s/TJ:
“Mundo” es el término que traduce habitualmente el sustantivo griego kósmos en
las Escrituras Griegas Cristianas, pudiéndose referir a:
1) el conjunto de la humanidad, con independencia de su modo de
vida o condición moral,
2) las circunstancias en las que una persona nace y vive (en este
sentido guarda una cierta analogía con la palabra griega ai·ṓn, “sistema de
cosas”), y
Conjunto de la humanidad, con
independencia de su modo de vida o condición moral
El libro Studies in the Vocabulary of the Greek
New Testament (de K. S. Wuest, 1946, pág. 57)
cita las siguientes palabras del helenista Cremer: “En vista de que kósmos se
entendía como el orden de cosas que tenía por centro al hombre, la
atención se dirige primordialmente a este; kósmos se refiere a la
humanidad dentro de ese orden de cosas, la humanidad según se manifiesta en y
mediante tal orden (Mt 18:7)”.
El vocablo kó·smos o “mundo” está estrechamente vinculado a la humanidad en
la literatura griega y en particular en la Biblia. Cuando Jesús dijo
que el hombre que andaba en la luz del día “ve la luz de
este mundo [una forma de kó·smos]” (Jn 11:9), pudiera parecer que el “mundo” es el planeta Tierra, que tiene al
Sol como fuente de luz durante el día; sin embargo, las palabras
que vienen a continuación hablan del hombre que anda de noche y que choca
contra algo “porque la luz no está en él”. (Jn 11:10.) Además, Dios proveyó el Sol y otros cuerpos celestes principalmente para
la humanidad. (Compárese con Gé 1:14; Sl 8:3-8; Mt 5:45.) De manera similar, refiriéndose a la luz en un sentido espiritual, Jesús
dijo a sus seguidores que serían “la luz del mundo”. (Mt 5:14.) Naturalmente, con eso no quería decir que iluminarían el planeta,
pues sigue diciendo que su iluminación afectaría a la humanidad, se produciría
“delante de los hombres”. (Mt 5:16; compárese con Jn 3:19; 8:12; 9:5; 12:46; Flp 2:15.) La predicación de las buenas nuevas “en todo el mundo” (Mt 26:13) también significa predicar a toda la humanidad como cuando en español, y
en otros idiomas, se dice “todo el mundo” para referirse a “todos”. (Compárese con Jn 8:26; 18:20; Ro 1:8; Col 1:5, 6.)
De modo que uno de los significados básicos de kó·smos es:
toda la humanidad. Por ello las Escrituras dicen que el kó·smos, o mundo,
es culpable
de pecado (Jn 1:29; Ro 3:19; 5:12, 13) y necesita un
salvador que le dé vida (Jn 4:42; 6:33, 51; 12:47; 1Jn 4:14), lo que
no puede aplicar a la creación inanimada ni a los animales, sino solo a la
humanidad. Este es el mundo al que Dios amó tanto que “dio a su Hijo
unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido sino que
tenga vida eterna”. (Jn 3:16, 17; compárese con 2Co 5:19; 1Ti 1:15; 1Jn 2:2.) Ese mundo de la humanidad constituye el campo en el que Jesucristo sembró la
semilla excelente, los “hijos del reino”. (Mt 13:24, 37, 38.)
Cuando Pablo escribió que las “cualidades invisibles de [Dios] se ven
claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se
perciben por las cosas hechas”, debió querer decir desde la creación
de la humanidad en adelante, pues solo desde que empezó a existir la humanidad
hubo alguien en la Tierra capaz de ‘percibir’ con su mente tales cualidades
invisibles observando la creación visible. (Ro 1:20.)
De manera similar, Juan 1:10 dice que “el mundo [kó·smos] vino a existir por medio de él
[Jesús]”. Aunque es verdad que Jesús participó en la creación de todas las
cosas, lo que abarca los cielos, la Tierra y todo lo que hay en ella, en esta
oración la palabra kó·smos aplica principalmente a la humanidad, en cuya
creación también participó. (Compárese con Jn 1:3; Col 1:15-17; Gé 1:26.) De ahí que el resto del versículo diga: “Pero el mundo [es
decir, el mundo de la humanidad] no lo conoció”.
