CARTAS A TIMOTEO (Doctrina de los testigos de Jehová)
De las dos cartas a Timoteo pertenecientes al Nuevo testamento, podemos efectuar
diversas observaciones que tienen que ver con la doctrina de los TJ. Veamos:
Observación (1Tim 1;1)
La fórmula de
saludo que emplea Pablo, en sus líneas fundamentales, es la misma que
hemos visto ya en cartas anteriores (Rom 11;7) (I Cor 1;1-3) (Ef 1;1-2). Pero es nuevo el apelativo "Salvador" aplicado al Padre (v. I). En las otras cartas
encontramos ese nombre aplicado a Cristo (Ef 5;23) (Flp 3;20), pero en las cartas dirigidas a Timoteo y a
Tito lo encontramos no sólo aplicado a Cristo (2 Tim 1;10) (Tit
1;4)(3;6), sino también al Padre (1 Tim 1;1, 2;3, 4;10) (Tit 1;3, 2;10, 3;4), que nos ha salvado por medio
de Cristo (1 Cor 1;21) (2 Cor 5;18) (Ef
2;8). Es fácil sacar conclusiones.
Observación (1Tim
4;1) Aqui tenemos un caso en el que los TJ se esfuerzan por destruir una doctrina bíblica con la cual ellos no están de acuerdo: la Trinidad. Al igual que en tantos y tantos versículos de la Biblia los TJ intentan despojarle a Cristo de su divinidad como Dios, lo quieren hacer también con el Espíritu Santo quitándole sus cualidades personales y divinas para dejarle reducido a una simple energía o fuerza como la electricidad o el viento. Por eso en la Biblia del Nuevo Mundo (NM) no traducen "El espíritu dice verbalmente (o claramente)" ya que esto con claridad indica que el Espíritu Santo posee cualidades personales puesto que habla: "...dice". Lo traducen por “expresión inspirada dice definitivamente” (?)
Se puede leer en la Biblia: "... El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos
algunos apostatarán de su fe…" (NC) Pero los TJ traducen:
"...Sin embargo
la expresión
inspirada dice definitivamente que en períodos de tiempo posteriores
algunos se apartarán de la fe" (NM)
De hecho, sabemos que en la primitiva iglesia eran
frecuentes esas predicciones
carismáticas del Espíritu (Hech 11;28) (13;2) (20;23) (21;9) (1Cor 12; 4-11).
Observación (1Tim 6;14-16)
Este versículo es traducido correctamente por los TJ
en su Biblia del Nuevo Mundo de la
siguiente manera: "...te doy
órdenes de que observes el mandamiento de manera inmaculada e irreprensible
hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Esta (manifestación) la
mostrará a sus propios tiempos señalados el feliz y único Potentado el
Rey de los que gobiernan como reyes y Señor de los que gobiernan como señores,
el único que tiene inmortalidad, que mora en luz inaccesible, a quien ninguno
de los hombres ha visto ni puede ver, A él sea honra y poderío eterno,
Amén"
(NM).
Pero a la pregunta de sus lectores: “¿Qué
base hay para afirmar que las frases ‘el único que tiene inmortalidad’ y aquel ‘a
quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver’ (v 15 y 16) se refieren
a Jesús y no a Jehová Dios?”, (La Atalaya de 1 de septiembre 2005, pág
27), responde con este inverosímil razonamiento:
“Los
comentaristas de la Biblia por lo general razonan así: “¿Cómo es posible que
frases como ‘el único que tiene inmortalidad’, el ‘único Potentado’ y aquel ‘a
quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver’ se refieran a alguien
que no sea el Altísimo?”. Es verdad que tales
términos pueden ser aplicables a Jehová. Sin embargo, el contexto señala que en 1 Timoteo 6:15, 16,
Pablo hablaba específicamente de Jesús.
Al
final del versículo 14, el apóstol habla de “la manifestación de nuestro Señor
Jesucristo” (1 Timoteo 6:14). Por lo tanto, cuando dice en el
versículo 15 que “esta manifestación
la mostrará a los propios tiempos señalados de ella el feliz y único
Potentado”, se refiere a una manifestación de Jesús, no de Jehová Dios.
