sábado, 3 de octubre de 2015

¿TENEMOS QUE ORAR SOLO A JEHOVÁ?

 ¿TENEMOS QUE ORAR SOLO A JEHOVÁ?

s/TJ:

“Si queremos que  Jehová, el Dios de la Biblia, nos escuche, tenemos que orarle solo a él. No debemos orar a ningún otro dios ni a nuestros antepasados….” (“La Atalaya” 1/10/2015, pág 4)
Análisis:

Los TJ nos ofrecen en su Atalaya del 1 de octubre de 2015, un artículo que titulan “¿Por qué ora la gente?  En el primero de sus apartados que a su vez titulan ¿Hay alguien escuchando?, nos dicen que “Si queremos que  Jehová, el Dios de la Biblia, nos escuche, tenemos que orarle solo a él”, y añaden, subrayando lo dicho, que “No debemos orar a ningún otro dios ni a nuestros antepasados….”.  Está claro que los TJ nos están diciendo claramente que no debemos orar, que no debemos hablar –que al fin y al cabo esto es orar- con el Hijo de Dios. Ya sabemos que para los TJ, el Hijo de Dios es solamente un dios, un dios de segunda categoría, y por lo tanto no debemos relacionarnos con Él para nada ¡No tenemos nada que contarle, ni nada que suplicarle, ni nada que agradecerle! ¡No podemos hablar de cualquier aspecto de nuestra vida con el Hijo de Dios hecho hombre! En fin, debemos considerarlo como un cero a la izquierda. En la Atalaya del 1 de enero de este mismo año, págs 14-15, los TJ ya nos preguntaban hablando del mismo tema: “¿Debemos orar a Jesús?” Parece que les cueste decirlo claramente y se escudan en preguntas y expresiones... Los TJ deben decirlo de una vez: A Jesús, ¡ni agua, como en la cruz!. Debemos hacer lo que nos ha ordenado, pero ni una palabra de conversación. Nuestra relación con Él ha de ser ¡cero!. Ya podemos clamar ¡Es el Hijo de Dios! Los TJ nos dicen ¿y qué?, ¡Murió por nosotros, resucitó y está en el cielo! ¿y qué nos importa?

Definitivamente, los TJ no han entendido qué es orar por muchas páginas que llenen de su revista hablando sobre el tema. No han comprendido la grandeza del Hijo de Dios y lo que ha hecho por nosotros, y no tienen ni idea de los sentimiento humanos de agradecimiento, de afecto, de súplica, de miedo, de alegría, de compasión, de angustia… que perviven en todo hombre y que ante la figura y la obra del Hijo de Dios necesitan expresarse con toda la fuerza del corazón.

Pero, aparte de la razón, veamos que nos dice la Biblia sobre el tema que nos ocupa.

(1Jn 5;13-15)

Estos versículos son decisivos. Veámoslo en las versiones de Nacar Colunga y Nuevo Mundo.:

“Esto os escribo a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que conozcáis que tenéis la vida eterna. Y la confianza que tenemos en Él es que, si le pedimos alguna cosa conforme con su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que nos oye en cuanto le pedimos, sabemos que obtenemos las peticiones que le hemos hecho.” (NC) (1Jn 5;13-15)

“Les escribo estas cosas para que sepan que tienen vida eterna, ustedes que ponen su fe en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que tenemos para con él, que, no importa qué sea  lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye. Además, si sabemos que él nos oye con respecto a cualquier cosa que estemos pidiendo, sabemos que hemos de tener las cosas pedidas puesto que se las hemos pedido a él.” (NM) (1Jn 5;13-15)

Más claro, el agua: “… si pedimos al Hijo de Dios alguna cosa ... él nos oye ... y si sabemos que él nos oye … sabemos que hemos de tener las cosas pedidas puesto que se las hemos pedido a él.

Pero los TJ en (¡Despertad de febrero de 2012, pág 15), dicen que esto no es así, que Juan no se refiere al Hijo de Dios en este párrafo, sino al propio Dios. Creo que no hay que esforzarse mucho para ver que Juan, en estos versículos, se refiere efectivamente al Hijo cuando dice estas palabras. Simplemente hay que saber leer.  Esto no quita que en otros párrafos, por ejemplo en esta misma carta de Juan, (1Jn 3;22), se nos diga lo mismo refiriéndose a Dios Padre (1Jn 3;1). Precisamente estos párrafos que colocan al Padre y al Hijo al mismo nivel de actuación, debería hacer meditar a los TJ acerca de su posición sobre la divinidad del Hijo.

(Hech 3;6)

“En nombre de Jesucristo Nazareno, ¡anda!”

(Jn 14;6)

Yo soy el camino, la verdad y la vida –ha declarado Jesús- nadie viene al Padre sino por mí”.  

