s/TJ:
Este artículo sobre Pedro y su derecho
de primacía sobre la Iglesia universal inicia con estas palabras y estas
preguntas: “Para millones de católicos de
todo el mundo, la decisión de 1870 del primer Concilio Vaticano es un dogma de
la Iglesia, una enseñanza clave. Pero lo que importa es saber si se trata de
una enseñanza bíblica. Es más, ¿es el papa Francisco el sucesor del apóstol
Pedro? ¿Y fue Pedro el primer papa?” (“La
ATALAYA” diciembre 2015, (pág 12)
Análisis:
Lo primero que debe quedar claro a los TJ es quién es el
Papa y qué es eso del derecho de primacía. Veamos: Papa (proviene del griego
pappas, padre) es el nombre dado primitivamente a todos los obispos de
Occidente y al obispo de Alejandría en Oriente por razón de su paternidad
espiritual, reservado luego al obispo de Roma en tanto que sucesor de San Pedro
y cabeza de la Iglesia universal. Aun cuando al comienzo no pueda hablarse ni
de un ministerio papal propiamente dicho ni de una “superioridad” de la
comunidad de Roma respecto de otras iglesias, si se puede hablar hasta donde
podemos ver, de una importancia religioso-espiritual de la iglesia romana. Esta
importancia no puede formularse en categorías jurídicas pero se expresa no
obstante en una particular responsabilidad fraterna, como también de exhortación,
y en una preocupación solidaria por otras iglesias. (Primer carta de Clemente; Ignacio
de Antioquía, Carta a los romanos; Eusebio de Cesárea, Historia eclesiástica
IV,23; Insripción de Abercius, hacia el año 200; etc). Poco a poco se fue reconociendo en la Iglesia
la importancia del obispo de Roma y se fue considerando su implantación jurídica
en diversos concilios hasta su definición dogmática en el Vaticano I (1869/70)
A lo largo, pues, de los siglos, se llegó al
entendimiento y a la convicción, no sin grandes dificultades, de que (Mt
16;16-19) (Lc 22;31 y 32) y (Jn 21;15-19) desde el aspecto dogmático y la sucesión
de los obispos de Roma en ese ministerio de Pedro, en el aspecto histórico, eran
la base que apoyaban claramente la primacía del obispo de Roma en la Iglesia de
Cristo.
Cristo tenía que subir al Padre y tenía que dejar a su
Iglesia en manos de sus apóstoles a los que estuvo formando durante varios años
para esta importante misión. Su asistencia estaba asegurada: “Yo estaré con
vosotros hasta la consumación de los siglos”. Pero de los pasajes bíblicos
citados se deriva que también quiso dejar la responsabilidad global de su
Iglesia en una sola persona a la que entregaba las llaves del Reino y le imponía
la responsabilidad personal de atar y desatar (prohibir y permitir) en la
tierra aquello que sería atado y desatado en el cielo, asegurándole que el
poder de las tinieblas no podría prevalecer contra su Iglesia.
Esta claro, por otra parte, en (Mt 16;18) sin hacer ningún
esfuerzo interpretativo y también sin ningún prejuicio innecesario, que
Jesucristo se refiere a Pedro en todo momento.
Este texto es de suma importancia dogmática,
puesto que en él se basa la superioridad jerárquica de San Pedro sobre los
demás apóstoles y la constitución monárquica de la Iglesia cristiana. Para
desvirtuar la fuerza probativa de este texto, algunos autores han dudado de su
autenticidad crítica; pero se da el caso que no
falta en ninguno de los códices más antiguos ni en las antiguas versiones.
Por tanto, su autenticidad crítica está sólidamente fundada. Por otra parte,
las palabras de Cristo tienen un marcado sello semítico muy difícil
de falsificar. Jesús pregunta a sus discípulos por
la opinión que tienen de él las gentes, y la propia de ellos. En nombre de
todos; llevado de su espontaneidad, responde Pedro confesando la divinidad de
Cristo.
Cristo dice a Pedro que semejante confesión proviene de
Dios, y, por tanto, puede considerarse privilegiado, ya que va a
desempeñar una función clave en el nuevo reino que va a fundar: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Sabemos por (Jn 1,42) que Jesús
había cambiado misteriosamente el nombre de Simón en Pedro (Kefas) cuando éste se le presentó por primera vez. El evangelista no da explicación
de este sorprendente cambio. Es en Mt 16;18 donde se da razón de ello. Cristo, al verlo por primera
vez, le destinaba ya para ser el fundamento de su “Iglesia”, y ahora lo declara solemnemente.