¿Quién, entonces, es el “único Potentado”? Parece razonable concluir que Pablo
alude aquí a Jesús. ¿Por qué razón? El contexto muestra con claridad que el
apóstol está comparando a Jesús con los gobernantes humanos. Él es
verdaderamente, como escribió Pablo, “el Rey de los [seres humanos] que reinan
y Señor de los [seres humanos] que gobiernan como señores”.* En comparación con ellos, Jesús
es el “único Potentado”.
A Jesús se le han dado “gobernación y dignidad y reino, para que los
pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le [sirvan] aun a él” (Daniel 7:14). Ningún potentado o monarca humano puede decir
lo mismo.
¿Qué
puede decirse de la frase “el único que tiene inmortalidad”? De nuevo, se hace
una comparación entre Jesús y los reyes humanos. Ningún gobernante terrestre puede afirmar
que ha recibido inmortalidad, pero Jesús sí puede hacerlo. Pablo escribió:
“Sabemos que Cristo, ahora que ha sido levantado de entre los muertos, ya
no muere; la muerte ya no es amo sobre él” (Romanos 6:9). Por eso,
Jesús es el primero de quien la Biblia dice que recibió el don de la
inmortalidad. De hecho, al momento de escribir Pablo estas palabras, Jesús
era el único que había recibido vida indestructible.
Hay que
tener presente que habría sido un error que Pablo dijera que Jehová Dios es el único que
tiene inmortalidad, pues Jesús también era inmortal para cuando él escribió
esas palabras. Pero sí podía decir que únicamente Jesús era inmortal en contraste
con los gobernantes humanos.
Además,
después de la resurrección y ascensión de Jesús al cielo, se puede decir que él
es aquel “a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver”. Ahora
bien, sus discípulos ungidos sí verían a Jesús después de que murieran y
resucitaran para vivir en el cielo como criaturas espirituales (Juan 17:24). Sin embargo, ningún hombre en la Tierra vería
a Jesús en su gloriosa posición. Por lo tanto, puede decirse con certeza que
desde la resurrección y ascensión de Jesucristo “ninguno de los hombres” lo ha
visto.
Es
cierto que a primera vista tal vez parezca que las expresiones que se hallan en
1 Timoteo 6:15, 16 hacen referencia a Dios. Pero el
contexto de las palabras de Pablo —junto con otros textos bíblicos— muestra que
se refieren a Jesús.
Expresiones similares se
aplican a Jesús en (1 Cor 8;5-6) (Ap 17;12,14) (Ap 19;16)”.
Observación (2Tim
3;16)
Los Testigos de Jehová, en “Qué creen” de (La Atalaya 1 septiembre
2015 (pág 5), escriben: “… Usamos la Biblia para aprender sobre el
Creador, y también como una guía para llevar vidas significativas. Creemos que ‘toda
escritura es inspirada de Dios y provechosa’ (2Tim 3;16)”. Y, por otra
parte: “Jesús,
repetidamente citó la escritura como autoridad, y, en oración apreciativa a su
Padre, confesó: "Tu palabra es la verdad" (Jn 17;17) ("La
Atalaya" de 1.5.64, pág 261)
Ahora mismo
puedo escribir un libro en el que se afirme que es palabra inspirada de Dios,
¿lo será por esto? También lo afirma el Avesta, y el Corán y tantos
y tantos otros libros sagrados de las demás religiones.
Cuando Jesucristo dijo
“Tu palabra es la verdad” (Jn 17;17)
¿por qué tenía que referirse a la Palabra precisamente
escrita? Realmente los TJ tienen obsesión por la Palabra escrita,
parece que no haya más manera de comunicarse. No se dan cuenta
que la palabra escrita normalmente antes ha sido hablada y
que no todo lo hablado o hecho, ni mucho menos, ha sido
escrito. (Jn 20;30) (Jn 21;25). En este caso concreto,
en el mismo capítulo, 17 de Juan, unos versículos antes, Jesucristo dice
en oración al Padre: "Yo les he
comunicado las palabras que tú me diste, y ellos ahora las
recibieron... Yo les he dado tu palabra" y después añade...
