domingo, 1 de noviembre de 2015

MUNDO. DIVERSAS INTERPRETACIONES

s/TJ:

“Mundo” es el término que traduce habitualmente el sustantivo griego kósmos en las Escrituras Griegas Cristianas, pudiéndose referir a:

1) el conjunto de la humanidad, con independencia de su modo de vida o condición moral,

2) las circunstancias en las que una persona nace y vive (en este sentido guarda una cierta analogía con la palabra griega ai·n, “sistema de cosas”), y

3) la humanidad en conjunto, excluidos los siervos aprobados de Jehová.

Conjunto de la humanidad, con independencia de su modo de vida o condición moral

El libro Studies in the Vocabulary of the Greek New Testament (de K. S. Wuest, 1946, pág. 57) cita las siguientes palabras del helenista Cremer: “En vista de que kósmos se entendía como el orden de cosas que tenía por centro al hombre, la atención se dirige primordialmente a este; kósmos se refiere a la humanidad dentro de ese orden de cosas, la humanidad según se manifiesta en y mediante tal orden (Mt 18:7)”.

El vocablo kó·smos o “mundo” está estrechamente vinculado a la humanidad en la literatura griega y en particular en la Biblia. Cuando Jesús dijo que el hombre que andaba en la luz del día “ve la luz de este mundo [una forma de kó·smos]” (Jn 11:9), pudiera parecer que el “mundo” es el planeta Tierra, que tiene al Sol como fuente de luz durante el día; sin embargo, las palabras que vienen a continuación hablan del hombre que anda de noche y que choca contra algo “porque la luz no está en él”. (Jn 11:10.) Además, Dios proveyó el Sol y otros cuerpos celestes principalmente para la humanidad. (Compárese con Gé 1:14; Sl 8:3-8; Mt 5:45.) De manera similar, refiriéndose a la luz en un sentido espiritual, Jesús dijo a sus seguidores que serían “la luz del mundo”. (Mt 5:14.) Naturalmente, con eso no quería decir que iluminarían el planeta, pues sigue diciendo que su iluminación afectaría a la humanidad, se produciría “delante de los hombres”. (Mt 5:16; compárese con Jn 3:19; 8:12; 9:5; 12:46; Flp 2:15.) La predicación de las buenas nuevas “en todo el mundo” (Mt 26:13) también significa predicar a toda la humanidad como cuando en español, y en otros idiomas, se dice “todo el mundo” para referirse a “todos”. (Compárese con Jn 8:26; 18:20; Ro 1:8; Col 1:5, 6.)

De modo que uno de los significados básicos de kó·smos es: toda la humanidad. Por ello las Escrituras dicen que el kó·smos, o mundo, es culpable de pecado (Jn 1:29; Ro 3:19; 5:12, 13) y necesita un salvador que le dé vida (Jn 4:42; 6:33, 51; 12:47; 1Jn 4:14), lo que no puede aplicar a la creación inanimada ni a los animales, sino solo a la humanidad. Este es el mundo al que Dios amó tanto que “dio a su Hijo unigénito, para que todo el que ejerce fe en él no sea destruido sino que tenga vida eterna”. (Jn 3:16, 17; compárese con 2Co 5:19; 1Ti 1:15; 1Jn 2:2.) Ese mundo de la humanidad constituye el campo en el que Jesucristo sembró la semilla excelente, los “hijos del reino”. (Mt 13:24, 37, 38.)

Cuando Pablo escribió que las “cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas”, debió querer decir desde la creación de la humanidad en adelante, pues solo desde que empezó a existir la humanidad hubo alguien en la Tierra capaz de ‘percibir’ con su mente tales cualidades invisibles observando la creación visible. (Ro 1:20.)

De manera similar, Juan 1:10 dice que “el mundo [kó·smos] vino a existir por medio de él [Jesús]”. Aunque es verdad que Jesús participó en la creación de todas las cosas, lo que abarca los cielos, la Tierra y todo lo que hay en ella, en esta oración la palabra kó·smos aplica principalmente a la humanidad, en cuya creación también participó. (Compárese con Jn 1:3; Col 1:15-17; Gé 1:26.) De ahí que el resto del versículo diga: “Pero el mundo [es decir, el mundo de la humanidad] no lo conoció”.