En efecto, Cristo declara que el edificio de su Iglesia
(que en el v.19 se identifica con el "reino de los cielos") se asentará sobre la persona
de Pedro como sobre "roca" inconmovible, de tal forma que las
"puertas del infierno no prevalecerán sobre ella"; es decir, el poder
del mal (la expresión "puertas" en el lenguaje
bíblico es sinónima de la ciudad que la guardan, y también de los poderes
judiciales de la misma, que declaraban sus sentencias a la puerta de la ciudad)
no podrá echar abajo el edificio de la Iglesia, asentada sobre la
"roca" de Pedro. No se necesita mucha perspicacia para comprender que
Jesús, que ha cambiado el nombre de Simón por el de Pedro (piedra), se refiere
a esa “piedra” cuando dice de inmediato que sobre ella edificará su Iglesia.
Y con una nueva metáfora, muy semítica, asigna una nueva
misión a Pedro, establecido como "roca" del edificio. Será el
"llavero" del "reino de los cielos", el encargado oficial de abrir y cerrar las
puertas del reino, en tal forma que "cuanto atare en la
tierra será atado en el cielo y cuanto desatare en la tierra será desatado en
el cielo". Los verbos atar y desatar son dos metáforas clásicas en la doctrina
rabínica y equivalen a prohibir y permitir. En el lenguaje técnico actual
corresponderán estos dos actos a la determinación de lo licito o ilícito en
materias no determinadas por la ley divina, es decir, la potestad de legislar y
de interpretar la misma ley divina, ya que a Pedro se le sitúa como árbitro
supremo y definitivo.
Cristo volverá a aludir a esta situación privilegiada de
Pedro en su Iglesia al nombrarle
"Pastor" de sus "corderos". "Cuando hubieron comido,
dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le
dijo: Sí, Señor, tú sabes que te amo: Díjole: Apacienta mis corderos. Por
segunda vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí,
Señor, tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. Por
tercera vez le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro se entristeció de que
por tercera vez le preguntase: ¿me amas? Y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú
sabes que te amo. Díjole Jesús: Apacienta mis ovejas." (Jn 21;15-17) El maestro le había
conferido la primacía jerárquica solemnemente después de la confesión en
Cesárea de Filipos (Mt 16;18-19), pero el "primado" de la Iglesia
sucumbió estrepitosamente por cobardía cuando vio prendido a Jesús. Ahora el
Maestro quiere rehabilitarle ante los discípulos, confirmándole en
su categoría suprema de "pastor" de sus corderos. Como que Pedro está
investido de una autoridad superior, Jesús exige que le ame más que los otros,
pues la preeminencia suya debe ser paralela a un mayor amor como Pastor
universal de la grey de Cristo.
Para los
TJ, la piedra es el mismo Cristo, a quien la Sagrada Escritura llama
"piedra angular" (1Cor 3;11) (Ef 2;20) (Hech 4;11) (Mt 21;42) (Mc
12;10) (Lc 20;17) (1Pe 2;6-7)
Baste,
sin embargo, para ver que no es ése el sentido de las palabras de Jesús el
violento cambio que esa interpretación introduce en el texto evangélico: "Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, pues no es la carne y sangre quien te lo reveló,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres piedra
y sobre mí -que soy la piedra-, edificaré mi iglesia."
¿Para qué tanto énfasis en las palabras que preceden dirigidas a Pedro, si cuando
llega la promesa, ésta nada tiene que ver con él?. Es evidente que se ha dado
un viraje en redondo a la frase. No nos hemos de olvidar, por otra parte, el
método metafórico que Jesús sigue en toda su predicación: habla a orientales, a
hebreos, hechos a una concepción sensorial del mundo y de las cosas, al
lenguaje que habla a los sentidos, de vida y colorido exuberante. Aquí habla
Jesús del edificio de su Iglesia. Una metáfora: "edificar" su iglesia. Ahora bien: los edificios
no se fundan sobre hombres, sino sobre piedras: era continuar la metáfora.
