martes, 10 de noviembre de 2015

CARTAS A TIMOTEO (Doctrina de los testigos de Jehová)

CARTAS A TIMOTEO (Doctrina de los testigos de Jehová)

De las dos cartas a Timoteo pertenecientes al Nuevo testamento, podemos efectuar diversas observaciones que tienen que ver con la doctrina de los TJ. Veamos:

Observación (1Tim 1;1)

La fórmula de saludo que emplea Pablo, en sus líneas fundamentales, es la misma que hemos visto ya en cartas anteriores (Rom 11;7) (I Cor 1;1-3) (Ef 1;1-2). Pero es nuevo el apelativo "Salvador" aplicado al Padre (v. I). En las otras cartas encontramos ese nombre aplicado a Cristo (Ef 5;23) (Flp 3;20), pero en las cartas dirigidas a Timoteo y a Tito lo encontramos no sólo aplicado a Cristo (2 Tim 1;10) (Tit 1;4)(3;6), sino también al Padre (1 Tim 1;1, 2;3, 4;10) (Tit 1;3, 2;10, 3;4), que nos ha salvado por medio de Cristo (1 Cor 1;21) (2 Cor 5;18) (Ef 2;8).  Es fácil sacar conclusiones.

Observación (1Tim 4;1) Aqui tenemos un caso en el que los TJ se esfuerzan por destruir una doctrina bíblica con la cual ellos no están  de acuerdo: la  Trinidad. Al igual que en tantos y tantos versículos de la Biblia los TJ  intentan  despojarle a Cristo de su divinidad como Dios, lo quieren hacer también con el Espíritu Santo quitándole sus cualidades personales y divinas para dejarle reducido a  una simple energía o fuerza como la electricidad o el viento. Por eso en la Biblia del Nuevo Mundo (NM) no traducen "El espíritu dice verbalmente (o claramente)" ya que esto con claridad  indica que el Espíritu Santo posee cualidades personales puesto que habla: "...dice". Lo traducen por “expresión inspirada dice definitivamente” (?)      

Se puede leer en la Biblia: "... El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de su fe…" (NC) Pero los TJ traducen: "...Sin embargo   la    expresión   inspirada    dice definitivamente  que  en períodos de  tiempo posteriores algunos se apartarán de la fe" (NM)

De hecho, sabemos que en la primitiva iglesia eran frecuentes esas  predicciones carismáticas del Espíritu (Hech 11;28) (13;2) (20;23) (21;9) (1Cor 12; 4-11).

Observación (1Tim 6;14-16)

Este versículo es traducido correctamente por los TJ en su Biblia del Nuevo Mundo de la siguiente manera: "...te doy órdenes de que observes el mandamiento de manera inmaculada e irreprensible hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Esta (manifestación) la mostrará  a sus propios tiempos señalados el feliz y único Potentado el Rey de los que gobiernan como reyes y Señor de los que gobiernan como señores, el único que tiene inmortalidad, que mora en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, A él sea honra y poderío eterno, Amén" (NM).

Pero a la pregunta de sus lectores: “¿Qué base hay para afirmar que las frases ‘el único que tiene inmortalidad’ y aquel ‘a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver’ (v 15 y 16) se refieren a Jesús y no a Jehová Dios?”, (La Atalaya de 1 de septiembre 2005, pág 27), responde con este inverosímil razonamiento:

“Los comentaristas de la Biblia por lo general razonan así: “¿Cómo es posible que frases como ‘el único que tiene inmortalidad’, el ‘único Potentado’ y aquel ‘a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver’ se refieran a alguien que no sea el Altísimo?”. Es verdad que tales términos pueden ser aplicables a Jehová. Sin embargo, el contexto señala que en 1 Timoteo 6:15, 16, Pablo hablaba específicamente de Jesús.

