jueves, 31 de diciembre de 2015

LIMOSNA Y SUS CARACTERÍSTICAS

s/TJ:

Al principio del artículo “¿Agradecemos lo que Dios hizo por nosotros?” que aparece en la pág 12 de la revista “La Atalaya de estudio” de Enero/2016 hay una referencia a (2 Cor 9;15). Esta referencia termina con una exclamación de Pablo: “A Dios vayan las gracias por su indescriptible don gratuito”. Y la revista se pregunta: “¿por qué dijo eso el apóstol?” Y a continuación se contesta: “Pablo sabía que gracias al sacrificio de Jesús se pueden cumplir todas las promesas que Dios nos ha hecho. Por lo tanto, la “indescriptible dádiva” consiste en todas las muestras de bondad y amor leal que recibimos de Jehová por medio de Jesús. Con razón nos faltan las palabras para describir ese hermosos regalo”.

Análisis:

Si leemos desde el principio el capítulo 9 de la segunda carta de Pablo a los Corintios, veremos que Pablo, va­liéndose de la imagen de la siembra y la cosecha, hace resaltar la maravillosa fecundidad de la limosna. Prácticamente no es sino un comentario, con aplicación al caso concreto de la limosna, de aque­llas palabras de Jesucristo: “dad y se os dará” (Lc 6;38).

En este apartado que estamos tratando, Pablo no habla para nada ni del amor que Jehová tuvo hacia el hombre al enviarnos a su Hijo a la Tierra, ni si Pablo sabía que gracias al sacrificio de Jesús se pueden cumplir todas las promesas que Dios nos ha hecho, etc. como apuntan los TJ en su artículo.

El Apóstol expone en este caso dos ideas más simples: que la limosna, hecha de buen ánimo y con alegría, no sólo no disminuye, sino que acrecienta los bienes (v.6-lo), y que, además, es ocasión de acción de gracias a Dios y estrechamiento de vínculos entre los cristia­nos (v.11-15).

Respecto de la primera idea, no parece caber duda que el Apóstol apunta directamente a los bienes materiales, de me­nor importancia, sin duda, que los espirituales, pero que Dios concederá abundantemente a los que den limosna, de modo que, te­niendo siempre lo bastante para sí, puedan repartir también con los demás (v.8.to). En apoyo de que las obras de caridad serán siempre bendecidas por Dios aquí y en el más allá, cita el Apóstol (v.9) una frase del Sal 112,9.

Respecto de la segunda idea, el Apóstol comienza diciendo que la limosna llevada a Jerusalén por mediación suya, no sólo remedia­rá necesidades materiales, sino que producirá “copiosa acción de gracias a Dios” (v.11-12). Esa acción de gracias a Dios por parte de los fieles de Jerusalén tendrá como motivo no sólo el verse ayudados materialmente por los corintios, sino su “obediencia al Evangelio de Cristo”, es decir, el que también los corintios hayan abrazado la fe y entrado en el camino de la salud (v.13). Es éste el fruto de la colecta que Pablo ansia más: que los fieles de la iglesia-madre de Jerusalén se alegren y den gracias a Dios porque también los gentiles hayan abrazado la fe. En efecto, no era fácil acabar con la aversión de los judíos hacia los gentiles incluso des­pués de su conversión al cristianismo (Gal 2;12) (Hech 11;3). La colecta podía contribuir a romper ese muro.

¡Qué alegría si, a causa de la colecta, los fieles de Jerusalén ruegan por los de Corinto y se alegran de la “sobreabundante gracia” que Dios les ha concedido (v.14) llamándoles a la fe! Sería para San Pablo la consecución de su gran objetivo (Cor 12;23) (Gál 3;28) (Col 3;11). Como si ya fuese un hecho, exclama gozoso: “A Dios vayan las gracias por su indescriptible don gratuito” (v.15), es decir, por esa plena unificación de todos los cristianos, sea cualquiera su procedencia. Ello significa que el Espíritu está ejerciendo su poderoso influjo en Corinto y en Je­rusalén.


Se trata de no sacar los comentarios del contexto al que correspondan para no llegar a conclusiones que muchas veces pueden ser, incluso, erróneas.