s/TJ:
Al principio del artículo “¿Agradecemos lo que Dios hizo por nosotros?” que aparece en la pág
12 de la revista “La Atalaya de estudio”
de Enero/2016 hay una referencia a (2 Cor 9;15). Esta referencia termina
con una exclamación de Pablo: “A Dios
vayan las gracias por su indescriptible don gratuito”. Y la revista se pregunta:
“¿por qué dijo eso el apóstol?” Y a
continuación se contesta: “Pablo sabía
que gracias al sacrificio de Jesús se pueden cumplir todas las promesas que
Dios nos ha hecho. Por lo tanto, la “indescriptible dádiva” consiste en todas
las muestras de bondad y amor leal que recibimos de Jehová por medio de Jesús.
Con razón nos faltan las palabras para describir ese hermosos regalo”.
Análisis:
Si leemos desde el principio el capítulo 9 de la segunda
carta de Pablo a los Corintios, veremos que Pablo, valiéndose de la imagen de la siembra y la cosecha, hace
resaltar la maravillosa fecundidad de la
limosna. Prácticamente no es sino un comentario, con
aplicación al caso concreto de la limosna, de aquellas palabras de Jesucristo: “dad y se os dará” (Lc 6;38).
En este apartado que estamos tratando, Pablo no habla
para nada ni del amor que Jehová tuvo hacia el hombre al enviarnos a su Hijo a
la Tierra, ni si Pablo sabía que gracias al sacrificio de Jesús se pueden
cumplir todas las promesas que Dios nos ha hecho, etc. como apuntan los TJ en
su artículo.
El Apóstol
expone en este caso dos ideas más simples: que la limosna, hecha de buen ánimo y con alegría, no sólo no disminuye,
sino que acrecienta los bienes (v.6-lo), y
que, además, es ocasión de acción de gracias a Dios y estrechamiento de
vínculos entre los cristianos (v.11-15).
Respecto de la
primera idea, no parece caber duda que el Apóstol
apunta directamente a los bienes materiales, de menor importancia, sin duda, que los espirituales, pero
que Dios concederá abundantemente a los que den limosna, de modo que, teniendo
siempre lo bastante para sí, puedan repartir también con los demás (v.8.to). En apoyo de que las obras de
caridad serán siempre bendecidas por
Dios aquí y en el más allá, cita el Apóstol (v.9) una frase del Sal 112,9.
Respecto de la
segunda idea, el Apóstol comienza diciendo que la limosna llevada a Jerusalén por mediación suya, no sólo
remediará necesidades materiales, sino que producirá
“copiosa acción de gracias a Dios” (v.11-12). Esa acción de gracias a Dios por parte de los fieles de Jerusalén tendrá como motivo no
sólo el verse ayudados materialmente por los
corintios, sino su “obediencia al
Evangelio de Cristo”, es decir, el que también los corintios hayan abrazado la fe y entrado en el camino de la salud
(v.13). Es éste
el fruto de la colecta que Pablo ansia más: que los
fieles de la iglesia-madre de Jerusalén se
alegren y den gracias a Dios porque también los gentiles
hayan abrazado la fe. En efecto, no
era fácil acabar con la aversión de los judíos
hacia los gentiles incluso después de su
conversión al cristianismo (Gal 2;12) (Hech 11;3). La colecta podía contribuir a romper ese muro.
¡Qué alegría
si, a causa de la colecta, los fieles de
Jerusalén ruegan por los de Corinto y se alegran de la “sobreabundante gracia” que Dios les ha
concedido (v.14) llamándoles a la fe! Sería para San Pablo la consecución de su
gran objetivo (Cor 12;23) (Gál 3;28) (Col 3;11). Como si ya fuese un hecho, exclama gozoso: “A Dios vayan las
gracias por su indescriptible don gratuito” (v.15), es decir, por esa plena unificación de todos los cristianos, sea cualquiera su
procedencia. Ello significa que el Espíritu
está ejerciendo su poderoso influjo en Corinto y en Jerusalén.
Se trata de no
sacar los comentarios del contexto al que correspondan para no llegar a
conclusiones que muchas veces pueden ser, incluso, erróneas.