Al final del versículo 14, el apóstol habla de “la manifestación de nuestro Señor Jesucristo” (1 Timoteo 6:14). Por lo tanto, cuando dice en el versículo 15 que “esta manifestación la mostrará a los propios tiempos señalados de ella el feliz y único Potentado”, se refiere a una manifestación de Jesús, no de Jehová Dios. ¿Quién, entonces, es el “único Potentado”? Parece razonable concluir que Pablo alude aquí a Jesús. ¿Por qué razón? El contexto muestra con claridad que el apóstol está comparando a Jesús con los gobernantes humanos. Él es verdaderamente, como escribió Pablo, “el Rey de los [seres humanos] que reinan y Señor de los [seres humanos] que gobiernan como señores”.* En comparación con ellos, Jesús es el “único Potentado”. A Jesús se le han dado “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le [sirvan] aun a él” (Daniel 7:14). Ningún potentado o monarca humano puede decir lo mismo.

¿Qué puede decirse de la frase “el único que tiene inmortalidad”? De nuevo, se hace una comparación entre Jesús y los reyes humanos. Ningún gobernante terrestre puede afirmar que ha recibido inmortalidad, pero Jesús sí puede hacerlo. Pablo escribió: “Sabemos que Cristo, ahora que ha sido levantado de entre los muertos, ya no muere; la muerte ya no es amo sobre él” (Romanos 6:9). Por eso, Jesús es el primero de quien la Biblia dice que recibió el don de la inmortalidad. De hecho, al momento de escribir Pablo estas palabras, Jesús era el único que había recibido vida indestructible.

Hay que tener presente que habría sido un error que Pablo dijera que Jehová Dios es el único que tiene inmortalidad, pues Jesús también era inmortal para cuando él escribió esas palabras. Pero sí podía decir que únicamente Jesús era inmortal en contraste con los gobernantes humanos.

Además, después de la resurrección y ascensión de Jesús al cielo, se puede decir que él es aquel “a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver”. Ahora bien, sus discípulos ungidos sí verían a Jesús después de que murieran y resucitaran para vivir en el cielo como criaturas espirituales (Juan 17:24). Sin embargo, ningún hombre en la Tierra vería a Jesús en su gloriosa posición. Por lo tanto, puede decirse con certeza que desde la resurrección y ascensión de Jesucristo “ninguno de los hombres” lo ha visto.

Es cierto que a primera vista tal vez parezca que las expresiones que se hallan en 1 Timoteo 6:15, 16 hacen referencia a Dios. Pero el contexto de las palabras de Pablo —junto con otros textos bíblicos— muestra que se refieren a Jesús.

Expresiones similares se aplican a Jesús en (1 Cor 8;5-6) (Ap 17;12,14) (Ap 19;16)”.

Observación (2Tim 3;16)

Los Testigos de Jehová, en “Qué creen” de (La Atalaya 1 septiembre 2015 (pág 5), escriben:  “… Usamos la Biblia para aprender sobre el Creador, y también como una guía para llevar vidas significativas. Creemos que ‘toda escritura es inspirada de Dios y provechosa’ (2Tim 3;16)”. Y, por otra parte: Jesús, repetidamente citó la escritura como autoridad, y, en oración apreciativa a su Padre, confesó: "Tu palabra es la verdad" (Jn 17;17) ("La Atalaya" de 1.5.64, pág 261)

Ahora mismo puedo escribir un libro en el que se afirme que es palabra inspirada de Dios, ¿lo será por esto?  También lo afirma el Avesta, y el Corán y tantos y tantos otros libros sagrados de las demás religiones. 