El
fundamento de la Iglesia -dicen los TJ- es Jesucristo y "nadie
puede poner otro fundamento que el que está puesto" (1Cor 3;11). Pero es que el propio
Pablo que ha escrito el párrafo anterior, también nos dice que la Iglesia está
edificada sobre "el fundamento de los apóstoles"
(Ef 2;20). Y también nos dice que Santiago, Pedro y Juan son "columnas
de la Iglesia" (Gl 2;9). Y es que en cada caso debe estudiarse el
contexto para dar el sentido justo a las palabras. Cristo y Pedro son el mismo
fundamento, en cuanto Cristo es el fundamento invisible y Pedro es el
fundamento visible.
E
insistiendo sobre este tema, podemos recordar que a Dios se le llama "la Roca" "porque es el fundamento
eterno de su organización universal" (Dt
32;3-4) (1Sam 2;2) y también a Jesucristo se le identifica como la
"roca o piedra angular de fundamento" (Mt 21;42) (1Cor 10;4). Si de Dios se dice que es el
fundamento eterno y de Jesucristo que es el fundamento o piedra angular,
¿por qué siguiendo con el mismo símil no va a poderse proclamar a quien está
llamado a ser la cabeza visible de la Iglesia que Cristo funda en la tierra,
piedra sobre la que va a fundamentarse tal iglesia?
Y para
acabar este tema, podemos añadir que el cambio de nombre entre los hebreos
tenía una trascendencia excepcional. El cambio de nombre marca el principio de
una vocación divina especial: (Gn 3;20) "Eva" = madre de todos los
vivientes; (Gn 17;4) "Abraham" = padre de
muchedumbres. Otros ejemplos: (Gn 17;19) (Gn 35;10) (1Par 22;19) (Lc
1;13-31) (2Re 24;17) (2Par 36;4) etc... ¿Qué, pues, querrá decir
"Pedro"?. En el contexto de (Mt 16;17-19) está claro: fundamento,
base de la iglesia que Jesucristo quiere edificar.
s/TJ:
Muchos
"Padres de la Iglesia" indicaron en
sus escritos que la piedra mencionada
en Mateo 16:18 es el Cristo. Por ejemplo,
en el siglo quinto, Agustín de Hipona escribió: "El Señor dijo: 'Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia';
porque Pedro había dicho: 'Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo'. Y el Señor respondió: 'Sobre esta piedra que tú confiesas, edificaré mi
Iglesia' ". Agustín enfatizó en varias ocasiones que "la piedra era Cristo". Si Agustín y otros como él fueran juzgados según la doctrina
actual de la Iglesia Católica, serían considerados herejes. De hecho, no serían los únicos. El teólogo
suizo Ulrich Luz dice que muchos eruditos bíblicos modernos han llegado a la conclusión de que la
"piedra" es Jesús, por lo
que también serían considerados herejes por el Concilio Vaticano de 1870 (“La ATALAYA”
diciembre 2015, (pág 14).
Análisis:
Estas
palabras atribuidas -según la cita que aportan los TJ- a S. Agustín,
las presentan también los libros de los protestantes en general como un ataque
a la autoridad de los papas. Pero tanto unos como otros, no aportan la
referencia concreta de la cita de S,Agustín y de “Muchos padres de la Iglesia”.
Por mi parte, debo decir, que no la he encontrado. Pero ciertamente la que
sigue, que esa sí es de S. Agustín, no se da la mano con la que presentan los
TJ: "Reconocemos el gran mérito del
obispo y mártir Cipriano; pero ¿será acaso mayor que el del apóstol y mártir
Pedro?. De éste (Pedro) habla así Cipriano mismo, en su carta a Quinto: 'porque
Pedro, a quien escogió el Señor el primero y sobre el cual edificó su
Iglesia,...'. He aquí lo que conmemora Cipriano lo que también nosotros
aprendimos en las Sagradas escrituras, que el
apóstol Pedro en quien brilla con tan eminente gracia
el primado de los apóstoles, habiendo actuado en la
cuestión de la circuncisión de otra manera de como pedía la verdad, fue
amonestado por el menor apóstol Pablo... Porque ¿quién no sabe que ese
principado del apostolado debe anteponerse a cualquier episcopado? (se refiere
al de Cipriano). Pero aunque es distinta la categoría de las
cátedras, la gloria de los mártires (S.Pedro y S.Cipriano) es, sin embargo, la
misma" (De Baptismo
2;1,2;ML43;126 ss.)