"Santifícalos en la verdad,
pues tu palabra es verdad" (Jn 17;8) (Jn 17; 14) (Jn
17;17). ¿De qué palabra está diciendo Jesucristo que es
verdad? De toda palabra de Dios, pero en el contexto se refiere a la
que concretamente él les ha comunicado. ¿Y ya estaba entonces escrita está
palabra?... Todavía tenían que pasar muchos años antes no empezaran a circular
entre los cristianos documentos escritos que la contuvieran. Y ya hemos
visto que no todo fue escrito. Así, pues, la interpretación de la Biblia tiene
que ser sin prejuicios y sin apasionamientos y, como los mismos TJ dicen, “sin
leer más de lo que dice”. Ni menos, podemos añadir.
Cuando se dice
que parte de esta Palabra nos ha llegado por “tradición”, no debemos entender una serie de doctrinas o preceptos
inventados en el transcurso de los siglos, sino que parte de la Revelación ha
llegado hasta nosotros únicamente por "tradición", o sea de uno a
otro a través de los siglos, hasta nosotros. Además, es evidente, que
las enseñanzas que Jesús dio a los apóstoles durante los dos años que pasó con
ellos, no pudieron encerrarse completamente en un centenar de páginas del NT.
Otras verdades reveladas a los apóstoles han podido transmitirse en primer
lugar de viva voz y luego por tradición oral y escrita a la vez. Ya hemos visto
que Juan dice expresamente al final de su Evangelio que "Jesús
hizo otros muchos milagros en presencia de sus discípulos, que no están
escritos en este libro" (Jn 20;30) y “que si se escribiese
acerca de ellos alguna vez con todo detalle, supongo que el mundo mismo no
podría contener los rollos escritos” (Jn 21;25). Así, pues, la tradición no está en contradicción con la Biblia. Al contrario,
puede completarla en ciertas verdades que nos han sido transmitidas, ayudando a
comprender mejor las palabras de Nuestro Señor y de los apóstoles.
Lógicamente,
llegó un momento en que la predicación verbal se hizo insuficiente. Es entonces
cuando se empieza a escribir. Parece que sólo seis de los trece apóstoles
escribieron algo. Y aún eso sólo ocasionalmente casi siempre cartas de
circunstancias, para arreglar determinados asuntos, dar encargos o avisos, etc.
Nunca tratados doctrinales completos. Los mismos Evangelios, no son biografías
de Jesús, sino breves esquemas catequéticos de las narraciones mucho más
amplias y comentadas de la predicación apostólica. Por eso no es de extrañar
que los apóstoles remitan a los fieles no a sus tratados sino a su predicación oral.
Así, pues, Jesús
ha revelado todo a sus apóstoles (Jn 15;15) y aún en el caso que el Evangelio
lo contuviera todo -que no lo contiene como ya hemos visto- no podría ser la
única norma de fe, ya que un libro puede ser mal entendido por quien lo lee. Se
impone la necesidad de un maestro vivo, que resuelva dificultades, que enseñe,
puesto que ninguno está autorizado para interpretar a su gusto la Biblia (2Pe
1;20-21). Aunque la Escritura sea el libro de la Palabra de Dios, tiene el
grandísimo "defecto" de todos los libros del mundo, que se deja leer, pero
no explica, a quien no entiende, ni corrige a quien entiende mal, como hace un
maestro cuando enseña de viva voz. Dios hubiese demostrado muy poca sabiduría,
si nos hubiese impuesto como única regla de fe, unos libros que contienen
pasajes de difícil interpretación, escritos con aforismos de hace cientos de
años y que no pueden comprenderse en nuestro tiempo si no se posee una recia
formación histórica. Existe muchísima gente que no está preparada para entender
las Sagradas Escrituras si no se les explica debidamente. ¿Y los
analfabetos? El 50% de la población mundial hoy en día no
puede -contra su voluntad- conocer la Palabra de Dios directamente. Además,
antes de inventarse la máquina impresora en 1445, muy poca gente,
comprensiblemente, sabía leer. ¿Cómo podía haber mandado Dios que la única
regla de fe, fuera unos libros escritos?
