lunes, 29 de noviembre de 2021

¿A QUÉ SE REFERÍA JESÚS CUANDO HABLÓ DE ECHAR A ALGUIEN AL GEHENNA (INFIERNO)?

¿A QUÉ SE REFERÍA JESÚS CUANDO HABLÓ DE ECHAR A ALGUIEN AL GEHENNA (INFIERNO)? 

s/TJ: 

Entonces, ¿a qué se refería Jesús cuando habló de echar a alguien “al infierno”?

En la versión arriba citada de (Mc 9;47), el vocablo griego traducido por “infierno” es gehena, un término procedente del hebreo gueh hinnóm, que significa “valle de Hinón”. Este valle —situado a las afueras de la antigua Jerusalén— se empleó en tiempos de los reyes israelitas para ofrecer niños en sacrificio. Dios condenaba esta repugnante práctica, así que prometió ejecutar a quienes realizaban estos actos propios de la religión falsa. Este valle llegaría a conocerse como el “valle de la Matanza”, donde yacerían sin ser enterrados “los cadáveres de esta gente” (Jer 7;30-34, TLA). De este modo Jehová predijo que el valle de Hinón dejaría de ser un lugar donde se torturaba a seres vivos y se convertiría en un lugar para depositar grandes cantidades de cadáveres y así deshacerse de ellos. 

En tiempos de Jesús, el valle de Hinón se utilizaba como basurero. Allí se arrojaban los cadáveres de algunos criminales, y un fuego constante quemaba sus restos y los desperdicios de los habitantes de Jerusalén.

Parece que cuando Jesús habló de gusanos que no mueren y de un fuego que no se apaga, estaba citando de (Is 66;24). Este profeta menciona “los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra [Dios]” y dice que “los gusanos que se los comen no morirán, y el fuego que los devora no se apagará” (Versión Popular). Tanto Jesús como sus oyentes sabían que Isaías estaba aludiendo al fin que les esperaba a los cadáveres de quienes no merecían un entierro. 

De modo que cuando Jesús habló de ser echados en el valle de Hinón, o Gehena, en realidad se refería a morir sin posibilidades de resucitar. Por si quedaban dudas, dejó claro este punto cuando advirtió que Dios “puede destruir alma [o vida] y cuerpo en el Gehena” (Mt 10;28), Versión Hispano-Americana). Por tanto, el Gehena es símbolo de muerte eterna, y no de tormento eterno. 

Análisis: 

Los que en el versículo (Mt 25;41) reciben de Cristo las palabras: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles”, en cinco versículos más allá (Mt 25;46) se nos indica que van al “suplicio eterno”. Palabras muy fuertes y duras todas ellas para indicar –como enseñan los TJ- que solamente van a “morir sin posibilidades de resucitar”.  

Primero, morir lo hacemos todos. Buenos y malos. Y en muchas ocasiones, incluso, los buenos mueren con terribles dolores y los malos plácidamente. También en muchas ocasiones, los malos no creen en la resurrección y aunque crean tanto se les da una vez han muerto, ya que como enseñan los TJ, una vez muertos están inconscientes. No sé, pues, dónde está el terrible castigo que las palabras de Jesucristo nos auguran. ¿Dónde está el “fuego eterno” sea lo que sea lo que estas palabras signifiquen? ¿Dónde está el “suplicio eterno” que es el destino al que Jesús los envía? Si han de experimentar “suplicio” han de estar conscientes. En una palabra y para entendernos, han de ser operados sin anestesia… 

Jesucristo lanza en varias ocasiones, una serie de exclamaciones que nos hablan, de una manera clarísima, de la existencia de algún castigo terrible que después de la muerte se aplicará a los inicuos: (Mt 18;6) (Lc 17;1-2), etc. 

Supongamos una persona, indiferente a los problemas de Dios, que vive una vida de placeres siendo “causa de tropiezo” para muchos, sufre un ataque de corazón quizás a avanzada edad y sin ningún tipo de arrepentimiento, fallece. De personas como ésta es de las que dijo Jesucristo que antes de ser causa de tropiezo, más “ventajoso” o más “provechoso” o más “le valiera” que “le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le arrojaran al fondo del mar… ¡Ay de aquél por el que viniere el escándalo!” (Mt 18;6-7). Sin tener que esforzarse demasiado, cualquiera puede entender que esta persona, como resultado de haber sido “causa de tropiezo”, Jesucristo está indicándonos que sufrirá un castigo, superior con creces al sufrimiento de un ahogado con una piedra de molino en el cuello. Si esta persona fallece y es “destruida” o “cortada” –empleando el léxico de los TJ- ¿dónde está este “sufrimiento” que debería soportar?

Ahora no considero la naturaleza del castigo, tampoco si va a ser eterno… lo único que digo es que cuando Jesucristo habla del gehena o del castigo a sufrir o soportar por los inicuos o malos, está hablando de algo que estos tienen que sentir y experimentar. Si están inconscientes, mejor dicho, están “cortados”, “destruidos”, entonces esto no es posible. 