Pues si el Hijo es el camino para llegar a Dios, mal lo tenemos si al elevar una oración, una conversación, un comentario al Hijo, éste no nos va a escuchar.

(Jn 10;9)

Yo soy la puerta, el que por mí entrare se salvará, y entrará y saldrá y hallará pasto”.

Pero como podré abrir esta puerta, si cuando llame a ella, nadie me oye.

(Jn 4;10)

Si conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: Dame de beber, tú le pedirías a él, y él te daría a ti agua viva”.

Está claro que es necesario pedirle al Hijo que nos dé a beber de esta agua viva que nos lleva a Dios. ¿Pero cómo hacerlo si al pedírsela no nos oye?

(Jn 14;21)

“… el que me ama… yo le amaré  y me manifestaré a él

¿Y cómo va a manifestarse si no hay ninguna relación entre Él y nosotros? Si no podemos ni decirle ¡Te amo!

 (Jn 14;13,14)

Jesús nos dice: “… lo que pidiereis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo; si me pidiereis alguna cosa en mi nombre, yo la haré” (Jn 14; 13,14) (NC)

El último párrafo, los TJ lo traducen de la siguiente manera: “…Si ustedes piden algo en mi nombre, lo haré” (NM). Omiten el “me”

La palabra-por-palabra Griega ofrecida en la “Traducción Interlineal del Reino” es: “si alguna vez cualquier cosa ustedes me piden en nombre de mí eso yo haré”.  En la misma línea, el “Nuevo Testamento interlineal” de Lacueva dice: “y cualquier cosa que pidáis en el nombre de mí, eso haré”.

De acuerdo a estos textos en Griego, el Señor Jesús enseñó a sus discípulos que le oraran a Él y Él (Jesucristo) les concedería lo solicitado.

El efecto, pues, es el mismo cuando la oración es dirigida al Padre que cuando es dirigida al Hijo. Véase la versión que hemos visto de NC:

v13a: “Y lo que pidiereis (al Padre) en mi nombre eso haré (yo)…
v14:   “Si me pidiereis alguna cosa en mi nombre yo lo haré”

Lo que pidan al Padre en “nombre” de Cristo, eso lo hará Cristo. Podría pensarse que Cristo lo haría como un instrumento del Padre. Pero parece acusarse deliberadamente la divinidad del Verbo encarnado, al ponerse a éste en una misma línea con el Padre. Por otra parte, tenemos paralelos en el Antiguo Testamento (Escrituras Hebreas) (Sl 79;9) (Sl 25;11) (Sl 31;4).

Omitida la expresión “me”, como hacen los TJ y también  -hay que decirlo-  algunos códices, la frase se convierte en una repetición del versículo anterior, lo que no tiene ningún sentido. Veamos para comprenderlo la traducción del NM de los TJ:

v13a: “Cualquier cosa que ustedes pidan (al Padre) en mi nombre, esto lo haré (yo)…
v 14: “Si ustedes piden (al Padre) algo en mi nombre, lo haré (yo).”

Como se puede comprobar, dice lo mismo en un versículo y en el otro. No tiene sentido su repetición. Esto no ocurre si la traducción es la correcta.

(Hech 8;22-24)

Pedro le dice a Simón: “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega al Señor que te perdone este mal pensamiento de tu corazón, porque veo que está lleno de maldad y envuelto en lazos de iniquidad". Simón respondió diciendo: “Rogad vosotros por mí al Señor para que no me sobrevenga nada de esto que me habéis dicho” (Hech 8;22-24) (NC)

Veamos la traducción del Nuevo Mundo: “Arrepiéntete, por lo tanto, de esta vileza tuya, y ruega intensamente a Jehová que, si es posible, se te perdone el proyecto de tu corazón porque veo que eres hiel venenosa y cadenas de injusticia. En respuesta dijo Simón: “Rueguen ustedes intensamente a Jehová por mí para que no me sobrevenga ninguna de las cosas que han dicho” (Hech 8;22-24) (NM)

La diferencia entre ambas traducciones está en que en la primera, la de NC, se nombra al Señor refiriéndose, pues, al Hijo. En la segunda, la de NM, desaparece el Señor y en su lugar, los TJ, colocan a Jehová.

Y es que los TJ, fieles defensores del nombre de Dios Jehová, consideran erróneamente que  en el NT (Escrituras griegas) cada vez que aparece “Kyrios” (Señor), debe traducirse por Jehová, salvo, claro está, aquellos casos en que para salvar sus previas interpretaciones les interese no cambiarlo. O dicho de otra manera. Cada vez que en el original aparece “Kyrios”, los TJ traducen esta palabra por Jehová, Jesucristo o Señor, según les interese para apoyar sus interpretaciones. Como se deduce fácilmente, la interpretación resultante no puede tener demasiadas garantías. La traducción de los TJ de (Hech 8;22-24) es un buen ejemplo de ello.