“La fundación del mundo.” Esta clara conexión
de kó·smos con el mundo de la humanidad también ayuda a
entender el significado de la expresión “fundación del mundo”, que aparece en
varios textos. Estos hablan de ciertas cosas que han ocurrido “desde la
fundación del mundo”. Entre ellas, el que se ‘vierta la sangre de los
profetas’ desde el tiempo de Abel, la ‘preparación de un reino’ y el que se
escriban algunos nombres en el ‘rollo de la vida’. (Lu 11:50, 51; Mt 25:34; Rev 13:8; 17:8; compárese con Mt 13:35; Heb 9:26.) Estas cosas tienen que ver con la vida y actividades humanas, de modo
que la expresión “fundación del mundo” debe referirse al principio de la
humanidad, no de la creación inanimada o la animal. Hebreos 4:3 muestra que las obras creativas de Dios
no fueron comenzadas, sino “terminadas desde la fundación
del mundo”. Como Eva debió ser la última de las obras creativas terrestres de
Jehová, la fundación del mundo no podría haber ocurrido antes de su
creación.
El término griego (ka·ta·bo·lḗ) del que se traduce “fundación”
puede referirse a la concepción de prole humana. Ka·ta·bo·lḗ significa
literalmente “lanzamiento hacia abajo [de simiente]”, y en Hebreos 11:11 puede traducirse “concebir”. Su uso en este pasaje hace
referencia al hecho de que Abrahán ‘lanzase hacia abajo’ simiente de hombre a
fin de engendrar un hijo y a que Sara la recibiese para quedar encinta.
Por lo tanto, la “fundación del mundo” no significa
necesariamente el principio de la creación del universo material, del mismo
modo que la expresión “antes de la fundación del mundo” (Jn 17:5, 24; Ef 1:4; 1Pe 1:20) no se refiere a algún tiempo antes de que se crease dicho universo.
Más bien, estas expresiones deben hacer referencia al tiempo en que la raza
humana se ‘fundó’ a través de la primera pareja humana, Adán y Eva, quienes
fuera del Edén empezaron a concebir descendientes que podrían beneficiarse de
las provisiones de Dios para librarlos del pecado heredado. (Gé 3:20-24; 4:1, 2.)
“Espectáculo teatral al mundo, tanto a ángeles como a hombres.” Hay
quien ha entendido que el uso de la palabra kó·smos en 1 Corintios 4:9 engloba tanto a las criaturas celestiales invisibles como a las
criaturas humanas visibles, debido a que algunas traducciones leen más o menos
como sigue: “Hemos llegado a ser espectáculo para el mundo entero,
tanto para los ángeles como para los hombres” (RH). Otras versiones
traducen el texto así:
“Al mundo, y a los ángeles, y a los hombres” (Scío; Val,1909;
véanse también Besson; NTI; SA); “para el mundo, para
los ángeles y para los hombres”
(BR, NC, CI, Str, UN); “al mundo, a los ángeles y
a los hombres” (CB, TA, Val);“del mundo, de los ángeles y de los
hombres” (EMN, FF). En el mismo contexto —1 Corintios 1:20, 21, 27, 28; 2:12; 3:19, 22—, el escritor utiliza la palabra kó·smos para referirse
al mundo de la humanidad, de manera que es obvio que no le daría
otro sentido poco después, en 1 Corintios 4:9, 13. Por consiguiente, la traducción “tanto a ángeles como a hombres”, debe
entenderse que no amplía el significado de la palabra kó·smos, sino
simplemente resalta el hecho de que entre los espectadores no solo está
el mundo de la humanidad, es decir, los “hombres”, sino también los
“ángeles”.
