FUEGO QUE NO SE APAGA O CASTIGO ETERNO
s/TJ:
¿Por qué se dice que los malvados sufren un “castigo eterno”? Aunque la mayoría de las traducciones emplean la palabra “castigo” en (Mt 25;46), el significado básico del término griego kólasin es “poda de los árboles”, que implica truncar o recortar lo que sobra. Así, a diferencia de las personas mansas como ovejas que reciben vida eterna, los pecadores incorregibles —comparados a cabras— reciben un “castigo eterno” en el sentido de que se les corta, o trunca, la vida para siempre.
Jesús dijo: “Si lo que ves con tu ojo te hace desobedecer a Dios, mejor sácatelo. Es mejor que entres al reino de Dios con un solo ojo, que tener los dos ojos y ser echado al infierno, donde hay gusanos que nunca mueren, y donde el “fuego nunca se apaga” (Mc 9;47-48), Traducción en lenguaje actual ([TLA]).
En otra ocasión, habló de un período de juicio durante el cual les diría a los malvados: “Apártense de mí, malditos, vayan al “fuego que no se apaga”, preparado para el diablo y sus ángeles”. Y luego explicó que estos irían “al castigo eterno” (Mt 25;41) (Mt 25;46), [BA].
A primera vista puede parecer que estas palabras de Jesús en verdad apoyan la enseñanza de un tormento eterno en las llamas del infierno. Sin embargo, la Biblia indica claramente que “los muertos no saben nada”, y Jesús nunca diría algo contrario a lo que dice la Palabra de Dios (Ecls 9;5), [BA].
Análisis:
La palabra griega kolasis (κόλασις) usada en (Mt 25;46) es derivada de kolazō (κολάζω) la cual significa “cortar, podar, restringir, mutilar… castigar” (Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, p. 584). Aunque los TJ están en lo cierto al notar que kolazō puede significar “podar,” es comúnmente interpretado como “castigar” o “castigo” en la Escritura. Incluso la Biblia de los TJ, la Traducción del Nuevo Mundo interpreta kolazō como “castigar” en (Hech 4:21). Sin embargo, van en contra de su propia interpretación de esta palabra en este pasaje al traducir kolasis (κόλασις), derivada de kolazo, como “cortamiento” en (Mat 25:46), justificando esta interpretación al extender el concepto de “podar” para convertirlo en “cortamiento.” Es obvio que esto no está apoyado en el texto griego. Pero incluso aun otorgando una traducción tan errónea, el deducir de esto que un cese de existencia ocurre, es imponer algo en el texto que simplemente no está presente, ni en su contexto ni en los demás puntos de la Biblia que hemos revisado más arriba donde hemos visto que no puede producirse un cortamiento, una aniquilación ni siquiera una simple inconsciencia.
El judaísmo se vio obligado a preguntarse sobre la distinción entre el destino de los buenos y el de los malos. Lo cual condujo a la concepción de dos partes en la morada de los muertos (sheol), una para los buenos (paraíso) y otra para los malos, sin precisar en cambio el carácter de la pena de éstos: temporal o para siempre.
Con (Is 66;24) aparece el castigo sin límite con los suplicios del gusano y el fuego.
En el NT se han utilizado numerosas metáforas para evocar el lugar de perdición de los pecadores. Mt habla sobre todo de la gehena (Mt 5;29, 10;28, 23;15,33) o de la gehena de fuego (Mt 5;22, 18;9); Mc emplea el término sólo tres veces; Lc una sola vez.
Mt se refiere asimismo a un lugar de «llanto y rechinar de dientes» (Mt 8;12, 13;42.50; 22;13, 24;51, 25;30) (Lc 13;28). En (Mt 13;42.50), este lugar coincide con el «horno del fuego». Mt tomó esas imágenes de (Job 16;9) (Sal 35;16, 37;12) Sólo dos veces se trata en el NT del «castigo eterno» (Mt 25;46) (2Pe 2;9).
El libro del Apocalipsis (Ap) posee sus propias metáforas: el lugar de perdición de los pecadores es a veces el «abismo» (gr. a-byssos, «sin fondo»), visto como un pozo tapado en (Ap 9;1), en el cual reina el real destructor (Abadón o Apolión, «destrucción»: 9,11). De ahí sube la bestia (Ap 11;7) para ir a la perdición (17;8). Un ángel arroja en él por mil años a Satán, cuyo castigo definitivo es el «estanque de fuego y azufre». Lo han precedido la bestia y el falso profeta (Ap 19;20). La muerte y el hades lo seguirán (Ap 20;14). Todos los condenados padecerán allí su segunda muerte (Ap 21;8).
En relación con la noción de horno ardiendo y de estanque de fuego, los Sinópticos mencionan cuatro veces el «fuego que no se apaga» (en gr. a-sbeston: (Mt 3;12) = (Lc 3;17), (Mc 9;43.45). A él se puede referir el «fuego eterno» (Mt 18;8, 25;41).
Para Jn, como para (Dan 12,2), se da una doble
resurrección, una para los que han hecho el bien, que lleva a la vida, y
otra para los que han practicado el mal, que conduce al
juicio (5;29). Sólo (2Tes 1;9), en un contexto apocalíptico cuya
autenticidad paulina se pone en duda, habla de perdición eterna lejos de la
faz del Señor (Is 2;10.19.21).