s/TJ:
Si
Pedro fuese cabeza de la iglesia o congregación primitiva,
entonces hallaríamos a los apóstoles y a otros atribuyéndole a Pedro
un lugar de preeminencia como el que el
papa de Roma
tiene hoy día. Pero no hallamos que le
tributen tal honor a Pedro ni los apóstoles ni los otros
discípulos. Pedro nunca hace mención de sí mismo
como papa. Ni Pablo ni otros de
los escritores de la Biblia aluden a
alguna primacía de Pedro. ("La
Atalaya" de 1.9.92, pág 535)
Análisis:
Varios
pasajes en que se demuestra la primacía de Pedro:
a) Pedro
propone la elección de un apóstol que llene el hueco de Judas el traidor,
estableciendo como condición indispensable que el elegido fuera uno
de los que hubieran conversado íntimamente con Cristo. Como se presentaron dos,
José y Matías que parecían cumplir con toda perfección las
condiciones exigidas, oraron al Señor diciendo: " Tú, Señor, que conoces los
corazones de todos, muestra a cuál de estos dos escoges para ocupar el lugar de
este ministerio y el apostolado del que prevaricó Judas para irse a su
lugar". Y echaron
suertes sobre ellos, y cayó la suerte sobre Matías, quien desde entonces
completó el número de doce apóstoles. (Hech 1;15-26)
b)
Pentecostés. Llegado el día décimo después de la Ascensión,
cincuenta días después de la resurrección, se oyó de improviso un
ruido como de trueno, que sacudió toda la casa, símbolo de que la inmensidad de
Dios penetraba en ella. Luego se lleno toda la estancia
como de lenguas de fuego que flotaban por el aire y se fueron
posando sobre cada uno de los presentes. Con esto quedaron todos llenos del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar diversas lenguas (Hech 2;1-4).
Ante este hecho se juntó una muchedumbre. Todos, atónitos, decían ¿qué es
esto?. "Entonces se levantó Pedro con los once y, alzando la voz, les
habló..." (Hech 2;14-36) Vemos como Pedro, en nombre de los apóstoles,
como cabeza del colegio apostólico, toma la palabra, convirtiendo a tres mil
espectadores.
c) Pedro,
como cabeza de los apóstoles que presiden la primitiva comunidad de creyentes,
intima a Ananías y Safira, que les quieren engañar, castigándolos para
escarmiento general. (Hech 5;1-11)
d) Pedro,
como "pastor" va "por todas partes", visitando las nuevas
comunidades. (Hech 9;31-32) Mateo termina su evangelio con estas palabras:
"Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había
indicado, y, viéndole, se postraron; algunos vacilaron, y, acercándose Jesús,
les dijo: 'Me ha sido dado todo poder en el cielo y en
la tierra; id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Yo estaré con vosotros
siempre hasta la consumación del mundo." (Mt 28;16-20) Vemos como los
apóstoles cumplen la misión encomendada: (Hech 2;41-42)
(Hech 4;33) (Hech 5;42) Empieza a extenderse el evangelio
fuera de Jerusalén (Hech 8;1 y ss) y Pedro es quien decide la admisión de
los gentiles a la Iglesia (Hech 10;1-48) (Hech 11;1-18)
e) Concilio
de Jerusalén: La llegada de Pablo a Antioquía fue providencial. La
cuestión sobre si los conversos del gentilismo debían sujetarse a la
Ley de Moisés, y en particular a la circuncisión, agitaba cada vez más los
ánimos. Algunos cristianos judíos, procedentes de Judea, habían acudido a
Antioquía y trataban de imponer la necesidad de la circuncisión. Como este
asunto era tan vital para su apostolado, Pablo se opuso con decisión a estas
exigencias, mas no pudo evitar que se formaran dos partidos enteramente opuestos.
Así, pues, acordose que Pablo y Bernabé, junto con algunos de sus opositores,
fueran a Jerusalén con el objeto de consultar a los apóstoles sobre aquella
cuestión, A primera vista podía parecer inútil esta
discusión. Prácticamente había sido ya resuelta por el mismo Pedro
con la conversión del centurión Cornelio (Hech 10;1 y ss) y luego en las
innumerables conversiones de Antioquía, autorizadas por los apóstoles.