El mundo alejado de Dios
Un sentido de kó·smos exclusivo de las Escrituras es: el mundo de
la humanidad formado por aquellos que no son siervos de Dios. Pedro
escribe que Dios trajo el Diluvio “sobre un mundo de gente impía”,
mientras que conservó a Noé y su familia; de esta manera “el mundo de
aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. (2Pe 2:5; 3:6.) Puede notarse de nuevo que aquí no se hace referencia a la
destrucción del planeta ni de los cuerpos celestes del universo, sino que es
una destrucción limitada a la sociedad humana, y en este caso, a la sociedad
humana injusta. Fue a ese “mundo” al que Noé condenó mediante su proceder fiel.
(Heb 11:7.)
El mundo injusto, o sociedad humana, antediluviano terminó, pero
la humanidad misma no llegó a su fin, pues se conservó mediante Noé y su
familia. La mayor parte de la humanidad volvió a desviarse de la justicia
después del Diluvio, y produjo otra sociedad humana inicua; no obstante,
algunos emprendieron un proceder diferente y se adhirieron a la justicia. Con
el transcurso del tiempo, Dios designó a Israel como su pueblo escogido y lo
introdujo en una relación de pacto con Él. Debido a que este hecho distinguió a
los israelitas del mundo en general, en Romanos 11:12-15 Pablo pudo usar kó·smos,“mundo”, como equivalente de “gente de
las naciones” (NM) o “gentiles” (BJ), es decir, los que no eran
israelitas. En este pasaje muestra que la apostasía de Israel hizo que Dios
aboliera su relación de pacto con ellos y abrió el camino para que los gentiles
entrasen en tal relación y participasen de sus riquezas al ser reconciliados
con Dios. (Compárese con Ef 2:11-13.)
Por lo tanto, durante este período postdiluviano y precristiano, el “mundo”,
o kó·smos, volvió a referirse a toda la humanidad aparte de los
siervos aprobados de Dios, y específicamente a los que no pertenecían a
Israel durante el tiempo en que este pueblo estuvo en una relación de pacto con
Jehová. (Compárese con Heb 11:38.)
De manera similar se utiliza con mucha frecuencia kó·smos para
referirse a toda la sociedad humana no cristiana, sin importar su raza.
Este es el mundo que odió a Jesús y a sus seguidores debido a que
dieron testimonio de su injusticia y se mantuvieron separados de él; por ello
ese mundo mostró que odiaba al propio Jehová Dios y no llegó a
conocerle. (Jn 7:7; 15:17-25; 16:19, 20; 17:14, 25; 1Jn 3:1, 13.) Satanás el Diablo, el adversario de Dios, rige sobre dicho mundo formado
por la sociedad humana injusta y sus reinos, y se ha convertido de hecho en el
“dios” de ese mundo. (Mt 4:8, 9; Jn 12:31; 14:30; 16:11; compárese con 2Co 4:4.) No fue Dios quien produjo ese mundo injusto; el que lo ha
formado es el principal opositor de Dios, en cuyo poder “el mundo entero
yace”. (1Jn 4:4, 5; 5:18, 19.) Satanás y sus “fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales”
actúan como los “gobernantes mundiales [o “cosmócratas”; gr.ko·smo·krá·to·ras]”
invisibles sobre el mundo alejado de Dios. (Ef 6:11, 12.)