Cuando Jesucristo dijo “Tu palabra es la verdad” (Jn 17;17) ¿por qué tenía que referirse  a la  Palabra precisamente escrita? Realmente los TJ tienen obsesión  por la  Palabra escrita, parece que no haya más manera de comunicarse. No se  dan cuenta que la palabra escrita normalmente  antes ha  sido hablada  y que  no todo  lo hablado  o hecho, ni mucho menos, ha sido escrito.  (Jn 20;30) (Jn 21;25). En este caso concreto, en el mismo  capítulo, 17 de Juan, unos versículos antes, Jesucristo dice en oración al Padre: "Yo les he comunicado  las palabras que tú me  diste, y ellos ahora las recibieron...  Yo les he dado tu palabra" y después añade... "Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad" (Jn 17;8) (Jn 17; 14)  (Jn 17;17).  ¿De qué palabra está diciendo Jesucristo que es verdad? De toda palabra de Dios, pero en el contexto se refiere a la que concretamente él les ha comunicado. ¿Y ya estaba entonces escrita está palabra?... Todavía tenían que pasar muchos años antes no empezaran a circular entre los cristianos documentos escritos que la contuvieran.  Y ya hemos visto que no todo fue escrito. Así, pues, la interpretación de la Biblia tiene que ser sin prejuicios y sin apasionamientos y, como los mismos TJ dicen, “sin leer más de lo que dice”. Ni menos, podemos añadir. 

Cuando se dice que parte de esta Palabra nos ha llegado por “tradición”, no debemos entender una serie de doctrinas o preceptos inventados en el transcurso de los siglos, sino que parte de la Revelación ha llegado hasta nosotros únicamente por "tradición", o sea de uno a otro a través de los siglos, hasta nosotros. Además, es evidente, que las enseñanzas que Jesús dio a los apóstoles durante los dos años que pasó con ellos, no pudieron encerrarse completamente en un centenar de páginas del NT. Otras verdades reveladas a los apóstoles han podido transmitirse en primer lugar de viva voz y luego por tradición oral y escrita a la vez. Ya hemos visto que Juan dice   expresamente al final de su Evangelio que "Jesús hizo otros muchos milagros en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este libro" (Jn 20;30) y “que si se escribiese acerca de ellos alguna vez con todo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos escritos” (Jn 21;25). Así, pues, la tradición no está en contradicción con la Biblia. Al contrario, puede completarla en ciertas verdades que nos han sido transmitidas, ayudando a comprender mejor las palabras de Nuestro Señor y de los apóstoles.

Lógicamente, llegó un momento en que la predicación verbal se hizo insuficiente. Es entonces cuando se empieza a escribir. Parece que sólo seis de los trece apóstoles escribieron algo. Y aún eso sólo ocasionalmente casi siempre cartas de circunstancias, para arreglar determinados asuntos, dar encargos o avisos, etc. Nunca tratados doctrinales completos. Los mismos Evangelios, no son biografías de Jesús, sino breves esquemas catequéticos de las narraciones mucho más amplias y comentadas de la predicación apostólica. Por eso no es de extrañar que los apóstoles remitan a los fieles no a sus tratados sino a su predicación oral. 

Así, pues, Jesús ha revelado todo a sus apóstoles (Jn 15;15) y aún en el caso que el Evangelio lo contuviera todo -que no lo contiene como ya hemos visto- no podría ser la única norma de fe, ya que un libro puede ser mal entendido por quien lo lee. Se impone la necesidad de un maestro vivo, que resuelva dificultades, que enseñe, puesto que ninguno está autorizado para interpretar a su gusto la Biblia (2Pe 1;20-21). Aunque la Escritura sea el libro de la Palabra de Dios, tiene el grandísimo "defecto" de todos los libros del mundo, que se deja leer, pero no explica, a quien no entiende, ni corrige a quien entiende mal, como hace un maestro cuando enseña de viva voz. Dios hubiese demostrado muy poca sabiduría, si nos hubiese impuesto como única regla de fe, unos libros que contienen pasajes de difícil interpretación, escritos con aforismos de hace cientos de años y que no pueden comprenderse en nuestro tiempo si no se posee una recia formación histórica. Existe muchísima gente que no está preparada para entender las Sagradas Escrituras si no se les explica debidamente. ¿Y los analfabetos?   El 50% de la población mundial hoy en día no puede -contra su voluntad- conocer la Palabra de Dios directamente. Además, antes de inventarse la máquina impresora en 1445, muy poca gente, comprensiblemente, sabía leer. ¿Cómo podía haber mandado Dios que la única regla de fe, fuera unos libros escritos?

