. Murió a fin de
que pudiéramos vivir para siempre. La Biblia dice que “por la bondad
inmerecida de Dios [Jesús probó] la muerte por todo hombre” (Heb 2;9).
Todo esto nos dice mucho acerca de Jehová. Debido a la imperfección, los
seres humanos no podían satisfacer los requisitos que las elevadas leyes
de Dios exigían para su salvación. No obstante, por amor y misericordia,
Dios decidió cumplir él mismo sus propios requisitos. Pero para liberarnos de
la muerte tuvo que pagar un alto precio: entregó la vida de su propio Hijo (Rom 5;6-8) (La Atalaya 1 de marzo de 20015,
pág 6)
s/Análisis:
Cuando un hombre comete un daño, la máxima justicia está en que el daño
causado quede reparado y además el causante del daño reciba un correctivo tal
que si es posible evite vuelva a cometerlo. Cuando Adán pecó, el daño que debía
reparase no era la pérdida de su perfección, sino la reparación de la bondad de
Dios que había sido mancillada. La pérdida de su perfección, con todo lo que
ello supuso, no fue el daño cometido, fue el castigo recibido.
Si uno roba una cartera, la justicia no pide solamente que se devuelva la
cartera, sino que al ladrón se le meta en la cárcel durante un tiempo adecuado
proporcional al objeto robado. Si una persona da una bofetada a un compañero de
trabajo, la justicia no exigirá el mismo castigo que si esta misma persona da
exactamente la misma bofetada al jefe de la nación. En este último caso la
justicia exigirá una mayor pena ya que el “atrevimiento" ha
sido muy superior.
Adán se atrevió a dar una bofetada al mismo Dios. Su castigo había de ser
de tal magnitud que le era imposible a él o a cualquier otro hombre como Adán
satisfacer la pena merecida, ya que nadie es capaz de satisfacer una pena que
llegue a compensar un daño hecho al mismo Dios. ¿Quién podía solucionar este
dilema?: "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito
Hijo...' (Jn 3,-16). En efecto, sólo Dios, por su infinito amor al
hombre pudo hacerlo... porque su Hijo
era de su misma naturaleza. En caso
contrario, la Redención no hubiese sido posible.
Pues si el Hijo es una creación de Dios, o sea, hecho de la nada, como cualquier otro ser creado, a que viene la expresión: "Porque tanto amó Dios al mundo ..." ¿Dónde está la señal de su amor, si de Hijos como aquél los podía crear a millones? ¡Fue mucho más grande la acción de Abrahán dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac! (Gn 22;1 y ss)
Pues si el Hijo es una creación de Dios, o sea, hecho de la nada, como cualquier otro ser creado, a que viene la expresión: "Porque tanto amó Dios al mundo ..." ¿Dónde está la señal de su amor, si de Hijos como aquél los podía crear a millones? ¡Fue mucho más grande la acción de Abrahán dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac! (Gn 22;1 y ss)
Espero sus comentarios que puede enviar a: Análisis Testigos (potablava@hotmail.com)