Pablo
mismo, inspirado por Dios y conociendo perfectamente la intención de Pedro,
había obrado con el más amplio criterio en sus
correrías apostólicas. Mas ahora se trataba de resolver este asunto
de una manera autoritaria y, por decirlo así, dogmática. A esto
obligaba la posición intransigente en que se colocaban algunos
judíos conversos, procedentes del partido de los fariseos (Hech 15;5) (Este
hecho, con otros personajes, es el que siempre ha movido a la Iglesia a tener
que tomar acuerdos dogmáticos para preservar la fe y la doctrina de Cristo)
Era, pues, necesario proclamar abiertamente la libertad cristiana frente a la
Ley mosaica.
Se
reunieron los apóstoles y los presbíteros para examinar este asunto,
constituyendo el primer Sínodo de la Historia de la Iglesia. Después de una
serie de deliberaciones, se acepta la propuesta de Santiago y se afirma con
toda sencillez: "Le ha parecido bien al Espíritu Santo y a
nosotros" (Hech 15;28).
La decisión se toma, pues, en unión con el Espíritu Santo, cuya autoridad obra
de concierto con la de los apóstoles; éstos hablan y ordenan como poseedores
de un poder espiritual incontestable. En este acontecimiento, si Pedro asiste
como los demás, ¿por qué el libro de los Hechos nos transmite expresamente su
discurso y su opinión, una de tantas como allí se emitieron? Y, ¿por qué
comienza Santiago presentando su propuesta haciendo referencia precisamente a
las palabras de Simón más bien que a las de cualquier otro? Los Hechos nos
transmiten los dos discursos más importantes: El de Pedro que con autoridad se
levanta a hablar centrando la cuestión y cortando la larga y viva discusión en
el sentido de que no hay que imponer a los gentiles que se convierten la
observancia de la ley judía (Hech 15;7) (Hech 15;12), y el de
Santiago que plantea la propuesta (Hech 15;14-21) dentro totalmente de la tesis
de Pedro. Viene a decir Santiago en sustancia que lo que Pedro demostró
partiendo de los hechos, es decir, la llamada de los gentiles a la
salud mesiánica estaba ya predicha en los profetas, de donde queda
reforzada la tesis de Pedro, de que no hay por qué imponer a los
gentiles que se convierten la observancia de la ley judía. Y a continuación
efectúa una propuesta concreta que es admitida por los presentes (Hech 15;22).
No es,
pues, verdad, como dicen los TJ -("La
Atalaya" de 1.9.92, pág 535) que es Santiago quien resume el asunto.
Es Pedro quien lo hace, como quien tiene autoridad. Santiago confirma la tesis
de Pedro y efectúa una propuesta que es la que al fin se admite. Es
seguro que hubo otras propuestas, como también es seguro que hubo
otras intervenciones que no se nos han transmitido y que las dos que
se nos han transmitido, lo han sido de modo resumido y esquemático. Los TJ,
traducen la intervención de Santiago: "...
Por lo tanto es mi decisión... " (Hech 15;19),
enseñándonos que con estas palabras quedó zanjado el asunto, como si la
decisión de Santiago no pudiera ser discutida y teniendo que ser
aceptada sin más.
Pero no
es esto lo que se desprende del contexto. No parece la traducción
de los TJ la más adecuada al original griego que es
"Krinö" y que se traduce por juzgar, emitir opinión con autoridad
-Santiago era el obispo de Jerusalén-. Su opinión tenía mucho peso, pero era la
asamblea la que tenía que decidir sobre las propuestas, por eso, más adelante,
se dice: "Pareció entonces bien a los apóstoles y a los
ancianos, con toda la Iglesia..." (Hech
15;22), y "de común acuerdo nos ha parecido" (Hech
15;25), y, todavía: "Porque ha parecido al Espíritu Santo y a
nosotros..." (Hech
15;28)
f) Dice
S.Pablo: "Luego, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer
personalmente a Cefas, a cuyo lado permanecí quince días. A ningún otro de los
apóstoles ví, si no fue a Santiago, el hermano del Señor" (Gl
1;18-19). Es de notar este interés por conocer y hablar con Pedro, lo que
revela la posición eminente de que gozaba el príncipe de los apóstoles también
en la mente de Pablo, no obstante su independencia apostólica que
tan enérgicamente viene defendiendo. El haberse visto con Santiago fue, dado
el tenor de la narración, algo incidental, no buscado, como la
visita a Pedro.