Cuando en las sinagogas se leía la Ley o los Profetas, había un celador o corrector, el cual estaba muy atento a que los lectores pronunciasen todas las palabras con suma claridad y distinción, sin dar lugar a que se omitiesen en ellas ni un solo ápice. Y esta exactitud en el pronunciar la fueron conservando de unos a otros por tradición, y fue también el principal fundamento para fijar después la lectura por medio de los puntos o vocales que se añadieron. Todo lo cual demuestra la grandísima vigilancia con que atendían a que se conservase el texto sagrado en toda su integridad. Se tiene que aceptar, por otra parte, que al menos los primeros cristianos creían en libros y en tradición, pues Cristo murió en el año 33 y el primer evangelio no se escribió hasta el año 50 aproximadamente. ¿Quién dijo y cuándo lo dijo que de creer en libros y en palabras se tenía que pasar a creer en libros solamente? 

La tradición no puede contradecir a la Biblia porque la propia Biblia ha surgido de la tradición que ha aceptado su contenido. Pero la tradición, además, nos ha hecho llegar otros hechos y palabras no escritas en la Biblia, que de alguna manera completan alguna de las verdades que quedaron apuntadas en las páginas sagradas. 

Los apóstoles transmitían sus enseñanzas de viva voz (2Jn 12,13) (3Jn 14). Es típico el caso de Pablo -el que más escribió sin duda y el que más doctrina dio en sus escritos a pesar de ser cartas ocasionales- que remite constantemente a su predicación oral, o lo más, a una carta anterior en que la recuerda. Por ejemplo: Pablo escribe a los tesalonicenses: "Guardad firmemente las tradiciones que aprendisteis ya sea de viva voz ya sea por carta nuestra" (2Tes 2;15); y a los gálatas: "Si un ángel bajado del cielo os anuncia un Evangelio fuera del que os hemos predicado, sea anatema" (Gl 1;8-9). Y podríamos añadir muchos pasajes más: (2Tes 2;3) (1Tes 2;13) (Rm 10;10-17) (1Cor 1;17) (1Cor 11;2) (1Cor 15;1-14) (1Cor 9;16) (1Tim 1;11) (Hech 2;32) (Hech 3;15) (Hech 4;18-20) (Hech 5;32) (Hech 10;39-42) (Hech 13;31) (Hech 26;16-18). Para Pablo, en definitiva, el Evangelio designa siempre un Evangelio predicado, no escrito. Por otro lado, Pablo escribe a los gálatas hacia el año 50 o 53 y los primeros evangelios escritos datan del 55 o 60. De hecho, en todos los escritos cristianos del siglo I y principios del siglo II, la palabra Evangelio significa siempre la proclamación oral del mensaje de salvación. El primer ejemplo en que se designa con ella un escrito data de Justino, hacia el año 150. 

Pero incluso cuando se suscita una cuestión doctrinal o de forma de vivir las enseñanzas, se nos dice en (Mt 18;15-17) y (Hech 15;1 y ss) que el juez supremo no es la Biblia, sino la Iglesia (Congregación). En (Hech 20;35) Pablo dice que Cristo enseñó lo siguiente: "Mejor es dar que recibir". Pero este dicho no se halla en ninguno de los evangelios. Luego Pablo no lo pudo conocer sino por tradición oral. Y ha quedado en la Sagrada Escritura como algo inspirado por el Espíritu Santo...

Así, pues, podríamos concluir este punto diciendo que de hecho tres son las fuentes en las que podemos encontrar la Palabra de Dios: La Tradición, la Biblia y el magisterio de los apóstoles y de sus sucesores bajo la inspiración continua del Espíritu Santo y que se ha ido recopilando a lo largo de los siglos.