En esos textos no se alude simplemente a la humanidad, de la que los
discípulos de Jesús eran parte, sino a toda la sociedad humana organizada que
existe fuera de la congregación cristiana verdadera. Por otra parte, los
cristianos no podrían dejar de ser “parte del mundo” sin morir y
dejar de vivir en la carne. (Jn 17:6; 15:19.) Aunque inevitablemente viven dentro de esa sociedad de personas
mundanas, entre quienes están los que practican fornicación, idolatría,
extorsión y prácticas similares (1Co 5:9-13), los cristianos han de mantenerse limpios y sin mancha de la corrupción y
contaminación de ese mundo, y no deben tener relaciones amistosas con
él para que no se les condene con él. (1Co 11:32; Snt 1:27; 4:4; 2Pe 1:4; 2:20; compárese con 1Pe 4:3-6.) No pueden ser dirigidos por la sabiduría mundana, que es necedad a
la vista de Dios, ni ‘inhalar’ el “espíritu del mundo”, es decir, su
fuerza motivadora, que es egoísta y pecaminosa. (1Co 1:21; 2:12; 3:19; 2Co 1:12; Tit 2:12; compárese con Jn 14:16, 17; Ef 2:1, 2; 1Jn 2:15-17; véase ESPÍRITU [Inclinación mental dominante].) Por consiguiente, gracias a su fe
‘vencen al mundo’ de la sociedad humana injusta, como lo hizo el Hijo de
Dios. (Jn 16:33; 1Jn 4:4; 5:4, 5.) Esa sociedad humana injusta está condenada a dejar de existir mediante
la destrucción divina (1Jn 2:17), así como también pereció el mundo impío anterior al Diluvio. (2Pe 3:6.)
Fin del mundo impío; el mundo de la humanidad es conservado. Por
lo tanto, el kó·smos por el que Jesús murió tiene que ser
el mundo de la humanidad en tanto familia
humana, toda carne humana. (Jn 3:16, 17.) Jesús no oró a favor del mundo como sociedad humana alejada de Dios y,
en realidad, en enemistad con Dios, sino solo por aquellos que salieron de
ese mundo y pusieron fe en él. (Jn 17:8, 9.) Tal como alguna carne humana sobrevivió a la destrucción de la sociedad
humana o mundo impío en el Diluvio, Jesús mostró que también
sobreviviría alguna carne humana a la gran tribulación, una tribulación que
asemejó al Diluvio. (Mt 24:21, 22, 36-39; compárese con Rev 7:9-17.)
La Biblia dice que el “reino del mundo” (es decir, de la humanidad)
llegará a ser “el reino de nuestro Señor y de su Cristo”, y aquellos que reinen
con Cristo en su reino celestial están designados para “reinar sobre la
tierra”, es decir, sobre la humanidad, a excepción de la sociedad humana impía
—dominada por Satanás—, que ya habrá dejado de existir. (Rev 11:15; 5:9, 10.)
(“Perspicacia”, vol 2, págs.
436-441)
Análisis:
El término griego Kosmos (Mundo) aparece 188 veces en el NT; de
ellas, 104 veces en el corpus joánico, y 46 en los escritos de Pablo.
EL UNIVERSO.-
El término griego “Kosmos” designa en primer lugar el universo, el conjunto del mundo creado (Mc 14,9; Mt 24,21; Mt 25,34; Jn 17,24;
Ef 1,4; Rom 1,20; 1Pe 1,20; Ap 13,8) por Dios al principio (Hech 17,24), por la actividad del Verbo (Jn 1,3). También designa particularmente la
tierra, el mundo (Mt 4,8; 13,38; Mc 14,9; 16,15; Lc 12,30). Es el «cielo y la
tierra» del AT (Hech 4,24; Ap 10,6),
expresión que perdura en (Mt 5,18; Lc
10,21; etc.) Tiene como sinónimos ktisis, «creación» (Mc 10,6; Rom 1,25; 2Pe 3,4), ta pauta, «todas las cosas» (1Cor 8,6; Ef 1,10; Col
1,16-17)
LA ESFERA DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS.- Como ya en (Sab 7,6), kosmos corresponde al mundo de los vivos, a la tierra y a la humanidad que la habita (Rom 1,18; Mt 26,13; 1Cor 4,9) en sus diversos reinos (Mt 4,8). Es el mundo en que el hombre nace (Jn 16,21), permanece (17,11), sufre (2Cor 7,10), amontona
riquezas (Mt 16,26 par) y se afana (1Cor 7,33-34), un mundo por el que se apasiona perdidamente
(1Jn 2,15-17).
