miércoles, 12 de enero de 2022

DIFERENCIAS ENTRE EL BAUTISMO QUE NOS PROPONE LA BIBLIA Y EL QUE NOS ENSEÑAN LOS TJ

Diferencias entre el Bautismo que nos propone la Biblia y el que nos enseñan los testigos de Jehová.

TJ:

El bautismo es el paso que indica públicamente que usted se ha dedicado a Dios y ha pasado a ser testigo de Jehová. (“¿Qué enseña realmente la Biblia?”, pag. 182)

La fórmula cristiana, establecida por Jesús mismo, de bautizar en representación o en nombre de las distintas manifestaciones divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, hoy no forma parte central de la ceremonia del bautismo de los TJ. Sin embargo, desde 1870 hasta 1956, o sea durante setenta y seis años, han estado aplicando en sus bautismos la fórmula que Cristo ordenó, o sea, bautizar “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, un rito que posteriormente, según ellos, resultó ser falso, y fue, sencillamente, eliminado. De hecho, no podían continuar recitando estas palabras ya que sería estar imitando al cristianismo establecido, tanto católico como evangélico, cosa que los TJ rechazan. Por otra parte, estaban invocando una fórmula trinitaria, cosa inadmisible ya que este invento es… cosa del diablo (“Mentiras y disparates de los Testigos de Jehová”, pág 142)

De hecho, en la actualidad, cuando los testigos de Jehová realizan sus bautismos -normalmente en las asambleas anuales- suele pronunciarse un discurso en el que se explica el significado de este paso. Al final de dicho discurso, el orador hace dos preguntas sencillas a los candidatos al bautismo, y estos las contestan en voz alta. A este paso los testigos de Jehová le llaman “Declaración pública” de la fe (Rom 10;10). A continuación, se les sumerge por completo en agua para mostrar ante todos que se han dedicado a Jehová (“¿Qué enseña realmente la Biblia?”, pag 182) 

Hemos dicho que el discurso que se presenta en las asambleas contiene dos preguntas a los candidatos del bautismo que anteriormente se efectuaban de esta manera:

¿Ha reconocido usted ante Jehová Dios que es un pecador que necesita salvación, y ha reconocido ante El que esta salvación procede de Él, el Padre a través de su hijo Jesucristo?

Sobre la base de esta fe en Dios y en sus provisiones para salvación, ¿se ha dedicado sin reservas a Dios, para hacer su voluntad en adelante, de la forma como él se la reveló a usted a través de Jesucristo, y a través de la Biblia, bajo la luz que provee el Espíritu Santo?

Sin embargo, algunos testigos de Jehová manifestaron que no tienen compromisos y obligaciones hacia la organización (Sociedad Watchtower). Su compromiso exclusivo era para con Jehová y Jesucristo. Esto trajo dificultades e implicaciones legales para la Sociedad Watchtower cuando pretendió expulsar a una persona de la congregación. Debido a ello, efectuaron cambios en estas preguntas. Actualmente son los siguientes:

Sobre la base del sacrificio de Jesucristo, ¿se ha arrepentido usted de sus pecados y se ha dedicado a Jehová para hacer la voluntad de él?

¿Comprende usted que su dedicación y bautismo lo identifican como testigo de Jehová asociado con la ORGANIZACIÓN que Dios dirige mediante Su espíritu?

Al contestar “Sí” a estas preguntas, los candidatos manifiestan que tienen una condición de corazón correcta y están listos para el bautismo cristiano.

Bautizarse es algo más que sumergirse en agua. Es un acto simbólico muy importante. El hecho de que usted se sumerja simbolizará que “muere”, es decir, que abandona su estilo de vida anterior. Y el que salga del agua indicará que a partir de ese momento vive para hacer la voluntad de Dios. Nunca deberá olvidar que se ha dedicado al propio Jehová Dios, y no a una obra, una causa, un ser humano o una organización. Su dedicación y su bautismo son el comienzo de una amistad íntima con Dios, de una estrecha relación con Él. (Sl 25;14)

Pero el bautismo no garantiza la salvación. El apóstol Pablo escribió: “Sigan obrando su propia salvación con temor y temblor” (Flp 2;12). El bautismo es solo el comienzo.

Análisis:

El sacramento del Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el Espíritu y la puerta de acceso a los otros Sacramentos. Por el Bautismo, administrado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, somos liberados del pecado y “regenerados” como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y hechos partícipes de su misión.