En otro momento, (Lc 6;25), Jesucristo dice que los que están saciados ahora, “padecerán hambre”. También dice que los que ríen ahora, “se lamentarán y llorarán”. Para “pasar hambre, lamentarse y llorar”, es necesario estar conscientes, si no es así, o lo que es peor, han sido “cortados” o “destruidos”, ¿cómo podrán cumplirse estas palabras? Y aunque se quieran interpretar simbólicamente las expresiones, “tener hambre”, “lamentarse” o “llorar”, lo que no podemos es quitar a las expresiones de Jesucristo su claro sentido activo y de consciencia. 

Para rematar esta serie de ejemplos, podemos presentar (Hb 10;28-31) en el que S. Pablo nos dice: “Si el que menosprecia la Ley de Moisés, sin misericordia es condenado a muerte sobre la palabra de dos o tres testigos, ¿de cuánto mayor castigo pensáis que será digno el que pisotea al Hijo de Dios y reputa por inmunda la sangre de su testamento, en el cual Él fue santificado, e insulta al Espíritu de la gracia? Porque conocemos al que dijo: “Mía es la venganza; yo retribuiré” Y luego: “El Señor juzgará a su pueblo. Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo”. 

Creo que los comentarios anteriores son suficientes como para no insistir en las mismas ideas tras haber leído este fragmento de Hebreos. Ante el final plácido que prometen los TJ de quien “pisotea al Hijo de Dios y reputa por inmunda la sangre de su testamento insultando al Espíritu de la gracia”, se oponen estas palabras definitivas: “Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo 

s/TJ: 

Prescindiendo de lo que usted se imagine al escuchar la palabra infierno, por lo general evoca la idea de un lugar de castigo donde se paga por los pecados cometidos. Tocante al pecado y su efecto, la Biblia dice: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado” (Rom 5;12). Las Escrituras también señalan: “El salario que el pecado paga es muerte” (Rom 6;23). Dado que el castigo por el pecado es la muerte, la cuestión fundamental que debemos plantearnos para determinar la verdadera naturaleza del infierno es: ¿qué le sucede al ser humano cuando muere? 

¿Hay algún tipo de vida después de la muerte? ¿Qué es el infierno y qué clase de gente va a ese lugar? ¿Tienen alguna esperanza las personas que se encuentran allí? La Biblia responde de modo veraz y satisfactorio a estas preguntas. (“La Atalaya 15/7/2002, pág 5-7)

Análisis: 

Es verdad, la Biblia responde a todas estas preguntas. 

Pero… ¿Por qué hablar del infierno? Si hay un peligro mortal ante nosotros, el amor exige que quienes lo saben alerten a todos cuanto antes. El infierno es no solo un peligro mortal sino también eterno. Es en realidad la desgracia total y definitiva que nos puede ocurrir. “El que desprecia el infierno o lo olvida, no escapará de él” (San Juan Crisóstomo). Dios es amor. "(Dios) quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2Pe 3;9). Por ese amor infinito envió a su único Hijo, quien se hizo hombre y murió por nuestra salvación. Pero si no nos convertimos a Él en el tiempo limitado que tenemos en la tierra, si nos obstinamos en seguir viviendo en pecado mortal, entonces iremos al infierno. No podremos culpar a Dios. Él ya lo hizo, nos abrió las puertas del cielo. Pero no nos forzará a entrar. Los que niegan el infierno no conocen la Palabra de Dios. Se dejan llevar por un mundo que se burla u opta por ignorar las realidades más importantes. Pero les ocurrirá como a los compatriotas de Noé que se reían mientras el construía el arca para sobrevivir el diluvio. Todos los que se burlan también morirán y no podrán escapar la realidad. 

Los cristianos no debemos basar nuestra buena conducta en miedo del infierno sino en el amor a Dios. Pero es saludable recordar que hay un justo castigo. El temor nos ayuda a evitar aquello que nos causa daño. En momentos de ceguera y debilidad, cuando la tempestad de la tentación es recia, pensar en el infierno es saludable y provechoso, como también debemos pensar en el amor de Dios. El cristiano debe reconocer la realidad. El temor es parte de la realidad humana que debemos saber integrar sanamente en nuestra persona. Ignorar una realidad que tememos solo logra postergarla hasta que ésta ya no se pueda esconder y entonces nos invade y domina. 

Jesucristo habló claramente del infierno. En el Nuevo Testamento se le llama "gehenna". "Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano 'imbécil' será reo ante el Sanedrín; y el que le llame 'renegado', será reo de la gehenna de fuego" (Mt 5:22);  "Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna" (Mt 5;29); "Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna" (Mt 10;28); "¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?" (Mt 23;33). El infierno se ha descrito como el estado del hombre que experimenta una terrible e infinita soledad y falta de felicidad por haberse separado de Dios.