VALOR, SENTIDO Y DESTINO DEL MUNDO.-
La ambigüedad fundamental.
Salido del acto creador original, el mundo es esencialmente bueno y da testimonio de la omnipotencia divina (Hech 14,17; Rom 1,19s). Sin embargo, habitado por el hombre, este mundo de aquí abajo está de hecho en manos del mal (1Jn 5,19), ya que el pecado y la muerte lo han corrompido desde el comienzo de la historia (Rom 5,12). Satán es su príncipe (Jn
12,31; 14,30; 16,11), el dios de este mundo (2Cor 4,4; que confiere su pernicioso poder y gloria a sus devotos, enemigos de Dios y de Cristo (Lc 4,6; Jn 3,18s; 7,7). Gobernado por los espíritus del
mal y las tinieblas (Ef
6,12), lo mismo que por el Anticristo (1Jn 4,3), este mundo falaz esclaviza al hombre (Gál 4,3.9) y le impide gustar los bienes de Dios (1Cor 2,12); su sabiduría, toda especulación humana,
es locura a los ojos del Creador (1Cor
1,20; 3,19); su paz es ilusoria (Jn 14,27) y
produce la muerte (2Cor 7,10).
Cristo y el mundo.
Conforme al plan de Dios, que sigue amando al mundo caído (Jn 3,16), el Hijo Único —que en realidad no es de este mundo (Jn 8,23; 18,36) y no está bajo su príncipe (Lc 4,5-8; Jn 14,30)— viene a salvarlo (Jn 12,47), a traerle la vida (Jn 6,33) y a ser su luz
(Jn 9,5). Jesús
se integra en el mundo y es odiado
(Jn 15,18) y rechazado (Jn 1,10) por él.
En la cruz, el aparente fracaso de
esta misión redentora provoca en
realidad la caída de Satán (Jn 12,31) y
la victoria de Cristo (Jn 16,33) contra el pecado (Jn 1,29). Al dejar este
mundo (Jn 16,28) para volver a reinar
glorioso junto al Padre, Jesús prepara la nueva creación del mundo futuro, que hará olvidar definitivamente el antiguo (Ap 21,4s).
Esperando esta renovación ya segura (parusía), el mundo continuará sufriendo (Rom 8,19s), pero con la esperanza de un nuevo amanecer.
El cristiano y el mundo.
El cristianó, como Jesús, debe estar a la vez en el mundo y fuera de él. Aunque decididamente separado del
mundo en todo lo que éste presenta de deshonra (Sant 1,27), impiedad (Sant 4,4) y
pasiones (1Jn 2,16), no puede
sin embargo deshacerse de la materialidad en
la que está inmerso; pero debe servirse del mundo sin gozar realmente de él (1Cor 7,29-31), usando de sus bienes efímeros con el único fin de hacer lo que es agradable a Dios (1Jn 3,17). Según la
bella fórmula de Gál 6,14, el cristiano debe estar crucificado para el mundo y el mundo crucificado para él.
Con todo, en este mundo que se nutre de pecado y de ignorancia de Dios, los cristianos son también enviados (Jn 17,18), testigos de Cristo y del evangelio (1Jn 4,17); son misioneros del kerygma en el mundo entero (Mc 14,9). Como Jesús, estarán expuestos a la hostilidad del mundo y serán incluso perseguidos (1Jn 3,13; Mt 10,4; Jn 15,18). Su fuerza, garantía de la victoria final, estará en el
Paráclito y en la fe, que condenarán al mundo y lo confundirán. Tal oposición entre los cristianos
y el mundo durará hasta el fin de éste, hasta el día en que Dios lo juzgará (Mt 13,38s; Rom 3,6) y, finalmente, lo regenerará para siempre (Ap 21). Entonces, el imperio de este mundo será también el de Cristo por los siglos de los
siglos (Ap 11,15).