La palabra clave de la definición es "regenerados" o sea, que somos generados nuevamente, nacidos de nuevo. En efecto, cuando el fariseo Nicodemo, de noche, visita a Jesucristo, recibe del Señor la siguiente noticia: "En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de lo alto" (Jn 3;3-7) (Gl 3;26) (Gl 4;6) (1Jn 5;1) (Rom 8;14-16) (Rom 8;1-9). Así como nacemos a la vida natural por medio de los padres, nacemos a otra vida superior en el Bautismo. Cuando Jesús dijo: "He venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia" (Jn 10;10), nos estaba prometiendo no la vida natural que se adquiere por la unión conyugal, sino la Vida Divina que él tiene desde la eternidad, como Hijo de Dios. Es designio eterno de Dios el que los hombres, por el sencillo rito del Bautismo, lleguemos a participar de su Divinidad. Es lo que llamamos Gracia Santificante. La Gracia es evidentemente el don más extraordinario y preciado del cristiano.

En la Antigua Alianza, el Bautismo es el símbolo de un deseo profundo de un cambio de mentalidad que lleve también a un cambio de vida, a una vida más plena de sentido y de purificación moral interna (Hb 10;22). 

TJ:

Antes de bautizarse, la persona ha de ser discípulo de Cristo. Obviamente no está lista para bautizarse si no sabe cuales son esas responsabilidades. Comprendiendo esto, la sociedad WT cree que sería excelente que cualquiera que desee bautizarse lea o estudie previamente sus publicaciones. 

Análisis:

En (Hech 2) está claro que las tres mil personas que son bautizadas por Pedro en el día de la “venida del Espíritu Santo en Pentecostés”, son personas que temen a Dios a quienes Pedro les inicia en el contenido de la Palabra de Dios. Mientras está en ello, a los bien dispuestos Pedro les propone el “arrepentimiento” y la “recepción del Bautismo”. Con ello, aquel día recibirán la “remisión de los pecados” y “el don del Espíritu Santo”, siempre en virtud de la obra salvífica de Cristo (Hech 2;38).

Jesús se pone en la cola del bautismo de Juan. Ya eran muchos los que en tiempo de Jesús -y en todos los tiempos- descubren en sus corazones la necesidad de un cambio. Un cambio de vida que, de alguna manera, también se da en Jesús en el momento de su bautismo, no por el mismo motivo sino por la consciencia de su misión que provoca un giro en su vida y marca el inicio de lo que llamamos la “vida pública” de Jesús. Pero hijo como es Jesús de la tradición profética de su pueblo, se sirve de aquel signo de conversión y de cambio de vida para revelar el inicio de una nueva etapa.

Jesús se bautizó, pero no hay que mezclar el bautismo de Juan con el de Jesús. El bautismo de Juan, en las aguas del Jordán se administraba a los que obedecían a la predicación de penitencia del Bautista y confesaban sus pecados (Mc 1;4). Ambos bautismos se distinguen con precisión. El bautismo de Juan no basta para alcanzar el reino de Dios y participar de la comunicación mesiánica del Espíritu Santo (Hech 19;1-6). Esta distinción se expresa en los Evangelios y en los Hechos de los apóstoles por la oposición entre el “agua” y el “Espíritu Santo” y a veces también el “fuego” (Mt 3;11) (Mc 1;8) (Lc 3;16) (Jn 1;33) (Hech 1;5) (Hech 11;16).

TJ:

Jesús mandó a sus seguidores “Vayan y hagan discípulos de gente de todas la naciones, bautizándolos”. 

Análisis:

Jesús no dio instrucciones “a sus seguidores”, o sea, de una manera indeterminada a todo aquél que le seguía, sino, concretamente, a “los once discípulos” (Mt 28;16) (Mc 16;15-18) o sea, a sus “once apóstoles”. El mandato que les da se funda en su poder universal, por lo que lo convierte en fundamental e importantísimo ante el hecho de su próxima desaparición, siendo preciso concretar quien lo recibe, quien se responsabiliza de la gran obra a realizar. Nada menos les dice que “enseñen a observar todas las cosas que Él les ha mandado” y que, “bauticen a los nuevos discípulos … en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” y añade que, para asegurar la eficacia de estas instrucciones, “estaré con vosotros, siempre hasta la consumación del mundo”. 

Los TJ, en (La Atalaya 1/12/1992, pág 30) nos quieren convencer de que en la reunión de Galilea había otras personas además de los once apóstoles, diciéndonos que la aparición de Jesús a más de quinientos hermanos, a la que se alude en (1Cor 15;6), se trata de la misma aparición que se relata en (Mt 28;16). Nada nos indica en las Sagradas Escrituras que deba aceptarse esta coincidencia.