“La fundación del mundo.” Esta clara conexión de kó·smos con el mundo de la humanidad también ayuda a entender el significado de la expresión “fundación del mundo”, que aparece en varios textos. Estos hablan de ciertas cosas que han ocurrido “desde la fundación del mundo”. Entre ellas, el que se ‘vierta la sangre de los profetas’ desde el tiempo de Abel, la ‘preparación de un reino’ y el que se escriban algunos nombres en el ‘rollo de la vida’. (Lu 11:50, 51; Mt 25:34; Rev 13:8; 17:8; compárese con Mt 13:35; Heb 9:26.) Estas cosas tienen que ver con la vida y actividades humanas, de modo que la expresión “fundación del mundo” debe referirse al principio de la humanidad, no de la creación inanimada o la animal. Hebreos 4:3 muestra que las obras creativas de Dios no fueron comenzadas, sino “terminadas desde la fundación del mundo”. Como Eva debió ser la última de las obras creativas terrestres de Jehová, la fundación del mundo no podría haber ocurrido antes de su creación.

El término griego (ka·ta·bo·l) del que se traduce “fundación” puede referirse a la concepción de prole humana. Ka·ta·bo·l significa literalmente “lanzamiento hacia abajo [de simiente]”, y en Hebreos 11:11 puede traducirse “concebir”. Su uso en este pasaje hace referencia al hecho de que Abrahán ‘lanzase hacia abajo’ simiente de hombre a fin de engendrar un hijo y a que Sara la recibiese para quedar encinta.

Por lo tanto, la “fundación del mundo” no significa necesariamente el principio de la creación del universo material, del mismo modo que la expresión “antes de la fundación del mundo” (Jn 17:5, 24; Ef 1:4; 1Pe 1:20) no se refiere a algún tiempo antes de que se crease dicho universo. Más bien, estas expresiones deben hacer referencia al tiempo en que la raza humana se ‘fundó’ a través de la primera pareja humana, Adán y Eva, quienes fuera del Edén empezaron a concebir descendientes que podrían beneficiarse de las provisiones de Dios para librarlos del pecado heredado. (Gé 3:20-24; 4:1, 2.)

“Espectáculo teatral al mundo, tanto a ángeles como a hombres.” Hay quien ha entendido que el uso de la palabra kó·smos en 1 Corintios 4:9 engloba tanto a las criaturas celestiales invisibles como a las criaturas humanas visibles, debido a que algunas traducciones leen más o menos como sigue: “Hemos llegado a ser espectáculo para el mundo entero, tanto para los ángeles como para los hombres” (RH). Otras versiones traducen el texto así:

“Al mundo, y a los ángeles, y a los hombres” (Scío; Val,1909; véanse también Besson; NTI; SA); “para el mundo, para los ángeles y para los hombres” (BR, NC, CI, Str, UN); “al mundo, a los ángeles y a los hombres” (CB, TA, Val);“del mundo, de los ángeles y de los hombres” (EMN, FF). En el mismo contexto —1 Corintios 1:20, 21, 27, 28; 2:12; 3:19, 22—, el escritor utiliza la palabra kó·smos para referirse al mundo de la humanidad, de manera que es obvio que no le daría otro sentido poco después, en 1 Corintios 4:9, 13. Por consiguiente, la traducción “tanto a ángeles como a hombres”, debe entenderse que no amplía el significado de la palabra kó·smos, sino simplemente resalta el hecho de que entre los espectadores no solo está el mundo de la humanidad, es decir, los “hombres”, sino también los “ángeles”.