Cuando en las
sinagogas se leía la Ley o los Profetas, había un celador o corrector, el cual
estaba muy atento a que los lectores pronunciasen todas las palabras con suma
claridad y distinción, sin dar lugar a que se omitiesen en ellas ni un solo
ápice. Y esta exactitud en el pronunciar la fueron conservando de unos a otros
por tradición, y fue también el principal fundamento para fijar después la
lectura por medio de los puntos o vocales que se añadieron. Todo lo cual
demuestra la grandísima vigilancia con que atendían a que se conservase el
texto sagrado en toda su integridad. Se tiene que aceptar, por otra parte, que
al menos los primeros cristianos creían en libros y en tradición, pues Cristo
murió en el año 33 y el primer evangelio no se escribió hasta el año 50
aproximadamente. ¿Quién dijo y cuándo lo dijo que de creer en libros y en
palabras se tenía que pasar a creer en libros solamente?
La tradición no
puede contradecir a la Biblia porque la propia Biblia ha surgido de la
tradición que ha aceptado su contenido. Pero la tradición, además, nos ha hecho
llegar otros hechos y palabras no escritas en la Biblia, que de alguna manera
completan alguna de las verdades que quedaron apuntadas en las páginas
sagradas.
Los apóstoles
transmitían sus enseñanzas de viva voz (2Jn 12,13) (3Jn 14). Es típico el caso
de Pablo -el que más escribió sin duda y el que más doctrina dio en sus
escritos a pesar de ser cartas ocasionales- que remite constantemente a su
predicación oral, o lo más, a una carta anterior en que la recuerda. Por
ejemplo: Pablo escribe a los tesalonicenses: "Guardad firmemente
las tradiciones que aprendisteis ya sea de viva voz ya sea por carta nuestra"
(2Tes 2;15); y a los gálatas: "Si un ángel bajado del cielo os anuncia
un Evangelio fuera del que os hemos predicado, sea anatema" (Gl
1;8-9). Y podríamos añadir muchos pasajes más: (2Tes 2;3) (1Tes 2;13) (Rm 10;10-17)
(1Cor 1;17) (1Cor 11;2) (1Cor 15;1-14) (1Cor 9;16) (1Tim 1;11) (Hech 2;32)
(Hech 3;15) (Hech 4;18-20) (Hech 5;32) (Hech 10;39-42) (Hech 13;31) (Hech
26;16-18). Para Pablo, en definitiva, el Evangelio designa siempre un Evangelio
predicado, no escrito. Por otro lado, Pablo escribe a los gálatas hacia el año
50 o 53 y los primeros evangelios escritos datan del 55 o 60. De hecho, en
todos los escritos cristianos del siglo I y principios del siglo II, la palabra
Evangelio significa siempre la proclamación oral del mensaje de salvación. El
primer ejemplo en que se designa con ella un escrito data de Justino, hacia el
año 150.
Pero incluso
cuando se suscita una cuestión doctrinal o de forma de vivir las enseñanzas, se
nos dice en (Mt 18;15-17) y (Hech 15;1 y ss) que el juez supremo no es la
Biblia, sino la Iglesia (Congregación). En (Hech 20;35) Pablo dice que Cristo
enseñó lo siguiente: "Mejor es dar que recibir". Pero este
dicho no se halla en ninguno de los evangelios. Luego Pablo no lo pudo conocer
sino por tradición oral. Y ha quedado en la Sagrada Escritura como algo
inspirado por el Espíritu Santo...
Así, pues,
podríamos concluir este punto diciendo que de hecho tres son las fuentes en las
que podemos encontrar la Palabra de Dios: La Tradición, la Biblia y el
magisterio de los apóstoles y de sus sucesores bajo la inspiración continua del
Espíritu Santo y que se ha ido recopilando a lo largo de los siglos.