Desde los años 60 del pasado siglo he tenido ocasión de
hablar personalmente con muchos testigos de Jehová (TJ). Siempre, en todos los
casos, ha sido consecuencia de una llamada a la puerta de mi casa, o porque me
han entregado alguno de sus folletos de divulgación.
La mayor parte de estos encuentros, todos, menos tres o
cuatro que se prolongaron a lo largo de varios meses, siguieron el mismo
proceso: Duraban de cuatro a seis semanas a reunión semanal. Los encuentros
empezaban, por parte de los testigos de Jehová, con mucha simpatía, pero al
paso de las semanas iban agriándose a medida que, al no estar personalmente de
acuerdo con su doctrina -prácticamente no hay un solo punto en la doctrina de
los testigos de Jehová que coincida con la de los católicos- procuraba demostrar,
con la biblia en la mano, el porqué de mi postura y cual era mi punto de vista
al respecto. A la tercera o cuarta semana, la relación se tensaba de tal manera
que empezaban a surgir en boca de los TJ, frases como: ¡Solo busca pegas!
¡Busca tres pies al gato!, etc. Llegaba un momento en que la conversación
era imposible y en un ochenta por ciento de casos, los TJ dejaban de venir -desaparecían-
sin ninguna notificación al respecto.
No es que solo quieran hacer valer su punto de vista sobre
cualquier cuestión bíblica que se considere, ¡es que hay que aceptarla sin
discusión!, porque su interpretación, según el folleto, publicación o libro que
corresponda, ¡no puede tener error!
Los TJ cumplen con el contenido de sus publicaciones que les
dice que “cuánto más profunda sea su fe, más trabajo les costará de callarse
lo que han aprendido (Jer 20;9). Verán cómo se sienten impulsados a hablar de
Dios y sus propósitos (2Cor 4;13)” (”Qué enseña realmente la Biblia”, cap.
18, pág 177). Pero, claro, los TJ no tienen en cuenta que la Biblia también
habla a sus oponentes y les dice exactamente lo mismo. ¿De qué lado está la
razón? ¡Habrá que considerarlo!
Y, por otra parte, el TJ que llama a mi puerta debe estar
dispuesto a presentar una defensa de su doctrina si le exijo una razón de su
esperanza (1Pe 3;15) y esto requiere genio apacible y profundo respeto. Y
viceversa, claro.
Finalmente, los TJ han de
tener en cuenta, además que, a pesar de que el “esclavo fiel y discreto” es para
ellos su intermediario ante Jehová que les proporciona la interpretación “exacta”
que deben hacer de los textos bíblicos -no es que la Biblia se interprete sola
como suelen repetir algunos TJ- han
tenido que corregir infinidad de veces sus interpretaciones, o, de no hacerlo, se
han visto obligados a modificar el texto bíblico, e incluso la cronología
histórica, para mantener una cierta coherencia en su
doctrina. Así mismo lo reconocen los TJ en (La Atalaya 1/12/2002,
pág13-18):"Aunque al esclavo se le llama “fiel y discreto”, Jesús no dijo que
sería infalible. Este grupo de fieles hermanos ungidos siguen siendo cristianos
imperfectos. Aun teniendo las mejores intenciones, pueden equivocarse, tal como
lo hicieron a veces los hermanos del siglo primero" (Hechos 10:9-15; Gálatas 2:8, 11-14)