El mundo alejado de Dios

Un sentido de kó·smos exclusivo de las Escrituras es: el mundo de la humanidad formado por aquellos que no son siervos de Dios. Pedro escribe que Dios trajo el Diluvio “sobre un mundo de gente impía”, mientras que conservó a Noé y su familia; de esta manera “el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. (2Pe 2:5; 3:6.) Puede notarse de nuevo que aquí no se hace referencia a la destrucción del planeta ni de los cuerpos celestes del universo, sino que es una destrucción limitada a la sociedad humana, y en este caso, a la sociedad humana injusta. Fue a ese “mundo” al que Noé condenó mediante su proceder fiel. (Heb 11:7.)

El mundo injusto, o sociedad humana, antediluviano terminó, pero la humanidad misma no llegó a su fin, pues se conservó mediante Noé y su familia. La mayor parte de la humanidad volvió a desviarse de la justicia después del Diluvio, y produjo otra sociedad humana inicua; no obstante, algunos emprendieron un proceder diferente y se adhirieron a la justicia. Con el transcurso del tiempo, Dios designó a Israel como su pueblo escogido y lo introdujo en una relación de pacto con Él. Debido a que este hecho distinguió a los israelitas del mundo en general, en Romanos 11:12-15 Pablo pudo usar kó·smos,“mundo”, como equivalente de “gente de las naciones” (NM) o “gentiles” (BJ), es decir, los que no eran israelitas. En este pasaje muestra que la apostasía de Israel hizo que Dios aboliera su relación de pacto con ellos y abrió el camino para que los gentiles entrasen en tal relación y participasen de sus riquezas al ser reconciliados con Dios. (Compárese con Ef 2:11-13.) Por lo tanto, durante este período postdiluviano y precristiano, el “mundo”, o kó·smos, volvió a referirse a toda la humanidad aparte de los siervos aprobados de Dios, y específicamente a los que no pertenecían a Israel durante el tiempo en que este pueblo estuvo en una relación de pacto con Jehová. (Compárese con Heb 11:38.)

De manera similar se utiliza con mucha frecuencia kó·smos para referirse a toda la sociedad humana no cristiana, sin importar su raza. Este es el mundo que odió a Jesús y a sus seguidores debido a que dieron testimonio de su injusticia y se mantuvieron separados de él; por ello ese mundo mostró que odiaba al propio Jehová Dios y no llegó a conocerle. (Jn 7:7; 15:17-25; 16:19, 20; 17:14, 25; 1Jn 3:1, 13.) Satanás el Diablo, el adversario de Dios, rige sobre dicho mundo formado por la sociedad humana injusta y sus reinos, y se ha convertido de hecho en el “dios” de ese mundo. (Mt 4:8, 9; Jn 12:31; 14:30; 16:11; compárese con 2Co 4:4.) No fue Dios quien produjo ese mundo injusto; el que lo ha formado es el principal opositor de Dios, en cuyo poder “el mundo entero yace”. (1Jn 4:4, 5; 5:18, 19.) Satanás y sus “fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” actúan como los “gobernantes mundiales [o “cosmócratas”; gr.ko·smo·krá·to·ras]” invisibles sobre el mundo alejado de Dios. (Ef 6:11, 12.)

En esos textos no se alude simplemente a la humanidad, de la que los discípulos de Jesús eran parte, sino a toda la sociedad humana organizada que existe fuera de la congregación cristiana verdadera. Por otra parte, los cristianos no podrían dejar de ser “parte del mundo” sin morir y dejar de vivir en la carne. (Jn 17:6; 15:19.) Aunque inevitablemente viven dentro de esa sociedad de personas mundanas, entre quienes están los que practican fornicación, idolatría, extorsión y prácticas similares (1Co 5:9-13), los cristianos han de mantenerse limpios y sin mancha de la corrupción y contaminación de ese mundo, y no deben tener relaciones amistosas con él para que no se les condene con él. (1Co 11:32; Snt 1:27; 4:4; 2Pe 1:4; 2:20; compárese con 1Pe 4:3-6.) No pueden ser dirigidos por la sabiduría mundana, que es necedad a la vista de Dios, ni ‘inhalar’ el “espíritu del mundo”, es decir, su fuerza motivadora, que es egoísta y pecaminosa. (1Co 1:21; 2:12; 3:19; 2Co 1:12; Tit 2:12; compárese con Jn 14:16, 17; Ef 2:1, 2; 1Jn 2:15-17; véase ESPÍRITU [Inclinación mental dominante].) Por consiguiente, gracias a su fe ‘vencen al mundo’ de la sociedad humana injusta, como lo hizo el Hijo de Dios. (Jn 16:33; 1Jn 4:4; 5:4, 5.) Esa sociedad humana injusta está condenada a dejar de existir mediante la destrucción divina (1Jn 2:17), así como también pereció el mundo impío anterior al Diluvio. (2Pe 3:6.)