g) Dice
S.Pablo: "Jesucristo una vez resucitado... se apareció a Cefas, luego a
los doce. Después se apareció una vez a más de quinientos hermanos..." (1Cor 15;3-7) (Lc 24;34) ¿También será
debido al ímpetu y al carácter de Pedro que Jesucristo una vez resucitado se
apareciera primero a Cefas?
h) Sin
embargo, con la solución dada en el Concilio de Jerusalén
no estaban resueltos todos los problemas. ¿Debían los
judío-cristianos continuar observando la Ley antigua juntamente con las
prácticas cristianas? En esto existía diversidad de criterios. Este asunto
quedó zanjado en el llamado "Incidente
de Antioquía". Pedro baja a Antioquía no sabemos con que motivo. Este
incidente parece que tuvo lugar poco después del Concilio de Jerusalén
(Gl 2;11-14). Pablo se enfrenta resueltamente a Pedro
sobre algunas cuestiones de método. No es que Pedro yerre en la doctrina, sino
que la actitud de Pedro contradice su enseñanza. Es, por tanto, una
equivocación personal en su manera de proceder. Con razón dice Tertuliano:
"fue ciertamente un error de conducta, no de doctrina"
("De praescriptione haereticorum", XXIII, Ml.2,42-R,294)
i) Otros
pasajes en que se muestra la autoridad de Pedro: (Hech 4;5-22) (Hech 5;27-32)
(Hech 8;14-24) (Hech 10;1 y ss). Es
nombrado siempre el primero en la lista de los apóstoles (Mt 3,16; Mt 10,2; Lc 6,14;
Act 1,13). Encontramos expresiones como éstas: "Pedro y sus gentes". (Mc 1,36; Lc 9,32; 8,45). El ángel dice a las
mujeres que visitan el sepulcro de Cristo: "Id a
decir a sus discípulos y a Pedro que
Jesús os precederá en Galilea" (Mc 86,7). Pedro responde
a Jesús en nombre de los discípulos (Mc 8,29). Es el
portavoz habitual de éstos en s u s r e l a c i o n e s c o n
e l M a e s t r o ; e n l a
t r a n s f i g u r a c i ó n e
s P e d r o e l q u e p r o p o n e l e v a n t a
r t r e s t i e n d a s (Mc 9;5). P e d r o p r e
g u n t a e n nombre de t o d o s cu á n t a
s v e c e s d e b e n p e r d o n a r (M t 18 ,
25), y e n n o m b r e
d e todos pide a Jesús que explique la
parábola (Lc 12;41); los encargados de percibir tributos se dirigen a
Pedro como la persona más representativa del grupo para que pregunte a Jesús si
ellos han de pagar el tributo, y es Pedro el que recoge la moneda del
pez para pagarlo (Mt 17,24). Este puesto director de Pedro es mantenido después de la desaparición
de Cristo; así, es el que propone elegir
a un nuevo apóstol para sustituir
a Judas (Act 1,55-26); en nombre de los Doce toma la palabra el día de Pentecostés (Act 2,38-40), y en
nombre de todos se dirige a los judíos (Act 2,38-40); habla en
nombre de todos a los magistrados (Act 4,8-12) y recibe al primer gentil
(Cornelio) (Act 10); y en el concilio de Jerusalén habla Pedro para dictaminar
que la ley mosaica no obliga a los cristianos (Act 15,7-11); y Santiago se levanta para adherirse a la
decisión de Pedro (Act 15,13-20). San Pablo dice a los gálatas que fue a
entrevistarse con Pedro para tratar de su doctrina (Gal 1;18). Reconoce, pues,
la autoridad suprema de Pedro. Está así claro cómo la Iglesia primitiva
interpretó la promesa de Cristo
a Pedro como la colación de unos poderes excepcionales que no eran compartidos
por los otros apóstoles. Pedro es, pues, la "roca"
sobre la que se asienta la Iglesia como comunidad social; y
lo que da estabilidad y firmeza a una sociedad es la "autoridad"; por
eso las palabras de Cristo aluden a la futura "autoridad" suprema de
Pedro, garantía de permanencia de la nueva sociedad espiritual.