(Resumen del Diccionario enciclopédico de la Biblia (Herder) en su entrada: "Mundo" del NT)
s/TJ
El Nuevo mundo de Dios vendrá cuando el presente mundo desaparezca. Pero usted quizás se pregunte: "¿Podemos creer de veras que el mundo actual terminará?".
Pues bien, reflexione un poco: ¿Ha terminado algún mundo antes?
Sí, hay pruebas concluyentes de que en el pasado un mundo llegó a su fín. "El mundo de aquel tiempo (los días de Noé) sufrió destrucción cuando fue anegado en agua", dice la Biblia. Dios, "no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía" (2Pe 2;5) (2Pe 3;6)
Observe que lo que desapareció fue "un mundo de gente impía", un sistema de cosas inicuo. No fue el fin del planeta Tierra ni del firmamento ni de la familia humana. Por eso, al ir aumentando la descendencia de los supervivientes del Diluvio, llegó a existir otro mundo (el actual) ¿Qué le sucederá a éste?
Después de decir que el mundo de los días de Noé fue destruido, la Biblia continúa: "Por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego" (2Pe 3;7). El término fuego significa destrucción para el mundo. De hecho, "el mundo (que existe hoy) va pasando" (1Jn 2;17) Pero ¿cuándo llegará su fin? (¡Despertad! de 22.10.93, pág 10)
Análisis
Pero, entonces, ¿cómo "cuadramos" las explicaciones anteriores con las que siguen referentes al "mundo" dadas por los TJ en su revistas ¡Despertad!.
s/TJ
"Jesucristo no fue preconocido antes del pecado de Adán... pero sí 'antes de la fundación del mundo'. Entonces, ¿qué quiere decir que fue preconocido antes de la fundación del mundo? Todo depende del sentido en el cual se usa aquí la palabra 'mundo' porque los escritores de la Biblia la usan en varios sentidos. Evidentemente, 'mundo' se usa en estos textos en el sentido que lo usó Jesús cuando le dijo a Nicodemo: 'Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito'. Es el mundo de la humanidad el que es redimible, la fundación del cual no tuvo lugar con Adán sino con su prole, particularmente para el tiempo de Abel, como mostró Jesús cuando dijo: 'La sangre... derramada desde la fundación del mundo... desde la sangre de Abel... hasta la sangre de Zacarías' (Lc 11;49-51) ("¡Despertad!" de 22.1.68, pág 28)
Análisis
Si de las palabras de la primera parte de este pasaje de Lucas, los TJ llegan a la conclusión que Jesús está hablando del principio de la humanidad que ha de ser redimida, lógicamente, para ser coherentes, el otro extremo, "la sangre de Zacarías", debería ser el final. O sea, que a partir de Zacarías no hay quien pueda ser redimido.... porque cae fuera del "mundo"
Y si Adán está fuera del mundo porque el mundo fue fundado con Abel según enseñan los TJ, entonces, cuando dice S. Pablo: "Así, pues, como por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado..." (Rm 5;12) ¿a qué mundo se refiere si su prole todavía no había nacido? ¿es que Adán no formaba parte del mundo en el que por su culpa entró el pecado?("Mundo" es la traducción del griego "kosmos" (Concordancia Greco-española de Hugo M. Petter, núm 2562) y se emplea la misma expresión en un caso como en el otro). ¿Se habrán fijado los TJ que Adán no figura entre los adoradores del diablo en (Ap 13;8)? ¿De cuántos mundos hemos de hablar y cómo sabemos si hablamos de uno o de otro?:
Tenemos:
a) Un "mundo" que va desde Abel hasta Noé, que desapareció con el diluvio (¡Despertad! de 22.10.93, pág 10).
b) Otro que va desde Noé hasta el Armagedón y que desaparecerá con éste (¡Despertad! de 22.10.93, pág 10).
c) Otro que va desde Abel hasta Zacarías (Lc 11;49-51)
d) Y todavía otro que abarca a "todos los hombres" (Rm 5;12)