Fin del mundo impío; el mundo de la humanidad es conservado. Por lo tanto, el kó·smos por el que Jesús murió tiene que ser el mundo de la humanidad en tanto familia humana, toda carne humana. (Jn 3:16, 17.) Jesús no oró a favor del mundo como sociedad humana alejada de Dios y, en realidad, en enemistad con Dios, sino solo por aquellos que salieron de ese mundo y pusieron fe en él. (Jn 17:8, 9.) Tal como alguna carne humana sobrevivió a la destrucción de la sociedad humana o mundo impío en el Diluvio, Jesús mostró que también sobreviviría alguna carne humana a la gran tribulación, una tribulación que asemejó al Diluvio. (Mt 24:21, 22, 36-39; compárese con Rev 7:9-17.) La Biblia dice que el “reino del mundo” (es decir, de la humanidad) llegará a ser “el reino de nuestro Señor y de su Cristo”, y aquellos que reinen con Cristo en su reino celestial están designados para “reinar sobre la tierra”, es decir, sobre la humanidad, a excepción de la sociedad humana impía —dominada por Satanás—, que ya habrá dejado de existir. (Rev 11:15; 5:9, 10.)

(“Perspicacia”, vol 2, págs. 436-441)


Análisis:


El término griego Kosmos (Mundo) aparece 188 veces en el NT; de ellas, 104 veces en el corpus joánico, y 46 en los escritos de Pablo.

EL UNIVERSO.-  El término griego “Kosmos” designa en primer lugar el universo, el conjunto del mundo creado (Mc 14,9; Mt 24,21; Mt 25,34; Jn 17,24; Ef 1,4; Rom 1,20; 1Pe 1,20; Ap 13,8) por Dios al principio (Hech 17,24), por la actividad del Verbo (Jn 1,3). También designa particularmente la tierra, el mundo (Mt 4,8; 13,38; Mc 14,9; 16,15; Lc 12,30). Es el «cielo y la tierra» del AT (Hech 4,24; Ap 10,6), expresión que perdura en (Mt 5,18; Lc 10,21; etc.) Tiene como sinóni­mos ktisis, «creación» (Mc 10,6; Rom 1,25; 2Pe 3,4), ta pauta, «todas las cosas» (1Cor 8,6; Ef 1,10; Col 1,16-17)

LA ESFERA DE LAS ACTIVIDADES HUMANAS.-  Como ya en (Sab 7,6), kosmos corresponde al mundo de los vivos, a la tierra y a la humanidad que la habita (Rom 1,18; Mt 26,13; 1Cor 4,9) en sus diversos reinos (Mt 4,8). Es el mundo en que el hombre nace (Jn 16,21), permanece (17,11), sufre (2Cor 7,10), amon­tona riquezas (Mt 16,26 par) y se afana (1Cor 7,33-34), un mundo por el que se apasiona perdidamente (1Jn 2,15-17).

VALOR, SENTIDO Y DESTINO DEL MUNDO.-

La ambigüedad fundamental.

