s/TJ:
En la "Atalaya edición de estudio, Enero/2016, página 13 y dentro del artículo “¿Agradecemos lo que Dios hizo por nosotros?”,
en el apartado “El hermoso regalo de Dios”,
se puede leer: “Imagínese, por ejemplo,
que lo sentencian a muerte por haber cometido un crimen. Ahora imagínese que
están a punto de ejecutarlo y que de entre los observadores sale una persona a
la que no conoce y se ofrece a morir en su lugar ¿cómo lo haría sentir
semejante muestra de amor?... Lo que Jehová hizo por nosotros mediante Cristo
vale muchísimo más que lo que hizo el hombre de nuestra ilustración…”
Análisis:
Pero, vamos a ver. ¿Qué tiene de menos la
persona que se ha ofrecido a morir en mi lugar en la ilustración presentada,
una persona todo hombre, al compararla con Jesús, asimismo -según los TJ- una persona todo
hombre (Jn 1;14)? (Véase el tema de esta
misma web: “Jesús llega a estar en la semejanza de los hombres” dentro de la
etiqueta “Jesucristo. Hombre perfecto”)
Si Jesús fue totalmente humano desde su
nacimiento hasta su muerte, ¿qué tenía de más que quien me salva de la muerte
en la ilustración, para que los TJ digan que la muerte de Cristo “vale muchísimo más”? Uno y otro son
hombres, sólo hombres. ¿Cómo puede
acabar con la muerte y permitir que vivamos toda una eternidad, la muerte de
una ser que es solamente un hombre como tú y como yo? ¿Cómo puede conseguir que
desaparezcan las enfermedades, que se transforme la Tierra en un paraíso y que
resuciten los muertos, Jesús que, según los TJ, es únicamente un ser humano y
nada más que eso por muchos títulos que se le quieran poner y por muy perfecto
que fuera?
Si Jesús solo era lo que Adán fue
originalmente, “un humano perfecto” ("La Atalaya" de 15.1.92, pág 21), es imposible que su muerte voluntaria reportara
todos los beneficios que hemos descrito. Solo es posible, si Jesús que era un
hombre, era al mismo tiempo un ser muy especial, muy poderoso. Si Jesús, como
dice (Jn 1;14), era realmente el Hijo de Dios que “vino a ser carne y
residió entre nosotros” (Hb 10;5) (Hb 10;10).
Y es que el Hijo
de Dios, no es un ser creado por Dios y por tanto limitado. Por Dios hemos sido
creados todos los demás, los ángeles, los hombres, los animales, las plantas,
el universo, etc., pero el Hijo de Dios no fue creado, fue engendrado. ¡Pero si
los propios TJ aceptan que el Hijo de Dios es el “Unigénito de Dios”! ¿Cómo
puede ser el “unigénito” y al mismo tiempo ser un ente creado?
Jesús
es, pues, Dios y hombre. Tiene, pues, dos naturalezas: la divina y la humana
unidas en una sola persona. Como Dios es igual al Padre (Jn 1;1) (Jn
10;30) (Jn 10;33); como hombre, aunque perfectísimo, es inferior a Él (Jn
14;28) (Lc 22;42). Incluso Pablo como hemos visto, afirma que Jesús es inferior
a los ángeles (Hb 2;7) (Hb 2;9).
Y es
que los propios TJ defendían en sus primeros tiempos estos contundentes razonamientos.
Así, en ("La Atalaya" de 5.7.1898, pág 2337) dicen: "si
Cristo no hubiera sido más que un hombre, la misma razón hubiera impedido que
recibiera adoración… Jesucristo fue objeto de una adoración sin
censura... Él jamás reprochó a nadie por actos de adoración ofrecidos
a Él... era correcto que nuestro Señor recibiera adoración..." ("La
Atalaya" de 15.7.1898, pág 2337) y ("La Atalaya" de
octubre 1880). De hecho, los TJ en sus primeras
ediciones de la Traducción del Nuevo Mundo -y ya nos encontrábamos cerca de
1970- aceptaban todavía que en (Hb 1;6) se tradujera refiriéndose al Hijo: “…y
que todos los ángeles de Dios le adoren”. Posteriormente, recibieron una nueva
iluminación de Jehová que les hizo cambiar de idea respecto a este fundamental
tema, y ahora ya no aceptan que el Hijo de Dios sea merecedor de adoración por
lo que la traducción anterior, en las posteriores ediciones, se ha cambiado por
“…y que todos los ángeles de Dios le rindan homenaje”, o sea, cualquier cosa
menos adoración.
Quisiera
añadir otro razonamiento sobre el tema de la creación del Hijo que enseñan los
TJ ya que me parece que es una cuestión de vital importancia en la doctrina del
cristianismo.
Los TJ, las personas buenas que van por los domicilios
¿no se han preguntado alguna vez cómo es que -según nos explican sus
revistas y personalmente ellos nos
cuentan bajo el umbral de la puerta de nuestras casas- satisfizo totalmente a
Dios Padre (Jehová) el sacrificio de tan solo una de sus millones de criaturas
para que considerara saldada la deuda en la que incurrieron nuestros primeros
padres (y con ellos su descendencia).
Sería bueno que se hicieran esta pregunta e
intentaran reflexionar sobre su respuesta de un modo profundo, aunque ya sé que
esto es prácticamente imposible por su mentalidad gregaria que les obliga a
aceptar en todo caso la respuesta que les viene dada por la Watch Tower.
Seguramente, si lo hicieran, llegarían a la
conclusión de que siendo el ofendido el Dios Padre (Jehová), el “Todopoderoso”,
es imposible que una de sus millones de criaturas, precisamente por ser una
criatura, aunque queramos distinguirla de las otras criaturas, poniéndole el
título de Hijo de Dios, pueda realizar una obra tan valiosa que sea capaz de equipararse,
como contrapeso, a la ofensa realizada. Es que ni siquiera considerando a esta
criatura “un dios”, como se hace en la doctrina de los TJ, solucionamos el
problema, ya que se considera al Hijo de Dios un dios que solo llega a ser
“Poderoso” no “Todopoderoso”.
Y es que el valor de una ofensa no depende
del ofensor sino del ofendido, que es quien recibe el daño, y por lo tanto, en
este caso, el hombre, por su limitada capacidad, es incapaz de una actuación
que corrija el despropósito llevado a cabo por él mismo. Y es que, como todo el
mundo sabe, destruir es muy fácil, cualquiera puede hacerlo, pero construir…
construir ya se necesita una habilidad, una capacidad, que no todo el mundo
tiene y conoce.
La solución está en lo que hemos escrito en
la primera parte de este análisis: Jesús es Dios y hombre. Todo queda aclarado
y cualquier pregunta recibe su respuesta. Las referencias bíblicas cuadran
entre sí y la tentación de efectuar erróneas modificaciones se desvanece.