Salido del acto creador original, el mundo es esencialmente bueno y da testimonio de la omnipotencia divina (Hech 14,17; Rom 1,19s). Sin embargo, habitado por el hombre, este mundo de aquí abajo está de hecho en manos del mal (1Jn 5,19), ya que el pecado y la muerte lo han corrompido desde el comienzo de la historia (Rom 5,12). Satán es su príncipe (Jn 12,31; 14,30; 16,11), el dios de este mundo (2Cor 4,4; que confiere su pernicioso poder y gloria a sus devotos, enemigos de Dios y de Cristo (Lc 4,6; Jn 3,18s; 7,7). Gobernado por los espíritus del mal y las tinieblas (Ef 6,12), lo mismo que por el Anticristo (1Jn 4,3), este mundo falaz esclaviza al hombre (Gál 4,3.9) y le impide gustar los bienes de Dios (1Cor 2,12); su sabiduría, toda especulación humana, es locura a los ojos del Creador (1Cor 1,20; 3,19); su paz es ilusoria (Jn 14,27) y produce la muerte (2Cor 7,10).

Cristo y el mundo.

Conforme al plan de Dios, que sigue amando al mundo caído (Jn 3,16), el Hijo Único —que en realidad no es de este mundo (Jn 8,23; 18,36) y no está bajo su príncipe (Lc 4,5-8; Jn 14,30)— viene a salvarlo (Jn 12,47), a traerle la vida (Jn 6,33) y a ser su luz (Jn 9,5). Jesús se integra en el mundo y es odiado (Jn 15,18) y rechazado (Jn 1,10) por él. En la cruz, el aparente fracaso de esta misión redentora provoca en realidad la caída de Satán (Jn 12,31) y la victoria de Cristo (Jn 16,33) contra el pecado (Jn 1,29). Al dejar este mundo (Jn 16,28) para volver a reinar glorioso junto al Padre, Jesús prepara la nueva creación del mundo futuro, que hará olvidar definitivamente el antiguo (Ap 21,4s). Esperando esta renovación ya segura (parusía), el mundo continuará sufriendo (Rom 8,19s), pero con la esperanza de un nuevo amanecer.

El cristiano y el mundo.

El cristianó, como Jesús, debe estar a la vez en el mundo y fuera de él. Aunque decididamente separado del mundo en todo lo que éste presenta de deshonra (Sant 1,27), impiedad (Sant 4,4) y pasiones (1Jn 2,16), no puede sin embargo deshacerse de la materialidad en la que está inmer­so; pero debe servirse del mundo sin gozar realmente de él (1Cor 7,29-31), usando de sus bienes efímeros con el único fin de hacer lo que es agradable a Dios (1Jn 3,17). Según la bella fórmula de Gál 6,14, el cristiano debe estar crucificado para el mundo y el mundo crucificado para él.

Con todo, en este mundo que se nutre de pecado y de ignorancia de Dios, los cristianos son también enviados (Jn 17,18), testigos de Cristo y del evangelio (1Jn 4,17); son misioneros del kerygma en el mundo entero (Mc 14,9). Como Jesús, estarán expuestos a la hostilidad del mundo y serán incluso perseguidos (1Jn 3,13; Mt 10,4; Jn 15,18). Su fuerza, garantía de la victoria final, estará en el Paráclito y en la fe, que condenarán al mundo y lo confundirán. Tal oposición entre los cristianos y el mundo durará hasta el fin de éste, hasta el día en que Dios lo juzgará (Mt 13,38s; Rom 3,6) y, finalmente, lo regenerará para siempre (Ap 21). Entonces, el imperio de este mundo será también el de Cristo por los siglos de los siglos (Ap 11,15). 

(Resumen del Diccionario  enciclopédico de la Biblia (Herder) en su entrada: "Mundo" del NT)

s/TJ
El  Nuevo mundo  de Dios  vendrá cuando  el presente  mundo desaparezca. Pero usted  quizás se pregunte: "¿Podemos creer  de veras que  el mundo actual terminará?".


Pues bien, reflexione un poco: ¿Ha terminado algún mundo antes?  
Sí, hay  pruebas concluyentes de  que en el pasado  un mundo llegó  a su fín.  "El  mundo de aquel  tiempo (los  días de Noé)  sufrió destrucción cuando fue  anegado en agua", dice  la Biblia.  Dios, "no  se contuvo de castigar  a un  mundo  antiguo,  sino que  guardó  en  seguridad a  Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía" (2Pe 2;5) (2Pe 3;6)  
Observe  que lo  que  desapareció  fue "un  mundo  de  gente impía",  un sistema  de cosas  inicuo.  No  fue  el fin  del planeta  Tierra ni  del firmamento  ni de  la  familia humana.   Por eso,  al  ir aumentando  la descendencia de  los supervivientes  del Diluvio,  llegó a  existir otro mundo (el actual) ¿Qué le sucederá a éste?  
Después de  decir que  el mundo  de los  días de  Noé fue  destruido, la Biblia  continúa: "Por  la  misma palabra  los cielos  y  la tierra  que existen ahora están  guardados para fuego" (2Pe 3;7).   El término fuego significa destrucción  para el mundo.   De hecho, "el mundo  (que existe hoy)  va pasando" (1Jn 2;17) Pero ¿cuándo llegará su fin?   (¡Despertad! de 22.10.93, pág 10)  
Análisis
Pero, entonces, ¿cómo "cuadramos" las explicaciones anteriores con las  que siguen  referentes  al "mundo"  dadas por  los  TJ en  su revistas  ¡Despertad!.
s/TJ
"Jesucristo  no fue  preconocido antes  del  pecado de  Adán... pero  sí 'antes de la fundación del mundo'.   Entonces, ¿qué quiere decir que fue preconocido antes de  la fundación del mundo?  Todo  depende del sentido en el cual  se usa aquí la  palabra 'mundo' porque los  escritores de la Biblia la  usan en  varios sentidos.  Evidentemente,  'mundo' se  usa en estos textos en el  sentido que lo usó Jesús cuando  le dijo a Nicodemo: 'Tanto amó Dios al  mundo que dio a su Hijo unigénito'.   Es el mundo de la humanidad  el que es redimible,  la fundación del cual  no tuvo lugar con Adán sino con su prole, particularmente para el tiempo de Abel, como mostró Jesús cuando dijo: 'La sangre... derramada desde la fundación del mundo...  desde la  sangre de  Abel... hasta  la sangre  de Zacarías' (Lc 11;49-51)   ("¡Despertad!" de 22.1.68, pág 28)  
Análisis
Si de  las palabras de la  primera parte de este  pasaje de Lucas, los  TJ  llegan  a  la  conclusión que  Jesús  está  hablando  del principio de  la humanidad  que ha  de ser  redimida, lógicamente, para ser  coherentes, el  otro extremo,  "la sangre  de Zacarías", debería ser  el final. O sea, que a partir de Zacarías no hay quien pueda ser redimido.... porque cae fuera del "mundo"  
Y si Adán  está fuera del mundo porque  el mundo fue fundado con Abel según enseñan los TJ, entonces, cuando dice  S. Pablo: "Así, pues, como  por un hombre  entró el pecado en  el mundo, y  por el pecado la  muerte, y así la muerte pasó a todos  los hombres, por cuanto todos habían  pecado..." (Rm 5;12) ¿a qué  mundo se refiere si su  prole todavía  no había  nacido?  ¿es  que Adán no formaba parte del mundo en el que por su culpa entró el pecado?("Mundo" es la traducción del griego "kosmos" (Concordancia Greco-española de Hugo M. Petter, núm 2562) y se emplea la misma expresión en un caso como en el otro). ¿Se habrán fijado los TJ que Adán no figura entre los adoradores del diablo en (Ap 13;8)? ¿De  cuántos mundos hemos de hablar y cómo sabemos si hablamos de uno o de otro?:  
Tenemos:  
a) Un "mundo" que va desde Abel hasta Noé, que desapareció con el diluvio (¡Despertad! de 22.10.93, pág 10).   
b)  Otro que va  desde  Noé   hasta  el  Armagedón y que desaparecerá con  éste (¡Despertad! de 22.10.93,  pág 10).             
c)  Otro  que va  desde Abel  hasta Zacarías  (Lc 11;49-51)   
d)  Y todavía otro que abarca a  "todos los hombres" (Rm 5;12)